El odio
1995 

7,8
34.181
Drama
Tras una noche de disturbios en un barrio marginal de las afueras de París, tres amigos adolescentes, Vinz, Saïd y Hubert (un judío, un árabe inmigrante y un boxeador amateur negro, respectivamente), son testigos de un hecho, en el que su amigo Abdel resulta herido por la policía. El deambular por la ciudad, la violencia entre bandas y los conflictos con la policía son las constantes en las 24 horas siguientes de la vida de estos jóvenes. (FILMAFFINITY) [+]
26 de diciembre de 2006
26 de diciembre de 2006
213 de 275 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perfecta. Desde la primera hasta (y sobre todo) la última secuencia. El guión, la dirección, la interpretación, con unos sorprendentes actores noveles (entre ellos el inmenso Vicent Cassel empezando a despuntar), la puesta en escena, el humor ácido-negro, en definitiva, la visión del mundo que da. ¿Por qué darle un 10? Porque no veo ni un motivo para no hacerlo. Si Dios existe, ésta es la mejor obra europea de la década de los 90. Y si no existe, también.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Desde mi humilde punto de vista, contiene una de las mejores secuencias de la historia del cine. Hablo, por supuesto, de la de los lavabos públicos en París, que comienza con la llamada de Said a Asterix mientras Vince y Hubert discuten. El diálogo es el resumen de la esencia de la película. La razón (Hubert) y el odio (Vince) enfrentados mientras la neutralidad más exquisita ( Said) hace de árbitro. Frases como "si hubieras ido al colegio sabrías que el odio atrae al odio", con la consiguiente respuesta "yo no he ido al colegio, soy de la calle, y eso me ha enseñado que si ofreces la otra mejilla te dan por el culo, asi que déjame en paz". Y la aparición de un personaje inventado e introducido en el mejor momento posible, el señor anciano que vuelca la escena preguntando si creen en dios, y contando la historia de Lumbalsky. Luego los ángulos y/o encuadres de las cámaras, logrando un juego sutil pero perfecto visualmente con los espejos y los personajes. Y el punto final, cuando parece que se ha acabado la secuencia, y aparece un último personaje completamente "alucinado". Joder, si es que con sólo esta secuencia, ya se merece el 10 la película entera.
30 de abril de 2008
30 de abril de 2008
140 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los miedos y dudas de unos jóvenes se muestran como espejo a la inseguridad de estos, que se ve rebasada por una realidad que les supera.
El desequilibrio del que hace gala Vinz no es más que una consecuencia del ambiente que le ha rodeado desde su más tierna infancia, del aire viciado que se respira en su barrio, y de la condición que le han ido imprimiendo las experiencias año tras año. Porque sí, puede que parezca un fantoche, puede que parezca un fanfarrón, puede que parezca un gallito sin remisión alguna, pero simple y llanamente es una persona que no ha aprendido a vivir en un clima tan crudo como el que le rodea, y se defiende del mejor modo que puede: Queriendo hacer uso de una violencia que ni él mismo está seguro de si podrá llegar a emplear en el momento más inesperado y complicado (cosa que se puede deducir también por la impertérrita mirada de Cassel ante el tiroteo en la puerta de la discoteca).
En un instante de "El odio", Saïd se para a pintar con un spray un cartel que reza "El mundo es vuestro", haciendo un pequeño cambio y sustituyendo la palabra vuestro por nuestro, y precisamente ese momento es una de las claves para entender que Kassovitz nos está advirtiendo que verdaderamente ese mundo no es suyo, ni de nadie, que no saben ni en que mundo viven ni como defenderse en él, por eso reaccionan de modo impulsivo y déspota en ocasiones, y por ello los enfrentamientos en el grupo son lógicos, puesto que el único que parece comprender cual es su situación y el poco beneficio que le reporta es Hubert, cosa que Vinz nunca llega a acatar, porque cree que una verdad prefabricada por él mismo está de su lado para salir a flote en ese lugar repleto de desolación y tristeza.
Los emplazamientos, la imprescindible fotografía en blanco y negro, la banda sonora adecuada a lo que se nos muestra, el brillantísimo Cassel y un no menos enorme Hubert Koundé completan un círculo donde la importancia no la tienen las idas y venidas de nuestros tres protagonistas, ni saber donde terminará la absurda idea de Vinz, sino de donde provienen esa violencia, esas personalidades contra un sistema que ni siquiera saben porque combaten o esa vehemencia casi inconcebible que ocupa la pantalla en algunos instantes. Porque es ahí donde está lo crudo, lo real y jodidamente crudo.
