M, el vampiro de Düsseldorf
8,3
22.321
Thriller. Intriga
Un asesino de niñas tiene atemorizada a toda la ciudad de Berlín. La policía lo busca frenética y desesperadamente, deteniendo a cualquier persona mínimamente sospechosa. Por su parte, los jefes del hampa, furiosos por las redadas que están sufriendo por culpa del asesino, deciden buscarlo ellos mismos. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2009
8 de enero de 2009
509 de 534 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mañana de 1963, F. W. Murnau estaba en una sala de proyecciones universitaria para un experimento científico. Su amigo el profesor Vogel le proyectó una escena de la película de Hitchcock “Los Pájaros”, aquella en la que la madre del protagonista descubre al granjero muerto. Al acabar, Murnau se felicitó por haber visto una muestra de cine puramente visual, en el que el casi inexistente sonido no molestaba a las imágenes.
“Ahora vas a verlo como una película muda” –dijo el profesor, y proyectó exactamente la misma escena sin sonido. Cuando volvieron las luces, Murnau permaneció en su asiento, estupefacto. “Es extraordinario”. ¿Qué le parecía “extraordinario”?
“Ahora vas a verlo como una película muda” –dijo el profesor, y proyectó exactamente la misma escena sin sonido. Cuando volvieron las luces, Murnau permaneció en su asiento, estupefacto. “Es extraordinario”. ¿Qué le parecía “extraordinario”?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para comprenderlo hay que retroceder en el tiempo. Al día 11 de Mayo de 1931. Hasta entonces se habían hecho muchos esfuerzos por integrar el sonido en una película, un carrusel de mejoras técnicas había posibilitado su uso creativo. Pero seguía faltando algo. Los dos cineastas más grandes del período mudo, Chaplin y Murnau, se resistían a hacer películas habladas.
Pero el 11 de Mayo de 1931 se estrenó “M” en Berlín. Y en la primera escena de la película sucede el milagro. El asesinato de la niña Elsie Eckmann nos lo narra Fritz Lang mediante el juego de montaje, imagen y sonido; la canción infantil se inicia sobre el fotograma aún negro, la cámara se mueve con suavidad, con una cotidianeidad que efectivamente resulta amenazadora; el asesino se presenta por su sombra perfilada, al estilo expresionista, y también por un estribillo que silba; los encuadres son plásticos pero dinámicos; y las consecuencias se narran mediante una elegante sucesión de elipsis. La escena en sí es un compendio del arte cinematográfico conocido hasta la fecha, puesto al día con el uso dramático del sonido. Pero hay algo que hace de esa secuencia de siete minutos un instante de cine decisivo, fundacional.
La sucesión de sonidos e imágenes atrapa al espectador y en un momento indeterminable cuando parece que la alternancia de situaciones va a acelerar el ritmo…, el suspense no llega. Lang no nos fuerza la mirada, porque el nervio de la escena descansa en la espera de la madre, no en un desenlace que se nos oculta. Y es entonces cuando surge. Nos oprime, se nos mete en el estómago; está allí, agazapado como un criminal: el silencio.
“Mientras oigamos cantar a los niños, al menos sabemos que están ahí”. Es imposible imaginarse esta escena en una película muda, porque en ellas no existe lo que el genio de Lang descubre aquí: el poder del silencio como contrapunto al sonido. En “M” presenciamos el asesinato de Elsie Eckmann sin verlo y oímos su angustia sin escucharla.
Todo el cine posterior que merece la pena está inoculado felizmente por el virus de Elsie Eckman: Ophuls, Ford, Becker… Incluso Chaplin se dio por vencido.
Y, por supuesto, Hitchcock. “Los pájaros” es una sinfonía de silencios que sólo puede darse en una película sonora. Eso fue lo que nunca pudo descubrir Murnau aquella inexistente mañana de 1963 porque, como todos sabemos, falleció en un tonto accidente de coche en 1931. Ni siquiera pudo ver “M”. Dejé escrito en otra crítica que las obras de arte deberían pertenecer a los que las aman. Mi cuota correspondiente en “M” iría a F. W. Murnau, porque nadie como él llegó tan lejos en la búsqueda de la elocuencia en las imágenes animadas y porque nadie como él mereció tanto escuchar el auténtico sonido del silencio en una pantalla.
