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En el nombre del hijo

Drama Irlanda, 1979. Frank y Gerard, dos jóvenes terroristas, son detenidos y juzgados Frank es condenado a cadena perpetua, y Gerard a doce años. Ellos y trescientos compañeros, se niegan a vestir el uniforme reglamentario, porque se consideran prisioneros de guerra. Después de algunos enfrentamientos, se llega a un acuerdo: los terroristas, tal y como pedían, podrán vestir ropa de calle, pero el Gobierno concede también ese privilegio a los ... [+]
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
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8
2 de marzo de 2006
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás sea esta una de las películas más realistas sobre el complejo conflicto político de Irlanda del Norte, todavía latente (a pesar de los tardíos acuerdos de una paz dificílmente conseguida) y que puede volver a estallar en cualquier momento; pero no es una historia del problema, sino solamente una de sus páginas de mayor tensión y emotividad, desarrollada en Belfast en 1981. El ejército británico acorrala a los terroristas del IRA (aunque ellos se consideran luchadores por la independencia de la católica Irlanda), y hace prisioneros a un grupo de trescientos, que siguen luchando en la cárcel por sus derechos y, particularmente, por el reconocimiento de su condición de presos políticos (como los de ETA en España, aunque entre aquel conflicto y el vasco existen notorias diferencias). La historia hilvanada hábilmente por Terry George y Jim Sheridan es puramente descriptiva y trata de ser políticamente neutra, aunque en éste, como en cualquier otro conflicto histórico de igual naturaleza, es difícil mantener el equilibrio ideológico entre puntos de vista tan dispares, como puede apreciarse en la evolución de los sentimientos de dos madres protagonistas del film: la moderada y pacifista Kathleen Quigley (Helen Mirren), madre de Gerard, y la radicalizada Annie Higgins (Fionnula Flanagan), madre de Frank. Los dos muchachos resisten con entereza y heroísmo idealista sus posiciones revolucionarias, sumándose a los presos que organizan una dura huelga de hambre, detenida después de la muerte de algunos de los huelguistas, tras arduas negociaciones con los representantes del gobierno de Margaret Thatcher, la dama de hierro. Los sufrimientos de estas familias son retratados con hondo dramatismo, resaltando el papel abnegado de las mujeres que también lucharon hasta la extenuación para conseguir mejores condiciones de la vida de los presos y perseguir, a mayor plazo, un acuerdo honroso de paz. Película dura, violenta, emotiva, con lecciones que deberían aprender los que se empecinan en eternizar esos dramas internos.
7
26 de agosto de 2005
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda parte de la Trilogía irlandesa (que se inicia con "En el nombre del Padre" y concluye con "The Boxer") de Jim Sheridan (que aquí es co-guionista).
La película supone un análisis de la situación irlandesa desde dos puntos de vista claramente opuestos, sin que uno sobresalga por encima del otro.
Gran papel de Fionnula Flanagan, junto con una Banda Sonora excelente a cargo del compositor Bill Whelan (conocido por componer la música de espectáculos como Riverdance).
Es recomendable verla para poder entender mejor el conflicto irlandés desde todas sus perspectivas.
8
9 de marzo de 2008
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente peli dirigida por Terry George, quien una década después nos regalaría otra magnífica obra, Hotel Rwanda, y que aquí vuelve a colaborar con Jim Sheridan tres años después de En el Nombre del Padre. Es interesante ver cómo un director norirlandés es capaz de adaptar a la gran pantalla un tema tan dramático como es el de los presos del IRA. La película está perfectamente sincronizada, da los pasos adecuados hasta dejarnos ver su clave: esas madres que sufren por sus hijos presos. Mientras que la peli de Jim Sheridan se centraba más en los cuatro de Guildford (aunque recordemos la importancia que se daba también a las familias, como en el caso del padre de Gerry, Giuseppe) aquí el claro protagonismo se lo llevan las dos madres, Kathleen y Annie, en una interesante dicotomía de puntos de vista: mientras que la primera desconocía las actividades de su hijo, y era moderada, la segunda claramente luchaba por la causa,pero las dos, a pesar de sus diferencias ideológicas, lograron establecer una comunión basada en la lucha por sus hijos.
La peli no sería lo que es si no se hubiera recurrido a Helen Mirren y Fionnula Flanagan, que están impresionantes como madres. También considero necesario destacar que la película no se mete en pantanosos terrenos políticos, o lo deja ver sin profundizar, en contraposición a otro cine de corte mucho más comprometido. Quizás esto resulte más inteligente, porque así nos deja ver lo realmente importante, que son las personas, las relaciones humanas.
7
23 de junio de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco después de empezar, parece llegarnos el olor que destilan las celdas, esa atmósfera repugnante, que casi llegamos a percibir literalmente.
Los aromas a putrefacción, las ropas, las circunstancias, no pasa nada desapercibido, hay gran sufrimiento y dolor, con la poderosa fuerza que arrastran en sí mismos estos conceptos.
En esta historia, basada en hechos ciertos, hay críticas a los británicos, a los del IRA, e incluso a la iglesia católica. Pero lo más importante es el retrato humano que describe la historia, el sufrimiento y la falta de solución de unos dirigentes insensibles a todo.
Los sudores y temblores de los presos (su única arma en aquel momento), deberían hacer reflexionar a más de uno.
Bajo mi opinión merece un 7.4 sobre 10.
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4
22 de agosto de 2014
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
TERRORISMO

