The Slumber Party Massacre
1982 

5,1
568
21 de marzo de 2010
21 de marzo de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cae muy bien esta película. No sólo por utilizar el slasher (sin duda el género más vacío de mensaje de todos) como vehículo para decir o reivindicar cosas, sino también por su factura, ligereza y ritmo narrativo. Me esperaba algo cutre, pero me equivoqué: la dirección de Amy Holden Jones es eficaz, limpia, no exactamente original, pero sí medianamente creativa a la hora de manejar ideas de puesta en escena que hemos visto peor ejecutadas en otros especímenes del mismo palo. También es buena manejando la tensión y aliñándola con un sentido del humor negro y extraño, a menudo directamente metagenérico.
The Slumber Party Massacre da lo que todos, viendo su cartel, queremos ver: gratificantes desnudos femeninos, sangre, humor y apenas lugar para el aburrimiento. La feminista Rita Mae Brown concibe su particular diatriba contra el macho alfa por el camino más sencillo, evidenciando, de paso, la simplicidad de su discurso o la visón simplista que tiene de los espectadores potenciales de la película, lo mismo da: la cosa se limita a enfrentar a un grupo de chicas guapas e idiotas con un asesino feo y aún más idiota. Su fálico taladro asesino acabará como tiene que acabar, con su hombría flotando en un charco de sangre.
Es todo muy elemental, como puede verse, y hay que perdonarle ciertas trampas narrativas (que el taladro y los gritos sólo se escuchen cuando le convenga a la directora, por ejemplo), pero te hace pasar un buen rato. Yo sólo hubiera deseado un gore un poco más currado: de chistes feministas sabrán un rato, pero de derramar sangre con estilo aún tienen mucho que aprender.
Lo mejor: su brevedad (y algún momento tenso muy conseguido).
Lo peor: se vuelve demasiado idiota hacia el final.
The Slumber Party Massacre da lo que todos, viendo su cartel, queremos ver: gratificantes desnudos femeninos, sangre, humor y apenas lugar para el aburrimiento. La feminista Rita Mae Brown concibe su particular diatriba contra el macho alfa por el camino más sencillo, evidenciando, de paso, la simplicidad de su discurso o la visón simplista que tiene de los espectadores potenciales de la película, lo mismo da: la cosa se limita a enfrentar a un grupo de chicas guapas e idiotas con un asesino feo y aún más idiota. Su fálico taladro asesino acabará como tiene que acabar, con su hombría flotando en un charco de sangre.
Es todo muy elemental, como puede verse, y hay que perdonarle ciertas trampas narrativas (que el taladro y los gritos sólo se escuchen cuando le convenga a la directora, por ejemplo), pero te hace pasar un buen rato. Yo sólo hubiera deseado un gore un poco más currado: de chistes feministas sabrán un rato, pero de derramar sangre con estilo aún tienen mucho que aprender.
Lo mejor: su brevedad (y algún momento tenso muy conseguido).
Lo peor: se vuelve demasiado idiota hacia el final.
30 de septiembre de 2011
30 de septiembre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco conocido slasher de los ochenta que parte de una premisa simple (asesino que se cuela en una fiesta de pijamas), pero que resulta efectiva y entretenida. La película copia bien a éxitos de la época como Viernes 13 y Halloween, sin reparos en usar clichés del slasher ochentero (chicas ligeras de ropa, algunas muertes visualmente impactantes, persecuciones y falsos sustos). La película combina bien todo lo que hemos visto en demasiadas ocasiones y nos ofrece un producto consciente de sus limitaciones, buscando el entretenimiento. Mención aparte el simbolismo fálico del taladro que usa el asesino, el aroma feminista que azota toda la película y una ingeniosa escena con una nevera...
26 de junio de 2018
26 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el boom que supusieron para el género de terror filmes como Viernes 13 o Halloween no tardaron en surgir decenas de imitadores dispuestos a aprovecharse de ese nuevo género de moda en la que por lo general un despiadado asesino se dedica a eliminar a cuanto ser viviente se le ponga por delante.
Y uno de ellos fue precisamente este poco conocido film de principios de los ochenta.
En este caso se trata nada menos que un grupo de amigas de Instituto organizando una fiesta del pijama que tendrán que sufrir el acoso de un desquiciado psicópata armado con un taladro y con notables ganas de eliminar a cuanta hembra se le cruce por su camino.
La película sin contar prácticamente con argumento ni con presupuesto se las apaña para ofrecer un entretenimiento bastante considerable, con buen ritmo y correcta fotografía pero con pésimo montaje de sonido.
Ofrece justo lo que se espera de ella a tenor de su título y su portada, mujeres atractivas, desnudos, muertes, sangre y algunos buenos momentos de suspense aderezados con ciertas referencias al feminismo, una combinación bien llevada por su directora que logra hacer de un film a priori modesto una película simpática y entretenida incluso considerada de culto para muchos.
Y uno de ellos fue precisamente este poco conocido film de principios de los ochenta.
En este caso se trata nada menos que un grupo de amigas de Instituto organizando una fiesta del pijama que tendrán que sufrir el acoso de un desquiciado psicópata armado con un taladro y con notables ganas de eliminar a cuanta hembra se le cruce por su camino.
