El viento y el león
6,6
3.159
Aventuras. Drama. Acción
A principios del siglo XX, el jefe de los bereberes El Raisuni secuestra en Tánger a una bella viuda estadounidense y a sus hijos para pedir un fuerte rescate. Este hecho desencadena un conflicto diplomático en el que se verán involucrados el gobierno americano (Theodore Roosevelt: 1901-1909), tropas alemanas y diversas facciones del sultanato de Marruecos. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2006
3 de octubre de 2006
51 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Milius que ya se había ganado la confianza del público y de la crítica como director con la violenta e interesante "Dillinger" acometió una producción de alto presupuesto donde deja patente su amor al cine con sabor a clásico. Porque ante todo “El viento y el león” es una película que destila homenajes por los cuatro costados en un director que en su corta filmografía nos encontramos con una caja de bombones como diría nuestro amigo Forrest.
La única obra maestra de John Milius es “Conan El Bárbaro” el resto son películas muy normalitas aunque decentes como esta y “Dillinger” y otras muchas penosas como “Amanecer rojo” o “El vuelo del Intruder”. Milius no esconde lo que es; representa esa derecha imperialista americana, que a pesar de escribir “Apocalypse now”, su verdadero yo sale en cuento tiene oportunidad.
En cuanto a los actores Sean Connery me parece una muy buena elección, desde luego mucho mejor que Anthony Quinn y Omar Shariff como se pensó en un primer momento, está perfecto en el papel de El Rasuni, aunque hay que decir que físicamente se parecen poco porque el jefe bereber era feo pero hasta decir basta.
Candice Bergen, mujer de armas tomar en la vida real y en la ficción que se hizo muy popular en “Soldado azul” donde sale guapísima, está correcta aunque demasiado estereotipada como mujer fuerte que se enfrenta incluso con guerreros del desierto, y eso no se lo cree ni Milius. Lo que es una pena es que sale caracterizada demasiado mayor para un bellezón como era ella, todo por no hacer parecer viejo al bueno de Connery.
Y el actor francés Antoine Saint-John como oficial alemán está bien aunque, que ya había hecho un papel similar en “Agáchate maldito” de Leone, presentado como si fuera el lobo de Caperucita.
John Huston que por aquella época frecuentaba cada vez sus apariciones como actor más que nada porque sus películas en los setenta tenían menos éxito que nunca, está perfecto como Secretario de Estado.
Pero desde luego una mención especial para un actor como Brian Keith, que además de parecerse extraordinariamente a Theodore Roosevlt nos da una magistral lección de interpretación. Haciendo uno de sus mejores papeles de toda su vida.
Otros aspectos a destacar es como casi siempre al trabajo de Jerry Goldsmith que hace una extraordinaria banda sonora que se escucha con deleite para los sentidos.
Y a Billy Williams, un fotógrafo que venía de hacer "El exorcista" y que haría años más tarde "Gandhi" nos traslada a lugares lejanos y paisajes magníficamente retratados. Un sobresaliente.
La única obra maestra de John Milius es “Conan El Bárbaro” el resto son películas muy normalitas aunque decentes como esta y “Dillinger” y otras muchas penosas como “Amanecer rojo” o “El vuelo del Intruder”. Milius no esconde lo que es; representa esa derecha imperialista americana, que a pesar de escribir “Apocalypse now”, su verdadero yo sale en cuento tiene oportunidad.
En cuanto a los actores Sean Connery me parece una muy buena elección, desde luego mucho mejor que Anthony Quinn y Omar Shariff como se pensó en un primer momento, está perfecto en el papel de El Rasuni, aunque hay que decir que físicamente se parecen poco porque el jefe bereber era feo pero hasta decir basta.
Candice Bergen, mujer de armas tomar en la vida real y en la ficción que se hizo muy popular en “Soldado azul” donde sale guapísima, está correcta aunque demasiado estereotipada como mujer fuerte que se enfrenta incluso con guerreros del desierto, y eso no se lo cree ni Milius. Lo que es una pena es que sale caracterizada demasiado mayor para un bellezón como era ella, todo por no hacer parecer viejo al bueno de Connery.
