Sex
6,0
381
Drama
Dos amigos heterosexuales que trabajan juntos como deshollinadores empiezan a replantearse sus certezas alrededor de su sexualidad a raíz de dos sucesos que sacuden sus vidas. Uno le cuenta a otro que, a pesar de no considerarse gay, ha tenido un encuentro sexual casual con otro hombre. Su amigo, por su parte, lleva tiempo sintiéndose mujer en unos sueños recurrentes en los que es seducida por David Bowie. Sacar a la luz estos secretos ... [+]
20 de octubre de 2024
20 de octubre de 2024
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dag Johan Haugerud lleva más de 20 años en el mundo del cine, tanto como director y como guionista. Tras realizar varios cortometrajes, su opera prima fue ‘I Belong’, una tragicomedia sobre el mundo femenino. Pero hubo que esperar hasta varios años después para ver su primer gran trabajo "Barn" un drama político donde nada es lo que parece, que fue presentado en Venecia. Ahora nos presenta "Sex" su último trabajo, que marca el inicio de una trilogía que se completa con "Love" y "Dreams". "Sex" forma parte de la Sección Oficial de la Seminci y viene con tres premios bajo el brazo del Festival de Cine de Berlín, dentro de la Sección Panorama.
La película empieza de manera brillante, vemos como un deshollinador (Jan Gunnar Røise) le confiesa a su jefe que se ha acostado con otro hombre, un cliente donde estaba trabajando. Y encima se lo ha contado a su mujer de la forma más natural posible. Su compañero (Thorbjørn Harr) le confiesa que desde hace un tiempo sueña que es una mujer y que es continuamente seducida por David Bowie. Esos quince minutos de plano fijo viendo a los dos compañeros hablando nos da la percepción clara de por dónde va a transcurrir el resto de la trama.
Por otro lado, tenemos a la parte femenina de la historia, la mujer del trabajador, al principio no le da mucha importancia a lo sucedido, pero poco a poco su ansiedad va creciendo y entre ellos va surgiendo una desconfianza y mediante unos diálogos interminables intentan llegar a comprender porque ha pasado esto. Mientras tanto la esposa del jefe se lo toma de otra manera, está fascinada por los sueños recurrentes de su marido e intenta comprender porque le excita que el gran David Bowie admire a su marido, aunque sea vestido de mujer.
La película es su conjunto es muy plana, casi todo sucede en espacios cerrados (y cuando nos muestra la ciudad de Oslo lo hace enseñándonos planos fijos de chimeneas en imágenes claustrofóbicas), donde el trabajo del director de fotografía es fundamental y en dónde el continuo movimiento de cámara es incesante y es un deleite para el espectador. Tiene un inteligente guion combinado con escenas de comedia árida. La cinta propone más preguntas que respuestas y eso hace que su visionado sea visto todo el rato con gran interés.
El mensaje principal que nos quiere mostrar el director con esta película, es si el ser humano está preparado para los cambios tanto físicos, psicológicos y sexuales de esta sociedad actual. Seguiremos con gran interés el resto de títulos que conforman esta trilogía.
Lo mejor: Los interminables planos fijos y los dos actores protagonistas
Lo peor: Su estructura narrativa puede costar un poco al espectador
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
La película empieza de manera brillante, vemos como un deshollinador (Jan Gunnar Røise) le confiesa a su jefe que se ha acostado con otro hombre, un cliente donde estaba trabajando. Y encima se lo ha contado a su mujer de la forma más natural posible. Su compañero (Thorbjørn Harr) le confiesa que desde hace un tiempo sueña que es una mujer y que es continuamente seducida por David Bowie. Esos quince minutos de plano fijo viendo a los dos compañeros hablando nos da la percepción clara de por dónde va a transcurrir el resto de la trama.
Por otro lado, tenemos a la parte femenina de la historia, la mujer del trabajador, al principio no le da mucha importancia a lo sucedido, pero poco a poco su ansiedad va creciendo y entre ellos va surgiendo una desconfianza y mediante unos diálogos interminables intentan llegar a comprender porque ha pasado esto. Mientras tanto la esposa del jefe se lo toma de otra manera, está fascinada por los sueños recurrentes de su marido e intenta comprender porque le excita que el gran David Bowie admire a su marido, aunque sea vestido de mujer.
