Cupido confuso
3,4
27
Comedia. Drama
El joven Nico parece tenerlo todo claro, pero la vida le enseñará que es muy enredado. Nico quiere independizarse con Raca pero ella no quiere compromisos. Nico se larga de casa de sus padres y empieza a verse con Leo, un chico que se está hormonando para ser mujer. Nico se debate entre el amor de Raca o el de Leo, que encima son hermanos.
22 de abril de 2025
22 de abril de 2025
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Esta es la tercera película de la trilogía “caseros e inquilinas” y en cierto sentido un punto y aparte respecto de las dos anteriores: “Divino tesoro” y “Edipo esclavo”, pues los personajes de aquellas aquí no intervienen salvo la fugaz irrupción en escena de Carmen Alba, en la última secuencia del film para poner punto final y un broche de oro a una trilogía que conceptualmente sí tiene homogeneidad, pues siempre en un tono naturalista especula sobre las pasiones humanas más epidérmicas: el amor, el deseo, la amistad, el sexo, la familia, las orientaciones sexuales.
Pese a no tener continuidad argumental con “Divino tesoro”, sí goza de continuidad temática, ya que vuelve a haber conflicto generacional, no tanto de ancianos con jovencitas, como de padres y madres maduras con hijos adolescentes.
Y al igual que en “divino tesoro” se contraponían el bien contra el mal, en “Cupido confuso” se enfrentan apariencia y realidad: unos padres serios, conservadores, hogareños, donde anidan supuestamente valores tradicionales, pero que resultan la encarnación del mal; en contraposición a los otros padres de la película, supuestamente más liberales, incluso él borrachillo, pero finalmente más humanos y tolerantes, que simbolizan el bien.
Los tradicionales no saben encarar el desamor y recurre el marido a la violencia machista; en cambio los más liberales salvan su desamor abriendo su matrimonio a nuevas experiencias sexuales en una atmósfera de jocosa complicidad.
Todo ello en un entorno permanente de cierta confusión que sufren los personajes, para hacer bueno el título del film, pues son víctimas y a la vez verdugos de sus propias confusiones y debilidades.
Por su parte, el triángulo de jóvenes protagonistas, parecen de mente más abierta pero no deja de ser una apariencia, pues a poco que les toque de cerca la pasión o la infidelidad, son tan conservadores o más que sus propios padres y envueltos en la confusión son capaces de juzgarles y condenarles, como si por el mero hecho de tener treinta años más no pudieran o tuvieran derecho a hacer las mismas cosas que hacen ellos con naturalidad, y acaban incluso siendo más celosos e intolerantes que sus propios progenitores.
Destacar por encima de todo las magníficas interpretaciones y un sentido del humor muy saludable que destila toda la cinta, pues su autor no parece tomarse en serio el tema de las orientaciones sexuales con sus transfuguismos y transversalidades propias de una modernidad que se antoja un tanto artificial.
Orientaciones sexuales que a la postre y paradójicamente son el tema central sobre el que gravita la película, y que se da a entender que pueden responder a veces a caprichos puntuales, ya que la auténtica verdad se encuentra en los labios y el corazón del personaje de Carmen Alba, la única que habita en las tres películas de la trilogía “Caseros e inquilinas” y que viene a sentenciar en la última secuencia del film, que hombre o mujer, da igual, así como la belleza, pues el auténtico tesoro está en el interior del alma humana.
Pese a no tener continuidad argumental con “Divino tesoro”, sí goza de continuidad temática, ya que vuelve a haber conflicto generacional, no tanto de ancianos con jovencitas, como de padres y madres maduras con hijos adolescentes.
Y al igual que en “divino tesoro” se contraponían el bien contra el mal, en “Cupido confuso” se enfrentan apariencia y realidad: unos padres serios, conservadores, hogareños, donde anidan supuestamente valores tradicionales, pero que resultan la encarnación del mal; en contraposición a los otros padres de la película, supuestamente más liberales, incluso él borrachillo, pero finalmente más humanos y tolerantes, que simbolizan el bien.
Los tradicionales no saben encarar el desamor y recurre el marido a la violencia machista; en cambio los más liberales salvan su desamor abriendo su matrimonio a nuevas experiencias sexuales en una atmósfera de jocosa complicidad.
Todo ello en un entorno permanente de cierta confusión que sufren los personajes, para hacer bueno el título del film, pues son víctimas y a la vez verdugos de sus propias confusiones y debilidades.
Por su parte, el triángulo de jóvenes protagonistas, parecen de mente más abierta pero no deja de ser una apariencia, pues a poco que les toque de cerca la pasión o la infidelidad, son tan conservadores o más que sus propios padres y envueltos en la confusión son capaces de juzgarles y condenarles, como si por el mero hecho de tener treinta años más no pudieran o tuvieran derecho a hacer las mismas cosas que hacen ellos con naturalidad, y acaban incluso siendo más celosos e intolerantes que sus propios progenitores.