La película sin contar prácticamente con argumento ni con presupuesto se las apaña para ofrecer un entretenimiento bastante considerable, con buen ritmo y correcta fotografía pero con pésimo montaje de sonido.
Ofrece justo lo que se espera de ella a tenor de su título y su portada, mujeres atractivas, desnudos, muertes, sangre y algunos buenos momentos de suspense aderezados con ciertas referencias al feminismo, una combinación bien llevada por su directora que logra hacer de un film a priori modesto una película simpática y entretenida incluso considerada de culto para muchos.
12 de marzo de 2021
12 de marzo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora Amy Holden Jones y la guionista Rita Mae Brown realizaron The Slumber Party Massacre (1982), película de terror del sub género slasher en la que se puede apreciar una mirada crítica sobre otras producciones similares.
Por Nicolás Bianchi
Otra vez una película en la que un grupo de jóvenes mujeres es perseguida por un asesino psicópata que utiliza un arma cortante para destrozarlas. Pero hay en The Slumber Party Massacre una diferencia por momentos sutil pero muy presente que tiene que ver con que fue realizado por dos mujeres, con consciencia además del lugar en el que se encontraban.
La época y el género pusieron sus límites pero Holden Jones y Brown lograron colar otra mirada en una historia muchas veces contada. En un suburbio estadounidense la estudiante Trish (Michelle Michaels) despide a sus padres que se van a pasar unos días afuera, lo que indica que estará sola en sus casa, y luego va al colegio donde se reúne con su grupo de amigas.
Luego de la clase de educación física las chicas toman una ducha en el vestuario, en lo que sería la típica escena, en este tipo de películas, en la que se muestra cuerpos de mujeres desnudas. La directora hace tan groseros los paneos sobre las tetas y los culos de las jóvenes que hay allí una observación, un mensaje. Si quieren esto se los doy, pero sepan que no suma nada a la narración y si, lo disfrutan, es realmente desagradable, parecería indicar Holden Jones.
Después de cumplir con la cuota de desnudos femeninos la atención pasa a estar en los diálogos de las chicas que organizan una reunión en la casa sola de Trish, quien quiere invitar a la recién llegada Valerie (Robin Stille), que es además su vecina. Las demás dudan y Valerie escucha la conversación por lo que luego cuando es invitada se niega a participar, seguramente por no sentirse del todo bienvenida. De fondo, en distintos momentos, la radio y los diarios informan que el asesino serial Russ Thorn (Michael Villella) está suelto.
Thorn está caracterizado como un adulto que representa a un joven de otra época, con jeans azules, campera de jean y remera roja. Tiene un look rockabilly como el de aquellos jóvenes de fines de los 50 y principio de los 60, o sea la generación que por edad serían los padres de las chicas que protagonizan el film. Utiliza como arma un taladro mecánico inalámbrico que se asemeja a un falo, lo que queda claro en distintas tomas en la que la directora lo hace evidente. La más clara es una en la que una de sus víctimas está en el suelo y él es tomado de atrás por la cámara por lo que el taladro parece surgir de entre sus piernas.
Por Nicolás Bianchi
Otra vez una película en la que un grupo de jóvenes mujeres es perseguida por un asesino psicópata que utiliza un arma cortante para destrozarlas. Pero hay en The Slumber Party Massacre una diferencia por momentos sutil pero muy presente que tiene que ver con que fue realizado por dos mujeres, con consciencia además del lugar en el que se encontraban.
La época y el género pusieron sus límites pero Holden Jones y Brown lograron colar otra mirada en una historia muchas veces contada. En un suburbio estadounidense la estudiante Trish (Michelle Michaels) despide a sus padres que se van a pasar unos días afuera, lo que indica que estará sola en sus casa, y luego va al colegio donde se reúne con su grupo de amigas.
Luego de la clase de educación física las chicas toman una ducha en el vestuario, en lo que sería la típica escena, en este tipo de películas, en la que se muestra cuerpos de mujeres desnudas. La directora hace tan groseros los paneos sobre las tetas y los culos de las jóvenes que hay allí una observación, un mensaje. Si quieren esto se los doy, pero sepan que no suma nada a la narración y si, lo disfrutan, es realmente desagradable, parecería indicar Holden Jones.
Después de cumplir con la cuota de desnudos femeninos la atención pasa a estar en los diálogos de las chicas que organizan una reunión en la casa sola de Trish, quien quiere invitar a la recién llegada Valerie (Robin Stille), que es además su vecina. Las demás dudan y Valerie escucha la conversación por lo que luego cuando es invitada se niega a participar, seguramente por no sentirse del todo bienvenida. De fondo, en distintos momentos, la radio y los diarios informan que el asesino serial Russ Thorn (Michael Villella) está suelto.
