Tenso policíaco de esmerada caligrafía y cierta potencia narrativa, con actores en auténtica ignición (Jude Law recuerda al mejor Gene Hackman y Nicholas Hoult al príncipe de Beckelar), con mimbres para ser una película rotunda, pero bastante superficial en su desarrollo. Le pasa al film lo que le ocurre a La Orden que le da nombre: aunque le echa ganas y le pone empeño y por momentos la cosa parece marchar, hay un nivel que no alcanza, básicamente por un flojo tratamiento de los personajes. Es la típica historia de federal impetuoso a la caza de criminal contumaz, solo que un poco por encima de la media. Disfrutable.

Kurzel filma con mucho estilo. Coloca la cámara en sitios en los que sabe que las escenas adquieren un toque más distinguido, como sucede en unos cuantos pasajes a bordo de vehículos, en esta historia basada en eventos de 1983 con un grupo que grita a los cuatro vientos sobre la supremacía blanca y emprende ataques terroristas.

'The Order' resulta un policial efectivo pero también desparejo, sobre todo en su desarrollo, cuando el asunto se ralentiza con algunos diálogos o detalles que no aportan demasiado ni colaboran con la paciencia del espectador. Más allá de este aspecto, el director de 'Nitram' le imprime tensión, persecuciones y balaceras para compensar aquellos momentos de estancamiento narrativo.

Tye Sheridan y Nicholas Hoult cumplen, sin descollar. El bueno de Jude Law les saca ventaja a todos y nos ofrece una interpretación que transmite mucho desde su mirada y sus expresiones, esas que dejan entrever que tiene mucho por depurar de su pasado, a pesar de ser escueto, medido y evasor en sus respuestas. Su actuación es la que le da un plus al film.

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Basada en hechos reales, la película narra la implacable persecución de un agente del FBI, interpretado por Jude Law, contra un grupo supremacista blanco en la América de los años 80. Más que un simple investigador, el protagonista se convierte en un cazador obsesivo, dispuesto a sacrificar todo y a todos por alcanzar a su presa. Paralelamente, el relato retrata a su objetivo: un discípulo aventajado del culto original que, al separarse de los planes de sus líderes, funda su propio grupo con fines más pragmáticos e inmediatos, buscando un cambio práctico más que teórico.

Con una dirección impecable pero carente de riesgos, la película avanza de forma predecible, perdiendo la oportunidad de dejar una huella memorable. Su diseño visual y actuaciones son sólidos, pero el guion no se aparta del camino trazado, limitando el impacto emocional de los momentos más intensos.

A pesar de estas limitaciones, la obra aporta una reflexión interesante sobre los extremismos: más allá de buscar triunfar, algunos persiguen la inmortalidad como leyendas, inspirando futuras generaciones incluso desde el fracaso. Este concepto, aunque sutilmente desarrollado, añade profundidad a un conflicto que por momentos roza lo universal.

En definitiva, se trata de una película eficaz y correctamente ejecutada, pero carente de audacia narrativa y personalidad distintiva. Cumple su propósito con solvencia, pero sin dejar una huella duradera en la memoria del espectador.

‘The Order’ es de esas películas que, cuando arrancan, tienen muy buena pinta, pero que poco a poco se van diluyendo como un azucarillo en el café, sin ser capaz de dejar algo de poso.

La historia, basada en hechos reales, nos cuenta como un grupo organizado neonazi comienza a realizar una serie de robos para poder financiar un levantamiento armado y, vaya, preparar la de Dios es Cristo. Te asustas cuando compruebas la veracidad de los hechos y que el manifiesto usado en la historia también lo utilizaron los que asaltaron el capitolio hace escasamente un par de años.

El film se cuece a fuego lento y el juego del gato y el ratón entre el mujeriego líder Nazi, un Nicholas Hoult que está bien le pongas donde le pongas, y un rudo Jude Law al que no termino de ver en el papel a pesar de sus esfuerzos, está bien. El problema es que la trama, la cinta, te está pidiendo que le metas una velocidad más. Los momentos de acción están bien rodados a pesar de que la historia te la sepas casi por completo, pero necesita que haya algo que mueva más el motor. Kurzel quiere que la cinta sea como una especie de Western moderno y, la idea no está mal, pero tampoco le cuaja del todo.

Tiene además otro serio problema: No hay clímax como tal. La investigación se sucede y, justo cuando la película debería terminar con un gran final, la historia termina con un escena bastante correcta, pero un tanto mal resuelta.

Había material, se podía haber hecho algo mejor pero creo que se queda a medias de todo.

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Si alguien buscaba una película del tipo «Arma letal 2», se ha equivocado de pleno. «The Order» es una correctísima película sobre unos hechos ya conocidos. Aun así, se las apaña para mantener la tensión durante todo el metraje, sin que el espectador sepa cómo va a explotar esa tensión.

Jude Law, como suele ser habitual, borda el papel, esta vez de avejentado agente del FBI ya quemado. Nicholas Hoult interpreta un papel, en general, bastante comedido, imagino que queriendo transmitir la frialdad del personaje. Los secundarios son bastante creíbles, aunque el interpretado por Tye Sheridan muestra una personalidad tiovivo.

Una fotografía muy esmerada, predominando tonos fríos, y una banda sonora que me ha recordado a la de «Sicario». De hecho, busqué el nombre del compositor y resultó ser Jed Kurzel, el hermano mayor del director.

Se ha señalado esta película como previsible. Demonios, pues claro: si no se conoce esa historia, sólo hay que buscar por «Robert Jay Mathews» o «The Order» en la Wikipedia o similares para saber cómo va a acabar todo. El tema de la película daría para una serie de televisión, pero el director ha tenido que condensar los acontecimientos y la relación entre personajes en menos de dos horas. En ese sentido, la película funciona como un reloj de precisión: un montaje intachable.

Las más furibundas críticas hacia esta película no obedecen a criterios cinematográficos: en Estados Unidos la película ha enfurecido a los republicanos, a quienes, vayan ustedes a saber por qué, no les ha hecho gracia que los malos sean blancos supremacistas neonazis.

A pesar de estar ambientada varias décadas atrás, a nadie se le escapa su relación con hechos actuales. Y si a algún despistado se le pasa por alto dicha relación, un simple cartelito en los títulos de crédito finales es toda una bofetada para cualquier pro-Trump.