100 metros
2016 

6,6
9.508
Drama. Comedia
Ramón, padre de familia treintañero, vive para el trabajo hasta que su cuerpo empieza a fallar. Diagnosticado de esclerosis múltiple, todos los pronósticos parecen indicar que en un año no será capaz de caminar ni cien metros. Ramón decide entonces plantarle cara a la vida participando en la prueba deportiva más dura del planeta. Con la ayuda de su mujer y el gruñón de su suegro, Ramón inicia un peculiar entrenamiento en el que luchará ... [+]
5 de noviembre de 2016
5 de noviembre de 2016
119 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta pequeña reseña desde la óptica de un amante al cine que lleva 13 años arrastrando la enfermedad que padece Ramón Arroyo, con lo que supongo que mi grado de sensibilidad respecto a la película se ve acrecentada. Acertadamente se afronta la película como una montaña rusa de emociones, porque tras el shock inicial que supone tener esta enfermedad para el paciente y su familia, a la larga uno tiene que esforzarse en vencer una enfermedad muy dificil de llevar y hacerse fuerte. La elección de unos actores principales procedentes del sector de la comedia ayuda mucho a poner esos puntos cómicos y de relajación ante la cruda realidad que se nos está explicando e impiden que la peli sea un facilón valle de lágrimas.
A los ojos de la diversidad de pacientes de esclerósis múltiple muchos momentos nos resultan trágicamente familiares y tanto los momentos de incredulidad, de impotencia y los fuertes efectos de la severa medicación son fiel reflejo del largo recorrido del paciente hasta que asimila que debe condicionar su vida a la enfermedad, aunque el relato "a pelo" de los hechos se ve acompañado por la no menos emocionante y conmovedora historia del suegro de Ramón (un gran Karra Elejalde), cuyos tet a tet con Dani Rovira, nos vuelven a demostrar la enorme complicidad entre ambos actores, alternando momentos cómicos como de profunda reflexión sobre la vida.
Un perfecto complemento al documental de Efecto Robinson con un final made in Hollywood que hará brotar las lágrimas de los corazones más hostiles.
En el capítulo personal, es una película que servirá para dar luz a mucha gente, a una enfermedad con nombre siniestro y futuro incierto, pero donde ejemplos como Ramón Arroyo nos muestran que no hay que afrontarla con pesimismo sinó como un motivo para crecerse en la adversidad
A los ojos de la diversidad de pacientes de esclerósis múltiple muchos momentos nos resultan trágicamente familiares y tanto los momentos de incredulidad, de impotencia y los fuertes efectos de la severa medicación son fiel reflejo del largo recorrido del paciente hasta que asimila que debe condicionar su vida a la enfermedad, aunque el relato "a pelo" de los hechos se ve acompañado por la no menos emocionante y conmovedora historia del suegro de Ramón (un gran Karra Elejalde), cuyos tet a tet con Dani Rovira, nos vuelven a demostrar la enorme complicidad entre ambos actores, alternando momentos cómicos como de profunda reflexión sobre la vida.
Un perfecto complemento al documental de Efecto Robinson con un final made in Hollywood que hará brotar las lágrimas de los corazones más hostiles.
En el capítulo personal, es una película que servirá para dar luz a mucha gente, a una enfermedad con nombre siniestro y futuro incierto, pero donde ejemplos como Ramón Arroyo nos muestran que no hay que afrontarla con pesimismo sinó como un motivo para crecerse en la adversidad
24 de diciembre de 2016
24 de diciembre de 2016
57 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo voy a decir porque si no lo digo reviento.
De aquí a unos años películas monstruosamente publicitadas y con recaudaciones extraordinarias habrán quedado en películas correctas, del montón de las decentes, y otras, no me extrañaría que esta lo fuese, que han pasado modestamente, perdurarán en el grupo de la películas inolvidables, que se realizaron en homenaje a esos seres humanos que de un día para otro, no sólo poder andar 100 metros, sino ver los colores, oír los pájaros o asomarse a la puerta de la calle se convirtió en un sueño imposible. Y además dirigida con una valentía y un acierto admirable.