Destacar por encima de todo las magníficas interpretaciones y un sentido del humor muy saludable que destila toda la cinta, pues su autor no parece tomarse en serio el tema de las orientaciones sexuales con sus transfuguismos y transversalidades propias de una modernidad que se antoja un tanto artificial.
Orientaciones sexuales que a la postre y paradójicamente son el tema central sobre el que gravita la película, y que se da a entender que pueden responder a veces a caprichos puntuales, ya que la auténtica verdad se encuentra en los labios y el corazón del personaje de Carmen Alba, la única que habita en las tres películas de la trilogía “Caseros e inquilinas” y que viene a sentenciar en la última secuencia del film, que hombre o mujer, da igual, así como la belleza, pues el auténtico tesoro está en el interior del alma humana.
19 de abril de 2025
19 de abril de 2025
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Interesante película de Fernando Merinero con existencia autónoma e independiente, pero que igualmente cierra, con broche de oro, la trilogía “Caseros e inquilinas” que iniciara con “Divino tesoro” y continuara con “Edipo esclavo”.
Como si se reservara sus mejores galas para el final de este atípico tríptico sociológico, el vino de la más excelsa reserva, Merinero rubrica con “Cupido confuso” la congregación de los personajes más genuinos y a la vez lo que las sociedades más tradicionalistas podrían reconocer como “excéntricos”, aquellos que, aún hoy en día, deben pugnar por su reconocimiento y visibilidad.
Si en “Edipo esclavo” evocábamos a Pasolini, aquí de nuevo debemos traerlo a colación en la composición que realiza Merinero de la persona/personaje que terminará convertido en icono principal, alrededor del cual girarán la mayoría de las tramas y coexistencias de los demás: un joven que no ha cumplido la mayoría de edad y que decide primero hormonarse y después operarse para culminar con su reconversión sexual, o lo que su madre en ocasiones describe como hallarse “en tránsito”. Su decisión inamovible condicionará buena parte de los comportamientos de sus familiares y amigos más próximos, incluso modela la actitud del protagonista inicial, pareja de su propia hermana, quien termina fascinado por su enigmático atractivo y accede a mantener relaciones con ambos, tras una crisis con ella.
Si bien Pasolini concentraba parte del protagonismo en sus películas de iniciación, “Accatone” o “Mamma Roma”, sobre jóvenes abocados por sus condiciones de vida miserables hacia una existencia que desafiaba toda moral burguesa de la época, Merinero decide centrar su película en la fascinación que ejerce la belleza exterior e interior de este adolescente atrapado en un cuerpo de diferente sexo, y provisto de esa personalidad enigmática que termina cautivándole…
Se trata de una película sobre el engaño de las apariencias, y sobre cómo en muchas de las parejas inicialmente modélicas, pueden aflorar los demonios y transformar su vida en una atroz pesadilla… Convirtiendo incluso sus instrumentos domésticos de trabajo como mecánico en armas blancas y su condición de padre ejemplar en homicida trastornado y abominable ejecutor. En este punto podemos reflotar igualmente la parte de la familia aparentemente perfecta del arquitecto en “La dolce vita” de Fellini, donde la supuesta perfección profesional y pretendida felicidad completa en el núcleo familiar puede conducir igualmente hacia la perdición.
Merinero nos introduce, al principio con cierta sobriedad, en la peripecia vital de personajes aparentemente tan cotidianos que el espectador tan sólo intuye una parte de la zozobra e inquietud emocional que todos ellos albergan, definiéndose en su superficie como seres que parecen tan sólo concentrados en su propio ombligo para terminar revelando una humanidad superior a quienes les rodean: padres supuestamente progresistas capaces de juzgar el estilo de vida de sus vástagos, parejas tolerantes que no pueden evitar experimentar reacciones celosas, compañeros que tras toda una vida caracterizada por su fidelidad, se enamoran de una persona de su mismo sexo, quienes al final deciden aceptar las propuestas que un nuevo gurú emocional, una vez presentado en familia, les termina proponiendo.
“Cupido confuso” trata igualmente de derribar tabúes y perjuicios. En lugar de los caseros de la tercera edad que aparecen en la primera y segunda entrega, ahora se transmutan en una casera “trans” escritora, intelectual (acabando así con la etiqueta de que los “trans” de las primeras generaciones tan sólo se dedicaban al mundo del espectáculo –sobre todo del cabaret- o sobrevivían en el entorno de la prostitución).
SABERIUS
Como si se reservara sus mejores galas para el final de este atípico tríptico sociológico, el vino de la más excelsa reserva, Merinero rubrica con “Cupido confuso” la congregación de los personajes más genuinos y a la vez lo que las sociedades más tradicionalistas podrían reconocer como “excéntricos”, aquellos que, aún hoy en día, deben pugnar por su reconocimiento y visibilidad.
