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Memorias de un caracolAnimación

Memorias de un caracol
7,6
2.447
Animación. Drama. Comedia Australia, años 70. Grace Pudel es una niña solitaria e inadaptada, aficionada a coleccionar figuras decorativas de caracoles y con una devoción profunda por las novelas románticas. La muerte de su padre cuando tan solo es una niña, la lleva a tener que separarse de su hermano mellizo, Gilbert, lo que la aboca a una espiral de ansiedad y angustia. Sin embargo, la esperanza vuelve a su vida cuando conoce a una excéntrica anciana llena de ... [+]
Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
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8
24 de enero de 2025
33 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En filmaffinity, esta memorias de un caracol es la segunda película australiana con mejor nota con un 7,6.

Curiosos, miramos la primera. Es, lo barruntábamos, Mary and Max. ¡Qué preciosidad es Mary and Max! Corran a verla por primera vez si son tan afortunados de llegar vírgenes hasta aquí. Corran a revisitarla, si ya la tienen olvidada.

Bueno, a lo que vamos: Stop motion y cine de plastilina:

Suena terrorífico, sí, pero ya nos dio una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias que recordamos. Un mineral raro este de los muñecos de plastilina animados, un filón que nos encanta explotar.
Mary and Max es una peli que recomendar cuando estás al filo de lo imposible. Maravillosa, tierna como ella sola y tierna viéndola acompañados.

Yo se la suelo mandar a mis ligues de Tinder para impresionar, ya saben, soy un chico sensible y eso… (es coña, solo te la he mandado a ti ). También la vi en su día con una amiga ya diagnosticada de cáncer y nos despedimos con ella, hablando de ella, llorando y riendo con ella.

Pues esta del caracol me la apunto para el futuro. Para mandármela a mí mismo de vez en cuando. Un caracol que sabe tocar fibras sensibles. Para mí, tan buena o mejor que Mary and Max.

Y sí, es la historia de un “caracol”, pero joder ¡Qué historia! Si quieren volver a empatizar con muñecos de plastilina con más registros que muchos actores consagrados, corran, o mejor dicho, deslícense lentamente hasta su sala más cercana. Les espera otra montaña rusa de personajes curiosos, situaciones alocadas y el mismo impacto emocional. Alto.

La introducción ya enamora, con unos detalles laberínticos que habrá que descifrar en próximos visionados. De inmediato, una primera escena brutal en la que ríes y lloras alternativamente más rápido que Liza Minnelli en “Cabaret”.

Un genio este chico australiano de la manipulación sentimental.

Adam Elliot nos entrega en sus “Memorias”, unas locas aventuras al borde de complejas encrucijadas psicológicas que no sé si son reales, pero sí perfectamente creíbles. “Inside Out” se queda en pañales a su lado. Es comparar el sugus de piña de a la salida del cole, que está muy bueno, con un milhojas servido en un palacio colgado de las montañas por el mejor maestro pastelero francés. Palabras mayores y para mayores. Lecciones de vida, de muerte y sabiduría. Oxígeno intelectual y placer sensorial.

Notable de por sí, se convierte en planazo máximo acompañada de una caracolada (a la vizcaína, claro) y una copa de buen Rioja, que la peli tiene mucho cuerpo. Porque, te gusten o no los loquitos, tendrás que admitir que son, en el fondo de sus conchas y cuando sacan los cuernos al sol, adorables.

¡Bien por ellos!
9
21 de noviembre de 2024
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos autores tienen la capacidad de hablar del dolor, desde el dolor, con tanta alegría, compasión y optimismo,

Adam Elliot, que ya nos conmovió con la obra maestra Mary and Max, vuelve a hacerlo, usando el género de la animación y el stop emotion (la "e" la he añadido yo). Desde un formato mayormente dirigido a niños, nos habla de temas muy de niños y muy de adultos, muy del ser humano: nacer con taras, la marginalidad, la pérdida, la soledad, la depresión, el suicidio... y lo hace con una inteligencia emocional que acaba provocando sonrisas y lágrimas a partes iguales, porque sabe dónde tocar en cada momento, porque sabe llegar hasta el centro del corazón.

He empezado mi crítica diciendo que pocos autores, al margen de Adam Elliot, tienen la capacidad de hablar del dolor, desde el dolor, con tanta alegría, compasión y optimismo. No. La verdad es que no. Es único. Nadie lo hace como él.

Y lo ha vuelto a hacer.
10
16 de enero de 2025
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida solo podemos entenderla al revés, pero debemos vivirla hacia adelante". Esta frase resume perfectamente lo que trata Memoir of a Snail: la vida misma.

Es de esas películas que te hacen cuestionar: "¿Por qué no están todos hablando de ella?" Su apartado artístico es maravilloso, con un stop motion exquisitamente trabajado. Los personajes están tan bien desarrollados que resulta fácil conectar con ellos, y su trama toca una variedad de temas tan extensos como profundos: la vida, la familia, la vejez, el bullying, el abandono, el fanatismo religioso, el vacío de los libros de autoayuda y el ciclo de la vida en sí.

La película cuenta la vida de Grace; una fan de los caracoles. Desde su infancia hasta la actualidad.

En general la película desprende un aura triste, pero siempre se preocupa de dejar un luz de esperanza. Personalmente, me quebró en varias ocasiones. Recomendo verla con un buen estado de ánimo.