Tengo que decir que fue ver el elenco y la desdeñé, me imaginaba una mezcla de ocho apellidos vascos y el club de la comedia, pero no sé si fue ver la foto del cartel, dónde no sé por qué me parecía que los de entonces no eran los mismos, o por la temática lo cierto es que fui. Y no, no me equivoqué.
Debe haber sido una labor de titanes para el director y para los tres actores principales conseguir actuar sin caer en el encasillamiento del que venían. El que más complicado lo tenía por lo definido de sus papeles interpretados era Karra Elejalde, después Dani Rovira y luego Alexandra Jiménez. Y ha sido en sentido inverso, lo que es lógico, cómo han superado la prueba. Ella está fantástica, Dani Rovira ha dado pruebas de que está preparado para lo que le echen y Karra Elejalde, no quiero ni pensar en el laborioso proceso en el que se habrá visto inmerso para no caer en lo que tantas veces hemos visto. Ha sido un goce para mí ver como había instantes en los que parecía que iba a caer en el encasillamiento y como se libraba. De filigrana. Ver dialogar a los dos, lanzándose pullas y no acordarse de los ocho apellidos es un logro de una dificultad formidable. Marcel Barrena lo ha conseguido.
Esta historia sobre el dolor, el sufrimiento y el tomarle a la vida la medida que en realidad tiene, indefinida pero impredecible, que debo decir que si ha habido gente que ha llorado monstruosamente con películas recientes, con esta puede deshidratarse, está rodada con la sencillez y la simpleza que tiene la cotidianidad cuando se vuelve horrible, de pesadilla: Ese dedo que deja de obedecer, esos ojos que se oscurecen para siempre, ese momento en el que asumes que vivir no es que sea un regalo, es que es un milagro.
El protagonista se lo resume muy bien a su suegro cuando lo pone a girar al borde del barranco y una vez que ya está mareado y en el filo del abismo le dice,
-Así es mi vida.
Basada en hechos reales, al final hay fotogramas de los verdaderos héroes, la película no es sólo es un homenaje a ellos, es un homenaje a aquellos que por encima de todo y contra todo defienden esa parte que les ha tocado administrar de lo verdaderamente importante: Vivir.
Vayan a verla y si no lloran más que en la monstruosa, es que la publicidad les ha obnubilado el sentimiento. Digo yo.
De aquí a unos años películas monstruosamente publicitadas y con recaudaciones extraordinarias habrán quedado en películas correctas, del montón de las decentes, y otras, no me extrañaría que esta lo fuese, que han pasado modestamente, perdurarán en el grupo de la películas inolvidables, que se realizaron en homenaje a esos seres humanos que de un día para otro, no sólo poder andar 100 metros, sino ver los colores, oír los pájaros o asomarse a la puerta de la calle se convirtió en un sueño imposible. Y además dirigida con una valentía y un acierto admirable.
Tengo que decir que fue ver el elenco y la desdeñé, me imaginaba una mezcla de ocho apellidos vascos y el club de la comedia, pero no sé si fue ver la foto del cartel, dónde no sé por qué me parecía que los de entonces no eran los mismos, o por la temática lo cierto es que fui. Y no, no me equivoqué.
Debe haber sido una labor de titanes para el director y para los tres actores principales conseguir actuar sin caer en el encasillamiento del que venían. El que más complicado lo tenía por lo definido de sus papeles interpretados era Karra Elejalde, después Dani Rovira y luego Alexandra Jiménez. Y ha sido en sentido inverso, lo que es lógico, cómo han superado la prueba. Ella está fantástica, Dani Rovira ha dado pruebas de que está preparado para lo que le echen y Karra Elejalde, no quiero ni pensar en el laborioso proceso en el que se habrá visto inmerso para no caer en lo que tantas veces hemos visto. Ha sido un goce para mí ver como había instantes en los que parecía que iba a caer en el encasillamiento y como se libraba. De filigrana. Ver dialogar a los dos, lanzándose pullas y no acordarse de los ocho apellidos es un logro de una dificultad formidable. Marcel Barrena lo ha conseguido.