Y el actor francés Antoine Saint-John como oficial alemán está bien aunque, que ya había hecho un papel similar en “Agáchate maldito” de Leone, presentado como si fuera el lobo de Caperucita.
John Huston que por aquella época frecuentaba cada vez sus apariciones como actor más que nada porque sus películas en los setenta tenían menos éxito que nunca, está perfecto como Secretario de Estado.
Pero desde luego una mención especial para un actor como Brian Keith, que además de parecerse extraordinariamente a Theodore Roosevlt nos da una magistral lección de interpretación. Haciendo uno de sus mejores papeles de toda su vida.
Otros aspectos a destacar es como casi siempre al trabajo de Jerry Goldsmith que hace una extraordinaria banda sonora que se escucha con deleite para los sentidos.
Y a Billy Williams, un fotógrafo que venía de hacer "El exorcista" y que haría años más tarde "Gandhi" nos traslada a lugares lejanos y paisajes magníficamente retratados. Un sobresaliente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto a cuestiones históricas varias apreciaciones. En primer lugar me gustaría hablar del señor Roosevelt que aunque un poco loco se le presenta de forma afable y muy popular –en realidad lo era-, pero seamos precisos y digamos que Roosevelt fue el creador del “Big Stick”, de intervenir en Santo Domingo y Cuba (la famosa base de Guantánamo es obra suya), de criticar a Wilson su pacifismo en la IGM y antes de ser presidente fue uno de los autores de atacar y crear pruebas falsas para destruir a España en Cuba, en realidad como podemos ver es el padre del Imperialismo estadounidense. Y dicho imperialismo no nace ni se hace para madres de familia en apuros sino como una búsqueda de poder y dominio en el Gran Tablero Mundial. Que un tipo así tenga el Premio Nobel de la Paz no hace más que
Pero lo peor de la película es la batalla final donde Milius se equivoca de género y rueda un western, con homenaje incluido a “Grupo salvaje”(cuando avanzan los soldados americanos a buscar a El Rasouni prisionero de los alemanes). A partir de ahí la germanofobia de Milius sale a flote y presenta una batalla de buenos y malos donde los yankees se unen a los bravos bereberes contra los pérfidos alemanes en defender su patria. Patético.
Cualquiera que viaje a Marruecos con frecuencia o lea temas de dicho país sabrá que El Rasouni es considerado un traidor en muchas partes de Marruecos por ir en contra de Abd del Kirm, y además si peleó contra alguien era contra los españoles y los franceses. Pero ya conocemos el afán de protagonismo de los americanos. Dentro de poco aparecerán también batallando en las Termópilas con su hortera bandera de mercadillo.
Y termino con unos versos...
"Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!"
Fragmento del poema "A Roosevelt" de Rubén Darío.
Pero lo peor de la película es la batalla final donde Milius se equivoca de género y rueda un western, con homenaje incluido a “Grupo salvaje”(cuando avanzan los soldados americanos a buscar a El Rasouni prisionero de los alemanes). A partir de ahí la germanofobia de Milius sale a flote y presenta una batalla de buenos y malos donde los yankees se unen a los bravos bereberes contra los pérfidos alemanes en defender su patria. Patético.
Cualquiera que viaje a Marruecos con frecuencia o lea temas de dicho país sabrá que El Rasouni es considerado un traidor en muchas partes de Marruecos por ir en contra de Abd del Kirm, y además si peleó contra alguien era contra los españoles y los franceses. Pero ya conocemos el afán de protagonismo de los americanos. Dentro de poco aparecerán también batallando en las Termópilas con su hortera bandera de mercadillo.
Y termino con unos versos...
"Mas la América nuestra, que tenía poetas
desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la América del gran Moctezuma, del Inca,
la América fragante de Cristóbal Colón,
la América católica, la América española,
la América en que dijo el noble Guatemoc:
«Yo no estoy en un lecho de rosas»; esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras.
Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!"
Fragmento del poema "A Roosevelt" de Rubén Darío.
