Viéndola me hizo recordar la fragilidad emocional, cuando la vida te aleja de tu centro natural. El sexo en el cine para adultos es mecánico; en los últimos años este tipo de películas no despiertan interés como hace años, en ellas no se transmite nada... Mi amigo Nacho, gran aficionado al género, me comentaba hace unos meses, que debe revisar multitud de escenas, hasta encontrar una que le motive mínimamente.

En esta serie se "ven" los entresijos por dentro de los rodajes, las producciones, el ambiente, la manera de comportarse de los actores consagrados. Por supuesto, no es un documental, simplemente una ficción, pero los elementos que maneja se encuentran bastante cercanos a la realidad.

La industria se muestra cruel (como cualquier otra) pero aquí ese aspecto se ofrece más subrayado, por la superficialidad en el manejo de las emociones, así como esa parte mecánica que lo invade todo, y en la que solo cuentan, los cuerpos absurdos de grandes pechos, o actores de enormes penes, filmando planos de sexo en equilibrios imposibles, en los cuales la cámara funciona como verdadera protagonista, convirtiéndose en los únicos ojos del espectador.

Los cuatro capítulos no tienen demasiada coherencia, técnicamente hablando; con un guion disperso, elaborado de retales, y donde la concordancia narrativa, se ha dejado al margen.

El título de mi reseña, lo he obtenido de un diálogo de la propia serie. Aprobado justito.

Por un lado la narración me ha agradado, se hace amena, interesante y mantiene un ritmo que hace que no te aburras en ningún momento. Los personajes están bien construidos, la protagonista tiene su evolución o involución, como se quiera ver. Se nota que han estudiado a fondo el tema del porno para saber cómo son las dinámicas de grabación y el mundillo que hay detrás de las cámaras.

Pero el intento descarado de hacer una crítica feroz al consumo, a la industria, a lo que es el consentimiento y lo que no dentro de ese mundo me ha parecido algo artificial. Se nota que querian lanzar un mensaje digerido y elaborado para el espectador. No nos dan la oportunidad de formarnos nosotros nuestra propia opinión y lo teledirigen solo en una dirección. Podrían haber sido más ambiguos, más imparciales y más objetivos. Siento que han intentado manipularme. Seguro que la industria esconde muchas más cosas y se podría hacer una serie mucho más profunda y elaborada sobre un tema que genera tanta controversia.

Solamente vi el primer capítulo. Ya sé que el resto puede ser decepcionante, pero solamente por el primer capítulo vale la pena arriesgarse. Es impactante, crudo y con un toque de humor bien puesto, en el lugar donde va. Aborda bien los temas sobre el consentimiento y el abuso de poder en la industria pornográfica, al mismo tiempo que presenta como persona real a la protagonista que vive su día a día siendo actriz pornográfica y la familia que vive con ella sabiendo perfectamente cuál es su trabajo. Pinta muy bien si sigue así. La recomiendo.

Tres horas de filmación que se digieren fácil y rápido en las que como bien se indica en la sinopsis oficial, narra la historia de una mujer que logró triunfar, si por triunfar se entiende, crearse un nombre y asentar una empresa en la industria para mi mal llamada «consumo de adultos» porque prefiero el término «industria del porno«, centrándose no solo en el trabajo sino también en su vida privada como madre de tres hijos. Se trata de una ficción, no está recreando una vida real, pero sí acaso muchas vidas posibles dentro de una industria creada por hombres para satisfacción de estos y en la cual, una mujer se ganó el respeto de colegas y jefes, e igualmente, por separado, el de su marido, hijos y madre, sin dejar nunca de lado la defensa de los derechos humanos y sociales de los actores y las actrices del porno. De cualquier manera el mérito de la serie radica a mi entender en un buen guion, una buena dirección y excelente interpretación de Hayley Squires.

Porque con una naturalidad que sobrecoge hacen desfilar ante el espectador, las miserias que se esconden tras las bambalinas de las películas porno y la hipocresía de una sociedad que finge ignorar públicamente el producto mientras lo consume en la intimidad en grandes cantidades. Recomiendo la serie porque aporta visiones y sentimientos encontrados precisamente en un momento en el que la industria del porno con la ayuda de la difusión por streaming y las aplicaciones de contactos, se encuentra sumida dentro de una espiral evolutiva que no prevemos en qué deparará.

Esperaba más de Adult Material, tanto por las buenas críticas recibidas por esta miniserie británica como por el acercamiento a la realidad humana y familiar de las actrices que forman la industria del porno. Pero Adult Material no le llega ni al tobillo ni a “Boogie Nights” de Paul Thomas Anderson ni a The Deuce (la magistral serie de David Simon para HBO), seguramente porque no logra tomarse en serio a sí misma y tontea en excesivos tiempos muertos a medio camino entre la comedia y el sutil drama.

Sin duda, lo que salva la serie de la quema es la interpretación de Hayley Squires, su omnipresente protagonista que se deja la piel en levantar y hacer creíble y real un personaje un tanto estereotipado sobre el papel que ella logra hacer trascender con el sudor de su frente en exclusividad. Porque su personaje es una madre de familia con marido y tres hijos muy especial; la especialidad procede de su profesión: es actriz porno que trabaja a caballo entre las producciones tradicionales y la presencia en redes sociales. Y no es fácil ser mujer en ningún trabajo, pero en éste es especialmente peligroso y grave, expuestas en todo momento a condiciones vejatorias, excesos de confianza y, a veces, a agresiones sexuales directamente.

Todo estalla con la llegada de una nueva actriz muy joven, Amy, que Hayley acoge y protege con instinto maternal y que termina siendo víctima de una penetración anal no consentida en su primer día de rodaje. Ello será el detonante para que todo explote y Hayley decida abandonar la industria del porno y ganarse la vida como camarera.

Me interesa mucho la miniserie cuando te asoma a la difícil vida familiar hogareña de una actriz porno; me aleja cuando llegan los excesos, los personajes de cartón piedra, las situaciones previsibles, los manidos clichés judiciales y los chistes innecesarios ante el drama que aparece en pantalla. Quizás por la excesiva vocación comercial de la que adolece el guión de Lucy Kirkwood.