Hasta ahora, es mi película favorita de lo que llevo de este 2025. 10/10
23 de noviembre de 2024
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película del director australiano Adam Elliot, ‘Memorias de un caracol’ fue la que apagó los focos de la 34ª edición de Fancine, el Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga. Una cinta de animación con la técnica de stop-motion que ha sido reconocida en varios festivales (como en Sitges o Annecy) y despunta en la carrera para los próximos Premios Oscar.

En ‘Memorias de un caracol’, Adam Elliot nos cuenta la historia de Grace, una niña que vive en su mundo interior y absorta en los caracoles. Huérfana de madre al nacer, Grace nos va narrando, a modo de flashback y en primera persona, su desdichada existencia y sus intentos por sobreponerse a una vida que no cesa de ser injusta con ella: la parálisis de su padre, la separación de su hermano gemelo y la falta de amor de su familia de acogida y de la gente que la rodea.

Los caracoles, las cobayas y los libros son sus únicos refugios para escapar de un mundo que le es hostil y agresivo, hasta que conoce a Pinky, una entrañable abuela que será el único punto en el podrá apoyarse para resistir.

Narrada de forma magistral por Sarah Snook (‘Succession’) como Grace, la película cuenta con un sobresaliente elenco con las voces de actores como Eric Bana (‘Troya’), Kodi Smit-McPhee (‘El poder del perro’), el compositor Nick Cave y el destacable papel de Jacki Weaver (‘El lado bueno de las cosas’) como Pinky.

Con una factura técnica impecable, es encomiable la labor de los animadores para dar vida a los personajes y, sobre todo, reflejar sus emociones y características físicas hasta los más mínimos detalles.

La cinta, sin embargo, adolece de un exceso de melodramatismo que hace mella en el espectador, y llega a ser en ocasiones cargante. Aunque esta característica es una de las marcas de la casa de Adam Elliot: la mezcla de momentos hilarantes y desdichados para alcanzar una especie de comedia negra.

Un trabajo, en general, muy correcto y que merece la pena ver de Adam Elliot, quien ya ganó un Oscar en 2004 con el corto animado ‘Harvie Krumpet’ y cuyo trabajo sin duda atraerá la atención de la Academia para los próximos premios.
8
22 de noviembre de 2024
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existe una técnica noble dentro del mundo de la animación, esta es sin duda el uso del Stop Motion, una forma artística de expresión que requiere de enorme creatividad y paciencia. Justo las características que parecen definir al australiano Adam Elliot, un profeta en las antípodas de lo convencional, que ha entregado su vida a tan particular y reconocible estilo.

Puede parecer un poco exagerado, pero Elliot tiene ya algo más de 50 años, y en su haber suma con estas memorias un par de películas, y apenas cinco cortometrajes, uno de ellos, Harvie Krumpet, premiado con un Oscar en 2003, en una carrera que ha durado tres décadas, la prueba de lo difícil que resulta elegir un camino tan meticulosamente complejo.

La Clayografía, término acuñado por el propio realizador para definir sus historias biográficas en Stop Motion, presenta en Memorias de un Caracol a Grace, que desde niña ha sido un ser inadaptado y solitario, pese a su estupenda relación con su hermano gemelo Gilbert, y con la anciana Pinky, una extravagante anciana que ocupa de algún modo el lugar de su madre, que falleció tras dar a luz a los dos hermanos. A través de su propia narración en off, Grace nos guiará por los difíciles acontecimientos sucedidos a lo largo de su vida.

Precisamente con Mary and Max (2009), el primer largometraje de Elliot, Memorias de un Caracol comparte no sólo los diseños en plastilina, también los pequeños detalles de su particular universo, y unos personajes muy similares, así como el tono de fábula adulta, que aproxima las historias de Mary y Grace hacia el mismo plano geográfico y afectivo.

Un trabajo genuino en lo emocional, con unos personajes diseñados con una especie de original fealdad, que en realidad persigue con éxito, que el espectador se enamore de ellos, por mucho que el estilo y las formas, requieran una audiencia no ya que sea adulta, sino más bien madura y consciente, ante los vaivenes anímicos a los que se van a ver sometidos.

La parte técnica es evidentemente, el primer reclamo que todo aficionado a la maestría, por lo extremadamente minucioso, deberá atender, pero siendo justos, la historia consigue ser tan poderosa en lo dramático, que en algunos momentos el espectador olvida ante que clase de película se encuentra, para entregarse plenamente a los giros y situaciones que contiene, y que se equilibran argumentalmente entre la conmoción y lo fascinante.

Finalmente, Memorias de un Caracol aspira, al igual que su realizador, a ocupar un destacado lugar de culto, como prodigiosa pieza de artesanía, que no solo reduce sus logros a la parte estética, preocupándose por resultar igualmente relevante en la historia de sus personajes, golpeados por los azares de la vida, entre brillantes metáforas sobre el encierro, y la necesidad vital de hacer frente a la adversidad, conceptos que van alejando el depresivo planteamiento inicial, para ir poco a poco, con lentitud pero la firme seguridad de un gasterópodo, dejando sitio a la esperanza.


- Películas del 34 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga -

<Lee ésta crítica, y muchas más, en fusionfreakweb.blogspot.com >
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