She Dies Tomorrow
4,9
1.482
13 de agosto de 2020
13 de agosto de 2020
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
She Dies Tomorrow (2020) es un drama experimental de suspenso, lindante con el terror, en el que los personajes sufren un trastorno contagioso. La directora Amy Seimetz hace un uso interesante del color y crea una sensación ambiental de angustia, aunque narrativamente el film sea un tanto impreciso.
Por Nicolás Bianchi
Es probable que la pandemia le haya dado un imprevisto toque adicional a She Dies Tomorrow (2020), ya que toda la población mundial puede rápidamente comprender el miedo que se produce por el contagio de una enfermedad potencialmente mortal. Sin embargo, el film estrenado recientemente por internet fue pensado y realizado el año pasado, cuando los términos propios de la infectología aún no habían invadido la discusión pública.
Seimetz introduce elementos en el relato que, si bien en principio parecen dispersos, luego comienzan a aglutinarse para cobrar algún tipo de sentido. En palabras más vulgares, se trata de una película que tiene un comienzo lento. Amy (Kate Lyn Sheil) atraviesa un conflicto con su pareja, o al menos sueña con ello, y despierta en un departamento semi vacío. Es día de mudanza. La protagonista va a instalarse en una casa en las afueras de la ciudad, en lo que parece ser una zona de baja densidad poblacional.
Allí escucha música y bebe vino blanco. Su cara transmite angustia y pesar. Cuando llama por teléfono a su amiga Jane (Jane Adams) el problema se pone en palabras. Amy luce perfectamente saludable pero está convencida de que mañana es el día de su muerte. El dispositivo del color es la forma de anuncio del pesar que sufren los personajes. Cuando sienten internamente ese golpe que significa la inminencia de la muerte luces azules y rojas, alternadas, iluminan sus rostros. El código se comprende con el correr de los minutos. Y de los casos también, porque el segundo componente que se agrega es el contagio, aparentemente, producido por proximidad.
Cuando Jane encuentra a Amy en un estado anímico deplorable, un tanto borracha y en un vestido con lentejuelas, todo, todavía, parece un cuadro depresivo y nada más. Allí se inicia el contagio y a partir de que Amy comienza a padecer lo mismo que Jane la película cobra cierto ritmo. Hay un buen trabajo de los actores que integran el elenco para mostrar el efecto psicológico que significa saber que mañana es el último día.
She Dies Tomorrow también exhibe algunas ideas interesantes, de cierta indagación existencial, sobre qué hacer cuando queda poco tiempo. La película nunca pierde su aire experimental, por lo que en contrapartida no termina de cerrarse como un thriller, o film de suspenso con elementos de terror. Seimetz elige, así, centrarse en generar ambientes a partir del sentir de los personajes, y lo cuenta con mucho color y cierta creatividad. Son elementos interesantes aunque queda cierta sensación de que la película hubiera cerrado mejor con un rumbo o un desenlace más contundente.
Por Nicolás Bianchi
Es probable que la pandemia le haya dado un imprevisto toque adicional a She Dies Tomorrow (2020), ya que toda la población mundial puede rápidamente comprender el miedo que se produce por el contagio de una enfermedad potencialmente mortal. Sin embargo, el film estrenado recientemente por internet fue pensado y realizado el año pasado, cuando los términos propios de la infectología aún no habían invadido la discusión pública.
Seimetz introduce elementos en el relato que, si bien en principio parecen dispersos, luego comienzan a aglutinarse para cobrar algún tipo de sentido. En palabras más vulgares, se trata de una película que tiene un comienzo lento. Amy (Kate Lyn Sheil) atraviesa un conflicto con su pareja, o al menos sueña con ello, y despierta en un departamento semi vacío. Es día de mudanza. La protagonista va a instalarse en una casa en las afueras de la ciudad, en lo que parece ser una zona de baja densidad poblacional.
Allí escucha música y bebe vino blanco. Su cara transmite angustia y pesar. Cuando llama por teléfono a su amiga Jane (Jane Adams) el problema se pone en palabras. Amy luce perfectamente saludable pero está convencida de que mañana es el día de su muerte. El dispositivo del color es la forma de anuncio del pesar que sufren los personajes. Cuando sienten internamente ese golpe que significa la inminencia de la muerte luces azules y rojas, alternadas, iluminan sus rostros. El código se comprende con el correr de los minutos. Y de los casos también, porque el segundo componente que se agrega es el contagio, aparentemente, producido por proximidad.
