Los jueves, milagro
1957 

7,2
5.403
Comedia. Fantástico
Fontecilla, un pueblo que vivió tiempos de esplendor gracias a la fama de su balneario, sobrevive a duras penas gracias al campo y a un limitadísimo turismo que apenas deja beneficios; ni siquiera el tren para ya en la estación. Don Ramón, el dueño del balneario, harto de su escasa y poco aristocrática clientela, en connivencia con el alcalde, el maestro, el barbero, el dueño del hotel y don José, un acaudalado propietario, urde un ... [+]
17 de octubre de 2008
17 de octubre de 2008
48 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinto largo de Berlanga y último de su primera etapa. Escrito por Berlanga y José Luis Colina, desarrolla un argumento original de Berlanga. Se rueda en exteriores de Alhama de Aragón (Zaragoza) y en los platós de Estudios Chamartín (Madrid). Obtiene una mención de honor en el Festival Internacional de Valladolid. Producido por Enrique Balader, se proyecta en público por primera vez el 22-VIII-1957.
La acción dramática tiene lugar, a lo largo de poco más de una semana, en Fuentecilla, pequeño pueblo aislado (el tren nunca para en la estación), con un antiguo balneario de aguas termales con propiedades curativas reconocido en el pasado, pero caído actualmente en el olvido. Seis amigos, que componen las fuerzas vivas de la localidad, deciden representar un milagro para promocionar el turismo, la actividad económica en el lugar y sus propios intereses. Forman el grupo el alcalde (don Antonio), el maestro (don Salvador), el médico (don Manuel), el farmacéutico (don Evaristo), el propietario del balneario (don Ramón) y un propietario agrícola (don José).
El film suma comedia y cine fantástico. Presenta una jocosa sátira social de la España de mediados de los años 50. Se burla del papanatismo y el borreguismo que informan el fervor religioso de la gente sencilla, crédula y manipulada. Se burla de la omnipresencia de la religión en el mundo civil y de su enorme capacidad de influencia. Se burla de la utilización de la religión como instrumento de poder. Se burla de la cultura tramposa, pícara y oportunista de las fuerzas vivas. Se burla del egoísmo y del drástico individualismo de las mismas. Se burla de la estrechez de miras que las guía: no buscan la promoción de los intereses del pueblo, sino la satisfacción de su codicia, su beneficio particular inmediato. Como parte de la sátira expone la pobreza intelectual de las lecciones que se imparten en la escuela, los contenidos absurdos de las mismas y la presencia reiterada del recurso a los castigos físicos como incentivo docente. Pone de manifiesto la dificultad de comunicación entre personas y grupos sociales, de acuerdo con una de las constantes del realizador. Su conocida misantropía explicaría la exclusión de la mujer de todo papel relevante y protagonista.
La primera etapa de la filmografía de Berlanga, a la que pertenece el film, se caracteriza por la influencia que acusa de René Claire, Franz Carpa y del neorrealismo italiano. Es ésta una de las comedias más logradas del realizador, pese a los problemas que tuvo con la censura y las interferencias que sufrió de organizaciones religiosas. La obra está impregnada de ironía, ternura, crítica aguda y humor negro. Su estreno constituyó un fracaso de taquilla.
La acción dramática tiene lugar, a lo largo de poco más de una semana, en Fuentecilla, pequeño pueblo aislado (el tren nunca para en la estación), con un antiguo balneario de aguas termales con propiedades curativas reconocido en el pasado, pero caído actualmente en el olvido. Seis amigos, que componen las fuerzas vivas de la localidad, deciden representar un milagro para promocionar el turismo, la actividad económica en el lugar y sus propios intereses. Forman el grupo el alcalde (don Antonio), el maestro (don Salvador), el médico (don Manuel), el farmacéutico (don Evaristo), el propietario del balneario (don Ramón) y un propietario agrícola (don José).
El film suma comedia y cine fantástico. Presenta una jocosa sátira social de la España de mediados de los años 50. Se burla del papanatismo y el borreguismo que informan el fervor religioso de la gente sencilla, crédula y manipulada. Se burla de la omnipresencia de la religión en el mundo civil y de su enorme capacidad de influencia. Se burla de la utilización de la religión como instrumento de poder. Se burla de la cultura tramposa, pícara y oportunista de las fuerzas vivas. Se burla del egoísmo y del drástico individualismo de las mismas. Se burla de la estrechez de miras que las guía: no buscan la promoción de los intereses del pueblo, sino la satisfacción de su codicia, su beneficio particular inmediato. Como parte de la sátira expone la pobreza intelectual de las lecciones que se imparten en la escuela, los contenidos absurdos de las mismas y la presencia reiterada del recurso a los castigos físicos como incentivo docente. Pone de manifiesto la dificultad de comunicación entre personas y grupos sociales, de acuerdo con una de las constantes del realizador. Su conocida misantropía explicaría la exclusión de la mujer de todo papel relevante y protagonista.