Leo por ahí que en esta historia no hay una toma clara de partido ni se juzga a nadie. Pues no sé si hemos visto la misma película porque yo sí que he visto una clarísima toma de partido a favor del IRA y de sus presos y en contra del gobierno británico, representado en la figura de un antipatiquísimo personaje con cara de psicópata asesino capaz de cargarse a toda Irlanda del Norte por aquello del "God save the Queen".

Y me duele esta visión. Me duele porque el guión lo firma Jim Sheridan, un tipo que en otras películas había mantenido una exquisita neutralidad a la hora de tratar el conflicto irlandés. Ahora se junta con Terry George y nos pintan a los presos del IRA como una especie de mártires con principios éticos inamovibles, como Jesucristos modernos dispuestos a morir por su Dios. De hecho, durante gran parte de la película aparecen caracterizados tal que así, con sus pelos y sus barbas largas, con unas mantas a modo de túnicas, pálidos, delgados y ojerosos, y con sus madres llorando a su vera cual sufridas y llorosas Vírgenes de los Dolores. Joder, y que haya gente que diga que hay neutralidad aquí! Y un cuerno! No hay ninguna neutralidad, hay unas simpatías muy claras y hay una visualización del conflicto que no deja lugar a dudas sobre quiénes son los cabrones y quiénes las víctimas. Por ahí mucha decepción, sobre todo con Sheridan.

MADRES E HIJOS

Aquí está la otra parte de la historia, la verdaderamente interesante. Me importan un pimiento la panda de fanáticos del IRA, que para mí son exactamente iguales en sus formas, en sus métodos, en su sinrazón y en sus caras de pirados a los de ETA o a los fundamentalistas de la yihad. El verdadero drama está en sus familias, aquí específicamente representadas en sus madres. Madres que creen en la causa de sus hijos y otras madres que pasan de toda esa historia y a las que les toca apoquinar con el fanatismo de sus hijos, que ellas no les han inculcado.

Y ahí están, maravillosas, inconmensurables, esas dos pedazo de actrices, Helen Mirren y Fionnula Flanagan, reflejando en cada uno de sus gestos lo que es el dolor de una madre. Una desde la incomprensión hacia todo lo que está haciendo su hijo y la otra desde el mismo fanatismo del suyo. Y esta parte sí que es demoledora, esas dos madres, una que comprende y otra que no, pero que quiere comprender. Y una piensa inevitablemente: "Qué haría yo si me saliera un hijo fanático y en un momento dado la decisión última sobre su vida dependiera de mí? Sería capaz de respetar sus ideas, por absurdas e irracionales que me parecieran, o prevalecería mi instinto de madre y salvaría a mi hijo?". Creo que yo tengo mi respuesta, pero... sería éticamente la mejor? No estoy del todo segura. Y tú qué harías?
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