La película es su conjunto es muy plana, casi todo sucede en espacios cerrados (y cuando nos muestra la ciudad de Oslo lo hace enseñándonos planos fijos de chimeneas en imágenes claustrofóbicas), donde el trabajo del director de fotografía es fundamental y en dónde el continuo movimiento de cámara es incesante y es un deleite para el espectador. Tiene un inteligente guion combinado con escenas de comedia árida. La cinta propone más preguntas que respuestas y eso hace que su visionado sea visto todo el rato con gran interés.
El mensaje principal que nos quiere mostrar el director con esta película, es si el ser humano está preparado para los cambios tanto físicos, psicológicos y sexuales de esta sociedad actual. Seguiremos con gran interés el resto de títulos que conforman esta trilogía.
Lo mejor: Los interminables planos fijos y los dos actores protagonistas
Lo peor: Su estructura narrativa puede costar un poco al espectador
Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
29 de octubre de 2024
29 de octubre de 2024
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos adentramos en la vida de dos deshollinadores cuya amistad es puesta a prueba tras una serie de confesiones inesperadas que sacuden sus concepciones de identidad y sexualidad. Al abrirse uno al otro sobre sus deseos y experiencias más personales, ambos hombres se ven obligados a reevaluar sus identidades, hasta ahora concebidas en términos binarios. La película aborda temas de género y sexualidad con una honestidad refrescante y sin juicios, invitando al espectador a reflexionar sobre la fluidez de la identidad en un contexto social conservador.
Dag Johan Haugerud presenta esta historia con una sensibilidad que se aleja de los clichés, centrando la dirección en una narrativa lenta y contemplativa que permite a los personajes explorar sus sentimientos sin prisas. Los diálogos, capturados en tomas cercanas y sin adornos, resultan orgánicos, como si el director nos permitiera escuchar una conversación real y privada entre dos amigos. Haugerud emplea un enfoque minimalista, sin música de fondo en momentos cruciales, dando espacio al silencio para que actúe como reflejo del peso emocional de las revelaciones de los personajes.
Los actores principales ofrecen interpretaciones sutiles y convincentes, aportando una naturalidad que potencia la autenticidad de la historia. Cada confesión es transmitida con matices de nerviosismo y vulnerabilidad, destacando la dificultad de abrirse sobre temas que desafían las normas sociales. La química entre los protagonistas, combinada con la incomodidad que experimentan al tratar de entenderse mutuamente, permite que el espectador se conecte emocionalmente con sus experiencias. Su actuación es fundamental para transmitir los cambios internos, como el desconcierto de uno de ellos al experimentar sueños en los que adopta una identidad femenina, seducida por una figura enigmática como David Bowie.
La fotografía sigue una paleta fría y oscura, acorde con el entorno de trabajo de los personajes, reforzando visualmente la atmósfera introspectiva y de introspección que caracteriza al filme. La elección de localizaciones, predominantemente en interiores, crea una sensación de confinamiento que refleja la presión que sienten los personajes al enfrentarse a sus propias revelaciones. Además, la ausencia de una banda sonora predominante permite que el espectador se concentre completamente en los diálogos y en las emociones que éstos desencadenan, aumentando la tensión emocional en cada escena.
Es una propuesta audaz que se adentra en temas complejos de identidad sexual y de género sin caer en convencionalismos, logrando una experiencia intimista y reflexiva. La dirección de Haugerud y las interpretaciones matizadas de los protagonistas permiten que la película se sienta honesta y cercana, invitando al espectador a cuestionar las etiquetas y a ver la identidad como algo fluido y personal. Destaca como un examen sensible y profundo de la sexualidad y la amistad, que desafía los estigmas y ofrece una visión moderna y respetuosa de las experiencias personales.
Dag Johan Haugerud presenta esta historia con una sensibilidad que se aleja de los clichés, centrando la dirección en una narrativa lenta y contemplativa que permite a los personajes explorar sus sentimientos sin prisas. Los diálogos, capturados en tomas cercanas y sin adornos, resultan orgánicos, como si el director nos permitiera escuchar una conversación real y privada entre dos amigos. Haugerud emplea un enfoque minimalista, sin música de fondo en momentos cruciales, dando espacio al silencio para que actúe como reflejo del peso emocional de las revelaciones de los personajes.