Pero el 11 de Mayo de 1931 se estrenó “M” en Berlín. Y en la primera escena de la película sucede el milagro. El asesinato de la niña Elsie Eckmann nos lo narra Fritz Lang mediante el juego de montaje, imagen y sonido; la canción infantil se inicia sobre el fotograma aún negro, la cámara se mueve con suavidad, con una cotidianeidad que efectivamente resulta amenazadora; el asesino se presenta por su sombra perfilada, al estilo expresionista, y también por un estribillo que silba; los encuadres son plásticos pero dinámicos; y las consecuencias se narran mediante una elegante sucesión de elipsis. La escena en sí es un compendio del arte cinematográfico conocido hasta la fecha, puesto al día con el uso dramático del sonido. Pero hay algo que hace de esa secuencia de siete minutos un instante de cine decisivo, fundacional.
La sucesión de sonidos e imágenes atrapa al espectador y en un momento indeterminable cuando parece que la alternancia de situaciones va a acelerar el ritmo…, el suspense no llega. Lang no nos fuerza la mirada, porque el nervio de la escena descansa en la espera de la madre, no en un desenlace que se nos oculta. Y es entonces cuando surge. Nos oprime, se nos mete en el estómago; está allí, agazapado como un criminal: el silencio.
“Mientras oigamos cantar a los niños, al menos sabemos que están ahí”. Es imposible imaginarse esta escena en una película muda, porque en ellas no existe lo que el genio de Lang descubre aquí: el poder del silencio como contrapunto al sonido. En “M” presenciamos el asesinato de Elsie Eckmann sin verlo y oímos su angustia sin escucharla.
Todo el cine posterior que merece la pena está inoculado felizmente por el virus de Elsie Eckman: Ophuls, Ford, Becker… Incluso Chaplin se dio por vencido.
Y, por supuesto, Hitchcock. “Los pájaros” es una sinfonía de silencios que sólo puede darse en una película sonora. Eso fue lo que nunca pudo descubrir Murnau aquella inexistente mañana de 1963 porque, como todos sabemos, falleció en un tonto accidente de coche en 1931. Ni siquiera pudo ver “M”. Dejé escrito en otra crítica que las obras de arte deberían pertenecer a los que las aman. Mi cuota correspondiente en “M” iría a F. W. Murnau, porque nadie como él llegó tan lejos en la búsqueda de la elocuencia en las imágenes animadas y porque nadie como él mereció tanto escuchar el auténtico sonido del silencio en una pantalla.
1 de diciembre de 2005
1 de diciembre de 2005
366 de 404 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la industria del cine estadounidense sostenía que la llegada del cine sonoro únicamente servía para adaptar obras de teatro y realizar musicales M, el vampiro de Düsseldorf fue un bofetón en la cara. En el continente de las ideas, Hitchkock comenzaba a destacar así como Buñuel, Gance o Vigo y por supuesto, Fritz Lang. Para Hollywood un film como aquel no era viable, hasta que lo vieron, claro.
Lang la estructuró en tres partes. La primera se encarga de mostrarnos al asesino y sus consecuencias. En la segunda el espectador asiste a la competencia desatada entre las fuerzas del orden -criticadas por su falta de resultados- y los bajos fondos -hostigados por la policía en su busqueda del asesino- para llegar al mismo fin pero con diferentes métodos. Y en la tercera -la más sobrecogedora- una caza al hombre sin cuartel.
Fritz Lang consiguió con M, el vampiro de Düsseldorf dibujar el perfil de sicópata que más tarde seguirían todos sus colegas con los matices correspondientes a cada caso. En la escena final, Peter Lorre encoge el corazón de cualquier espectador con su monólogo final, consiguiendo un cierto grado de empatía con el público, caso éste muy difícil de conseguir por un actor y solo al alcance de los genios de la interpretación. Un crítico de cine definió el rostro de Lorre en El Halcón Maltés como el más extraño y desasosegante de la Historia del Cine. En M, creo que también se podría decir lo mismo del actor.
Destacar también la actuación del jefe de los bajos fondos así como su atuendo y su aire marcial, ácida crítica de Lang hacia el nazismo que se les venía encima. El único pero que le pongo es un contrapicado de tres segundos en el que se ve al comisario espatarrado en una silla y marcando paquete. Demasiado. Final épico y vanguardista.
La película que jamás aprobarían los de la LIGA ANTI TABACO.
