Negación
6,0
3.668
Drama
Cuando la famosa historiadora norteamericana Deborah E. Lipstadt acusó a determinados periodistas e historiadores de negacionistas en su libro "La Negación del Holocausto", fue denunciada por el negacionista británico David Irving, un famoso periodista e historiador admirador de Hitler, y que se querelló en 1996 contra ella por difamación. Entonces Lipstadt se propuso derrotar a Irving y los negacionistas en Inglaterra únicamente con ... [+]
31 de enero de 2017
31 de enero de 2017
52 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los ochenta leí alguno de los libros de David Irving, una biografía de Rommel, una historia de la Luftwaffe, y la Guerra de Hitler en la edición de 1977, publicados por la prestigiosa editorial Planeta, en sus momento me parecieron interesantes, aunque el ultimo deslindadaba de toda responsabilidad a Hitler en relación con la solución final, alegando que no existía ningún documento firmado por él dando tales órdenes.
Después le perdí el rastro a David Irving, en la década del noventa supe que tomó una postura negacionista del holocausto y las editoriales importantes dejaron de publicarlo, obviamente menos traducirlo al español.
Hasta que me encontré con esta película sobre el juicio por difamación contra Deborah Lipstadt y Penguin Book iniciado en Londres en 1996, con sentencia del año 2000. Sinceramente es una muy buena película, probablemente a muchos se le hace tedioso entender el proceso inglés, pero es en lo que se basa el filme.
Creo que se hace dificultoso generar empatía con alguno de los personajes, pero lo que está en juego es la “historia”.
Las actuaciones son muy buenas, de todos en general pero sobre todo Timothy Spall en su papel de David Irving. Una de las cuestiones que plantea esta película es cuales son los límites en la tarea del historiador y las fronteras de la libertad de expresión y en ese sentido cumple con su objetivo.
Después le perdí el rastro a David Irving, en la década del noventa supe que tomó una postura negacionista del holocausto y las editoriales importantes dejaron de publicarlo, obviamente menos traducirlo al español.
Hasta que me encontré con esta película sobre el juicio por difamación contra Deborah Lipstadt y Penguin Book iniciado en Londres en 1996, con sentencia del año 2000. Sinceramente es una muy buena película, probablemente a muchos se le hace tedioso entender el proceso inglés, pero es en lo que se basa el filme.
Creo que se hace dificultoso generar empatía con alguno de los personajes, pero lo que está en juego es la “historia”.
Las actuaciones son muy buenas, de todos en general pero sobre todo Timothy Spall en su papel de David Irving. Una de las cuestiones que plantea esta película es cuales son los límites en la tarea del historiador y las fronteras de la libertad de expresión y en ese sentido cumple con su objetivo.
17 de diciembre de 2016
17 de diciembre de 2016
31 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién terminada de ver, solo puedo decir que me ha gustado bastante.
Soy un cinéfago de historias, no tanto de estilismos o autorismos que dejan la historia de lado para centrarse en otros aspectos del cine muy amados en según qué salones cinéfilos. Soy más de fondo, no de formas, aunque ni mucho menos las rehúya. Quizá sea por eso que aunque la puesta en escena sea tradicional, correcta; aunque el guion no sea nada del otro mundo, aun estando bien hilado judicialmente a pesar de ciertos saltos que se supone que debemos rellenar al estar basada en una historia real, y aunque las interpertaciones no sean para lucirse con ese gesto impertérrito que debe poner todo el mundo en un juicio, lo que hace apasionante la película es, como casi siempre, la historia que trata.
O las historias.
Porque se habla de Historia y de cómo, quiénes y por qué nos cuentan la Historia; y de que dos proposiciones que se excluen entre sí no pueden ser ambas verdaderas; y de que la libertad de expresión se ha de basar en la veracidad, el camino más probable para encontrar la verdad; y de que Hitler no podía estar a favor del extermino y, a la vez, estar en contra del genocidio judío; y de que cuando estas dos versiones se enfrentan y el ciudadano de a pie se ve confundido acerca de qué creer, quizá lo mejor es decidir qué es verdad y qué no en los tribunales, esos sitios donde los sentimientos de las víctimas no importan, donde todo tiende a ser más aséptico pese a que, paradójicamente, sea donde podemos encontrar los momentos más emocionales de la cinta que nos ocupa y donde los personajes, en su circunspección, nos muestran en verdad lo que sienten, por más disfrazado de estrategia que esté.
