El segundo acto
2024 

6,4
546
2 de diciembre de 2024
2 de diciembre de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para quién no la haya visto un poco de sinopsis primero.
De primeras aparece un señor todo tenso, conduciendo un coche del siglo pasado, que llega a lo que parece ser una casa de campo, enseguida cuando consigue introducir correctamente el código de la alarma y enciende las luces vemos que se trata de un restaurante cuyo nombre da título a la película.
Ya pasamos con los principales personajes presentándonos el director a dos amigos treintañeros que charlan y discuten sobre la novia de uno de ellos quién precisamente quiere que su amigo se haga, por decirlo de alguna manera, cargo de ella, porque no la soporta, no le gusta su olor, etc... pero asegura que es guapa. Su amigo, que no se chupa el dedo, le recrimina en todo momento y le exige que le diga donde está la trampa porque como sea un maromo vestido de tía eso si que no, no, no, no, eso no lo soporta.
Bien, seguidamente se nos presenta a la segunda dupla de actores, Vincent Lindon y la super atractiva Lea Seydoux, y no lo digo por "La Vida de Adele", vean "Una Bonita Mañana" de 2022 y maravíllense con la sencillez, naturalidad y belleza de esta mujer. Ambos interpretan aquí a padre e hija, hija que quiere presentarle el novio a papá, el novio es el tonto que dice que no la soporta. Han quedado en el restaurante donde a buen seguro interactuarán socialmente, dejemos, entonces, que avance el metraje a ver que tal.
Bien, enseguida el espectador es informado de que los citados 5 personajes están siendo filmados, algo peculiar si, pero en la línea de otras creaciones de este director cuanto menos mordaz.
Tenemos el recurso mil veces visto del cine dentro del cine, pero esperen, no he terminado, eso no es malo en esta ocasión, hay muy interesantes peculiaridades que el espectador descubrirá según avance la narración.
Las interpretaciones, inevitablemente, son muy buenas, tanto los ya citados como Louis Garrel y especialmente Raphael Quenard, no os lo perdáis en "Yannick" también de Quentin Dupieux. No olvidemos que se trata de cine francés no la porquería que se hace en España, dejando fuera por respeto y desconocimiento, por mi parte, de la gran mayoría de su cine a toda Centro y Sudamérica.
La cinta cuenta lo que quiere contar, transmite lo que quiere transmitir y punto, nada de marear la perdiz. Con escenas ciertamente graciosas, una duración ajustada y un guion sencillo pero certero estamos ante una obra más que digna. Merece como mínimo un 6,3 o un 6,5.
Saludos y gracias por la atención.
De primeras aparece un señor todo tenso, conduciendo un coche del siglo pasado, que llega a lo que parece ser una casa de campo, enseguida cuando consigue introducir correctamente el código de la alarma y enciende las luces vemos que se trata de un restaurante cuyo nombre da título a la película.
Ya pasamos con los principales personajes presentándonos el director a dos amigos treintañeros que charlan y discuten sobre la novia de uno de ellos quién precisamente quiere que su amigo se haga, por decirlo de alguna manera, cargo de ella, porque no la soporta, no le gusta su olor, etc... pero asegura que es guapa. Su amigo, que no se chupa el dedo, le recrimina en todo momento y le exige que le diga donde está la trampa porque como sea un maromo vestido de tía eso si que no, no, no, no, eso no lo soporta.
Bien, seguidamente se nos presenta a la segunda dupla de actores, Vincent Lindon y la super atractiva Lea Seydoux, y no lo digo por "La Vida de Adele", vean "Una Bonita Mañana" de 2022 y maravíllense con la sencillez, naturalidad y belleza de esta mujer. Ambos interpretan aquí a padre e hija, hija que quiere presentarle el novio a papá, el novio es el tonto que dice que no la soporta. Han quedado en el restaurante donde a buen seguro interactuarán socialmente, dejemos, entonces, que avance el metraje a ver que tal.
Bien, enseguida el espectador es informado de que los citados 5 personajes están siendo filmados, algo peculiar si, pero en la línea de otras creaciones de este director cuanto menos mordaz.
Tenemos el recurso mil veces visto del cine dentro del cine, pero esperen, no he terminado, eso no es malo en esta ocasión, hay muy interesantes peculiaridades que el espectador descubrirá según avance la narración.