Esta historia sobre el dolor, el sufrimiento y el tomarle a la vida la medida que en realidad tiene, indefinida pero impredecible, que debo decir que si ha habido gente que ha llorado monstruosamente con películas recientes, con esta puede deshidratarse, está rodada con la sencillez y la simpleza que tiene la cotidianidad cuando se vuelve horrible, de pesadilla: Ese dedo que deja de obedecer, esos ojos que se oscurecen para siempre, ese momento en el que asumes que vivir no es que sea un regalo, es que es un milagro.
El protagonista se lo resume muy bien a su suegro cuando lo pone a girar al borde del barranco y una vez que ya está mareado y en el filo del abismo le dice,
-Así es mi vida.
Basada en hechos reales, al final hay fotogramas de los verdaderos héroes, la película no es sólo es un homenaje a ellos, es un homenaje a aquellos que por encima de todo y contra todo defienden esa parte que les ha tocado administrar de lo verdaderamente importante: Vivir.
Vayan a verla y si no lloran más que en la monstruosa, es que la publicidad les ha obnubilado el sentimiento. Digo yo.
11 de noviembre de 2016
11 de noviembre de 2016
74 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo del Ironman siempre me ha parecido una brutalidad hermosa, por imposible, como una de esas cosas que me gustaría hacer, pero sin haber pasado por el previo y tremendo entrenamiento, tormento cruel, es decir, llegar y besar el santo.
Tener la esclerosis múltiple debe ser horrible. Si ya de por sí la vida es dura de cojones, si además le añades una enfermedad difícil, pues ya ni te cuento.
Esta película intenta relatar estos dos asuntos. Y la cosa queda a medias, bastante pobre y superficial. Hubiera sido mucho mejor un documental en el que se hablara de cualquiera de los dos aspectos o de la relación entre ambos en este caso concreto. En cambio, aquí han optado por la ficción de la situación. Y no se han aclarado. Han ido dando tumbos del principio al final. Felicidad-Me muero-Ironman. Los dos o tres cambios bruscos del personaje están presentados a lo bruto, de tal manera que el espectador no entiende nada y se pregunta si es tan así en la realidad, si se pasa de parecer que no puedes ni salir de casa, te vas a quedar ciego y sordo, y al día siguiente te pones a entrenar para correr maratones y a nadar, cual delfín, en el ancho mar, no sé, no creo yo.
Y también se producen bandazos en el tono. Pasan de comedia familiar con toques de drama a tragedia espantosa en el horizonte, de comedia banal y sin (casi) gracia a historia de superación a... popurrí de buenos sentimientos y bastante confusión. Pero todo plano y limado, una convención afectada y mansa que demuestra cierto buen gusto, cierto decoro y oficio, pero que renuncia de lleno a todo atisbo de riesgo, hondura o penetración en cualquiera de los temas planteados.
La idea parece la de siempre. Debes luchar y no rendirte. Vale. Lo obvio, mensaje vacío y consabido. Pero ese aspecto tampoco está desarrollado ni suficientemente explicado. Ni se establece relación entre la enfermedad y el entrenamiento, apenas nada. Ya digo, es la suma de varios clichés y géneros juntados a la buena de dios, unidos por un buenismo inofensivo y una endeblez general. Quizás me quede con el buen detalle de no elegir el tremendismo como recurso lacrimoso, nada más que solo un poco, ni exagerar demasiado los momentos más sensibleros. Son pudorosos en comparación con otros engendros.
Prácticamente no se explica nada. Por ejemplo:
- El trabajo. Dos o tres escenas intercaladas sin mucho sentido y a correr.
- Sus caídas, brotes o resurrecciones. No se sabe bien por qué pasa de un estado a otro, ni cuánto tiempo, ni nada.