El desequilibrio del que hace gala Vinz no es más que una consecuencia del ambiente que le ha rodeado desde su más tierna infancia, del aire viciado que se respira en su barrio, y de la condición que le han ido imprimiendo las experiencias año tras año. Porque sí, puede que parezca un fantoche, puede que parezca un fanfarrón, puede que parezca un gallito sin remisión alguna, pero simple y llanamente es una persona que no ha aprendido a vivir en un clima tan crudo como el que le rodea, y se defiende del mejor modo que puede: Queriendo hacer uso de una violencia que ni él mismo está seguro de si podrá llegar a emplear en el momento más inesperado y complicado (cosa que se puede deducir también por la impertérrita mirada de Cassel ante el tiroteo en la puerta de la discoteca).
En un instante de "El odio", Saïd se para a pintar con un spray un cartel que reza "El mundo es vuestro", haciendo un pequeño cambio y sustituyendo la palabra vuestro por nuestro, y precisamente ese momento es una de las claves para entender que Kassovitz nos está advirtiendo que verdaderamente ese mundo no es suyo, ni de nadie, que no saben ni en que mundo viven ni como defenderse en él, por eso reaccionan de modo impulsivo y déspota en ocasiones, y por ello los enfrentamientos en el grupo son lógicos, puesto que el único que parece comprender cual es su situación y el poco beneficio que le reporta es Hubert, cosa que Vinz nunca llega a acatar, porque cree que una verdad prefabricada por él mismo está de su lado para salir a flote en ese lugar repleto de desolación y tristeza.
Los emplazamientos, la imprescindible fotografía en blanco y negro, la banda sonora adecuada a lo que se nos muestra, el brillantísimo Cassel y un no menos enorme Hubert Koundé completan un círculo donde la importancia no la tienen las idas y venidas de nuestros tres protagonistas, ni saber donde terminará la absurda idea de Vinz, sino de donde provienen esa violencia, esas personalidades contra un sistema que ni siquiera saben porque combaten o esa vehemencia casi inconcebible que ocupa la pantalla en algunos instantes. Porque es ahí donde está lo crudo, lo real y jodidamente crudo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un apunte: Brillante esa secuencia donde Saïd ante la Torre Eiffel intenta que se apague y uno de sus compañeros exclama "Eso sólo sucede en las películas". Acto seguido, al levantarse e irse, la torre se apaga como por arte de magia. Quizá un ápice de esperanza ante tanta miseria? Quizá, quizá....
30 de enero de 2006
30 de enero de 2006
121 de 171 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesantísimo retrato social de los suburbios marginales franceses, gran parte de él extensible a cualquier país desarrollado, desde el punto de vista de tres amigos (aunque a veces parezca lo contrario) adolescentes: Hubert, negro; Said, árabe; y Vinz, judío.
La historia arranca en una "cité" de la periferia parisina la mañana siguiente a una violenta noche de enfrentamientos entre policía y residentes desencadenados por la dura paliza que recibió un joven durante un interrogatorio y que le hace debatirse entre la vida y la muerte. A las manos de Vinz ha llegado el revólver que esa noche perdió un agente, y con él se propone, en el caso de que muriese su amigo en coma, matar a un policía para vengarle.
Salvo por el final, facilón y previsible donde los haya, no se puede decir que la historia sea irreal. Los hechos acontecidos recientemente en Francia (el fenómeno "swarming") lo demuestran. Si acaso podríamos calificarla de premonitoria.
¿Por qué tanto odio? ¿Cuál de los bandos empezó la guerra? Que si todos contra el sistema, que si todos contra la policía, que si todos contra los negros, que si los moros son escoria... La desinformación y la incultura, presentes en todos los estratos sociales, conducen al miedo, y éste al odio cegador tan bien reflejado en el personaje de Vinz.
La historia arranca en una "cité" de la periferia parisina la mañana siguiente a una violenta noche de enfrentamientos entre policía y residentes desencadenados por la dura paliza que recibió un joven durante un interrogatorio y que le hace debatirse entre la vida y la muerte. A las manos de Vinz ha llegado el revólver que esa noche perdió un agente, y con él se propone, en el caso de que muriese su amigo en coma, matar a un policía para vengarle.
