Lo mejor, entre otras cosas, es que el personaje principal, así como los secundarios, están desarrollados durante diez años antes de volver a los primeros minutos iniciales de la película.

Otro factor importante es que resulta creíble (con sus excepciones, detallito en spoiler sin importancia), ya que un policía de élite es capaz de correr, saltar, disparar, pelear, escalar, ir en moto o incluso en parapente a motor, eso sí, con casco para que no le multen los compis, pero no parece un superhéroe mutante. Buen trabajo y buena preparación para ello de Guillaume Canet.

La trama no es demasiado complicada, como cualquier película del estilo, en la que los buenos, los malos y quién pase por ahí persigue al prota y/o amenaza, secuestra o agrede a su familia para atraparle.

Entretenimiento básico, pero con pocas treguas, no es de esas que provocan bostezos.

Wolf.

"Ad Vitam" es una película que empieza de forma prometedora, con un argumento intrigante sobre el secuestro de la esposa embarazada de un miembro de la Gendarmería francesa. Sin embargo, esta idea inicial se ve diluida por una estructura narrativa innecesariamente complicada, con largos flashbacks que interrumpen el ritmo y desvían la atención de la acción hacia un trasfondo poco interesante. Aunque las secuencias de acción iniciales son efectivas, el enfoque en explicaciones excesivas y momentos innecesarios del pasado restan impacto emocional y dramático.

El protagonista, Franck, interpretado por Guillaume Canet, me resulta apático, carente de profundidad emocional, lo que dificulta conectar con su misión de rescate. Su esposa, Léo, tiene buenos momentos de acción a pesar de estar embarazada, pero su personaje queda relegado a un papel secundario durante gran parte de la historia. Además, el tono y las ambiciones de la película parecen aspirar a emular éxitos como "Venganza" o "Misión Imposible", pero falla al no equilibrar bien la acción y el desarrollo de los personajes.

En resumen, Ad Vitam es una película que arruina su potencial con una narrativa mal estructurada, personajes poco memorables y una ejecución que no logra capitalizar su prometedora idea inicial.

Un agente especial de la policía se ve inmerso en una trama y deberá utilizar todas sus habilidades para salir airoso. Es un tema algo recurrente, sobre todo si es un filme americano.
Pero los diálogos, las imágenes, los protagonistas y el ritmo lo hacen entretenido y muy al estilo europeo, es decir, natural, realista y emotivo.
Quizás se salga de esa norma la ultima parte donde las escenas de acción son mas del estilo americano. Al final no podemos librarnos de las influencias externas.

Es una historia creíble, unas grandes interpretaciones, escenas de acción de gran calidad, no te despegas de la pantalla ni un momento, muchísimo mejor que muchísimas películas de su estilo, un disfrute, no entiendo para nada ese 5,2. Le pedimos al arcoíris que tenga los colores más resultones, pero bastante tiene con los suyos, no entiendo nada. Si queréis disfrutar a lo grande no os la perdáis, de lo mejor que he visto de este palo. Y he visto muchas…
Se pasa rápida, y el interés no decae en ningún momento, las interpretaciones son sólidas, el guion bueno y es un gran divertimento. No os la perdáis.

Ad Vitam se presenta como un operativo de rutina: entretenida para rellenar una tarde, pero tan predecible y tópica que parece un caso archivado en la morgue del thriller, sin pulso ni novedad. La narrativa se despliega mayormente en un gran flashback, como si el guionista se hubiera quedado sin munición creativa y se viera obligado a reciclar escenas de un operativo desgastado.

Lo que más desconcierta es la extraña infiltración del inglés en pleno corazón de Francia, en Le Chesnay, en el Hospital André Mignot, donde nadie —ni siquiera los efectivos de los cuerpos especiales— osaría alterar la lengua patria. Algo que, particularmente, me deja un poco anonadado, aunque entiendo que es un anzuelo comercial para vender la película en más mercados.

La trama de fondo es una pseudoconspiración barata, un asalto a la credulidad sin la precisión que se esperaría de una historia de intrigas medianamente inteligente. Afortunadamente, las escenas de acción están coreografiadas con la disciplina y el rigor de un pelotón de élite, ofreciendo momentos de verdadero mérito en medio de una dirección que, aunque enérgica, se debate entre unos personajes entrañables pero forzadamente caricaturizados y una historia risible, salpicada de momentos de acción tan desacomplejadamente falsos que acaban siendo, irónicamente, lo más disfrutable del conjunto.

Ad Vitam es un vehículo de suspense que intenta, a golpe de flashback y diálogos forzados, emular la tensión de una operación encubierta, pero que acaba siendo poco más que un simulacro de intriga, un entretenimiento fútil que se evaporará sin dejar rastro en los anales del cine de acción de sobremesa. Eso sí, cumple con su única misión: distraer sin mayores pretensiones.