La virgen roja
6,7
12.797
Drama. Thriller
Hildegart es concebida y educada por su madre Aurora para ser la mujer del futuro, convirtiéndose en una de las mentes más brillantes de la España de los años 30 y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina. A sus 18 años, Hildegart comienza a experimentar la libertad y conoce a Abel Velilla, quien le ayuda a explorar un nuevo mundo emocional y a desmarcarse del férreo nido materno. Aurora teme perder el control sobre su ... [+]
31 de enero de 2025
31 de enero de 2025
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La directora aragonesa Paula Ortiz con formación en filología ha tenido interés en su filmografía por aspectos literarios como la notable adaptación de “Bodas ded sangre” de F. G. Lorca en “La novia” o en “Teresa” que no fue muy bien recibida el año pasado. Esta vez ha dirigido este largometraje español que se estrenó a finales del pasado septiembre en cines, coproducido por Amazon donde está disponible desde inicio de diciembre. Hildegart es concebida y educada por su madre Aurora para ser la mujer del futuro, convirtiéndose en una de las mentes más brillantes de la España de los años treinta y uno de los referentes europeos sobre sexualidad femenina. A sus dieciocho años, Hildegart comienza a experimentar la libertad y conoce a Abel Velilla, quien le ayuda a explorar un nuevo mundo emocional y a desmarcarse del férreo nido materno. Aurora teme perder el control sobre su hija y hace todo lo posible por impedir que Hildegart se aleje. Las dos mujeres se enfrentarán durante una noche de verano de 1933, poniendo fin al “Proyecto Hildegart”.
P. Ortiz cuenta que este caso le obsesionó durante mucho tiempo y en la nueva ola de feminismo de hoy en día era un proyecto interesante contarlo. Basado en hechos reales, a priori no tenía mucho interés en este título porque ya conocía un poco la historia y está el precedente de “Mi hija Hildegart” de Fernando Fernán Gómez. Mientras que esa cinta hablaba de feminismo a finales de los setenta y con Amparo Soler Leal como protagonista, la película que nos ocupa cuenta una historia materno-filial que pasa del drama de época al suspense psicológico. El guion de Eduard Sola y Clara Roquet presenta una concatenación de los hechos, apunta varios temas de interés en un contexto político y social interesante en la Segunda República aunque sobre todo se centra en la relación entre madre e hija y los pocos personajes que hay en su entorno reducido; sin embargo, creo que no profundiza mucho en las motivaciones del complejo personaje de Aurora y la directora recurre a una voz en off y a imágenes simbólicas de un maniquí resquebrajado para contar lo que no se aprecia en las escenas. Quizás el guion idealiza un poco esa época con unos aires de esperanza que se verán pronto truncados. Es curioso cómo la evolución hacia la tragedia del personaje de Hildegart puede ir en consonancia con el fin de la República. Se nota en algunos momentos la estilizada dirección de Ortiz (sin llegar al esteticismo de “La novia”) con un componente teatral centrado en la vivienda familiar como en anteriores films de la directora pero esta vez la realización es más sobria y consigue ser asfixiante. Cabe decir que es una propuesta en su mayoría de escenas de interiores y parece que no se saca mucho partido de las contadas escenas en exteriores. No obstante, hay que señalar la lograda ambientación, aspectos como la dirección artística y la fotografía a cargo de Pedro J. Márquez.
Lo más destacado son las actuaciones femeninas: Najwa Nimri como una madre que es maestra, carcelera y juez de su hija en una de las mejores de su carrera y ya demostró con la villana de Zulema en la serie “Vis a vis” que se le da bien hacer de mala persona); la joven Alba Plana (cortometraje “16” en su primer papel relevante en el cine como esa hija adolescente que empieza a sentir, desear y amar, y Aixa Villagrán como la sirvienta de ambas, una amable mujer de diferente posición social cuyo personaje aporta una conciencia de clase. Además, el reparto masculino cuenta con Patrick Criado como Abel, personaje que rompe el sistema estable creado por Aurora, Pepe Viyuela y Jorge Usón.
