Su objetivo era salvar a cualquiera que estuviese en peligro. Su ingenuo amigo el perro Dum Dum no haría más facil sus objetivos pues metería la pata en muchas ocasiones entorpeciendo a nuestro verde héroe. Muy ocurrente personaje de la época de los 60 que hizo disfrutar a más de un niño; ¿recordáis?= ¡D´Aaaaataaaaañan al Ataquee!.

Para los que tenemos unos años, cuando miramos atrás con nostalgia, nos encontramos con aquellos dibujos animados de 6 minutos de los personajes de Hanna-Barbera y de Warner que ponían entre programa y programa infantil. Y era una delicia verlos, aunque los repitiesen hasta el infinito. Esta tortuga, el lagarto Juancho o Pepepótamo y su grito hiperhuracanado eran intercambiables en personajes y situaciones. Y siempre entretenían. No les puedo poner una pega. D'Artagnan y Dum Dum eran una versión animalizada de El Quijote y Sancho Panza, impartiendo justicia torpemente, con una espada torcida y saliendo por patas. Pero a estos personajes no los cambio por nada. Los disfruté mucho de niño.

Hanna-Barbera hizo obras maestras como Los Picapiedra, otras obras no tan buenas y otras más que eran malísimas, este es el caso.
Al grito de "los niños se tragan cualquier cosa" inundaron el mercado de series hechas como churros (la tortuga, el lagarto Juancho, los autos locos) donde todos los episodios eran exactamente iguales: llamada telefonica pidiendo ayuda, el quelonio lucha contra los malos y los vence, fin.
La tortuga tenía un ayudante bobo que era un perro, ¡uy!, un mamífero dominado por un reptil, esto suena a mensaje oculto de los reptilianos.
La tortuga tenía la espada doblada de tanto clavarla por lugares extraños, ¿otro mensaje oculto?
La serie se ve sin ninguna nostalgia.