Fantástico cortometraje, sin duda el mejor que he visto en toda mi vida, con una actuación soberbia de todos los personajes este pequeño fragmento te dará una sensación muy buena no solo a lo largo de todo lo que dura, sino una vez y finalice y se te quedará un dulce sabor que haga que veas las cosas desde otro punto de vista y saques una sonrisa cada vez que puedas.
Sin duda, la recomiendo a todo aquel que pueda disponer de un cuarto de hora de tiempo libre.

Lo más destacado de este corto no es su argumento, no es ni siquiera sorprendente en cuanto a elaboración de la historia, lo más destacado no es otra cosa que la moraleja que nos deja que no es más que algo así como: pon una sonrisa en tu vida. Merece la pena perder quince minutos de tu vida a cambio de una sonrisa, y se agradece su intención al hacernos valorar las cosas de una forma más reconfortante y agradable. Es un corto optimista, lleno de frescura y dinamismo, a pesar de que tiene un desenlace previsible (esto se perdona ya que es obvio que el fin es la felicidad, por lo tanto no tendría sentido un desenlace "triste"). Un cortometraje original e ingenioso, con una buena música acompañante que sazona el resultado y con una interpretaciones correctas de los protagónicos lo cual se agradece ya que ensalzan más la sencillez y el encanto del corto, que no es más que un canto a la felicidad y que de alguna forma deja un sabor dulce olvidándonos aunque sea por unos escasos momento del sinsabor y de la tragedia que a veces se aferran a la vida.

Este cortometraje (Validation) viene cargado de una ilusión utópica donde con sólo sugestionar al otro se resuelven los problemas, y es que eso de que el otro te mire confirma tu existencia de allí esa notoriedad de los sujetos de buscar la inmortalidad para poco después morir, la validación por parte del otro y del Otro es sólo otra justificación para defenderse del sufrimiento psíquico, el lenguaje que viene del exterior sugestiona al interior y sucede eso de perderse en el otro, entonces lo revelante desaparece, sólo queda ese desecho, el deseo.

Incluso esa persona que siempre hace sonreír a los demás, incluso el más optimista de los mortales está destinado a la infelicidad en un momento o en otro de su vida.
Este corto nos demuestra cuanto necesitamos a los demás, como un simple halago puede arreglarnos el día, lo fácil que es acostumbrarse a ello y lo difícil que es desprenderse de esto cuando ya estamos habituados a ello.

Esta preciosa historia nos enseña que siempre hay esperanza, y que el final feliz es posible para todos, incluso para los que no lo creían posible.

Si tienes un día triste, te aseguro que viendo este maravilloso cortometraje sonreirás. Sin entrar en grandes detalles diré que el argumento tiene cierto toque "soñador" y positivo que se agradece. Igualmente señalaría la cercanía de los personajes, a destacar el papel de T.J. Thyne como protagonista, que demuestra que hasta en un trabajo monótono podemos aportar a la sociedad mucho más de lo que pensamos. Muy recomendable.