Thorn está caracterizado como un adulto que representa a un joven de otra época, con jeans azules, campera de jean y remera roja. Tiene un look rockabilly como el de aquellos jóvenes de fines de los 50 y principio de los 60, o sea la generación que por edad serían los padres de las chicas que protagonizan el film. Utiliza como arma un taladro mecánico inalámbrico que se asemeja a un falo, lo que queda claro en distintas tomas en la que la directora lo hace evidente. La más clara es una en la que una de sus víctimas está en el suelo y él es tomado de atrás por la cámara por lo que el taladro parece surgir de entre sus piernas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desenlace también deja algunas marcas que diferencian a la película. En primer lugar no hay una ‘final girl’ sino dos. Trish y Valerie finalmente se alían contra el asesino. Antes de morir el taladro de Thorn es cortado con un machete por una de las chicas, lo que se asemeja a una castración. A partir de ese momento el pervertido pierde poder. Cuando todo se resuelve la película cierra, muy seriamente, con música tenebrosa de fondo y primeros planos de las dos chicas sobrevivientes. Una se muestra muy afectada en su expresión y la otra rompe en llanto. Quizás las mujeres que realizaron el film nos estén diciendo que esto de perseguir y torturar al género femenino no es algo tan divertido como otros lo muestran.
28 de julio de 2015
28 de julio de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace rato que las películas de antaño con recursos escasos no sólo de tipo monetario, sino que creativo, mientras más precarias sean -o como dirían los españoles "cutre"-, más grado de culto despiertan entre los fans del cine. Porque la pantalla grande no solo es éxitos, también experimentos que no siempre resultan.
Chicas sosas, curvas generosas de otras épocas, actuaciones terribles y un guión al menos cuestionable es lo que presenta "The Slumber Party Massacre" (1982), la masacre de las pijamas, donde el desquiciado de turno si bien es creíble en su cara de demencia, de ahí en más no ofrece más a la historia que básicos "corre que te pillo", donde su particular herramienta hace más peculiar aún la película.
Por supuesto conforme a la moda imperante y a los tabúes de entonces, los pechos femeninos son el revelador marco que le da calor a las escenas, mal actuadas pero con jovencitas que ante los cánones ridículos de hoy donde se privilegia la anorexia, se ven bastante mejor conservadas y alimentadas, aunque su rango de edad ni se acerca al de estudiantes de secundaria.
La verdadera masacre de este film de culto es verla por más de una hora con la esperanza que en algún momento nos abofetee con algo más explícito, sea sexo, sangre, un susto. Cualquier cosa que nos saque del sopor. Deberían dar una polera que diga "Yo ví The Slumber Party Massacre y no me dormí".
Sí tiene o no otras lecturas más profundas, como el machismo o es precursora de un género invaluable, eso es otro cuento. Pero como alternativa de cine, esto es solo para los masoquistas, los investigadores y adoradores de los detalles del cine que el resto de la gallada no pretende ni quiere saber, ya que dentro de su bendita ignorancia, solo quiere pasarla bien un rato.
Aporta como documento de época, como fotografía del momento del cine a comienzos de los ochentas, de sus estándares y límites así como la creatividad para sortear las dificultades. Pero sin el caldo de cabeza, omitiendo la intelectualidad y apegándose a lo honestamente recomendable, es un hito de lo freak -tanto que sacó secuela- y verla es solo para satisfacer el morbo de cada yerro.
Recomendación:
Débil. De culto, elemental pero por su precariedad. Simpática, pero sobrevalorada
=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com
Chicas sosas, curvas generosas de otras épocas, actuaciones terribles y un guión al menos cuestionable es lo que presenta "The Slumber Party Massacre" (1982), la masacre de las pijamas, donde el desquiciado de turno si bien es creíble en su cara de demencia, de ahí en más no ofrece más a la historia que básicos "corre que te pillo", donde su particular herramienta hace más peculiar aún la película.
Por supuesto conforme a la moda imperante y a los tabúes de entonces, los pechos femeninos son el revelador marco que le da calor a las escenas, mal actuadas pero con jovencitas que ante los cánones ridículos de hoy donde se privilegia la anorexia, se ven bastante mejor conservadas y alimentadas, aunque su rango de edad ni se acerca al de estudiantes de secundaria.
La verdadera masacre de este film de culto es verla por más de una hora con la esperanza que en algún momento nos abofetee con algo más explícito, sea sexo, sangre, un susto. Cualquier cosa que nos saque del sopor. Deberían dar una polera que diga "Yo ví The Slumber Party Massacre y no me dormí".
Sí tiene o no otras lecturas más profundas, como el machismo o es precursora de un género invaluable, eso es otro cuento. Pero como alternativa de cine, esto es solo para los masoquistas, los investigadores y adoradores de los detalles del cine que el resto de la gallada no pretende ni quiere saber, ya que dentro de su bendita ignorancia, solo quiere pasarla bien un rato.
Aporta como documento de época, como fotografía del momento del cine a comienzos de los ochentas, de sus estándares y límites así como la creatividad para sortear las dificultades. Pero sin el caldo de cabeza, omitiendo la intelectualidad y apegándose a lo honestamente recomendable, es un hito de lo freak -tanto que sacó secuela- y verla es solo para satisfacer el morbo de cada yerro.
Recomendación:
Débil. De culto, elemental pero por su precariedad. Simpática, pero sobrevalorada
=Cité de Lord Buyinski= www.buyinski.wordpress.com
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