El film se presentó en la sección oficial fuera de concurso del pasado festival de San Sebastián y ha sido reconocido en premios nacionales: nominado al Forqué a mejor interpretación femenina para N. Nimri, obtuvo seis nominaciones a los premios Feroz incluyendo mejor película dramática, dirección y guion; así como nueve nominaciones a los Goya incluyendo mejor dirección, actriz de reparto, la canción “La virgen roja” de María Arnal, vestuario, maquillaje y peluquería, está ausente en actriz principal, fotografía y en largometraje (en este caso, no lo merecía).
Valoración: 6’5
Lo mejor: las interpretaciones de las tres actrices.
Lo peor: el guion no profundiza mucho en el personaje principal.
https://josh-cine.blogspot.com/
P. Ortiz cuenta que este caso le obsesionó durante mucho tiempo y en la nueva ola de feminismo de hoy en día era un proyecto interesante contarlo. Basado en hechos reales, a priori no tenía mucho interés en este título porque ya conocía un poco la historia y está el precedente de “Mi hija Hildegart” de Fernando Fernán Gómez. Mientras que esa cinta hablaba de feminismo a finales de los setenta y con Amparo Soler Leal como protagonista, la película que nos ocupa cuenta una historia materno-filial que pasa del drama de época al suspense psicológico. El guion de Eduard Sola y Clara Roquet presenta una concatenación de los hechos, apunta varios temas de interés en un contexto político y social interesante en la Segunda República aunque sobre todo se centra en la relación entre madre e hija y los pocos personajes que hay en su entorno reducido; sin embargo, creo que no profundiza mucho en las motivaciones del complejo personaje de Aurora y la directora recurre a una voz en off y a imágenes simbólicas de un maniquí resquebrajado para contar lo que no se aprecia en las escenas. Quizás el guion idealiza un poco esa época con unos aires de esperanza que se verán pronto truncados. Es curioso cómo la evolución hacia la tragedia del personaje de Hildegart puede ir en consonancia con el fin de la República. Se nota en algunos momentos la estilizada dirección de Ortiz (sin llegar al esteticismo de “La novia”) con un componente teatral centrado en la vivienda familiar como en anteriores films de la directora pero esta vez la realización es más sobria y consigue ser asfixiante. Cabe decir que es una propuesta en su mayoría de escenas de interiores y parece que no se saca mucho partido de las contadas escenas en exteriores. No obstante, hay que señalar la lograda ambientación, aspectos como la dirección artística y la fotografía a cargo de Pedro J. Márquez.
Lo más destacado son las actuaciones femeninas: Najwa Nimri como una madre que es maestra, carcelera y juez de su hija en una de las mejores de su carrera y ya demostró con la villana de Zulema en la serie “Vis a vis” que se le da bien hacer de mala persona); la joven Alba Plana (cortometraje “16” en su primer papel relevante en el cine como esa hija adolescente que empieza a sentir, desear y amar, y Aixa Villagrán como la sirvienta de ambas, una amable mujer de diferente posición social cuyo personaje aporta una conciencia de clase. Además, el reparto masculino cuenta con Patrick Criado como Abel, personaje que rompe el sistema estable creado por Aurora, Pepe Viyuela y Jorge Usón.
El film se presentó en la sección oficial fuera de concurso del pasado festival de San Sebastián y ha sido reconocido en premios nacionales: nominado al Forqué a mejor interpretación femenina para N. Nimri, obtuvo seis nominaciones a los premios Feroz incluyendo mejor película dramática, dirección y guion; así como nueve nominaciones a los Goya incluyendo mejor dirección, actriz de reparto, la canción “La virgen roja” de María Arnal, vestuario, maquillaje y peluquería, está ausente en actriz principal, fotografía y en largometraje (en este caso, no lo merecía).
Valoración: 6’5
Lo mejor: las interpretaciones de las tres actrices.