Cuando Jane encuentra a Amy en un estado anímico deplorable, un tanto borracha y en un vestido con lentejuelas, todo, todavía, parece un cuadro depresivo y nada más. Allí se inicia el contagio y a partir de que Amy comienza a padecer lo mismo que Jane la película cobra cierto ritmo. Hay un buen trabajo de los actores que integran el elenco para mostrar el efecto psicológico que significa saber que mañana es el último día.
She Dies Tomorrow también exhibe algunas ideas interesantes, de cierta indagación existencial, sobre qué hacer cuando queda poco tiempo. La película nunca pierde su aire experimental, por lo que en contrapartida no termina de cerrarse como un thriller, o film de suspenso con elementos de terror. Seimetz elige, así, centrarse en generar ambientes a partir del sentir de los personajes, y lo cuenta con mucho color y cierta creatividad. Son elementos interesantes aunque queda cierta sensación de que la película hubiera cerrado mejor con un rumbo o un desenlace más contundente.
4 de noviembre de 2020
4 de noviembre de 2020
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La certeza de que al día siguiente finalizará nuestra existencia podría dar el suficiente juego como para desarrollar inquietudes humanas básicas, o al menos para mostrarnos comportamientos consecuentes con dicha premisa. En cambio este largometraje somete a sus personajes a una sensación de desidia constante durante una larguísima hora y media en la que apenas ocurre nada más allá de ver deambular a un grupo de individuos mientras repiten la misma frase o tienen conversaciones absurdas.
La puesta en escena y las actuaciones son más que aceptables, pero cuando un supuesto thriller fantástico de suspense se destapa poco a poco como un incongruente experimento, el interés por el qué, el quién o el porqué está ocurriendo desaparece, y la desmotivación traspasa la pantalla contagiando al espectador. O algo falla en la película o quizás muramos mañana...
Más mini críticas en cinedepatio.com
La puesta en escena y las actuaciones son más que aceptables, pero cuando un supuesto thriller fantástico de suspense se destapa poco a poco como un incongruente experimento, el interés por el qué, el quién o el porqué está ocurriendo desaparece, y la desmotivación traspasa la pantalla contagiando al espectador. O algo falla en la película o quizás muramos mañana...
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7 de diciembre de 2020
7 de diciembre de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no se ha sorprendido alguna vez pensando en el tiempo de vida que le queda? De saber la fecha exacta de nuestra muerte, es más, de saber a ciencia cierta que moriríamos mañana, ¿nos hundiríamos en la miseria o trataríamos de disfrutar de nuestras últimas horas de vida?, ¿qué pasaría por nuestra cabeza?, ¿nos iríamos de fiesta desenfrenada o trataríamos de apurar los últimos momentos en nuestro hogar con nuestros seres queridos?
La idea de esta película, en efecto, me parece interesante, pero creo que flojea en su ejecución. No obstante, es muy efectiva en contagiar al espectador de las ganas de morir que tienen sus personajes. Esto es así en parte por el ritmo soporífero. Por supuesto que este film tampoco se beneficiaría de un montaje a lo Michael Bay, es más, puedo entender que la cadencia de la peli congenie con el tema que está tratando (tristeza, angustia, soledad). Sin embargo, es un poco demasiado, ya que el espectador acaba desesperándose en busca de respuestas. Pienso que el cine es el arte de saber mostrar y ocultar en su justa medida. En este caso se echa en falta una explicación más sólida del origen y mecanismo de transmisión de este mal. Los pocos motivos que se muestran en pantalla pienso que son ridículos (spoilers).
Al espectador también le entran ganas de morir o, en su defecto, abandonar el visionado, debido a algunos diálogos que, en alguna ocasión, rozan el género adolescente. Por otra parte, está la monotonía con la que se van aquejando, uno a uno, los personajes. Casi todos reaccionan de la misma manera, no planteando nada interesante (actos inusuales, irracionales, reflexiones jugosas, etc.) según avanzan los minutos, lo cual es una oportunidad perdida.
Por último, el tema de las luces de neón se ve como un descarado artificio más que una explicación (spoilers).
En resumen, es posible que, en el mundo real, muchos de nosotros nos sintiéramos igual de taciturnos ante la idea de morir mañana, pero teniendo en cuenta que esto es cine, ilusión, entretenimiento, insisto en que necesito un poco más de chicha para entender la aclamación de la crítica especializada.
La idea de esta película, en efecto, me parece interesante, pero creo que flojea en su ejecución. No obstante, es muy efectiva en contagiar al espectador de las ganas de morir que tienen sus personajes. Esto es así en parte por el ritmo soporífero. Por supuesto que este film tampoco se beneficiaría de un montaje a lo Michael Bay, es más, puedo entender que la cadencia de la peli congenie con el tema que está tratando (tristeza, angustia, soledad). Sin embargo, es un poco demasiado, ya que el espectador acaba desesperándose en busca de respuestas. Pienso que el cine es el arte de saber mostrar y ocultar en su justa medida. En este caso se echa en falta una explicación más sólida del origen y mecanismo de transmisión de este mal. Los pocos motivos que se muestran en pantalla pienso que son ridículos (spoilers).