Es una buena historia basada en hechos reales.
Y lo triste es que esté basada en hecho reales.
Animaos a verla. No veréis una gran película de hallazgos técnicos, creativos, interpretativos, de fotografía, banda sonora, montaje, guion o sonido.
Solo es una historia que, desgraciadamente, ocurrió.
Y aún ocurre.
Para mí, es más que suficiente. Es notable.
Besos y quesos.
Soy un cinéfago de historias, no tanto de estilismos o autorismos que dejan la historia de lado para centrarse en otros aspectos del cine muy amados en según qué salones cinéfilos. Soy más de fondo, no de formas, aunque ni mucho menos las rehúya. Quizá sea por eso que aunque la puesta en escena sea tradicional, correcta; aunque el guion no sea nada del otro mundo, aun estando bien hilado judicialmente a pesar de ciertos saltos que se supone que debemos rellenar al estar basada en una historia real, y aunque las interpertaciones no sean para lucirse con ese gesto impertérrito que debe poner todo el mundo en un juicio, lo que hace apasionante la película es, como casi siempre, la historia que trata.
O las historias.
Porque se habla de Historia y de cómo, quiénes y por qué nos cuentan la Historia; y de que dos proposiciones que se excluen entre sí no pueden ser ambas verdaderas; y de que la libertad de expresión se ha de basar en la veracidad, el camino más probable para encontrar la verdad; y de que Hitler no podía estar a favor del extermino y, a la vez, estar en contra del genocidio judío; y de que cuando estas dos versiones se enfrentan y el ciudadano de a pie se ve confundido acerca de qué creer, quizá lo mejor es decidir qué es verdad y qué no en los tribunales, esos sitios donde los sentimientos de las víctimas no importan, donde todo tiende a ser más aséptico pese a que, paradójicamente, sea donde podemos encontrar los momentos más emocionales de la cinta que nos ocupa y donde los personajes, en su circunspección, nos muestran en verdad lo que sienten, por más disfrazado de estrategia que esté.
Es una buena historia basada en hechos reales.
Y lo triste es que esté basada en hecho reales.
Animaos a verla. No veréis una gran película de hallazgos técnicos, creativos, interpretativos, de fotografía, banda sonora, montaje, guion o sonido.
Solo es una historia que, desgraciadamente, ocurrió.
Y aún ocurre.
Para mí, es más que suficiente. Es notable.
Besos y quesos.
20 de junio de 2017
20 de junio de 2017
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que me temía ha sucedido; Una crítica de un tal asteroide arremetiendo contra la "versión oficial" y negando el Holocausto con los ya manidos y aburridos argumentos de siempre. No puede faltar el de que el Diario de Anna Frank estaba escrito a bolígrafo, cuando y después de tres peritajes caligráficos diferentes y por diferentes autoridades se demuestra que el documento es auténtico y que las anotaciones a bolígrafo son un añadido posterior por parte del progenitor de la señorita Frank. Esta clase de individuos e indocumentados son el pan de cada día al que las personas que trabajamos en el ejercicio de la Historia nos tenemos que enfrentar, criaturas con un sentido de superioridad que miran a cualquiera con un título académico como una ratita amaestrada y que ellos, oh iluminados, saben la verdad, que no están dentro de los canales oficiales porque estos canales están manipulados por la "Gran Conspiración" que todo lo envuelve y todo lo puede. Ya ven según los conspiracionistas el Holocausto es un invento, el 11 S también, la llegada de la humanidad a la Luna, que la tierra sea esférica y los aviones mágicos que nos tiran veneno desde el aire. De nada les sirven a estas personitas los hechos y las pruebas científicas y cualquier intento de debate es, como se ilustra al principio de la película, una partida de ajedrez con una paloma. El animal tirará las piezas, ignorará las reglas de juego, defecará en el tablero y se pavoneará como vencedor absoluto.