2 de octubre de 2007
2 de octubre de 2007
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film, escrito y dirigido por John Milius ("Dillinger", 1973), se inspira libremente en un hecho real. Se rueda en Bahía de los Genoveses (Cabo de Gata, Almería), Huelva, Granada y Sevilla, con un presupuesto estimado de 4 M dólares. Obtiene 2 nominaciones a los Oscar (música y sonido) y otras 3 nominaciones. Producido por Herb Jaffe, se estrena el 25-V-1975 (NYC).
La acción principal tiene lugar en Marruecos (Tánger y el Riff), de junio a octubre de 1904. Mulay el-Raisuli, el Magnífico (Sean Connery), secuestra a una viuda norteamericana, Eden Pedecaris (Candice Bergen), y a sus dos hijos de corta edad, William y Jennifer, con el propósito de obtener un rescate del Sultán de Marruecos. El presidente Theodor Roosevelt (Brian Keith), apoyado por John Hay (John Huston), su secretario de Estado, decide intervenir.
La película muestra la situación imperante en Marruecos a principios del s. XX, cuando confluyen en el país las ambiciones colonialistas de Francia, Alemania y otras potencias. La antigua marginación de los bereberres provoca la emergencia de grupos armados de esta etnia, que destacan por su valor y fuerza. El héroe del film, el-Raisuli, es el jefe de una partida bereber, que lucha por la libertad de su pueblo y la independencia del país. Es un hombre idealista y soñador, que admira la valentía de la lucha a espada y detesta las armas modernas del momento (rifles, ametralladoras y cañones móviles), porque no permiten la lucha cara a cara. Es un antihéroe, romántico e idealista, que da gran importancia al amor. Como el león, ocupa su lugar con dignidad, no es el viento cambiante y huidizo que busca ventajas oportunistas y materialistas. Es un viejo guerrero que prefiere la gloria y la autoestima a las ventajas efímeras del intervencionismo y el colonialismo, condenados a perecer. Es la cara opuesta de Theodor Roosevelt, por muchas razones, pero sobre todo porque, si quiere, se puede permitir el lujo de una derrota por amor.
La música, de Jerry Goldsmith ("La profecía", 1976), se hizo famosa; es de ritmo intenso y aires marroquíes; rebosa solemnidad y sentido épico. La fotografía, de Billy Williams ("Ghandi", 1982), mueve con precisión la cámara, resalta los puntos de humor y ofrece escenas de lucha de gran verismo. El guión dibuja los personajes islámicos con respeto y neutralidad. La figura de Roosevelt es tratada con afecto y homor. Las interpretacines de Connery, Brian Keith y John Huston, son sobresalientes. La narración de los hechos se hace desde el punto de vista, ingenuo y fantasioso, del niño William Pedecaris.
La pelícua, segunda de Milius, se inspira en las obras clásicas del género de aventuras, como "Robín de los bosques" (1938), "Los tres mosqueteros" (1948), "Ivanhoe" (1952), "Los vikingos" (1958).
La acción principal tiene lugar en Marruecos (Tánger y el Riff), de junio a octubre de 1904. Mulay el-Raisuli, el Magnífico (Sean Connery), secuestra a una viuda norteamericana, Eden Pedecaris (Candice Bergen), y a sus dos hijos de corta edad, William y Jennifer, con el propósito de obtener un rescate del Sultán de Marruecos. El presidente Theodor Roosevelt (Brian Keith), apoyado por John Hay (John Huston), su secretario de Estado, decide intervenir.
La película muestra la situación imperante en Marruecos a principios del s. XX, cuando confluyen en el país las ambiciones colonialistas de Francia, Alemania y otras potencias. La antigua marginación de los bereberres provoca la emergencia de grupos armados de esta etnia, que destacan por su valor y fuerza. El héroe del film, el-Raisuli, es el jefe de una partida bereber, que lucha por la libertad de su pueblo y la independencia del país. Es un hombre idealista y soñador, que admira la valentía de la lucha a espada y detesta las armas modernas del momento (rifles, ametralladoras y cañones móviles), porque no permiten la lucha cara a cara. Es un antihéroe, romántico e idealista, que da gran importancia al amor. Como el león, ocupa su lugar con dignidad, no es el viento cambiante y huidizo que busca ventajas oportunistas y materialistas. Es un viejo guerrero que prefiere la gloria y la autoestima a las ventajas efímeras del intervencionismo y el colonialismo, condenados a perecer. Es la cara opuesta de Theodor Roosevelt, por muchas razones, pero sobre todo porque, si quiere, se puede permitir el lujo de una derrota por amor.