Los actores principales ofrecen interpretaciones sutiles y convincentes, aportando una naturalidad que potencia la autenticidad de la historia. Cada confesión es transmitida con matices de nerviosismo y vulnerabilidad, destacando la dificultad de abrirse sobre temas que desafían las normas sociales. La química entre los protagonistas, combinada con la incomodidad que experimentan al tratar de entenderse mutuamente, permite que el espectador se conecte emocionalmente con sus experiencias. Su actuación es fundamental para transmitir los cambios internos, como el desconcierto de uno de ellos al experimentar sueños en los que adopta una identidad femenina, seducida por una figura enigmática como David Bowie.
La fotografía sigue una paleta fría y oscura, acorde con el entorno de trabajo de los personajes, reforzando visualmente la atmósfera introspectiva y de introspección que caracteriza al filme. La elección de localizaciones, predominantemente en interiores, crea una sensación de confinamiento que refleja la presión que sienten los personajes al enfrentarse a sus propias revelaciones. Además, la ausencia de una banda sonora predominante permite que el espectador se concentre completamente en los diálogos y en las emociones que éstos desencadenan, aumentando la tensión emocional en cada escena.
Es una propuesta audaz que se adentra en temas complejos de identidad sexual y de género sin caer en convencionalismos, logrando una experiencia intimista y reflexiva. La dirección de Haugerud y las interpretaciones matizadas de los protagonistas permiten que la película se sienta honesta y cercana, invitando al espectador a cuestionar las etiquetas y a ver la identidad como algo fluido y personal. Destaca como un examen sensible y profundo de la sexualidad y la amistad, que desafía los estigmas y ofrece una visión moderna y respetuosa de las experiencias personales.
13 de marzo de 2025
13 de marzo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta del cineasta noruego Dag Johan Haugerud desorienta, en este caso en el peor sentido del término. “Sex” es un film extraño por anodino, por desnortado, por aburrido, porque nunca sabes hacia dónde camina su narración mientras que los zooms abundantes, los largos planos fijos y las extensas conversaciones de sus apáticos personajes supuran algo de tedio durante sus muy excesivos e innecesarios 118 minutos de metraje, los cuales podrían haber quedado reducidos a la mitad perfectamente.
Su inicio a través de un zoom setentero y una larguísima conversación rodada en un solo plano entre los dos hombres que la protagonizan promete mucho, pero… Nada más lejos de la realidad, puro espejismo dado que el resto de su propuesta es más de lo mismo hasta empachar.
Y ello a pesar de que la temática daba para mucho, por cuanto se trata de dos deshollinadores que, mientras que comparten el almuerzo en el trabajo, encuentran el momento para exponer con total libertad pero un poco de incomodidad por vergüenza ciertos momentos vividos de indefinición sexual a sus 40 años. En el caso de uno de ellos (interpretado por Thorbjom Harr) porque lleva varias noches soñando con que David Bowie lo mira para seducirlo como si fuera una mujer; mientras el otro (encarnado por Jan Gunnar Roise) le confiesa que ha tenido una experiencia sexual esporádica con otro hombre que ha confesado a su mujer.
Bien llevado, el argumento podría haber dado para mucho, pero el guión del propio director noruego no profundiza, ni emociona, ni tan siquiera discurre hacia algún objetivo concreto, ni en las conversaciones durante el trabajo entre los dos amigos ni cada uno de ellos en su respectiva casa y con su familia me trasladan nada concreto. Dicho sea de paso, la vida familiar del soñador supone además una digresión sin destino aparente con un hijo obsesionado con ser youtuber con una lesión en una muñeca (finalmente todo tiene la misma poca coherencia que aparenta así descrito), mientras que interesa algo más lo que ocurre en el hogar de quien confiesa haber tenido un relación homosexual que tiene que analizar hacia dónde lleva su matrimonio con una esposa desconcertada por tan inesperado giro.
Lo único interesante de esta sobrevalorada película es el aspecto visual, con una paradójicamente luminosa (para una producción noruega) dirección de fotografía de Cecilie Semec, porque sobre el aspecto actoral mejor no entro por no ser capaz de valorar el hieratismo de sus actores y actrices, no apto para andaluces de sangre caliente.
Su inicio a través de un zoom setentero y una larguísima conversación rodada en un solo plano entre los dos hombres que la protagonizan promete mucho, pero… Nada más lejos de la realidad, puro espejismo dado que el resto de su propuesta es más de lo mismo hasta empachar.