Al espectador también le entran ganas de morir o, en su defecto, abandonar el visionado, debido a algunos diálogos que, en alguna ocasión, rozan el género adolescente. Por otra parte, está la monotonía con la que se van aquejando, uno a uno, los personajes. Casi todos reaccionan de la misma manera, no planteando nada interesante (actos inusuales, irracionales, reflexiones jugosas, etc.) según avanzan los minutos, lo cual es una oportunidad perdida.
Por último, el tema de las luces de neón se ve como un descarado artificio más que una explicación (spoilers).
En resumen, es posible que, en el mundo real, muchos de nosotros nos sintiéramos igual de taciturnos ante la idea de morir mañana, pero teniendo en cuenta que esto es cine, ilusión, entretenimiento, insisto en que necesito un poco más de chicha para entender la aclamación de la crítica especializada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Buenas noches, aquí tiene su pizza de pepperoni. Ah, por cierto, va usted a morir mañana, que le aproveche.
- Qué bonito enterarte de que vas a morir mañana a través de luces de neón que disminuyen tu umbral epiléptico. Así da gusto.
- Qué bonito enterarte de que vas a morir mañana a través de luces de neón que disminuyen tu umbral epiléptico. Así da gusto.
17 de octubre de 2020
17 de octubre de 2020
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una paranoia de historia que puede resulta perturbadora, pero con un ritmo endiabladamente lento que se traduce en aburrimiento. Un corto hubiera quedado mucho más redondo.
El guion es también de la directora Amy Seimetz, y con cuenta la historia de una chica llamada Amy que tiene la impresión y la certeza de que se va a morir mañana con total seguridad. Cuando se lo cuenta a otra persona se le transmite esa sensación como si fuera un virus, y así sucesivamente una cadena de personas se ven inmersos en una depresión con pocas ganas de seguir viviendo.
Metida en un pozo de ansiedad y tremenda agonía interior la protagonista Kate Lyn Sheil hace un buen trabajo como Amy. En dos pequeños papeles nos encontramos algún rostro conocido como Josh Lucas y Michelle Rodríguez.
Muchas escenas sin diálogo y otras con un enfoque y una percepción llena de colores y luces raras pretenden trasmitir al espectador como se propaga el miedo a los protagonistas. Pero la originalidad de la premisa se queda corta al repetirse continuamente sin que fluya la historia más allá de ese sentimiento de pavor.
Un film que es difícil de conectar con él, pero que también tiene algo de hipnótico y alucinógeno por no saber exactamente si se debe a una patología mental o una invasión extraterrestre.
Destino Arrakis.com
El guion es también de la directora Amy Seimetz, y con cuenta la historia de una chica llamada Amy que tiene la impresión y la certeza de que se va a morir mañana con total seguridad. Cuando se lo cuenta a otra persona se le transmite esa sensación como si fuera un virus, y así sucesivamente una cadena de personas se ven inmersos en una depresión con pocas ganas de seguir viviendo.
Metida en un pozo de ansiedad y tremenda agonía interior la protagonista Kate Lyn Sheil hace un buen trabajo como Amy. En dos pequeños papeles nos encontramos algún rostro conocido como Josh Lucas y Michelle Rodríguez.
Muchas escenas sin diálogo y otras con un enfoque y una percepción llena de colores y luces raras pretenden trasmitir al espectador como se propaga el miedo a los protagonistas. Pero la originalidad de la premisa se queda corta al repetirse continuamente sin que fluya la historia más allá de ese sentimiento de pavor.
Un film que es difícil de conectar con él, pero que también tiene algo de hipnótico y alucinógeno por no saber exactamente si se debe a una patología mental o una invasión extraterrestre.
Destino Arrakis.com
31 de octubre de 2020
31 de octubre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella muere mañana, y no nos gustaría que dependiera de nosotros que continuara con vida. Porque no lo haría: en ciertas ocasiones, es mejor dejar continuar el cauce natural de los acontecimientos. Si la desgracia se cierne sobre los protagonistas de esta cinta, dejemos que los hundan hasta remar junto a Caronte entre divagaciones y transcendentalismo, para al menos vengar el tedio que ha producido en nosotros la hora y media de metraje. Aunque, a decir verdad, no hemos podido dejar de verla por culpa de una extraña atracción hacia su aura de misticismo, estridencia y enajenación.