Una delicia visual y sonora que cautiva y emociona a partes iguales. 9.8
"¿Quiénes sois vosotros para juzgarme a mí?"
Lang la estructuró en tres partes. La primera se encarga de mostrarnos al asesino y sus consecuencias. En la segunda el espectador asiste a la competencia desatada entre las fuerzas del orden -criticadas por su falta de resultados- y los bajos fondos -hostigados por la policía en su busqueda del asesino- para llegar al mismo fin pero con diferentes métodos. Y en la tercera -la más sobrecogedora- una caza al hombre sin cuartel.
Fritz Lang consiguió con M, el vampiro de Düsseldorf dibujar el perfil de sicópata que más tarde seguirían todos sus colegas con los matices correspondientes a cada caso. En la escena final, Peter Lorre encoge el corazón de cualquier espectador con su monólogo final, consiguiendo un cierto grado de empatía con el público, caso éste muy difícil de conseguir por un actor y solo al alcance de los genios de la interpretación. Un crítico de cine definió el rostro de Lorre en El Halcón Maltés como el más extraño y desasosegante de la Historia del Cine. En M, creo que también se podría decir lo mismo del actor.
Destacar también la actuación del jefe de los bajos fondos así como su atuendo y su aire marcial, ácida crítica de Lang hacia el nazismo que se les venía encima. El único pero que le pongo es un contrapicado de tres segundos en el que se ve al comisario espatarrado en una silla y marcando paquete. Demasiado. Final épico y vanguardista.
La película que jamás aprobarían los de la LIGA ANTI TABACO.
Una delicia visual y sonora que cautiva y emociona a partes iguales. 9.8
"¿Quiénes sois vosotros para juzgarme a mí?"
3 de octubre de 2007
3 de octubre de 2007
201 de 225 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) M de Mörder
Canciones, juegos infantiles, escaleras, un globo, silbidos, la sombra recortada en el cartel, el uso del fuera de campo y las elipsis.
Los encuadres. La atmósfera asfixiante del psicópata.
===
2) La caza
Las dos caras de la sociedad. Montaje en paralelo. La policía y el sindicato del crimen. Histeria colectiva. La encerrona. La creación de los espacios. Dos ojos grandes y perlados de sudor.
Cambia el punto de vista; el sustrato moral se tambalea.
===
3) Juicios
La esquizofrenia al desnudo: El monólogo más sobrecogedor de la historia del cine.
Las dos caras de la verdad.
Final semiabierto.
Sucedió lo irremediable.
Sólo queda el dolor.
Quien esté libre de pecado…
===
Nada es sencillo, todo tiene su reverso, lo que empieza como una afilada sinfonía del horror acaba siendo una lección inolvidable de psicopatología, M. Y es que la vida puede ser una terrible enfermedad.
Canciones, juegos infantiles, escaleras, un globo, silbidos, la sombra recortada en el cartel, el uso del fuera de campo y las elipsis.
Los encuadres. La atmósfera asfixiante del psicópata.
===
2) La caza
Las dos caras de la sociedad. Montaje en paralelo. La policía y el sindicato del crimen. Histeria colectiva. La encerrona. La creación de los espacios. Dos ojos grandes y perlados de sudor.
Cambia el punto de vista; el sustrato moral se tambalea.
===
3) Juicios
La esquizofrenia al desnudo: El monólogo más sobrecogedor de la historia del cine.
Las dos caras de la verdad.
Final semiabierto.
Sucedió lo irremediable.
Sólo queda el dolor.
Quien esté libre de pecado…
===
Nada es sencillo, todo tiene su reverso, lo que empieza como una afilada sinfonía del horror acaba siendo una lección inolvidable de psicopatología, M. Y es que la vida puede ser una terrible enfermedad.
28 de mayo de 2007
28 de mayo de 2007
201 de 259 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en que la sangre y la casquería no era necesaria para mostrar un psicópata.
Hubo un tiempo en que el cine debatía sobre la mente humana.
Hubo un tiempo en que el cine investigaba, debatía y se posicionaba.
Hubo un tiempo en que el fuera de campo se consideraba algo sumamente importante.
Hubo un tiempo en que un psicópata se veía acorralado y pedía clemencia.
Hubo un tiempo en que una película de asesinatos no mostraba asesinatos.
Hubo un tiempo en que unos simples globos sugirieron un asesinato.
Hubo un tiempo en que una melodía silbada puso los pelos de punta.
