Otra serie en principio atractiva por el casting protagonista, pero cuyo guion es infame. Se va alargando la serie con diálogos y situaciones que no aportan nada a la trama. Los guionistas dan continuos golpes de efecto porque carecen de ideas para ejecutar situaciones coherentes.
El patriarca intentando todos los días alcanzar con la pelota de golf a una gaviota es reiterativo y patético. Personajes muy esquemáticos, sin profundidad.

Me costó bastante terminar esta serie. Me parece larga, aburrida, crean puras secuencias de distracción para que el espectador piense algo que al final claramente no tenía nada que ver con el crimen.. Hasta por momentos parece que ni siquiera el eje de la serie sea ese, la persona muerta.
La policía me parece totalmente inútil durante toda la serie, cero poder de investigación, sin contar momentos donde eran ellos los que metían comedia (la detective) de la nada misma.
Sacan de la galera explicaciones para cosas que parecían mas turbias de lo que terminaban siendo. Te intentan engañar todo el tiempo para que la resolución sea aburridamente obvia. El último capítulo lo patee días para verlo porque dura más de una hora, y obvio que hace lo mismo que en los demás, no terminar resolviendo nada (o mejor dicho, solucionando dudas de manera simplista) hasta los momentos finales.
Los actores no están mal, Nicole, Liev, Eve y Dakota los que mejor están, lejos.
Pero en la balanza, no puedo recomendar que pierdan tiempo viendo esto.

Estamos ante la tropegésima serie sobre lo desgraciados que son los ricos y lo obligados que se ven a beber como cosacos y drogarse como cerdos para soportar sus terribles penurias vitales.

En este caso una Nicole Kidman carente por completo de expresividad facial es la protagonista de una historia de ricos que lo pasan fatal todo el tiempo. El que peor el marido, que es el doble de Jorge Javier Vázquez con unos cuantos kilos menos y unos centímetros de altura más, y que se pasa toda la serie con un vaso de whisky en una mano y con un porro en la otra, a pesar de lo cual mantiene sorprendentemente una envidiable verticalidad. También mantiene una dicción más que correcta para lo que se mete entre pecho y espalda, y una memoria prodigiosa. Me tomo yo dos copas de verdejo y al día siguiente no me acuerdo ni de mi nombre, y el tío este se zampa las botellas de whisky de cuatro en cuatro y luego recuerda perfectamente hasta el más mínimo detalle de lo que hizo y dejó de hacer, con una lucidez que ya la quisiera yo pa mí incluso en sobriedad total.

La pareja perfecta es desde el principio un meme. Ella se acuesta y se levanta con el mismo peinado, sin que se le mueva un solo pelo de sitio. Él con el copazo parriba y pabajo. Y los hijos y las nueras una panda de memos a cuál más desnortao.

Ya se harta una de tanto pego. Estoy hasta el moño de ricos sufrientes, alcohólicos, drogadictos y chiflados. Tiene que ser horrible vivir en una mansión con una piscina maravillosa y vistas al mar, tener una salud de hierro, cocineros, criados que recogen al minuto los pedazos de las cosas que tú rompes. Tener todo el tiempo del mundo para divertirte, viajar, ir a fiestas, bailar, navegar, hacer surf, jugar al golf, leer, mirar las musarañas, meditar... Qué horror, se me ponen los pelos como escarpias de pensar en una vida tan espeluznante.

Yo le diría a Jenna Lamia, creadora del engendro en cuestión, que se ha pasado un pelín de vueltas. No he leído la novela en la que se basa la serie, pero dudo mucho que los personajes den tanta grima en el libro como en la pantalla. Y si lo dan no me explico cómo ha llegado a convertirse en superventas.

En fin, solo puedo decir lo mismo que siempre que veo un producto de este estilo que tanto invita a arrojarse gustosamente en brazos de la pobreza: qué duro es ser millonario y sufrir tanto a diario.

Susanne Bier y Jenna Lamia adaptan de manera estimulante el libro de Elin Hilderbrand, en una serie que arranca con todo para terminar con un desenlace correcto, aunque un poco más bajo que su arranque.

La nueva serie de Netflix llega cargada de interesantes elementos que la convierten en un agradable pasatiempo, partiendo por un reparto de lujo que está realmente inspirado, en especial Nicole Kidman y Eve Hewson, que se erigen como las grandes reinas de la función; a eso debemos sumar unos secundarios divertidos que enmarcan el acierto absoluto de tener un reparto de lujo.

Con un guion que nos entrega una historia divertida y sexy que funciona acertadamente bien dentro de los límites de la fórmula, permitiendo crear algunos 'cliffhangers' perfectos y dejándonos algunos personajes deliciosamente horribles con los que recibes diversas emociones y satisfacciones, mucho ayuda la eficacia de un reparto en donde se les permite brillar sin amarras desde una Dakota Fanning hasta Jack Reynor, pasando también por Liev Schreiber o Isabelle Adjani.

Si bien su gran fuerte lo tiene en sus primeros 3 capítulos en donde logra ejercer con astucia ese gancho que como espectador te mantiene con ganas de saber más a medida que va transcurriendo su desenlace va perdiendo un poco de intensidad, pero mantiene una intriga llamativa como para que sea una experiencia agradable y muy disfrutable aunque baje un par de escalones en su recta final.

Su capacidad y llamativa extravagancia al final terminan siendo el gran responsable que la serie funcione genuinamente en todo su recorrido, además no podemos dejar de lado su buen trabajo de producción y dirección que permite darle una cierta categoría a un pasatiempo que se hace agradable de ver tanto por sus personajes como ciertas decisiones que estratégicas o simplistas, terminan siendo un buen gancho para conquistarte como espectador.

Netflix nos deja en su catálogo una serie sexy y divertida, con un reparto impresionante que funciona a la perfección en todos sus puntos, dejándonos el acierto de ser casi imposible resistirse a darse un atracón con este elegante drama detectivesco.

La serie tiene un par de buenos personajes en Nicole Kidman y Liev Schreiber. También se destaca la actuación de Eve Hewson como la futura nuera de Kidman. En los primeros capítulos la familia comandada por los personajes de Nicole Kidman y Scheriber, son lo que en mi barrio llamábamos "la familia todo bien, todo fantástico". Gente que cuando le preguntabas: Cómo estás?, Cómo te fueron las vacaciones? o alguna otra pregunta por el estilo, te contestaban siempre "Fantástico", "Magnífico", "Insuperable"... Para ellos nunca llovía, nunca se enfermaban, nadie se resfriaba, los hijos eran lo máximo, lo mejor... Sí, sí, acá en el sur del mundo también teníamos hipócritas de clase alta y media alta también. Sobre todo muchas Greer, el personaje de Nicole que durante los primeros capítulos ella borda con exquisito detalle. Puede que algunos la comparen con Big little liers, pero este personaje es más duro. Es una roca perfecta , vestida de lujo, a la que a lo sumo se le levanta un poquito la ceja cuando está en desacuerdo con las elecciones que toman sus hijos o algún que otro exceso de su marido. Pero que su delicadeza no te confunda: Ella es la jefa, la que da órdenes sin gritar, y hace que las cosas se hagan a su manera. Perfecta Kidman en este papel tan emblemático de una época del mundo occidental. Y la habría preferido así toda la serie.....