Las interpretaciones, inevitablemente, son muy buenas, tanto los ya citados como Louis Garrel y especialmente Raphael Quenard, no os lo perdáis en "Yannick" también de Quentin Dupieux. No olvidemos que se trata de cine francés no la porquería que se hace en España, dejando fuera por respeto y desconocimiento, por mi parte, de la gran mayoría de su cine a toda Centro y Sudamérica.
La cinta cuenta lo que quiere contar, transmite lo que quiere transmitir y punto, nada de marear la perdiz. Con escenas ciertamente graciosas, una duración ajustada y un guion sencillo pero certero estamos ante una obra más que digna. Merece como mínimo un 6,3 o un 6,5.
Saludos y gracias por la atención.
29 de septiembre de 2024
29 de septiembre de 2024
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo real es lo que se rueda y la ficción es la vida real, cuando el Director y guionista es una IA.
El guión de la película arremete contra un montón de cuestiones en las que en la actualidad son políticamente incorrectas y que nuestra sociedad trata de evitar y cuidar como moral a defender.
Escudándose en el cine dentro del cine y que están rodando una película a la vez que la interrumpen con la vida real, con esa confusión entre los actores ensayando y los actores en su vida real, los personajes emiten opiniones que ellos mismos se censuran unos a otros, pero que cuelan sin decoro enmascarándolas como relaciones entre los actores, como juicios personales hechos fuera de cámara.
Pretende ser convulso con una gran mayoría de temas de rabiosa actualidad en el mundo del arte, del cine.
La puesta en escena es una “puesta en abismo”, como una muñeca, donde la narración de rodar una película y la vida real se va repitiendo de forma fractal.
En definitiva aprovecha para criticar cuestiones como que sea censurable que no te atraiga una chica porque sea gorda, fea o vaya en silla de ruedas, que sea normal que un hombre se lleve una fatal sorpresa si una chica cañón que le guste sea transexual, que el oficio de actor se está devaluando porque cada vez más se hacen películas sin sentido, sin crítica y que ni las independientes se atreven a salir de lo comercial, que Vicent Lindon sufre de tics, que un actor si engorda rompe el sentido que tuvo darle el papel en el casting, que el movimiento meToo no tiene sentido porque las proposiciones de sexo a las actrices son bienintencionadas e inocentes… Esas discusiones llegan a ser en algún momento mezquinas, se autodesprecian y se burlan unos de otros.
La película torpedea contra un montón de razones por las que en la actualidad sería censurada. Llegando a ser una comedia hilarante que tiene profundidad si te mantienes atento o si le vas dando vueltas después de verla o, incluso por la pesadez de verla, una sátira que se convierte en escabroso pesimismo.
Puede llegar a hacerse pesada porque los diálogos se alargan demasiado. La primera charla entre Garrel y Quenard, que comienza bien, se hace interminable después de tantos minutos dando vueltas a lo mismo, al igual que la charla entre Lindon y Seydoux a la que le pasa un poco igual, siendo algo más corta. Ocurre lo mismo con la escena más divertida, al principio, del camarero sirviendo vino, que acaba siendo algo oscura y terrible por su repetición de la idea. El plano final, igualmente, un travelling sobre los raíles de un travelling dura excesivamente varios minutos, queriendo alargar algo más allá de la originalidad que entretiene y convirtiéndose en un poco pesada.
Eso sí, el presupuesto de la película debe de haber sido bien pequeño, dado que está rodada en un paraje donde no hay nada más que un coche, un restaurante perdido en el monte y unas vías de travelling de un par de kilómetros.
Dos larguísimas escenas en plano secuencia presentando los cuatro personajes principales, una escena en el restaurante de carretera regional y un tercer acto donde se desvela todo, cerrando con un plano secuencia interminable de los raíles.
El guión de la película arremete contra un montón de cuestiones en las que en la actualidad son políticamente incorrectas y que nuestra sociedad trata de evitar y cuidar como moral a defender.
Escudándose en el cine dentro del cine y que están rodando una película a la vez que la interrumpen con la vida real, con esa confusión entre los actores ensayando y los actores en su vida real, los personajes emiten opiniones que ellos mismos se censuran unos a otros, pero que cuelan sin decoro enmascarándolas como relaciones entre los actores, como juicios personales hechos fuera de cámara.