Hubo un tiempo en que un asesino de niños se hizo vulnerable.
Hubo un tiempo en que un psicópata no utilizaba una sierra mecánica.
Hubo un tiempo en el que el miedo/tensión no se creó a base de sustos.
Hubo un tiempo en el que no se necesitaban efectos de sonido para meter sustos.
Hubo un tiempo en el que hubo películas sobre psicópatas y no había sustos.
Hubo un tiempo en que una película se preguntaba sobre la naturaleza del ser humano y sobre la diferencia entre locura, sadismo, enfermedad...
Hubo un tiempo en que el guión sustentaba una película de este tipo.
Hubo un tiempo en que directores sin recursos como ahora se las ingeniaban para decir lo que querían.
Hubo un tiempo en el que Hostel no valdría nada.
Hubo un tiempo en el que el cine fue cine y aprovechó los recursos que este arte brinda.
Hubo un tiempo en el que el cine era cine y no publicidad vacía.
Hubo un tiempo en el que el cine hizo pensar.
Hubo un tiempo en el que el cine se mojaba y posicionaba.
Hubo un tiempo en el que el cine pasaba de la moralina y hablaba desde el subtexto.
Hubo un tiempo en el que un actor interpretó a un psicópata de forma natural y magistral.
Hubo un tiempo en que lo personal, lo social, lo macabro, lo político...se mostraba en una película con psicópata.
Hoy vivimos en unos tiempos en los que "M" sería inviable, ya que aprovecha demasiado lo que el cine puede dar de sí.
Hoy vivimos en unos tiempos en los que el psicópata es un descerebrado que mata.
Hoy vivimos en unos tiempos en que cualquier director utiliza el recurso del ketchup y machetazos retorcidos.
Hoy vivimos en una época en que las emociones fuertes van al estómago.
Al estómago, no al cerebro.
Hubo un tiempo en que el cine debatía sobre la mente humana.
Hubo un tiempo en que el cine investigaba, debatía y se posicionaba.
Hubo un tiempo en que el fuera de campo se consideraba algo sumamente importante.
Hubo un tiempo en que un psicópata se veía acorralado y pedía clemencia.
Hubo un tiempo en que una película de asesinatos no mostraba asesinatos.
Hubo un tiempo en que unos simples globos sugirieron un asesinato.
Hubo un tiempo en que una melodía silbada puso los pelos de punta.
Hubo un tiempo en que un asesino de niños se hizo vulnerable.
Hubo un tiempo en que un psicópata no utilizaba una sierra mecánica.
Hubo un tiempo en el que el miedo/tensión no se creó a base de sustos.
Hubo un tiempo en el que no se necesitaban efectos de sonido para meter sustos.
Hubo un tiempo en el que hubo películas sobre psicópatas y no había sustos.
Hubo un tiempo en que una película se preguntaba sobre la naturaleza del ser humano y sobre la diferencia entre locura, sadismo, enfermedad...
Hubo un tiempo en que el guión sustentaba una película de este tipo.
Hubo un tiempo en que directores sin recursos como ahora se las ingeniaban para decir lo que querían.
Hubo un tiempo en el que Hostel no valdría nada.
Hubo un tiempo en el que el cine fue cine y aprovechó los recursos que este arte brinda.
Hubo un tiempo en el que el cine era cine y no publicidad vacía.
Hubo un tiempo en el que el cine hizo pensar.
Hubo un tiempo en el que el cine se mojaba y posicionaba.
Hubo un tiempo en el que el cine pasaba de la moralina y hablaba desde el subtexto.
Hubo un tiempo en el que un actor interpretó a un psicópata de forma natural y magistral.
Hubo un tiempo en que lo personal, lo social, lo macabro, lo político...se mostraba en una película con psicópata.
Hoy vivimos en unos tiempos en los que "M" sería inviable, ya que aprovecha demasiado lo que el cine puede dar de sí.
Hoy vivimos en unos tiempos en los que el psicópata es un descerebrado que mata.
Hoy vivimos en unos tiempos en que cualquier director utiliza el recurso del ketchup y machetazos retorcidos.
Hoy vivimos en una época en que las emociones fuertes van al estómago.
Al estómago, no al cerebro.