La primera etapa de la filmografía de Berlanga, a la que pertenece el film, se caracteriza por la influencia que acusa de René Claire, Franz Carpa y del neorrealismo italiano. Es ésta una de las comedias más logradas del realizador, pese a los problemas que tuvo con la censura y las interferencias que sufrió de organizaciones religiosas. La obra está impregnada de ironía, ternura, crítica aguda y humor negro. Su estreno constituyó un fracaso de taquilla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La narración se desarrolla a un ritmo rápido y ágil. El relato, la historia de un fracaso, retiene la atención del espectador, le mantiene con la sonrisa en los labios y le lleva en varias ocasiones a la carcajada. Son escenas destacadas la representación de la primera aparición de San Dimas, la conversión de don José en un filántropo, las discusiones de los seis amigos por cuestiones de interés personal, el intento de conversión del agua en vino y otras.
La música, de Franco Ferrara, ofrece composiciones ligeras, de aires populares, ecos de feria y tono sarcástico y burlesco. El tema principal, de 10 notas, es pegadizo y sugestivo. Añade fragmentos del “Gloria”, del aria “Fígaro” (“El Barbero de Sevilla”, Rossini) y temas de pasacalles. La fotografía, de Francisco Sempere, en B/N, presenta notables planos secuencia, escenas corales que reúnen a muchos personajes y abundantes lances de humor visual.
Buenas interpretaciones. Interesante retrato documental de la realidad social de los años 50, atenazada por las penurias económicas de la autarquía, el fervor religioso y la cultura oficial de autoritarismo y la resignación.
La música, de Franco Ferrara, ofrece composiciones ligeras, de aires populares, ecos de feria y tono sarcástico y burlesco. El tema principal, de 10 notas, es pegadizo y sugestivo. Añade fragmentos del “Gloria”, del aria “Fígaro” (“El Barbero de Sevilla”, Rossini) y temas de pasacalles. La fotografía, de Francisco Sempere, en B/N, presenta notables planos secuencia, escenas corales que reúnen a muchos personajes y abundantes lances de humor visual.
Buenas interpretaciones. Interesante retrato documental de la realidad social de los años 50, atenazada por las penurias económicas de la autarquía, el fervor religioso y la cultura oficial de autoritarismo y la resignación.
7 de noviembre de 2007
7 de noviembre de 2007
51 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlanga es Berlanga, y aunque esta película no llega a la altura de El Verdugo, Bienvenido Mr. Marshall o Placido es un entretenimiento de primer orden.
La trama, para mi muy atrevida para su época, trata de que las autoridades de un pequeño pueblo en claro declive deciden simular una aparición de un santo, que deciden por el parecido de una imagen de la iglesia con José Isbert, que sea San Dimas, para que el pueblo vuelva a respirar prosperidad atrayendo a su balneario a los creyentes.
Tiene una primera hora fantástica, pero con la aparición del actor americano Richard Basehart en escena decae bastante, ya que este no parece tomarse muy en serio la película y además está muy fuera de la orbita de los demás personajes.
Aún así José Isbert está fenomenal y no digamos nada del siempre genial Manuel Alexandre, su personaje es corto pero siempre que sale da gustó disfrutar de su actuación. Los demás personajes más que correctos.
Supongo que esta película estuvo en manos de la censura de la época, y quizá tuvo que recatarse bastante Berlanga para poder estrenarla. Aún así una gran crítica social de la época que retrata esa ferviente religiosidad que se inculcaba al ciudadano medio.
Como curiosidad decir que en los créditos sale un tal Luisito Varela, que no es otro que Don Luís Varela de niño, ese gran actor de comedia, triunfador más en teatro que en cine y televisión, que ha alcanzado bastante fama hoy en día haciendo del jefe de Camera de Café, es curioso verle. Otro tema que llama la atención es que en esta película sale un José Luís López Vázquez diferente, y es chocante que habla normal, todavía no había utilizado esa voz característica que ha adornado su carrera, que a mi personalmente me pone malo.
Dignísimo entretenimiento, si tenéis un rato disfrutar de ella.
La trama, para mi muy atrevida para su época, trata de que las autoridades de un pequeño pueblo en claro declive deciden simular una aparición de un santo, que deciden por el parecido de una imagen de la iglesia con José Isbert, que sea San Dimas, para que el pueblo vuelva a respirar prosperidad atrayendo a su balneario a los creyentes.