Si en “Edipo esclavo” evocábamos a Pasolini, aquí de nuevo debemos traerlo a colación en la composición que realiza Merinero de la persona/personaje que terminará convertido en icono principal, alrededor del cual girarán la mayoría de las tramas y coexistencias de los demás: un joven que no ha cumplido la mayoría de edad y que decide primero hormonarse y después operarse para culminar con su reconversión sexual, o lo que su madre en ocasiones describe como hallarse “en tránsito”. Su decisión inamovible condicionará buena parte de los comportamientos de sus familiares y amigos más próximos, incluso modela la actitud del protagonista inicial, pareja de su propia hermana, quien termina fascinado por su enigmático atractivo y accede a mantener relaciones con ambos, tras una crisis con ella.
Si bien Pasolini concentraba parte del protagonismo en sus películas de iniciación, “Accatone” o “Mamma Roma”, sobre jóvenes abocados por sus condiciones de vida miserables hacia una existencia que desafiaba toda moral burguesa de la época, Merinero decide centrar su película en la fascinación que ejerce la belleza exterior e interior de este adolescente atrapado en un cuerpo de diferente sexo, y provisto de esa personalidad enigmática que termina cautivándole…
Se trata de una película sobre el engaño de las apariencias, y sobre cómo en muchas de las parejas inicialmente modélicas, pueden aflorar los demonios y transformar su vida en una atroz pesadilla… Convirtiendo incluso sus instrumentos domésticos de trabajo como mecánico en armas blancas y su condición de padre ejemplar en homicida trastornado y abominable ejecutor. En este punto podemos reflotar igualmente la parte de la familia aparentemente perfecta del arquitecto en “La dolce vita” de Fellini, donde la supuesta perfección profesional y pretendida felicidad completa en el núcleo familiar puede conducir igualmente hacia la perdición.
Merinero nos introduce, al principio con cierta sobriedad, en la peripecia vital de personajes aparentemente tan cotidianos que el espectador tan sólo intuye una parte de la zozobra e inquietud emocional que todos ellos albergan, definiéndose en su superficie como seres que parecen tan sólo concentrados en su propio ombligo para terminar revelando una humanidad superior a quienes les rodean: padres supuestamente progresistas capaces de juzgar el estilo de vida de sus vástagos, parejas tolerantes que no pueden evitar experimentar reacciones celosas, compañeros que tras toda una vida caracterizada por su fidelidad, se enamoran de una persona de su mismo sexo, quienes al final deciden aceptar las propuestas que un nuevo gurú emocional, una vez presentado en familia, les termina proponiendo.
“Cupido confuso” trata igualmente de derribar tabúes y perjuicios. En lugar de los caseros de la tercera edad que aparecen en la primera y segunda entrega, ahora se transmutan en una casera “trans” escritora, intelectual (acabando así con la etiqueta de que los “trans” de las primeras generaciones tan sólo se dedicaban al mundo del espectáculo –sobre todo del cabaret- o sobrevivían en el entorno de la prostitución).
SABERIUS
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La madre del joven transgénero que, ante el enamoramiento de su compañero de una persona del mismo sexo, cae en un estado de confusión emocional como la del Cupido que comienza protagonizando el filme, para terminar comprendiendo que se trata de un espíritu libre, encarnado nada menos que por el gran Miguel Ángel Solá en una de sus interpretaciones más atípicas y a la vez complejas de su panoplia interpretativa, como maestro de ceremonias que ofrece recuperar el amor universal que inspiraba las relaciones entre diferentes parejas, acompañado finalmente por Alejandra Grepi, con un asombrosa parecido respecto a su cónyuge real, Blanca Oteyza, y que devienen en los padres de la Carmen Alba, la musa de la trilogía completa.
Como conclusión final, los dos seres más puros y transparentes, de quien diversos protagonistas terminan enamorándose precisamente por hallar en ellos no sólo la inocencia de la juventud, sino también una personalidad diáfana y bondadosa.
A pesar de los prejuicios sociales, ambos jóvenes que la sociedad podría catalogar como de sexualidad no binaria y transgénero, acaban reconociéndose como almas gemelas que han decidido ser fieles a sus propios designios y tan sólo desean continuar siendo consecuentes con sus sentimientos e inquietudes.
SABERIUS
Como conclusión final, los dos seres más puros y transparentes, de quien diversos protagonistas terminan enamorándose precisamente por hallar en ellos no sólo la inocencia de la juventud, sino también una personalidad diáfana y bondadosa.
A pesar de los prejuicios sociales, ambos jóvenes que la sociedad podría catalogar como de sexualidad no binaria y transgénero, acaban reconociéndose como almas gemelas que han decidido ser fieles a sus propios designios y tan sólo desean continuar siendo consecuentes con sus sentimientos e inquietudes.
SABERIUS
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