28 de abril de 2008
28 de abril de 2008
113 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días un amigo de esta página me mandó un mensaje para saludarme y al final de este me hizo una sugerencia. Esta no era otra que ver esta película, a la que tildaba como su favorita. Como coincido bastante con él, en general, no dude ni un minuto, hay que ponerse a ver esta vieja película de ni más ni menos ¡1931!
Además tenía un chollo añadido, si no me gustaba, mi buen amigo me permitía que me vengara, cosa que naturalmente iba a hacer ¡Je,je,je!
Desgraciadamente no va a haber venganza, desde el primer fotograma quedé alucinado, el poderío de las imágenes era tremendo, los actores bestiales, de la fotografía para que hablar, el guión espeluznante, todo magistral, a simple vista, gozada absoluta.
¿Cómo consigue Fritz Lang este efecto tan inmediato? Pues con una introducción bestial. Con toda naturalidad nos narra como una madre está esperando a que venga su hija del cole, con un reloj que va marcando el retraso y proporcionando angustia y desasosiego a la progenitora. Nos muestra como empieza de la tranquilidad absoluta a la preocupación infinita, hasta llegar a los gritos de desesperación temiéndose lo peor, lo que cualquier padre teme, que le haya pasado algo a su pequeña.
En medio nos muestra como el asesino de niños, aún sin cara va engatusando a la niña camino del fatal desenlace.
Bestial inicio que te deja sobrecogido y te mete de lleno en la trama.
Luego se van presentando sin ninguna prisa los personajes de la historia, los ciudadanos que empiezan a sospechar de todo el mundo, incluso de sus amigos, los policías, los personajes del hampa, incómodos ante la continua presión policial por encontrar a tan terrible asesino y finalmente al asesino de niños, quizá las personas más repudiadas por nuestra sociedad.
No hay que perdérsela, sigo en spoiler pues cuento cosas de la película.
Además tenía un chollo añadido, si no me gustaba, mi buen amigo me permitía que me vengara, cosa que naturalmente iba a hacer ¡Je,je,je!
Desgraciadamente no va a haber venganza, desde el primer fotograma quedé alucinado, el poderío de las imágenes era tremendo, los actores bestiales, de la fotografía para que hablar, el guión espeluznante, todo magistral, a simple vista, gozada absoluta.
¿Cómo consigue Fritz Lang este efecto tan inmediato? Pues con una introducción bestial. Con toda naturalidad nos narra como una madre está esperando a que venga su hija del cole, con un reloj que va marcando el retraso y proporcionando angustia y desasosiego a la progenitora. Nos muestra como empieza de la tranquilidad absoluta a la preocupación infinita, hasta llegar a los gritos de desesperación temiéndose lo peor, lo que cualquier padre teme, que le haya pasado algo a su pequeña.
En medio nos muestra como el asesino de niños, aún sin cara va engatusando a la niña camino del fatal desenlace.
Bestial inicio que te deja sobrecogido y te mete de lleno en la trama.
Luego se van presentando sin ninguna prisa los personajes de la historia, los ciudadanos que empiezan a sospechar de todo el mundo, incluso de sus amigos, los policías, los personajes del hampa, incómodos ante la continua presión policial por encontrar a tan terrible asesino y finalmente al asesino de niños, quizá las personas más repudiadas por nuestra sociedad.
No hay que perdérsela, sigo en spoiler pues cuento cosas de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Para mí hay además de la primera escena de la madre esperando a su hija, hay otras dos escenas tremendas. La primera cuando ve Peter Lorre a una muchacha a través de un escaparate, en su cara se refleja esa lucha interior entre no hacerla ningún daño y la pasión desenfrenada que siente por atacar a la niña, gran escena.
Y finalmente el juicio de los hampones, escena tremenda, con unos diálogos bestiales, para mi una de las mejores escenas de la historia del cine, con un Lorre escalofriante, eso sin desmerecer al que hace de abogado defensor y al jefe de los hampones.
Grande, grande, de lo mejor que he visto en mi vida, gracias amiguete, en vez de vengarme te debo una, por favor sigue dándome consejos como este ¡Un abrazo!
Y finalmente el juicio de los hampones, escena tremenda, con unos diálogos bestiales, para mi una de las mejores escenas de la historia del cine, con un Lorre escalofriante, eso sin desmerecer al que hace de abogado defensor y al jefe de los hampones.
Grande, grande, de lo mejor que he visto en mi vida, gracias amiguete, en vez de vengarme te debo una, por favor sigue dándome consejos como este ¡Un abrazo!
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