Tiene una primera hora fantástica, pero con la aparición del actor americano Richard Basehart en escena decae bastante, ya que este no parece tomarse muy en serio la película y además está muy fuera de la orbita de los demás personajes.
Aún así José Isbert está fenomenal y no digamos nada del siempre genial Manuel Alexandre, su personaje es corto pero siempre que sale da gustó disfrutar de su actuación. Los demás personajes más que correctos.
Supongo que esta película estuvo en manos de la censura de la época, y quizá tuvo que recatarse bastante Berlanga para poder estrenarla. Aún así una gran crítica social de la época que retrata esa ferviente religiosidad que se inculcaba al ciudadano medio.
Como curiosidad decir que en los créditos sale un tal Luisito Varela, que no es otro que Don Luís Varela de niño, ese gran actor de comedia, triunfador más en teatro que en cine y televisión, que ha alcanzado bastante fama hoy en día haciendo del jefe de Camera de Café, es curioso verle. Otro tema que llama la atención es que en esta película sale un José Luís López Vázquez diferente, y es chocante que habla normal, todavía no había utilizado esa voz característica que ha adornado su carrera, que a mi personalmente me pone malo.
Dignísimo entretenimiento, si tenéis un rato disfrutar de ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El mensaje final sin desperdicio, al final todo da igual, triunfa la Fé, esta mueve montañas.
11 de junio de 2005
11 de junio de 2005
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película esquizofrénica, que parece haber sido dirigida por dos directores distintos. La primera parte (hasta la aparición de Richard Basehart) es distintivamente berlanguiana, con el genial Pepe Isbert en un entrañable papel a su medida. Corrosiva hasta la médula, pone en solfa las fuerzas vivas de la España franquista de provincias, en los años previos al desarrollismo (el maestro, el boticario, el alcalde y el empresario, entre otros). A partir de que Isbert abandona el protagonismo, el guión se desliza hacia una muy previsible fábula moral, con un final blando e indigno del arranque. No obstante, no está nada claro hasta qué punto su declive tiene o no que ver con la presión de la censura, hasta el punto de que, al parecer, en la Filmoteca Nacional constan dos versiones de la cinta perfectamente acabadas. Merece la pena, pero no es ni mucho tan redonda como otros títulos de Berlanga.
9 de diciembre de 2010
9 de diciembre de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de todo lo que me indigna y me fastidia de “Los jueves, milagro” (y con ello quiero referirme a los parches, a los remiendos, a las trampas en el guión y -sobre todo- a ese patético desenlace impuesto por el Opus Dei y las autoridades franquistas) lo que realmente me parece milagroso es que, a día de hoy, una peli tan agraviada, maltratada y ultrajada como ésta siga destilando ese maravilloso espíritu crítico, cínico y mordaz gracias al cual Don Luís García Berlanga ha sido considerado por muchos, y no sin razón, como el mejor cineasta español de todos los tiempos.
Precisamente por ello, permitidme que perpetre -a través de esta peli y no de cualquier otra- mi más sincero y particular homenaje a Berlanga. Entre otras cosas porque -aunque las tiene mejores- hay que ser bueno, muy bueno, para seguir transmitiendo todo lo que logra transmitir Don Luís (crítica social, crítica religiosa, humor negro, neorrealismo a la ibérica incluso…) con tanto fascista tocando los cojones.
Así pues, siete merecidas estrellitas para una peli mucho menos conocida que “Bienvenido Mr. Marshall”, “Plácido”, “Calabuig” o “El verdugo” pero que, en todo caso, constata a la perfección que cuando tras las cámaras hay talento y ante ellas, buenos actores (Isbert y Alexandre están tremendos), por muchos palos a las ruedas que a uno le pongan, cualquier milagro es posible.
Precisamente por ello, permitidme que perpetre -a través de esta peli y no de cualquier otra- mi más sincero y particular homenaje a Berlanga. Entre otras cosas porque -aunque las tiene mejores- hay que ser bueno, muy bueno, para seguir transmitiendo todo lo que logra transmitir Don Luís (crítica social, crítica religiosa, humor negro, neorrealismo a la ibérica incluso…) con tanto fascista tocando los cojones.
Así pues, siete merecidas estrellitas para una peli mucho menos conocida que “Bienvenido Mr. Marshall”, “Plácido”, “Calabuig” o “El verdugo” pero que, en todo caso, constata a la perfección que cuando tras las cámaras hay talento y ante ellas, buenos actores (Isbert y Alexandre están tremendos), por muchos palos a las ruedas que a uno le pongan, cualquier milagro es posible.