Tener la esclerosis múltiple debe ser horrible. Si ya de por sí la vida es dura de cojones, si además le añades una enfermedad difícil, pues ya ni te cuento.
Esta película intenta relatar estos dos asuntos. Y la cosa queda a medias, bastante pobre y superficial. Hubiera sido mucho mejor un documental en el que se hablara de cualquiera de los dos aspectos o de la relación entre ambos en este caso concreto. En cambio, aquí han optado por la ficción de la situación. Y no se han aclarado. Han ido dando tumbos del principio al final. Felicidad-Me muero-Ironman. Los dos o tres cambios bruscos del personaje están presentados a lo bruto, de tal manera que el espectador no entiende nada y se pregunta si es tan así en la realidad, si se pasa de parecer que no puedes ni salir de casa, te vas a quedar ciego y sordo, y al día siguiente te pones a entrenar para correr maratones y a nadar, cual delfín, en el ancho mar, no sé, no creo yo.
Y también se producen bandazos en el tono. Pasan de comedia familiar con toques de drama a tragedia espantosa en el horizonte, de comedia banal y sin (casi) gracia a historia de superación a... popurrí de buenos sentimientos y bastante confusión. Pero todo plano y limado, una convención afectada y mansa que demuestra cierto buen gusto, cierto decoro y oficio, pero que renuncia de lleno a todo atisbo de riesgo, hondura o penetración en cualquiera de los temas planteados.
La idea parece la de siempre. Debes luchar y no rendirte. Vale. Lo obvio, mensaje vacío y consabido. Pero ese aspecto tampoco está desarrollado ni suficientemente explicado. Ni se establece relación entre la enfermedad y el entrenamiento, apenas nada. Ya digo, es la suma de varios clichés y géneros juntados a la buena de dios, unidos por un buenismo inofensivo y una endeblez general. Quizás me quede con el buen detalle de no elegir el tremendismo como recurso lacrimoso, nada más que solo un poco, ni exagerar demasiado los momentos más sensibleros. Son pudorosos en comparación con otros engendros.
Prácticamente no se explica nada. Por ejemplo:
- El trabajo. Dos o tres escenas intercaladas sin mucho sentido y a correr.
- Sus caídas, brotes o resurrecciones. No se sabe bien por qué pasa de un estado a otro, ni cuánto tiempo, ni nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Los colegas del hospital. Parecido. Son utilizados y olvidados sin mucho criterio. A través de dos de ellos quieren establecer las dos opciones/reacciones que se pueden dar ante ese hecho desgraciado, sea, el optimismo y la bondad pase lo que pase versus el cinismo y la verdad caiga quien caiga. Pero sus compañeros caen o están muy mal y él cada vez está mejor y no se sabe nunca el porqué. Tampoco lo aclaran ni parece que les importen esos seres enfermos más que como escuálido entorno, burdo y romo en su falta de consistencia o entidad argumental.
- Sobre la preparación del Ironman: le vemos hacer unas carreras y salir del mar. No pido la minucia del día a día, claro, pero para preparar, incluso estando sano como una manzana, una prueba de ese semejante calibre se necesita una dedicación de monje, una disciplina animal y una fuerza apabullante, no valen medias tintas. Y aquí parece más bien dominguero de paseo.
- Ni se habla del dinero, de las posibles ayudas, bajas, del trabajo de ella, de la pensión del padre, de la situación económica en general, cero también en ese sentido tan crucial y decisivo, que condiciona de forma tan evidente todo lo demás.
En definitiva, sales como entraste, igual de ignorante, si lo eras, que antes, con ninguna luz sobre ningún asunto, y además confundido por sus varias contradicciones, por ese vaivén entre la tragedia ya mismo y la salud de hierro de un atleta de élite, entre la comedia tonta y el dramón a tumba abierta.