Pretende ser convulso con una gran mayoría de temas de rabiosa actualidad en el mundo del arte, del cine.
La puesta en escena es una “puesta en abismo”, como una muñeca, donde la narración de rodar una película y la vida real se va repitiendo de forma fractal.
En definitiva aprovecha para criticar cuestiones como que sea censurable que no te atraiga una chica porque sea gorda, fea o vaya en silla de ruedas, que sea normal que un hombre se lleve una fatal sorpresa si una chica cañón que le guste sea transexual, que el oficio de actor se está devaluando porque cada vez más se hacen películas sin sentido, sin crítica y que ni las independientes se atreven a salir de lo comercial, que Vicent Lindon sufre de tics, que un actor si engorda rompe el sentido que tuvo darle el papel en el casting, que el movimiento meToo no tiene sentido porque las proposiciones de sexo a las actrices son bienintencionadas e inocentes… Esas discusiones llegan a ser en algún momento mezquinas, se autodesprecian y se burlan unos de otros.
La película torpedea contra un montón de razones por las que en la actualidad sería censurada. Llegando a ser una comedia hilarante que tiene profundidad si te mantienes atento o si le vas dando vueltas después de verla o, incluso por la pesadez de verla, una sátira que se convierte en escabroso pesimismo.
Puede llegar a hacerse pesada porque los diálogos se alargan demasiado. La primera charla entre Garrel y Quenard, que comienza bien, se hace interminable después de tantos minutos dando vueltas a lo mismo, al igual que la charla entre Lindon y Seydoux a la que le pasa un poco igual, siendo algo más corta. Ocurre lo mismo con la escena más divertida, al principio, del camarero sirviendo vino, que acaba siendo algo oscura y terrible por su repetición de la idea. El plano final, igualmente, un travelling sobre los raíles de un travelling dura excesivamente varios minutos, queriendo alargar algo más allá de la originalidad que entretiene y convirtiéndose en un poco pesada.
Eso sí, el presupuesto de la película debe de haber sido bien pequeño, dado que está rodada en un paraje donde no hay nada más que un coche, un restaurante perdido en el monte y unas vías de travelling de un par de kilómetros.
Dos larguísimas escenas en plano secuencia presentando los cuatro personajes principales, una escena en el restaurante de carretera regional y un tercer acto donde se desvela todo, cerrando con un plano secuencia interminable de los raíles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El único que no se cambia de ropa cuando termina el rodaje es Louis Garrel, que se queda vestido exactamente igual. El resto, sin embargo, se cambia de vestimenda e incluso cambian de fisonomía, expresión (Léa Seydoux), peinado (Raphael Quenard) o se pone bigote (Vincent Landon).
Igualmente, Louis Garrel es el único de los actores al que el Director-Inteligencia Artificial no le afea la conducta. El resto, Vincent Lindon y Léa Seydoux, reciben reprimenda de cómo lo han hecho como actores, que podían haberlo hecho mejor y que no le interesa su opinión, o también Raphael Quenard y Manuel Guillot (camarero) además de reprimenda, la IA-Director les dice que como han cambiado su texto (Quenard se salía del guión) y su aspecto (Guillot ha engordado), aunque lo va a resolver retocándolo y modificándolo con IA, les va a mermar salario por ello.
Louis Garrel tiene una teoría: que lo real es precisamente cuando se está rodando y lo ficticio es aquello que consideramos vida real. Con esa base, por ejemplo, acostarse con Léa Seydoux no supondría engañar a su mujer, porque lo haría en la ficción.
Es curioso que Garrel le haga a Seydoux una proposición así, porque el comienzo de la película es claro al contarle al amigo que no podría hacer nada con ella, que no la quiere como novia porque no aguanta su olor, ni su voz, ni le atrae sexualmente.
Estas cuestiones sobre Garrel, que no se cambia de ropa, que la vida es lo ficticio y lo real es lo rodado, que no soporte a Seydoux pero quiera tirársela, que no reciba objeciones de la IA, hace pensar que él mismo es un personaje de Inteligencia Artificial. Quizás es, como el Director, una concreción de IA hecha actor.