Lo peor: el guion no profundiza mucho en el personaje principal.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película tiene frases para recordar como “el amor y la revolución son incompatibles” o “tener a Freud en el sexo, a Nietzsche en el pecho y a Marx en la cabeza”.
Esta es una propuesta de conceptos e ideas como el feminismo. Si bien es cierto que Aurora e Hildegart querían la igualdad entre géneros como en materia política, creo que el feminismo de Aurora es mal entendido visto ahora porque desprecia a los hombres y no quiere que su hija se relacione con ellos. Más bien su ideología está más cerca del fascismo y la película da pie a reflexionar sobre los peligros que este conlleva.
Aurora creó a su hija que no tiene padre y desde su lógica, una vez su proyecto ha fracasado debido a las ansias de libertad normales en una adolescente que podía haber tenido la oportunidad de viajar a Londres, decide acabar con ella pero no vemos lo que le sucede a la madre después. Por otra parte, sí me parece interesante la escena en el teatro donde asiste Aurora para ver la actuación de un pianista al que quiso.
Esta es una propuesta de conceptos e ideas como el feminismo. Si bien es cierto que Aurora e Hildegart querían la igualdad entre géneros como en materia política, creo que el feminismo de Aurora es mal entendido visto ahora porque desprecia a los hombres y no quiere que su hija se relacione con ellos. Más bien su ideología está más cerca del fascismo y la película da pie a reflexionar sobre los peligros que este conlleva.
Aurora creó a su hija que no tiene padre y desde su lógica, una vez su proyecto ha fracasado debido a las ansias de libertad normales en una adolescente que podía haber tenido la oportunidad de viajar a Londres, decide acabar con ella pero no vemos lo que le sucede a la madre después. Por otra parte, sí me parece interesante la escena en el teatro donde asiste Aurora para ver la actuación de un pianista al que quiso.
9 de febrero de 2025
9 de febrero de 2025
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Una nueva versión de un hecho histórico lamentable y que fué borrado por la dictadura.
Una madre verdaderamente controladora que, no se como, consigue un prodigio de niña, sólo con sus lecciones?
Tampoco nos cuenta demasiado de la madre como para sacar conclusiones, excepto que parece una maestra en el arte de crear personas casi perfectas, aunque la vida le muestre que eso es imposible.
La película tiene una fotografía espléndida, aunque el ritmo sea lento, hay que destacar la interpretación de Majwa Nimri, que habla en un surruro permante.
El resto de actores bastante planos, no sobresaliendo ninguno especialmente.
Se deja ver, pero sinceramente esperaba mucho más.
Una madre verdaderamente controladora que, no se como, consigue un prodigio de niña, sólo con sus lecciones?
Tampoco nos cuenta demasiado de la madre como para sacar conclusiones, excepto que parece una maestra en el arte de crear personas casi perfectas, aunque la vida le muestre que eso es imposible.
La película tiene una fotografía espléndida, aunque el ritmo sea lento, hay que destacar la interpretación de Majwa Nimri, que habla en un surruro permante.
El resto de actores bastante planos, no sobresaliendo ninguno especialmente.
Se deja ver, pero sinceramente esperaba mucho más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No entiendo y me disgusta profundamente, cuando se alteran deliberadamente hechos históricos probados, como fué el asesinato en sí de la joven Hildegart.
Porque cambian los disparos de Aurora a Hildegart?
Le disparó tres veces en la cabeza y una en el corazón, pero no en el sexo, entonces a que viene esa libertad de interpretación?
Me lo puede explicar alguién?
Porque cambian los disparos de Aurora a Hildegart?
Le disparó tres veces en la cabeza y una en el corazón, pero no en el sexo, entonces a que viene esa libertad de interpretación?
Me lo puede explicar alguién?