La música, de Jerry Goldsmith ("La profecía", 1976), se hizo famosa; es de ritmo intenso y aires marroquíes; rebosa solemnidad y sentido épico. La fotografía, de Billy Williams ("Ghandi", 1982), mueve con precisión la cámara, resalta los puntos de humor y ofrece escenas de lucha de gran verismo. El guión dibuja los personajes islámicos con respeto y neutralidad. La figura de Roosevelt es tratada con afecto y homor. Las interpretacines de Connery, Brian Keith y John Huston, son sobresalientes. La narración de los hechos se hace desde el punto de vista, ingenuo y fantasioso, del niño William Pedecaris.
La pelícua, segunda de Milius, se inspira en las obras clásicas del género de aventuras, como "Robín de los bosques" (1938), "Los tres mosqueteros" (1948), "Ivanhoe" (1952), "Los vikingos" (1958).
5 de mayo de 2008
5 de mayo de 2008
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Beau Geste arrancaba con una de las secuencias más mágicas de la historia del cine, un fuerte vigilado por soldados muertos. Siempre he pensado que el buen cine de aventuras debe comenzar de la forma más espectacular posible, puesto que el cineasta nos narra algo inverosímil que pega al espectador a su butaca y al final acaba convirtiéndolo en un niño más impresionado por los avatares acaecidos en tierras lejanas con personajes de leyenda a los que la pericia del cuentacuentos nos hará más reales que el vecino de asiento. Es, quizás, el género que más debe cumplir aquello que decía Wilder de que enganchar al espectador en los 10 primeros minutos era lo mejor para realizar una buena película, y de la misma manera arranca uno de los últimos clásicos del género aventurero, El viento y el león, brillante muestra genérica cortada por el patrón más clásico realizada por John Milius, brillante guionista e irregular cineasta que alcanzó aquí su cima, bordando una poco sutil crítica a los Estados Unidos que al final no termina siendo tan extremista como parece por el excesivo apego del director a las barras y las estrellas que le hacen sacar la vena más reaccionaria y patriótica y hacen del film un total un tanto contradictorio que, al final, termina barriendo para casa y entregando un heroísmo Born in the USA que empaña un tanto la maravillosa fábula que hasta ese momento nos había contado con gran tino Milius, que aquí realiza una obra romántica y deudora de los grandes clásicos a los que homenajea constantemente.
Detalle interesante la decisión de Milius de narrar la historia desde los ojos del pequeño William desde su particular visión idealizada de ese enigmático y carismático rebelde interpretado por un enorme Sean Connery, al que contempla casi como un personaje de cuento. Y es que es vital esa visión del líder bereber, ya que la cinta gravita en torno al duelo que mantienen él y el populista y algo prepotente Roosevelt. En ese choque encontramos un mar de tensiones políticas que nos sitúa en medio del polvorín que luego supuso la primera guerra mundial, contexto que Milius aprovecha para narrar el auge de los nacionalismos dentro de las colonias y el choque de las grandes potencias y sus diferentes intereses, y, especialmente, el lugar que ocupaba la incipiente nación de los Estados Unidos y la búsqueda de una historia futura con la que rellenar la carencia histórica del pasado norteamericano. Dentro de lo fascinante que encuentra el reaccionario director la violencia y el uso que se hace de ella por parte de Estados Unidos con medios como la ANR, excelsa muestra del pensamiento norteamericano, aquí carga las tintas contra la política internacional intervencionista estadounidense haciendo que al final todo quede un tanto desubicado al no poder rematar el resultado final.
Detalle interesante la decisión de Milius de narrar la historia desde los ojos del pequeño William desde su particular visión idealizada de ese enigmático y carismático rebelde interpretado por un enorme Sean Connery, al que contempla casi como un personaje de cuento. Y es que es vital esa visión del líder bereber, ya que la cinta gravita en torno al duelo que mantienen él y el populista y algo prepotente Roosevelt. En ese choque encontramos un mar de tensiones políticas que nos sitúa en medio del polvorín que luego supuso la primera guerra mundial, contexto que Milius aprovecha para narrar el auge de los nacionalismos dentro de las colonias y el choque de las grandes potencias y sus diferentes intereses, y, especialmente, el lugar que ocupaba la incipiente nación de los Estados Unidos y la búsqueda de una historia futura con la que rellenar la carencia histórica del pasado norteamericano. Dentro de lo fascinante que encuentra el reaccionario director la violencia y el uso que se hace de ella por parte de Estados Unidos con medios como la ANR, excelsa muestra del pensamiento norteamericano, aquí carga las tintas contra la política internacional intervencionista estadounidense haciendo que al final todo quede un tanto desubicado al no poder rematar el resultado final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El propio Roosevelt lo define bien en una secuencia hablando del oso que acaba de cazar, y es que Estados Unidos es una nación que no teme a nada y a la que todos temen, pero a la que nadie ama, un país honrado pero cabezón en ocasiones, y basándose en ello, el director consigue dotar de una verosimilitud notable a su propuesta de atacar a su patria, siendo el resultado no muy diferente de lo que tenemos actualmente en la maravillosa guerra de Irak. Sin embargo, siempre sale a relucir el tan manido orgullo y honradez estadounidense, esa pretendida virtud por la que cualquier americano puede invadir un país encontrando justificación si se equivoca. Por tanto, se puede afirmar sin pudor alguno que, a la hora de culminar la obra con un mazazo contra la nación más poderosa de la tierra, Milius fue un cobarde.
No menos cierto es que la figura de Roosevelt no sale bien parada en exceso. Montando alternativamente las escenas de Raisuli y el presidente americano, el primero es presentado bajo un halo de fantasía que le hacen ser atrayente, mientras que Roosevelt es presentado como alguien campechano y popular, cierto es, pero también como alguien incapaz de diferenciar árabe de bereber, un megalómano egocéntrico que va seguido de un séquito versallesco, más pendiente de mirar su nuevo oso disecado que de controlar un conflicto que puede originar una guerra a nivel mundial. Es el primer eslabón de esa cadena de negligentes al mando del ejército norteamericano que, de manera puramente irracional, borran la diplomacia del asunto y entregan la resolución de los problemas al ejército, pensamiento propio de un país que vende armas de fuego en el supermercado. También es notable el acercamiento de la historia hacia otras culturas, dando una visión más cuidadosa de las cuestiones que inquietan al Islam, aunque no es tan rico y profundo como el que hacía Lean en Lawrence de Arabia. La visión que da Milius es la de una nación apegada al pasado y a las costumbres de manera casi exagerada, rota, con sus tribus y sus supersticiones a la orden del día y donde la ausencia de un líder legal permite a los europeos, codiciosos terratenientes, apropiarse de algo que no es suyo. Pero, interesante es, también, la comparación que puede realizarse entre ambos líderes y la historia de sus respectivas naciones, puesto que el propio nombre del país lo indica, Estados Unidos, y de cómo Raisuli busca llegar a ser algo parecido a Roosevelt, el líder de un país unificado donde todos los pequeños grupos o tribus sean una sola nación capaz de luchar contra el enemigo, y ambos actúan igual, usando la violencia para conseguir sus objetivos, pero, en la película, la diferencia radica en que los marroquíes luchan para defenderse y siempre dicen la verdad, hasta que a Milius le entró el ataque de patriotismo exacerbado y le dio por dar la vuelta a la historia y cambiar de forma notable el mensaje que hasta ese momento había transmitido de una manera simplemente impecable.
No menos cierto es que la figura de Roosevelt no sale bien parada en exceso. Montando alternativamente las escenas de Raisuli y el presidente americano, el primero es presentado bajo un halo de fantasía que le hacen ser atrayente, mientras que Roosevelt es presentado como alguien campechano y popular, cierto es, pero también como alguien incapaz de diferenciar árabe de bereber, un megalómano egocéntrico que va seguido de un séquito versallesco, más pendiente de mirar su nuevo oso disecado que de controlar un conflicto que puede originar una guerra a nivel mundial. Es el primer eslabón de esa cadena de negligentes al mando del ejército norteamericano que, de manera puramente irracional, borran la diplomacia del asunto y entregan la resolución de los problemas al ejército, pensamiento propio de un país que vende armas de fuego en el supermercado. También es notable el acercamiento de la historia hacia otras culturas, dando una visión más cuidadosa de las cuestiones que inquietan al Islam, aunque no es tan rico y profundo como el que hacía Lean en Lawrence de Arabia. La visión que da Milius es la de una nación apegada al pasado y a las costumbres de manera casi exagerada, rota, con sus tribus y sus supersticiones a la orden del día y donde la ausencia de un líder legal permite a los europeos, codiciosos terratenientes, apropiarse de algo que no es suyo. Pero, interesante es, también, la comparación que puede realizarse entre ambos líderes y la historia de sus respectivas naciones, puesto que el propio nombre del país lo indica, Estados Unidos, y de cómo Raisuli busca llegar a ser algo parecido a Roosevelt, el líder de un país unificado donde todos los pequeños grupos o tribus sean una sola nación capaz de luchar contra el enemigo, y ambos actúan igual, usando la violencia para conseguir sus objetivos, pero, en la película, la diferencia radica en que los marroquíes luchan para defenderse y siempre dicen la verdad, hasta que a Milius le entró el ataque de patriotismo exacerbado y le dio por dar la vuelta a la historia y cambiar de forma notable el mensaje que hasta ese momento había transmitido de una manera simplemente impecable.
16 de enero de 2007
16 de enero de 2007
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es un compendio de lo que se entiende por cine clásico de aventuras, y en donde se encuentran los ingredientes necesarios e imprescindibles: Acción, Aventura, toques de humor, buena banda sonora, buena fotografía,.....
Los protagonistas geniales. La mujer, aunque madura, es bellísima. A Sean Connery, con una estupenda caracterización, le va el papel, como anillo al dedo. Resulta muy amena y entretenida de ver. La recomiendo encarecidamente a todo amante del cine de aventuras.
Los protagonistas geniales. La mujer, aunque madura, es bellísima. A Sean Connery, con una estupenda caracterización, le va el papel, como anillo al dedo. Resulta muy amena y entretenida de ver. La recomiendo encarecidamente a todo amante del cine de aventuras.
3 de abril de 2021
3 de abril de 2021
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda estructura estable en la vida debe sustentarse en buenos pilares, y esta película tiene tres principales:
— El “dire”
John Milius, que también agarró la pluma, como buen escritor que es (mejor que director, incluso), para confeccionar este guión, libremente inspirado en un artículo sobre el secuestro del playboy Ion H. Perdicaris en 1904, aunque le cambió apellido y sexo con respecto al incidente real, entre otras muchas cosas. Su narración salta constantemente entre una historia de aventuras en el desierto, que viven capturados y captor, y otra centrada en los enfrentamientos diplomáticos que desencadena el rapto. De crío se te queda grabada en la retina la primera, por la vistosidad de los escenarios, por la espectacularidad de los ejércitos bereberes desfilando, por esa violencia característica que impregnó este género en los 80, bastante explícita pero atenuada por la colorida fotografía y la poca trascendencia que adquirían las muertes de los secundarios. De adulto, sin embargo, ya con las estructuras cerebrales completamente formadas y habituadas a procesar diariamente abundantes muestras de cinismo, encuentra uno mucho más estimulante la segunda trama, el enfrentamiento transoceánico entre dos pavos reales: el Raisuli y Theodore Roosevelt; el primero, más preocupado en emprender bravuconadas para poner su nombre en los diarios internacionales que en buscar un beneficio práctico para su pueblo; el segundo, deseoso de responder contundentemente a cualquier provocación, públicamente y con gran alharaca, a fin de atraer orgullosos votos patriotas y salir reelegido presidente. Esta vertiente del film ofrece, también, un puñado de secundarios y escenas caricaturescas para el recuerdo, como la gestación, entre lingotazos espirituosos, de la intervención militar que podría haber desencadenado una guerra mundial, o las conversaciones entre Roosevelt (Brian Keith) y su secretario de estado (John Huston), que rememoran perlitas como la famosa frase “Why spoil the beauty of the thing with legality?".