Amy muere mañana, pero nadie le cree. Sin embargo, sus contactos merodean ajenos a su sino hasta descubrir un profundo sentimiento repulsivo que les hace mirar de frente a la guadaña con un cronómetro que vence en unas horas. Sartre estaría orgulloso al ver su náusea reflejada en algunos personajes. El contagio se extiende, como lo hacía el surrealismo en el cine de Buñuel, exponiendo a sus personajes ante el temor más inherente, expulsando los sentimientos sin barreras de cordialidad; el virus psicológico se convierte en el impulso para enfrentar relaciones que siempre han escondido conflictos. Ya no hay filtros sociales, al volverse la existencia absurda y banal.
Jane muere mañana, y también lo harán sus contactos. Por el camino, el existencialismo dará la mano al absurdo, se teñirá de luces de neón en momentos trascendentales y bañará el ambiente en corchetas surgidas de la aguja de algún tocadiscos que teme el momento de parar. Ninguna situación lleva a una conclusión, todo es ambigüedad, y el ritmo no ayuda a la digestión. Pero, en cambio, seguimos enganchados a esa extraña sensación de descubrir que, a pesar de ser una película concebida antes de 2020, hay un ligero aroma que nos resulta familiar.
¿Y si tú mueres mañana? Es la gran pregunta que nos queda, y el tablero en el que juega su insidiosa narrativa. La confusión termina siendo su gran jugada, pero no todo el mundo estará dispuesto a seguir la partida. Si su puesta en escena se acerca por momentos a una lírica cinematográfica delicada, su indecisión o coqueteo con el humor absurdo y dramatismo exacerbado le hacen un flaco favor frente al espectador. La polarización está servida; ¿un gran experimento que indaga en la necesidad de normalización del último suspiro, o una patraña estéticamente llamativa?
Todos moriremos algún día. Vayamos asumiéndolo. Pero que en el camino, no nos falte cine de todo tipo.
Lo mejor: es tan excéntrica que engancha por momentos. Aunque la detestes, te dejará preguntas que se repetirán como un eco.
Lo peor: que pasen la horas y seguir sin tener claro si era una broma sin gracia, una gran cinta sobre la poética del existencialismo o un guion surgido de un mal viaje.
Colaboración en RedrumCine.com
Amy muere mañana, pero nadie le cree. Sin embargo, sus contactos merodean ajenos a su sino hasta descubrir un profundo sentimiento repulsivo que les hace mirar de frente a la guadaña con un cronómetro que vence en unas horas. Sartre estaría orgulloso al ver su náusea reflejada en algunos personajes. El contagio se extiende, como lo hacía el surrealismo en el cine de Buñuel, exponiendo a sus personajes ante el temor más inherente, expulsando los sentimientos sin barreras de cordialidad; el virus psicológico se convierte en el impulso para enfrentar relaciones que siempre han escondido conflictos. Ya no hay filtros sociales, al volverse la existencia absurda y banal.
Jane muere mañana, y también lo harán sus contactos. Por el camino, el existencialismo dará la mano al absurdo, se teñirá de luces de neón en momentos trascendentales y bañará el ambiente en corchetas surgidas de la aguja de algún tocadiscos que teme el momento de parar. Ninguna situación lleva a una conclusión, todo es ambigüedad, y el ritmo no ayuda a la digestión. Pero, en cambio, seguimos enganchados a esa extraña sensación de descubrir que, a pesar de ser una película concebida antes de 2020, hay un ligero aroma que nos resulta familiar.
¿Y si tú mueres mañana? Es la gran pregunta que nos queda, y el tablero en el que juega su insidiosa narrativa. La confusión termina siendo su gran jugada, pero no todo el mundo estará dispuesto a seguir la partida. Si su puesta en escena se acerca por momentos a una lírica cinematográfica delicada, su indecisión o coqueteo con el humor absurdo y dramatismo exacerbado le hacen un flaco favor frente al espectador. La polarización está servida; ¿un gran experimento que indaga en la necesidad de normalización del último suspiro, o una patraña estéticamente llamativa?
Todos moriremos algún día. Vayamos asumiéndolo. Pero que en el camino, no nos falte cine de todo tipo.
Lo mejor: es tan excéntrica que engancha por momentos. Aunque la detestes, te dejará preguntas que se repetirán como un eco.
Lo peor: que pasen la horas y seguir sin tener claro si era una broma sin gracia, una gran cinta sobre la poética del existencialismo o un guion surgido de un mal viaje.
Colaboración en RedrumCine.com
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