Ahora sobre la película en sí misma. Es una gozada, tanto a nivel del elenco actoral como la muestra del proceso judicial y el sistema británico. Rachel Weisz está maravillosa y me hace envidiar a quienes han tenido de profesora a Deborah Lipstadt en su formación como historiadores/as. Reconozco que no es una cita para el gran público y es una cinta para quienes estén interesados en la verdad histórica y los procesos judiciales.
Como licenciado en Historia y opositor esta película me motiva profundamente y me llena de determinación para continuar en mi labor y mantener la lucha por la verdad histórica y contra las pseudociencias y negacionismos, en especial el del Holocausto.
Como no me va a dar espacio en la crítica a citar todos y cada uno de los argumentos. Copio aquí la dirección de un blog donde sí lo hacen y puedan sacar sus conclusiones. Y desafío a cualquier negacionista y conspiracionista del Holocausto a que me muestre una única prueba válida con una metodología historiográfica propia. Mil dólares a quien me la dé.
http://elobservat.blogspot.com.es/2013/09/los-argumentos-negacionistas.html
Ahora sobre la película en sí misma. Es una gozada, tanto a nivel del elenco actoral como la muestra del proceso judicial y el sistema británico. Rachel Weisz está maravillosa y me hace envidiar a quienes han tenido de profesora a Deborah Lipstadt en su formación como historiadores/as. Reconozco que no es una cita para el gran público y es una cinta para quienes estén interesados en la verdad histórica y los procesos judiciales.
Como licenciado en Historia y opositor esta película me motiva profundamente y me llena de determinación para continuar en mi labor y mantener la lucha por la verdad histórica y contra las pseudociencias y negacionismos, en especial el del Holocausto.
Como no me va a dar espacio en la crítica a citar todos y cada uno de los argumentos. Copio aquí la dirección de un blog donde sí lo hacen y puedan sacar sus conclusiones. Y desafío a cualquier negacionista y conspiracionista del Holocausto a que me muestre una única prueba válida con una metodología historiográfica propia. Mil dólares a quien me la dé.
http://elobservat.blogspot.com.es/2013/09/los-argumentos-negacionistas.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sobre el exterminio del Holocausto. Unicamente los judios no fueron los únicos perseguidos y durante la invasión de la URSS se hicieron numerosos asesinatos en masa por parte de los nazis tras las líneas enemigas. Los restos arqueológicos y las fosas comunes si están documentados. Los nazis además cometieron contra los aliados occidentales diversas prácticas de crímenes de guerra. Por ejemplo en mayo/junio del 40 un batallón de soldados de origen senegalés tuvieron la mala fortuna de rendirse ante las SS. Fueron ejecutados sumariamente. En la batalla de las Árdenas, uos 70 soldados afroamericanos fueron capturados por las SS y ejecutados en masa, así como a los soldados blancos ejecutados en Malmedy. Muchos argumentos de la negación empiezan con el "y tu más" hacia los países aliados por su maltrato a prisioneros o bombardeos criminales tras las líneas enemigas, se desvía el debate hacia otra situación injusta pero obviando el tema principal que es el de las cámaras de la muerte y demás. Que por cierto si existieron y estamos aburridos de demostrar el hecho.
Así mismo ofrezco aquí una breve demografía para demostrar que la del anterior usuario es falsa y manipulada.
¿"Ninguna estadística demográfica creíble"? Esta es la segunda contradicción propia con otros documentos del IHR. Ver las preguntas 2 y 15. El comité anglo-americano que estudió el tema estimó el número de víctimas judías en 5,7 millones, basándose en estadísticas de población. Éste es el recuento exacto, país por país:
Alemania 195.000
Austria 53.000
Checoslovaquia 255.000
Dinamarca 1.500
Francia 140.000
Bélgica 57.000
Luxemburgo 3.000
Noruega 1.000
Holanda 120.000
Italia 20.000
Yugoslavia 64.000
Grecia 64.000
Bulgaria 5.000
Rumanía 530.000
Hungría 200.000
Polonia 3,271.000
URSS 1,050.000
Restando los refugiados en distintos países... (308.000)
Total de judíos asesinados 5,721.500
Así mismo ofrezco aquí una breve demografía para demostrar que la del anterior usuario es falsa y manipulada.