— El “Sir”
Sean Connery. Ya desde su primera aparición se nota que tenía algo especial, y lo tenía más para lo bueno que para lo malo. Le bastaron un par de segundos, una leve mueca y una penetrante mirada para hacer entender al espectador quién era Raisuli, de dónde venía, adónde iba y qué impresión le causó la atractiva señora Pedecaris. Luego, tenía otras cosas menos positivas, como que fue incapaz de imitar el acento árabe, ni aun contando con la ayuda de su compañero de reparto Nadim Sawalha, que intentó hacer de logopeda pero desistió a los pocos días; importar, tampoco importó mucho, pues se inventó un dejo bastante cómico, entre solemne y distinguido, que ni era escocés, ni encastado, ni mucho menos beréber. Además, está eso que tanto se ha dicho sobre su atractivo animal, lo de hablar de él como si le colgara de cada axila un difusor industrial de feromonas; algo de eso tenía, no cabe duda.
Fue la tercera opción para interpretar a Raisuli. Shariff y Quinn estuvieron por delante, pero se cayeron del proyecto por diversas razones. El carisma de Connery logra salvar por los pelos la línea argumental que se desarrolla en el desierto, pues el guión estanca pronto la progresión de su personaje.
— “Coleta salvaje”
Jerry Goldsmith, el genio de la musiquilla, la auténtica bestia parda de entre los compositores cinematográficos estadounidenses del siglo XX, muy superior en calidad, versatilidad e innovación a los típicos nombres de siempre, aunque menos reconocido puertas afuera del mundillo, seguramente porque gustaba de alternar las grandes producciones con las de serie B (o Z a veces), donde le dejaban experimentar y pasarse las normas comerciales por el forro de los cojones. Aproximarse correctamente a su música tampoco tiene mucha ciencia: se tapa uno los ojos, entona el “pito, pito, gorgorito…” y elige uno de sus trabajos al azar; ya será mala suerte que toque uno de los flojos, pues escasean en su filmografía.
Para esta ocasión adaptó algunos de los los ritmos y escalas de la música tradicional marroquí para ser interpretados por orquesta clásica, aunque también se apoyó en instrumentos más étnicos. Compuso una partitura con tramos de ritmo muy vivo, con complejos toques que van desde la fanfarria hasta la marcha carnavalesca, alternados con otros más intimistas. Es considerado uno de sus mejores trabajos; fue nominado al Oscar y algunos especialistas incluso lo han incluido en esas listas tan injustas de “top scores" (injustas porque se quedan fuera muchos otros que merecerían igual consideración).
—
Definitivamente, una de las películas de aventuras "olvidadas" más recomendables. Apta para ver en familia, siempre que no te importe que tus hijos asistan a decapitaciones, sablazos y tiroteos. No tengo claro el límite de edad adecuado, pero, sea cual sea, ten por seguro que yo me lo salté unas cuantas veces durante mi infancia, y creo que he salido bastante manso.
Escrito por: uno que pasaba por aquí y se enamoró del cine.