Igualmente, Louis Garrel es el único de los actores al que el Director-Inteligencia Artificial no le afea la conducta. El resto, Vincent Lindon y Léa Seydoux, reciben reprimenda de cómo lo han hecho como actores, que podían haberlo hecho mejor y que no le interesa su opinión, o también Raphael Quenard y Manuel Guillot (camarero) además de reprimenda, la IA-Director les dice que como han cambiado su texto (Quenard se salía del guión) y su aspecto (Guillot ha engordado), aunque lo va a resolver retocándolo y modificándolo con IA, les va a mermar salario por ello.
Louis Garrel tiene una teoría: que lo real es precisamente cuando se está rodando y lo ficticio es aquello que consideramos vida real. Con esa base, por ejemplo, acostarse con Léa Seydoux no supondría engañar a su mujer, porque lo haría en la ficción.
Es curioso que Garrel le haga a Seydoux una proposición así, porque el comienzo de la película es claro al contarle al amigo que no podría hacer nada con ella, que no la quiere como novia porque no aguanta su olor, ni su voz, ni le atrae sexualmente.
Estas cuestiones sobre Garrel, que no se cambia de ropa, que la vida es lo ficticio y lo real es lo rodado, que no soporte a Seydoux pero quiera tirársela, que no reciba objeciones de la IA, hace pensar que él mismo es un personaje de Inteligencia Artificial. Quizás es, como el Director, una concreción de IA hecha actor.
19 de noviembre de 2024
19 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien iba a pensar, atendiendo a sus orígenes como realizador, que el francés Quentin Dupieux iba a conseguir, a pesar de portar ese inherente surrealismo creativo, ese preciado estatus de autor, tan codiciado por muchos, pero seguramente ignorado por Mr. Oizo, seudónimo por el que es conocido en su faceta de productor musical.
Quizá la clave sea esa, porque a Dupieux se le puede acusar de mucho, pero para nada de ser un autor pretencioso, menos aún, cuando su cine lleva evolucionando positivamente, y haciendo más cómplice al espectador, básicamente desde que aquella chaqueta de piel de ciervo, Le Daim (2019), provocara un punto de inflexión, que si bien no renunciaba a su particular estilo, si conseguía mejorar ese discurso excesivamente absurdo de sus primeras obras.
Como no podía ser de otra forma, y a partir de su propio guión original, el realizador galo presenta en este segundo acto a dos parejas, una formada por un padre y su hija, y la otra por dos amigos, los cuatro caminan por separado hacia un punto de encuentro, conversando sobre las diferentes intenciones de dicha reunión.
Sin apenas tiempo para desarrollar la historia de ficción, Dupieux sorprende rápidamente rompiendo la cuarta pared, y entrega el relato a un ejercicio de metacine, donde cuestiona desde el ego de los actores, hasta la posible inserción de la inteligencia artificial, como peligroso futuro cercano en el que acabe por controlar todas las facetas de la producción, mientras como curiosidad entre sus escenas, en las que destacan de inicio, un par de planos secuencia sin cortes bastante virtuosos, se menciona al maestro Paul Thomas Anderson como el realizador más importante del planeta cine, a lo que hay que añadir que no se exagera lo más mínimo.
Entre los aspectos más positivos, se encuentra el esfuerzo de un entregado póker de actores, entre los que destaca el veterano Vincent Lindon, y la enorme Léa Seydoux, una de esas miradas femeninas eternas del cine. El enfrentamiento inicial entre ambos, pleno de temperamento, se asocia a los diálogos más incorrectos entre Raphaël Quenard y Louis Garrel, que evocan esa vena provocadora que siempre suele portar Dupieux en sus películas.
Finalmente, el último delirio de Mr. Oizo, esconde entre su planteamiento aparentemente sencillo, un estudio deconstruido sobre el proceso creativo, y el propio género de comedia, quizá el más complejo de todos, piedra de toque sobre la que poder reflexionar sobre el propio futuro del cine, como concepto clásico, ejecutando un sorprendente trabajo de madurez creativa, y dejando para el último momento un sentido homenaje, donde recorre el esqueleto artesanal que contempla gran parte de la cinta.