¿"Ninguna estadística demográfica creíble"? Esta es la segunda contradicción propia con otros documentos del IHR. Ver las preguntas 2 y 15. El comité anglo-americano que estudió el tema estimó el número de víctimas judías en 5,7 millones, basándose en estadísticas de población. Éste es el recuento exacto, país por país:
Alemania 195.000
Austria 53.000
Checoslovaquia 255.000
Dinamarca 1.500
Francia 140.000
Bélgica 57.000
Luxemburgo 3.000
Noruega 1.000
Holanda 120.000
Italia 20.000
Yugoslavia 64.000
Grecia 64.000
Bulgaria 5.000
Rumanía 530.000
Hungría 200.000
Polonia 3,271.000
URSS 1,050.000
Restando los refugiados en distintos países... (308.000)
Total de judíos asesinados 5,721.500
28 de diciembre de 2018
28 de diciembre de 2018
22 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuesta mucho creer que la historia que desarrolla Negación -basada en hechos reales- se acerque mínimamente a lo que pudo suceder. No es concebible ni siquiera verosímil que la realidad sea tan disparatada y extremadamente parcial como la ficción que nos ocupa.
Sucedió que David Irving, un historiador pronazi, interpuso una demanda contra Deborah Lipstadt, una escritora judía, especializada en temas del Exterminio. La cuestión jurídica se fundamentaba en la difamación y en el desprestigio provocado por unos textos de la judía sobre los trabajos y las actitudes del investigador. Es decir, una controversia entre dos personas con dos opiniones encontradas que, por lo sensible y escabroso del asunto, se eleva a categoría universal, convirtiendo el consiguiente juicio en un dilema primordial y bastante absurdo: existió o no el Holocausto, que un juez -qué papeleta- tendrá que sentenciar.
La desproporción del planteamiento no anula el interés de la cuestión, pero, cuando uno lo acepta y espera asistir a un debate sugerente y equilibrado, se encuentra que la trama se ha escrito en un solo sentido. Y lo que nos queda es una polémica a todas luces inútil, pero sobrecargada de razones del lado de lo políticamente correcto y ridiculizada hasta el escarnio del otro.
Por supuesto, no hay nada que defender en la postura atroz de un filonazi, pero una obra decente -guste o no- tiene que otorgar al lado perverso ardides, algún que otro argumento y una pizca de inteligencia que hagan sostenible la discusión. Al malo también hay darle sus bazas. Es una cuestión más de equilibrio formal que de ecuanimidad. Por ejemplo, no puedes hacer una película de boxeo basada en la pelea de un peso pesado, musculado y hermoso, contra un mosca raquítico, feo y grotesco y, además, subrayar, aplaudir y festejar los buenos mamporros que recibe el alfeñique. Es abusivo. No hay tensión. No tiene gracia. No sirve. Y así sucede en Negación.
Sucedió que David Irving, un historiador pronazi, interpuso una demanda contra Deborah Lipstadt, una escritora judía, especializada en temas del Exterminio. La cuestión jurídica se fundamentaba en la difamación y en el desprestigio provocado por unos textos de la judía sobre los trabajos y las actitudes del investigador. Es decir, una controversia entre dos personas con dos opiniones encontradas que, por lo sensible y escabroso del asunto, se eleva a categoría universal, convirtiendo el consiguiente juicio en un dilema primordial y bastante absurdo: existió o no el Holocausto, que un juez -qué papeleta- tendrá que sentenciar.