Salvo por el final, facilón y previsible donde los haya, no se puede decir que la historia sea irreal. Los hechos acontecidos recientemente en Francia (el fenómeno "swarming") lo demuestran. Si acaso podríamos calificarla de premonitoria.
¿Por qué tanto odio? ¿Cuál de los bandos empezó la guerra? Que si todos contra el sistema, que si todos contra la policía, que si todos contra los negros, que si los moros son escoria... La desinformación y la incultura, presentes en todos los estratos sociales, conducen al miedo, y éste al odio cegador tan bien reflejado en el personaje de Vinz.
21 de septiembre de 2007
21 de septiembre de 2007
63 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si quieres ver la realidad de los suburbios franceses mostrada perfectamente... Aquí la tienes!
Si además de contemplar un magnífico retrato social quieres ver una estupenda película... Aquí la tienes!
Buen cine, muy buen cine, filmado con entusiasmo y casi por "necesidad"... realista a la vez que metafórico, plasma la realidad de una "cité" (barrio de extrarradio) que se puede extender a todas las demás... contiene planos magistrales (WC público o ventana del DJ, por ejemplo) y diálogos tan crudos que escuecen... las actuaciones son sinceras y muy logradas, la cámara está en cada escena donde debe de estar como ojo que observa... ubicado de forma insuperable!
"Un negro, un moro y un blanco... y su cotidianeidad..." Como espectador, estás ahí... inmerso, puedes sentir que eres testigo directo, "in situ", de lo que está ocurriendo, los personajes están viviendo una serie de circunstancias y por extensión, te hacen vivirlas!
[Kassovitz, Vinz, Hub y Said (director y protagonistas)... vivieron durante dos meses en el mismo barrio donde se llevó a cabo el rodaje, formaron parte del barrio empapándose del ambiente que allí se respira, se fusionaron con sus gentes... y todo ello se puede percibir en cada fotograma]
Como decía anteriormente, cuando una película fusiona ficción y realidad, de la forma en que esta lo hace... es insuperable y además, en blanco y negro y con unos juegos de sombras apabullantes.
*Gracias monsieur Matthieu Kassovitz por regalarnos "La haine" y abrirnos los ojos un poquito, gracias por demostrar que la historia es cíclica y que todo vuelve a ocurrir... a mediados de los noventa, hace un año con aquellos dos chavales electrocutados...
y después, París ardió, y muy probablemente, arderá de nuevo...
Si además de contemplar un magnífico retrato social quieres ver una estupenda película... Aquí la tienes!
Buen cine, muy buen cine, filmado con entusiasmo y casi por "necesidad"... realista a la vez que metafórico, plasma la realidad de una "cité" (barrio de extrarradio) que se puede extender a todas las demás... contiene planos magistrales (WC público o ventana del DJ, por ejemplo) y diálogos tan crudos que escuecen... las actuaciones son sinceras y muy logradas, la cámara está en cada escena donde debe de estar como ojo que observa... ubicado de forma insuperable!
"Un negro, un moro y un blanco... y su cotidianeidad..." Como espectador, estás ahí... inmerso, puedes sentir que eres testigo directo, "in situ", de lo que está ocurriendo, los personajes están viviendo una serie de circunstancias y por extensión, te hacen vivirlas!
[Kassovitz, Vinz, Hub y Said (director y protagonistas)... vivieron durante dos meses en el mismo barrio donde se llevó a cabo el rodaje, formaron parte del barrio empapándose del ambiente que allí se respira, se fusionaron con sus gentes... y todo ello se puede percibir en cada fotograma]
Como decía anteriormente, cuando una película fusiona ficción y realidad, de la forma en que esta lo hace... es insuperable y además, en blanco y negro y con unos juegos de sombras apabullantes.
*Gracias monsieur Matthieu Kassovitz por regalarnos "La haine" y abrirnos los ojos un poquito, gracias por demostrar que la historia es cíclica y que todo vuelve a ocurrir... a mediados de los noventa, hace un año con aquellos dos chavales electrocutados...
y después, París ardió, y muy probablemente, arderá de nuevo...