19 de noviembre de 2010
19 de noviembre de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado 13 de noviembre fallecía en su domicilio de Madrid, Luis García Berlanga. Tras las muertes de Juan Antonio Bardem (2002), Agustín González (2005), Fernando Fernán Gómez (2007), Rafael Azcona (2008), José Luis López Vázquez (2009), Manuel Alexandre (2010), el director valenciano cierra con su muerte a los 89 años una década triste para el cine español, en el que han ido desapareciendo todas sus grandes figuras. Casi nueve décadas de vida que dieron para mucho, entre otras cosas para filmar varias de las mejores películas del cine español. Dos días antes de su adiós había visto “Los Jueves, Milagro”, cuando acabó la película fui directamente al ordenador y es que algo no me cuadraba. La primera mitad de la película era Berlanga, ironía, mala leche, humor negro; pero la segunda (desde que aparece en escena Richard Basehart) parecía obra de otro director. Todo el mensaje inicial desaparecía y la crítica social tan propia del cine de Berlanga, se convertía en una especie de parábola religiosa, que poco tenía que ver con lo visto anteriormente.
Informándome por la red, descubrí la intrahistoria de esta película. A Berlanga le contrató el productor Ángel Martínez para el rodaje de la obra, pero en pleno proceso de escritura del guión, Martínez decidió vender la productora a una empresa ligada al Opus Dei. ¡Con la iglesia hemos topado! Los nuevos ‘mecenas’ y la censura acabaron metiendo mano en la película. El Padre Garau escribió los cambios que debían ser introducidos en la historia, de ahí que Berlanga propusiera que el religioso apareciera en los títulos de crédito como guionista. Incluso se llegaron a rodar escenas adicionales sin la participación de Berlanga, de las que se encargó el director Jorge Grau. Finalmente la película se convirtió en el mayor fracaso de taquilla de Berlanga. Ahora entendía mejor que había pasado y solo me quedaba resignarme a puntuar con un 7 una película que seguramente hubiera merecido más, si la censura no hubiera hecho de las suyas. (en spoiler por falta de espacio).
Informándome por la red, descubrí la intrahistoria de esta película. A Berlanga le contrató el productor Ángel Martínez para el rodaje de la obra, pero en pleno proceso de escritura del guión, Martínez decidió vender la productora a una empresa ligada al Opus Dei. ¡Con la iglesia hemos topado! Los nuevos ‘mecenas’ y la censura acabaron metiendo mano en la película. El Padre Garau escribió los cambios que debían ser introducidos en la historia, de ahí que Berlanga propusiera que el religioso apareciera en los títulos de crédito como guionista. Incluso se llegaron a rodar escenas adicionales sin la participación de Berlanga, de las que se encargó el director Jorge Grau. Finalmente la película se convirtió en el mayor fracaso de taquilla de Berlanga. Ahora entendía mejor que había pasado y solo me quedaba resignarme a puntuar con un 7 una película que seguramente hubiera merecido más, si la censura no hubiera hecho de las suyas. (en spoiler por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Berlanga tuvo que aprender a convivir con la censura y lo consiguió, pero no plegándose a sus ridículas exigencias, sino sabiendo burlarse de ella. Y para ello contó con la inestimable ayuda de otro genio, Rafael Azcona. “El Verdugo” y “Plácido” son los mejores ejemplos de cómo contar lo que uno quiere, por muy crítico que se fuera con el poder, sin que los ‘lumbreras’ de la censura se dieran cuenta. Lo primero que vi de Berlanga fue “Bienvenido Mister Marshall”, uno siempre tiene en mente la famosa canción (“Americanos, os recibimos con alegría…) y empieza a verla pensando que no es más que una comedia española más de aquella época. ¡Bendita ignorancia!, cuando uno se da cuenta de que detrás de ese recibimiento hay un pueblo deprimido por la miseria y los sueños rotos. Luego llegaron sus obras maestras, “Plácido” y “El Verdugo”, que quizá le costaron poder rodar más películas durante el franquismo. También llegó “Calabuch”, ese maravilloso cuento pacifista. Y la cosa no se quedó ahí porque llegaron las películas en democracia, “Patrimonio Nacional” y “La Vaquilla”. Es cierto que en libertad, Berlanga perdió la sutileza que tuvo que auto imponerse durante el franquismo, dando rienda suelta a algunas de sus obsesiones, como el sexo, que hasta entonces habían quedado guardadas. Y finalmente, como anunciando su final, llegó “Los jueves, milagro”. Ahora que se ha ido, yo seguiré viendo sus obras y todavía queda mucho y bueno. (“La Escopeta Nacional, “Novio a la Vista”, “Todos a la Cárcel”,…)
G R A C I A S. (En plano secuencia).
G R A C I A S. (En plano secuencia).
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