La desproporción del planteamiento no anula el interés de la cuestión, pero, cuando uno lo acepta y espera asistir a un debate sugerente y equilibrado, se encuentra que la trama se ha escrito en un solo sentido. Y lo que nos queda es una polémica a todas luces inútil, pero sobrecargada de razones del lado de lo políticamente correcto y ridiculizada hasta el escarnio del otro.
Por supuesto, no hay nada que defender en la postura atroz de un filonazi, pero una obra decente -guste o no- tiene que otorgar al lado perverso ardides, algún que otro argumento y una pizca de inteligencia que hagan sostenible la discusión. Al malo también hay darle sus bazas. Es una cuestión más de equilibrio formal que de ecuanimidad. Por ejemplo, no puedes hacer una película de boxeo basada en la pelea de un peso pesado, musculado y hermoso, contra un mosca raquítico, feo y grotesco y, además, subrayar, aplaudir y festejar los buenos mamporros que recibe el alfeñique. Es abusivo. No hay tensión. No tiene gracia. No sirve. Y así sucede en Negación.
22 de abril de 2017
22 de abril de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante al ser un hecho real, un juicio que en su día fue apasionante y despertó gran sensación, siendo seguido por millones de personas.
Mick Jackson, el realizador del film narra de forma desapasionada y demasiado académica y esquemática, cuando debería haber resultado dolorosa, apasionante, subyugante, dado el tema que se trata: nada menos que si el Holocausto sucedió realmente o no.
Y es una pena por cuanto la historia, de por sí, debería valer ella sola como haber sido memorable o al menos salir del cine con la sensación de no olvidar la cinta en mucho tiempo. Nada de eso ocurre al resultar muy plana, superficial en cuanto al desarrollo del juicio propiamente, despachándose este en apenas unos minutos donde sólo podemos atisbar lo que fueron las intensas deliberaciones ocurridas allí.
Menos mal que aparece el gran Tom Wilkinson, con un personaje (real como todos los que aparecen en el film) atractivo, bien desarrollado, con los diálogos y las expresiones justas... si exceptuamos la para mí gratuita escena en la que le pide a la protagonista poco menos que perdón por haber resultado para con ella frío y distante. Creo que está más que justificada su actuación, al ser un profesional dedicado en cuerpo y alma a su profesión y que dejaba de lado lo que consideraba supérfluo. Sólo quería la verdad, no hacer amigos precisamente.
En fin, que se trata de una película que no aburre, se sigue bien, pero se olvida fácilmente al no tener nada de personalidad y resultar hasta facilona en cuanto a querer resultar demasiado complaciente con el espectador al no quererle, al parecer, marearle con legalismos, etc.
En mi opinión, hasta decepcionante se puede considerar.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Mick Jackson, el realizador del film narra de forma desapasionada y demasiado académica y esquemática, cuando debería haber resultado dolorosa, apasionante, subyugante, dado el tema que se trata: nada menos que si el Holocausto sucedió realmente o no.
Y es una pena por cuanto la historia, de por sí, debería valer ella sola como haber sido memorable o al menos salir del cine con la sensación de no olvidar la cinta en mucho tiempo. Nada de eso ocurre al resultar muy plana, superficial en cuanto al desarrollo del juicio propiamente, despachándose este en apenas unos minutos donde sólo podemos atisbar lo que fueron las intensas deliberaciones ocurridas allí.
Menos mal que aparece el gran Tom Wilkinson, con un personaje (real como todos los que aparecen en el film) atractivo, bien desarrollado, con los diálogos y las expresiones justas... si exceptuamos la para mí gratuita escena en la que le pide a la protagonista poco menos que perdón por haber resultado para con ella frío y distante. Creo que está más que justificada su actuación, al ser un profesional dedicado en cuerpo y alma a su profesión y que dejaba de lado lo que consideraba supérfluo. Sólo quería la verdad, no hacer amigos precisamente.
En fin, que se trata de una película que no aburre, se sigue bien, pero se olvida fácilmente al no tener nada de personalidad y resultar hasta facilona en cuanto a querer resultar demasiado complaciente con el espectador al no quererle, al parecer, marearle con legalismos, etc.
En mi opinión, hasta decepcionante se puede considerar.
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