23 de marzo de 2025
23 de marzo de 2025
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Paula Ortiz regresa con una película que te deja clavado en la butaca, aunque no siempre por los motivos correctos. "La Virgen Roja" nos arrastra a la turbia relación entre Aurora Rodríguez Carballeira y su hija Hildegart, esa niña prodigio criada para ser la "mujer del futuro" en una España republicana llena de efervescencia política. Es un retrato psicológico que ahoga, donde la obsesión materna devora cualquier atisbo de libertad. La cinta brilla en lo técnico y en sus actuaciones, pero se queda a medias cuando intenta profundizar.
Lo primero que impresiona es la estética: el Madrid de los años treinta cobra vida con una fotografía que juega entre claroscuros, casi como si la cámara respirase la misma opresión que sufre Hildegart. Los detalles de época están tan cuidados que hasta el aire parece cargado de ese polvo viejo de las bibliotecas. Paula Ortiz, fiel a su estilo, nos regala escenas que son cuadros vivientes, como las cartas entre Hildegart y Abel, o esa escultura que se resquebraja… un símbolo demasiado obvio, pero efectivo.
Eso sí, tanta belleza visual a veces asfixia la historia. La dirección se empeña en explicarlo todo: la música subraya cada emoción, la voz en off de Aurora (Najwa Nimri) nos susurra cada pensamiento. Nimri está magnética, sí, construyendo a una mujer rota entre la genialidad y la locura. Pero su interpretación, tan contenida y monocorde, puede terminar cansando. Hay momentos en los que casi aprietas los dientes: "¡Grita, maldita sea, haz algo más que susurrar!". Aun así, transmite ese control asfixiante que da escalofríos.
Alba Planas, como Hildegart, es un sol que intenta abrirse paso entre nubes. Logra mostrar la fragilidad de una joven que descubre el amor y la rebeldía, pero… ¿es suficiente? En algunos pasajes, su actuación se siente tan pulida que pierde fuerza. Quieres ver más rabia, más desgarro, sobre todo cuando choca contra el muro de su madre. Eso sí, la química entre ambas actrices es palpable, y su dinámica te mantiene en tensión, sabiendo que el final será tan inevitable como desgarrador.
El guion se centra en la relación madre-hija y en el romance de Hildegart con Abel (Patrick Criado, correcto pero sin destacar). Aquí viene el pero: simplifica demasiado. Los que conozcan la historia real notarán licencias creativas, como retratar el socialismo de la época con cierta idealización, o reducir las motivaciones de Aurora a una locura repentina. Además, el contexto político y social queda como telón de fondo borroso, algo que duele en una historia tan ligada a su época.
Pese a todo, la película no te deja indiferente. La tragedia de Hildegart es tan fascinante como espeluznante, y Ortiz logra transmitir ese amor enfermizo que se convierte en veneno. Las actuaciones, con sus altibajos, mantienen el interés. Y aunque no llega a conmover del todo, sí inquieta. Sales del cine con un nudo en el estómago, preguntándote hasta dónde puede llegar la ambición disfrazada de cariño.
Lo primero que impresiona es la estética: el Madrid de los años treinta cobra vida con una fotografía que juega entre claroscuros, casi como si la cámara respirase la misma opresión que sufre Hildegart. Los detalles de época están tan cuidados que hasta el aire parece cargado de ese polvo viejo de las bibliotecas. Paula Ortiz, fiel a su estilo, nos regala escenas que son cuadros vivientes, como las cartas entre Hildegart y Abel, o esa escultura que se resquebraja… un símbolo demasiado obvio, pero efectivo.
Eso sí, tanta belleza visual a veces asfixia la historia. La dirección se empeña en explicarlo todo: la música subraya cada emoción, la voz en off de Aurora (Najwa Nimri) nos susurra cada pensamiento. Nimri está magnética, sí, construyendo a una mujer rota entre la genialidad y la locura. Pero su interpretación, tan contenida y monocorde, puede terminar cansando. Hay momentos en los que casi aprietas los dientes: "¡Grita, maldita sea, haz algo más que susurrar!". Aun así, transmite ese control asfixiante que da escalofríos.