- Películas del 34 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga -
< Lee ésta crítica, y muchas más, en fusionfreakweb.blogspot.com >
Quizá la clave sea esa, porque a Dupieux se le puede acusar de mucho, pero para nada de ser un autor pretencioso, menos aún, cuando su cine lleva evolucionando positivamente, y haciendo más cómplice al espectador, básicamente desde que aquella chaqueta de piel de ciervo, Le Daim (2019), provocara un punto de inflexión, que si bien no renunciaba a su particular estilo, si conseguía mejorar ese discurso excesivamente absurdo de sus primeras obras.
Como no podía ser de otra forma, y a partir de su propio guión original, el realizador galo presenta en este segundo acto a dos parejas, una formada por un padre y su hija, y la otra por dos amigos, los cuatro caminan por separado hacia un punto de encuentro, conversando sobre las diferentes intenciones de dicha reunión.
Sin apenas tiempo para desarrollar la historia de ficción, Dupieux sorprende rápidamente rompiendo la cuarta pared, y entrega el relato a un ejercicio de metacine, donde cuestiona desde el ego de los actores, hasta la posible inserción de la inteligencia artificial, como peligroso futuro cercano en el que acabe por controlar todas las facetas de la producción, mientras como curiosidad entre sus escenas, en las que destacan de inicio, un par de planos secuencia sin cortes bastante virtuosos, se menciona al maestro Paul Thomas Anderson como el realizador más importante del planeta cine, a lo que hay que añadir que no se exagera lo más mínimo.
Entre los aspectos más positivos, se encuentra el esfuerzo de un entregado póker de actores, entre los que destaca el veterano Vincent Lindon, y la enorme Léa Seydoux, una de esas miradas femeninas eternas del cine. El enfrentamiento inicial entre ambos, pleno de temperamento, se asocia a los diálogos más incorrectos entre Raphaël Quenard y Louis Garrel, que evocan esa vena provocadora que siempre suele portar Dupieux en sus películas.
Finalmente, el último delirio de Mr. Oizo, esconde entre su planteamiento aparentemente sencillo, un estudio deconstruido sobre el proceso creativo, y el propio género de comedia, quizá el más complejo de todos, piedra de toque sobre la que poder reflexionar sobre el propio futuro del cine, como concepto clásico, ejecutando un sorprendente trabajo de madurez creativa, y dejando para el último momento un sentido homenaje, donde recorre el esqueleto artesanal que contempla gran parte de la cinta.
- Películas del 34 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga -
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15 de octubre de 2024
15 de octubre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que Quentin Dupieux con unas ideas locas te monte en un momento una película, este director de comedias absurdas que mezcla muy bien realidad y ficción, compone con "el segundo acto" un film con solo cuatro actores que son dirigidos por una inteligencia artificial.
Vincent Lindon, Léa Seydoux, Louis Garrel y Raphaël Quenard son cuatro actores que están rodando un film junto a un restaurante, los cuatro actores mezclan egos e inseguridades así como las tensiones de ser unas estrellas del cine francés, pero no sabes si está en el guion lo que están hablando o están fuera de cámara, ya que algunas veces se salen de los textos y repiten las líneas de diálogo que tienen asignadas en el guion...
Se aleja un poco de su humor absurdo de anteriores películas para ofrecernos algo más simple, como ocurrió en "Yannick" un film con un tono teatral que rodó en 2023.
Unos cuantos planos secuencia para crear esta inusual historia con el estilo habitual de Dupieux donde parece criticar un poco el mundo del cine, aunque no incida directamente, sino que utiliza una narrativa algo experimental para confundir al espectador.
La película inauguró el Festival de Cannes de este año y se ha podido ver en el Festival de Sitges donde lo absurdo y surrealista ha gustado a pesar de ser un film menor dentro de su extensa filmografía.
Destino Arrakis.com
Vincent Lindon, Léa Seydoux, Louis Garrel y Raphaël Quenard son cuatro actores que están rodando un film junto a un restaurante, los cuatro actores mezclan egos e inseguridades así como las tensiones de ser unas estrellas del cine francés, pero no sabes si está en el guion lo que están hablando o están fuera de cámara, ya que algunas veces se salen de los textos y repiten las líneas de diálogo que tienen asignadas en el guion...