— El “dire”
John Milius, que también agarró la pluma, como buen escritor que es (mejor que director, incluso), para confeccionar este guión, libremente inspirado en un artículo sobre el secuestro del playboy Ion H. Perdicaris en 1904, aunque le cambió apellido y sexo con respecto al incidente real, entre otras muchas cosas. Su narración salta constantemente entre una historia de aventuras en el desierto, que viven capturados y captor, y otra centrada en los enfrentamientos diplomáticos que desencadena el rapto. De crío se te queda grabada en la retina la primera, por la vistosidad de los escenarios, por la espectacularidad de los ejércitos bereberes desfilando, por esa violencia característica que impregnó este género en los 80, bastante explícita pero atenuada por la colorida fotografía y la poca trascendencia que adquirían las muertes de los secundarios. De adulto, sin embargo, ya con las estructuras cerebrales completamente formadas y habituadas a procesar diariamente abundantes muestras de cinismo, encuentra uno mucho más estimulante la segunda trama, el enfrentamiento transoceánico entre dos pavos reales: el Raisuli y Theodore Roosevelt; el primero, más preocupado en emprender bravuconadas para poner su nombre en los diarios internacionales que en buscar un beneficio práctico para su pueblo; el segundo, deseoso de responder contundentemente a cualquier provocación, públicamente y con gran alharaca, a fin de atraer orgullosos votos patriotas y salir reelegido presidente. Esta vertiente del film ofrece, también, un puñado de secundarios y escenas caricaturescas para el recuerdo, como la gestación, entre lingotazos espirituosos, de la intervención militar que podría haber desencadenado una guerra mundial, o las conversaciones entre Roosevelt (Brian Keith) y su secretario de estado (John Huston), que rememoran perlitas como la famosa frase “Why spoil the beauty of the thing with legality?".
— El “Sir”
Sean Connery. Ya desde su primera aparición se nota que tenía algo especial, y lo tenía más para lo bueno que para lo malo. Le bastaron un par de segundos, una leve mueca y una penetrante mirada para hacer entender al espectador quién era Raisuli, de dónde venía, adónde iba y qué impresión le causó la atractiva señora Pedecaris. Luego, tenía otras cosas menos positivas, como que fue incapaz de imitar el acento árabe, ni aun contando con la ayuda de su compañero de reparto Nadim Sawalha, que intentó hacer de logopeda pero desistió a los pocos días; importar, tampoco importó mucho, pues se inventó un dejo bastante cómico, entre solemne y distinguido, que ni era escocés, ni encastado, ni mucho menos beréber. Además, está eso que tanto se ha dicho sobre su atractivo animal, lo de hablar de él como si le colgara de cada axila un difusor industrial de feromonas; algo de eso tenía, no cabe duda.
Fue la tercera opción para interpretar a Raisuli. Shariff y Quinn estuvieron por delante, pero se cayeron del proyecto por diversas razones. El carisma de Connery logra salvar por los pelos la línea argumental que se desarrolla en el desierto, pues el guión estanca pronto la progresión de su personaje.
— “Coleta salvaje”
Jerry Goldsmith, el genio de la musiquilla, la auténtica bestia parda de entre los compositores cinematográficos estadounidenses del siglo XX, muy superior en calidad, versatilidad e innovación a los típicos nombres de siempre, aunque menos reconocido puertas afuera del mundillo, seguramente porque gustaba de alternar las grandes producciones con las de serie B (o Z a veces), donde le dejaban experimentar y pasarse las normas comerciales por el forro de los cojones. Aproximarse correctamente a su música tampoco tiene mucha ciencia: se tapa uno los ojos, entona el “pito, pito, gorgorito…” y elige uno de sus trabajos al azar; ya será mala suerte que toque uno de los flojos, pues escasean en su filmografía.
Para esta ocasión adaptó algunos de los los ritmos y escalas de la música tradicional marroquí para ser interpretados por orquesta clásica, aunque también se apoyó en instrumentos más étnicos. Compuso una partitura con tramos de ritmo muy vivo, con complejos toques que van desde la fanfarria hasta la marcha carnavalesca, alternados con otros más intimistas. Es considerado uno de sus mejores trabajos; fue nominado al Oscar y algunos especialistas incluso lo han incluido en esas listas tan injustas de “top scores" (injustas porque se quedan fuera muchos otros que merecerían igual consideración).
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Definitivamente, una de las películas de aventuras "olvidadas" más recomendables. Apta para ver en familia, siempre que no te importe que tus hijos asistan a decapitaciones, sablazos y tiroteos. No tengo claro el límite de edad adecuado, pero, sea cual sea, ten por seguro que yo me lo salté unas cuantas veces durante mi infancia, y creo que he salido bastante manso.
Escrito por: uno que pasaba por aquí y se enamoró del cine.
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