Al final aparece un rótulo en el que se señalan las innumerables hazañas del protagonista. Pero añaden que eso no importa, que lo que importa en verdad es que le dijeron que no podía y sí pudo, que eso quería contar la película, hablar de las dificultades y discriminaciones y depresiones que sufren estos enfermos. Volvemos a lo mismo, si eso se pretendía, por qué no nos lo mostraron y optaron, en cambio, por la banalidad y el escapismo, es decir, lo que nos narran casi elude por completo esos aspectos más sórdidos o negativos, esas dificultades de todo tipo, casi que es un camino de rosas más bien, más allá, obviamente, de la tristeza lógica y terrible que supone enfrentarse a esa situación tan complicada y dolorosa. Y no digo que hicieran espectáculo morboso, líbreme dios, solo que representaran la que dicen que fue su intención y que esta no se quedara solamente en un enunciado que suena, por lo visto, ajeno completamente a lo que realmente es o cuenta/pasa en la película.
Finalmente, se quiere poner de ejemplo su caso como esperanza y motivación para todos los demás, lo cual, obviamente, es estupendo, pero es que cada caso es diferente y él, por lo que se ve como resultado final, pudo tener acceso a unas posibilidades y recursos, tanto físicos como materiales o temporales, que, supongo, la mayoría en su parecido caso no tienen, por lo que tal ejemplo queda diluido, cosa distinta hubiera sido si nos hubieran relatado lo que su caso tiene de común exactamente con los demás y a partir de ahí, sí, poder servir de enseñanza o ejemplo, justo lo que no hicieron. Como ha quedado en este caso, es una referencia hueca, de típica película de aires grandilocuentes y moralistas y de alma trivial y acomodaticia, más comercial que concienciada.
Por otro lado, el voluntarismo ciego acarrea desastres, tanto como su opuesto, la dejadez absoluta; el empeño, para ser sano y con sentido, siempre debe estar acompañado por un contexto favorable y de sentido común, por medida y proporción, una adecuado equilibrio. Lo que en un caso puede ser bueno, en otro, tal vez o muy seguramente contraproducente.
Como ficción que te muestra un mundo que desconoces y del que quieres aprender algo, nada aporta, como entretenimiento de humor y drama, muy poco, paupérrimo. Solo la educación de una narración contenida, el esfuerzo de los simpáticos actores y ciertos apartados técnicos como la fotografía o el montaje que cumplen con buena nota evitan el martirio y permiten que sea solo un bluff que no molesta.
- Sobre la preparación del Ironman: le vemos hacer unas carreras y salir del mar. No pido la minucia del día a día, claro, pero para preparar, incluso estando sano como una manzana, una prueba de ese semejante calibre se necesita una dedicación de monje, una disciplina animal y una fuerza apabullante, no valen medias tintas. Y aquí parece más bien dominguero de paseo.
- Ni se habla del dinero, de las posibles ayudas, bajas, del trabajo de ella, de la pensión del padre, de la situación económica en general, cero también en ese sentido tan crucial y decisivo, que condiciona de forma tan evidente todo lo demás.
En definitiva, sales como entraste, igual de ignorante, si lo eras, que antes, con ninguna luz sobre ningún asunto, y además confundido por sus varias contradicciones, por ese vaivén entre la tragedia ya mismo y la salud de hierro de un atleta de élite, entre la comedia tonta y el dramón a tumba abierta.
Al final aparece un rótulo en el que se señalan las innumerables hazañas del protagonista. Pero añaden que eso no importa, que lo que importa en verdad es que le dijeron que no podía y sí pudo, que eso quería contar la película, hablar de las dificultades y discriminaciones y depresiones que sufren estos enfermos. Volvemos a lo mismo, si eso se pretendía, por qué no nos lo mostraron y optaron, en cambio, por la banalidad y el escapismo, es decir, lo que nos narran casi elude por completo esos aspectos más sórdidos o negativos, esas dificultades de todo tipo, casi que es un camino de rosas más bien, más allá, obviamente, de la tristeza lógica y terrible que supone enfrentarse a esa situación tan complicada y dolorosa. Y no digo que hicieran espectáculo morboso, líbreme dios, solo que representaran la que dicen que fue su intención y que esta no se quedara solamente en un enunciado que suena, por lo visto, ajeno completamente a lo que realmente es o cuenta/pasa en la película.