Se aleja un poco de su humor absurdo de anteriores películas para ofrecernos algo más simple, como ocurrió en "Yannick" un film con un tono teatral que rodó en 2023.
Unos cuantos planos secuencia para crear esta inusual historia con el estilo habitual de Dupieux donde parece criticar un poco el mundo del cine, aunque no incida directamente, sino que utiliza una narrativa algo experimental para confundir al espectador.
La película inauguró el Festival de Cannes de este año y se ha podido ver en el Festival de Sitges donde lo absurdo y surrealista ha gustado a pesar de ser un film menor dentro de su extensa filmografía.
Destino Arrakis.com
24 de diciembre de 2024
24 de diciembre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grabada sin una aparente necesidad de un gran presupuesto, "El segundo acto" apenas necesita una localización, en este caso, un restaurante homónimo donde se desarrolla literalmente el segundo acto del largometraje. Conociendo la filmografía de Quentin Dupieux, después del estreno de "Daaaaaali!", y del mismo modo que pasaba con obras de Buñuel, "El segundo acto" encaja perfectamente en la corriente del surrealismo. Sus decisiones absurdas y carentes de lógica, concienzudamente tomadas, obligan al espectador a tener en cuenta la imposibilidad de prever lo siguiente que va a pasar.
En esta cinta, Dupieux hace uso de escenas largas y diálogos dilatados. Asimismo, los actores no dudan en salirse del papel, como parte de ese juego surrealista. Además, se acompañan de momentos contemplativos y bastantes planos secuencia que, por desgracia, hacen que algunos momentos resulten tediosos.
El tema principal se basa en un potente componente filosófico directamente extraído de las ideas de René Descartes: no saber diferenciar la realidad de la ficción. A esto se le añade una crítica contra la Inteligencia Artificial que después de la huelga del Sindicato de Guionistas en Hollywood de 2023 no nos suena a noticia nueva, que deviene aún más interesante cuando se revela que esta ficción es la primera escrita y dirigida por un Inteligencia Artificial. Y es que, por su falta de coherencia, "El segundo acto" bien podría haberla creado una máquina. Esta incertidumbre estimula aún más los pensamientos de Descartes: ¿estará realmente creada por una Inteligencia Artificial o es ficción? ¿Dónde se dibuja la línea entre ambas en el film?
En pocas palabras, la propuesta del realizador francés es arriesgada y controvertida en su búsqueda por romper los códigos de la ficción. No le importa faltar al colectivo LGTBI+, para luego abrazarlo, o reprender a la industria cinematográfica, e incluso criticarse a sí misma como película. O uno la encuentra absurda y de mal gusto, o ingeniosa y sorprendente. No obstante, sin duda deja a la audiencia cuestionándose qué acaba de ver.
www.contraste.info
En esta cinta, Dupieux hace uso de escenas largas y diálogos dilatados. Asimismo, los actores no dudan en salirse del papel, como parte de ese juego surrealista. Además, se acompañan de momentos contemplativos y bastantes planos secuencia que, por desgracia, hacen que algunos momentos resulten tediosos.
El tema principal se basa en un potente componente filosófico directamente extraído de las ideas de René Descartes: no saber diferenciar la realidad de la ficción. A esto se le añade una crítica contra la Inteligencia Artificial que después de la huelga del Sindicato de Guionistas en Hollywood de 2023 no nos suena a noticia nueva, que deviene aún más interesante cuando se revela que esta ficción es la primera escrita y dirigida por un Inteligencia Artificial. Y es que, por su falta de coherencia, "El segundo acto" bien podría haberla creado una máquina. Esta incertidumbre estimula aún más los pensamientos de Descartes: ¿estará realmente creada por una Inteligencia Artificial o es ficción? ¿Dónde se dibuja la línea entre ambas en el film?
En pocas palabras, la propuesta del realizador francés es arriesgada y controvertida en su búsqueda por romper los códigos de la ficción. No le importa faltar al colectivo LGTBI+, para luego abrazarlo, o reprender a la industria cinematográfica, e incluso criticarse a sí misma como película. O uno la encuentra absurda y de mal gusto, o ingeniosa y sorprendente. No obstante, sin duda deja a la audiencia cuestionándose qué acaba de ver.
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