Y ello a pesar de que la temática daba para mucho, por cuanto se trata de dos deshollinadores que, mientras que comparten el almuerzo en el trabajo, encuentran el momento para exponer con total libertad pero un poco de incomodidad por vergüenza ciertos momentos vividos de indefinición sexual a sus 40 años. En el caso de uno de ellos (interpretado por Thorbjom Harr) porque lleva varias noches soñando con que David Bowie lo mira para seducirlo como si fuera una mujer; mientras el otro (encarnado por Jan Gunnar Roise) le confiesa que ha tenido una experiencia sexual esporádica con otro hombre que ha confesado a su mujer.
Bien llevado, el argumento podría haber dado para mucho, pero el guión del propio director noruego no profundiza, ni emociona, ni tan siquiera discurre hacia algún objetivo concreto, ni en las conversaciones durante el trabajo entre los dos amigos ni cada uno de ellos en su respectiva casa y con su familia me trasladan nada concreto. Dicho sea de paso, la vida familiar del soñador supone además una digresión sin destino aparente con un hijo obsesionado con ser youtuber con una lesión en una muñeca (finalmente todo tiene la misma poca coherencia que aparenta así descrito), mientras que interesa algo más lo que ocurre en el hogar de quien confiesa haber tenido un relación homosexual que tiene que analizar hacia dónde lleva su matrimonio con una esposa desconcertada por tan inesperado giro.
Lo único interesante de esta sobrevalorada película es el aspecto visual, con una paradójicamente luminosa (para una producción noruega) dirección de fotografía de Cecilie Semec, porque sobre el aspecto actoral mejor no entro por no ser capaz de valorar el hieratismo de sus actores y actrices, no apto para andaluces de sangre caliente.
20 de abril de 2025
20 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una realidad onírica en el sentido del comportamiento de los personajes crea el universo necesario para cuestionarse si la identidad sexual y de género es algo que puede evolucionar. Las referencias a Bergman e incluso Almodovar (qué he hecho yo para merecer esto) con su BSO al estilo Bernardo Bonezzi, acaban en un microuniverso en colores pastel, reflexivo e hipnótico… cuesta entrar, y cuesta salir.
23 de febrero de 2025
23 de febrero de 2025
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se que esta película no pretende ser una comedia. Pero todo es como te pille... y a mi me ha dado por reirme. Yo lo siento, pero me ha parecido ideal para echarse unas risas con los colegas.
Dos compañeros de trabajo, ambos con pinta de vocalistas de Abba, intercambian impresiones y confidencias. INTERIOR DIA:
Silencio
Silencio
Más silencio
- ¿Pues sabes una cosa? Ayer un cliente quiso echarme un polvo
Silencio
- Vaya
Silencio
- Primero le dije que no, pero después pensé que si.
Silencio
- Y eso... ¿cómo es que te dió por ahi? (guiño, guiño)
Silencio
- No se, no lo había hecho nunca
- ¿Y te gustó?
Silencio
- Psss... no estuvo mal
CONTINUA EN SPOILER
Dos compañeros de trabajo, ambos con pinta de vocalistas de Abba, intercambian impresiones y confidencias. INTERIOR DIA:
Silencio
Silencio
Más silencio
- ¿Pues sabes una cosa? Ayer un cliente quiso echarme un polvo
Silencio
- Vaya
Silencio
- Primero le dije que no, pero después pensé que si.
Silencio
- Y eso... ¿cómo es que te dió por ahi? (guiño, guiño)
Silencio
- No se, no lo había hecho nunca
- ¿Y te gustó?
Silencio
- Psss... no estuvo mal
CONTINUA EN SPOILER
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Silencio
Silencio
Más silencio
- Pues ya puestos, te voy a contar: yo últimamente sueño que David Bowie se enamora de mi. Y en el sueño yo soy una mujer.
Silencio
Silencio
- Oye no se lo cuentes a nadie, porfa.
FIN DE LA ESCENA
Todos hablan muy profundos, como salidos de una de Bergman. Y de serios que se ponen me resultan (a mi por lo menos) profundamente cómicos.
Silencio
Más silencio
- Pues ya puestos, te voy a contar: yo últimamente sueño que David Bowie se enamora de mi. Y en el sueño yo soy una mujer.
Silencio
Silencio
- Oye no se lo cuentes a nadie, porfa.
FIN DE LA ESCENA
Todos hablan muy profundos, como salidos de una de Bergman. Y de serios que se ponen me resultan (a mi por lo menos) profundamente cómicos.
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