Finalmente, se quiere poner de ejemplo su caso como esperanza y motivación para todos los demás, lo cual, obviamente, es estupendo, pero es que cada caso es diferente y él, por lo que se ve como resultado final, pudo tener acceso a unas posibilidades y recursos, tanto físicos como materiales o temporales, que, supongo, la mayoría en su parecido caso no tienen, por lo que tal ejemplo queda diluido, cosa distinta hubiera sido si nos hubieran relatado lo que su caso tiene de común exactamente con los demás y a partir de ahí, sí, poder servir de enseñanza o ejemplo, justo lo que no hicieron. Como ha quedado en este caso, es una referencia hueca, de típica película de aires grandilocuentes y moralistas y de alma trivial y acomodaticia, más comercial que concienciada.
Por otro lado, el voluntarismo ciego acarrea desastres, tanto como su opuesto, la dejadez absoluta; el empeño, para ser sano y con sentido, siempre debe estar acompañado por un contexto favorable y de sentido común, por medida y proporción, una adecuado equilibrio. Lo que en un caso puede ser bueno, en otro, tal vez o muy seguramente contraproducente.
Como ficción que te muestra un mundo que desconoces y del que quieres aprender algo, nada aporta, como entretenimiento de humor y drama, muy poco, paupérrimo. Solo la educación de una narración contenida, el esfuerzo de los simpáticos actores y ciertos apartados técnicos como la fotografía o el montaje que cumplen con buena nota evitan el martirio y permiten que sea solo un bluff que no molesta.
5 de noviembre de 2016
5 de noviembre de 2016
24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Barrena empieza con el horror de inspirado en Hechos reales. Por una vez no es algo malo o para vender el producto. Es una comedia dramática bien construida y bien planificado Con un buen plantel de buenos actores que hace que todo sea mas sencillo.Un film reindivicativo emocionante y divertido a partes iguales. No cae en el sentimentalismo barato ni en la ñoñería. La historia de Ramón gusta sobre todo por el buen hacer de su actor principal y el resto del reparto como ya he dicho antes. Funciona por esos bonitos momentos y por esos momentos no tan buenos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final cuando Ramón termina la triatlón se va mezclando el Ramón real y su mujer... Un buen truco de montaje aunque un poco tópico.
3 de marzo de 2017
3 de marzo de 2017
26 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
100 METROS se entrega con una sombra de tristeza, de desamparo, de dudas que sobrecogen el alma ante el incierto futuro de ese pobre muchacho treintañero que ahora se enfrenta a un drama real y palpable.
Acompañada de una música preciosa que señala todavía más, esa superación personal, amparada en las grandes desgracias de la vida... El problema surge cuando las emociones que aquí se plantean, las hemos visto demasiadas veces contadas en producciones caras y también baratas, y ya no nos emocionan, aunque las historias sean de MUCHA REALIDAD.
No quiero dar la impresión de ser un desalmado, no lo soy, pero sí debo asumir, que me encuentro entre los descreídos, aquellos que buscan verdad, alejados del montaje barato y recurrente sobre la superación loable, planteada como si se tratase de un mueble de metacrilato.
Acompañada de una música preciosa que señala todavía más, esa superación personal, amparada en las grandes desgracias de la vida... El problema surge cuando las emociones que aquí se plantean, las hemos visto demasiadas veces contadas en producciones caras y también baratas, y ya no nos emocionan, aunque las historias sean de MUCHA REALIDAD.
No quiero dar la impresión de ser un desalmado, no lo soy, pero sí debo asumir, que me encuentro entre los descreídos, aquellos que buscan verdad, alejados del montaje barato y recurrente sobre la superación loable, planteada como si se tratase de un mueble de metacrilato.
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