12 de noviembre de 2011
12 de noviembre de 2011
48 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Es la historia de un hombre que cae de un edificio de 50 pisos, para tranquilizarse mientras cae al vacío, no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien. Pero lo importante no es la caída, es el aterrizaje". Con esta metáfora cargada de simbolismo y de abrumante genuinidad, comienza un impactante y sobrecogedor relato que mantiene enganchado al espectador durante todo el metraje. Por el realismo de los personajes, por sus soberbias actuaciones, por los magníficos y profundos diálogos, y sobre todo por el reflejo de la población inmigrante en situación de exclusión social que vive inmersa en una espiral de odio y su consecuente violencia.
Filmada en blanco y negro, con planos magistrales y escenas inolvidables, se convierte en una de las películas que más me ha sobrecogido. Junto a Vinz, Saïd y Hubert (nombres que curiosamente corresponden respectivamente a los nombres reales de cada actor) he podido vivenciar toda la opresión, discriminación, rechazo, y, por supuesto, el odio al que se enfrentan en su día a día; este tipo de cine nos ayuda a reflexionar y a entender la importancia que tiene la educación en el respeto y la empatía, entre otros valores que parecen olvidados y que conforman las bases de cualquier sociedad salubre.
Por último, intentando recoger uno de los muchos e importantes mensajes que nos deja esta película, quisiera citar una frase que en su momento me marcó y que considero va en la línea de lo expuesto por Mathieu Kassovitz: "El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro" -Friedrich Nietzsche-.
Filmada en blanco y negro, con planos magistrales y escenas inolvidables, se convierte en una de las películas que más me ha sobrecogido. Junto a Vinz, Saïd y Hubert (nombres que curiosamente corresponden respectivamente a los nombres reales de cada actor) he podido vivenciar toda la opresión, discriminación, rechazo, y, por supuesto, el odio al que se enfrentan en su día a día; este tipo de cine nos ayuda a reflexionar y a entender la importancia que tiene la educación en el respeto y la empatía, entre otros valores que parecen olvidados y que conforman las bases de cualquier sociedad salubre.
Por último, intentando recoger uno de los muchos e importantes mensajes que nos deja esta película, quisiera citar una frase que en su momento me marcó y que considero va en la línea de lo expuesto por Mathieu Kassovitz: "El amor y el odio no son ciegos, sino que están cegados por el fuego que llevan dentro" -Friedrich Nietzsche-.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Esta es la historia de una sociedad que se hunde, mientras se va hundiendo no para de decirse: hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien...lo importante no es la caída, sino el aterrizaje". Resulta interesante que el film se inicie y finalice con el mismo relato, sólo que al final el mensaje retórico se hace explícito, a lo largo de toda la historia se nos muestra que nos encontramos en una sociedad decadente, donde las personas alivian sus conciencias con la ingenua indiferencia.
La escena final cierra una historia tan impactante como realista, donde Vinz (el rostro más rebelde y desencantado con la sociedad que le condena y excluye) cede finalmente a las continuos intentos de Hubert (la voz de la razón, y el más maduro de los tres amigos) por salvar y reconducir su vida; acto seguido el destino profesa un duro golpe a la esperanza de Hubert (que es en realidad la nuestra), al recibir Vinz un disparo por parte de un policía que acaba con la vida de éste, odio al que Hubert responde con más odio, asumiendo la realidad que le condena, ya cerca de aterrizar. El rostro de Saïd refleja la efímera ilusión de que todo pueda cambiar por un instante (la misma expresión y deseo que refleja mi corazón en ese momento), de que "todo ahora irá bien", un final sobrecogedor, poético e inolvidable, sin duda.
La escena final cierra una historia tan impactante como realista, donde Vinz (el rostro más rebelde y desencantado con la sociedad que le condena y excluye) cede finalmente a las continuos intentos de Hubert (la voz de la razón, y el más maduro de los tres amigos) por salvar y reconducir su vida; acto seguido el destino profesa un duro golpe a la esperanza de Hubert (que es en realidad la nuestra), al recibir Vinz un disparo por parte de un policía que acaba con la vida de éste, odio al que Hubert responde con más odio, asumiendo la realidad que le condena, ya cerca de aterrizar. El rostro de Saïd refleja la efímera ilusión de que todo pueda cambiar por un instante (la misma expresión y deseo que refleja mi corazón en ese momento), de que "todo ahora irá bien", un final sobrecogedor, poético e inolvidable, sin duda.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here