Alba Planas, como Hildegart, es un sol que intenta abrirse paso entre nubes. Logra mostrar la fragilidad de una joven que descubre el amor y la rebeldía, pero… ¿es suficiente? En algunos pasajes, su actuación se siente tan pulida que pierde fuerza. Quieres ver más rabia, más desgarro, sobre todo cuando choca contra el muro de su madre. Eso sí, la química entre ambas actrices es palpable, y su dinámica te mantiene en tensión, sabiendo que el final será tan inevitable como desgarrador.
El guion se centra en la relación madre-hija y en el romance de Hildegart con Abel (Patrick Criado, correcto pero sin destacar). Aquí viene el pero: simplifica demasiado. Los que conozcan la historia real notarán licencias creativas, como retratar el socialismo de la época con cierta idealización, o reducir las motivaciones de Aurora a una locura repentina. Además, el contexto político y social queda como telón de fondo borroso, algo que duele en una historia tan ligada a su época.
Pese a todo, la película no te deja indiferente. La tragedia de Hildegart es tan fascinante como espeluznante, y Ortiz logra transmitir ese amor enfermizo que se convierte en veneno. Las actuaciones, con sus altibajos, mantienen el interés. Y aunque no llega a conmover del todo, sí inquieta. Sales del cine con un nudo en el estómago, preguntándote hasta dónde puede llegar la ambición disfrazada de cariño.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película no se anda con rodeos. Aurora asesina a Hildegart con tres disparos cargados de simbolismo: uno al sexo, otro al corazón y otro a la cabeza. Un detalle escalofriante (aunque históricamente discutible) que resume toda su obsesión: destruir la sexualidad, el amor y la mente que intentó controlar. La frialdad de Aurora al matarla, luego justificándolo como “corregir una obra imperfecta”, te hiela la sangre. Es el acto final de posesión: ni siquiera en la muerte le devuelve la libertad.
El funeral, con esa imagen de Hildegart rodeada de flores, es visualmente potente, pero emocionalmente… ¿frío? Echo de menos ver cómo impactó su muerte en la sociedad de la época. Aun así, ese final refuerza la idea de que Aurora nunca la vio como una persona, sino como un experimento fallido. Y ahí está el verdadero horror: una madre que confundió criar a una hija con esculpir un mármol.
El funeral, con esa imagen de Hildegart rodeada de flores, es visualmente potente, pero emocionalmente… ¿frío? Echo de menos ver cómo impactó su muerte en la sociedad de la época. Aun así, ese final refuerza la idea de que Aurora nunca la vio como una persona, sino como un experimento fallido. Y ahí está el verdadero horror: una madre que confundió criar a una hija con esculpir un mármol.
22 de febrero de 2025
22 de febrero de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En términos generales me entretuvo y me gustó toda la película.
Sí, es verdad, que en cierto punto la narración se desgasta un poco, haciendo que decaiga la buena tensión creada en la primera media hora de metraje.
A su vez, debo apuntar que tal vez la trama no termina de explotar del todo o, peor aún, llega medio tarde, como así también no puedo no objetarle que, a mi gusto, la forma de contar la historia no me pareció de lo más provechoso posible. Se ha elegido un tono tramposo y remanido, para una biopic que, en mi humilde opinión, no lo ameritaba.
Lo más criticable, es que me costó entenderle lo que decía Najwa Nimri, cada vez que susurraba. Lo otro, y más fuerte, la cuestión del feminismo, me resultó forzado y anacrónico.
Dejando de lado esto, es una de esas películas normalitas que se dejan ver y nada más. Entretiene.
Sí, es verdad, que en cierto punto la narración se desgasta un poco, haciendo que decaiga la buena tensión creada en la primera media hora de metraje.
A su vez, debo apuntar que tal vez la trama no termina de explotar del todo o, peor aún, llega medio tarde, como así también no puedo no objetarle que, a mi gusto, la forma de contar la historia no me pareció de lo más provechoso posible. