Kate Winslet es la absoluta protagonista de esta historia, una historia tiene lugar entre los muros de un palacio de un país europeo cuya estética y formas de gobernar son propias de un país de Europa Oriental, con un componente abiertamente autoritario y con una paranoia propia de una líder autocratica y dictatorial.

Después de haber visto la temporada entera tengo que decir que me ha gustado pero hay muchos momentos de relleno y si bien no ha acabado como me esperaba no me disgusta el final, pues también es creíble y explicaría muchas cosas de como llegó la Canciller al poder en su día


La historia cumple y entretiene, hablan de que están en un país de Europa Central pero parece un país de Europa Oriental o incluso podría tratarse de Rusia o alguno de los "Istanes" que en su dia pertenecieron a la desaparecida URSS pero con una diversidad en algunos casos muy poco creíbles.

Esto último lo digo porque los yankees de cultural general no pilotan demasiado y se creen que todo el mundo es como Nueva York y para nada, y mucho menos en un país de Europa Oriental de cuyo nombre no se menciona en ningún momento.

Solo por ver a estos tres actorazos vale la pena ver la mini serie. Burla magistral sobre un supuesto país europeo dictatorial, con todo lujo de detalles divertidos y surrealistas. Recuerda a muchas dictaduras actuales incluso por los decorados, de las cuales se ríe sin contemplaciones. Al final, lo que está debajo del poder son los avatares y temas humanos de siempre: el sexo, la locura, la ambición, el arribismo, la corrupción, la crueldad. Todo, desde la sátira.

Miniserie que sorprende casi desde el primer minuto. Su forma de contarnos la geopolítica actual a través de la sátira, de manera divertida y despiadadamente realista, la hace única.
Un país cómo tantos otros, prostituido y malvendido a EEUU, toma un interesante cambio de rumbo en su política exterior.
Una extravagante partida de ajedrez entre diferentes poderes de un mismo Estado. Todo lo que esconde la verdad de las relaciones al más alto nivel.
Toda la verdad y nada más que la verdad, ridícula y loca verdad.

Funciona muy bien en su primer mitad como comedia ácida sobre los regímenes totalitarios, pero pierde fuelle a partir de la segunda mitad de la temporada, cuando empieza a tomarse en serio a sí misma.

Kate Winslet borda un papel histriónico haciendo creíble lo que podría parecer realmente molesto, precisamente por ese toque de humor que caracteriza a la serie en sus tres primeros capítulos. El problema es que en los tres últimos se hace verdaderamente insoportable.

Matthias Schoenaerts se desenvuelve bien a lo largo de todos los episodios. Al fin y al cabo su personaje no aporta comicidad pero tampoco la quita. El problema es la ausencia de química con Kate...

El diseño de producción es correcto y la banda sonora no se deja notar.

A pesar de la nota, la recomiendo por sus luces. Son sólo 6 capítulos que se pueden ver en un fin de semana, si no hay otra opción.

Seis eternos episodios componen esta miniserie de la cual podemos salvar, la excéntrica interpretación de Kate Winslet, y que por suerte no tiene más capítulos ni temporadas. Centrándonos en lo bueno, la actuación de su protagonista femenina es el único motivo para verla, encarnando un personaje tan antipático como egocéntrico, estrafalario como desesperante, logrando su objetivo de ponernos de los nervios. Su contrapartida masculina rebasa los límites de la sobreactuación, con una interpretación desatada y plana de un militar cuyo evolución con el paso de la historia no se acaba de reflejar en pantalla.

Y la peor parte es un guion sin pies ni cabeza que pretende ser una sátira política pero que se convierte en una sucesión de absurdos que monopolizan cada episodio, exprimiendo sin mesura la extravagancia de turno, y llevando al extremo y alargando situaciones que no llevan a ninguna parte, tocando de soslayo temas globales más interesantes. De hecho, hay muchas cosas, tanto a pequeña como a gran escala de la trama, que no se sabe muy bien cómo o porque ocurren, con saltos temporales aleatorios y varias líneas argumentales que ni siquiera sabemos como acaban. Un drama vestido de comedia, o viceversa, que no hace reír ni llorar, solamente bostezar.

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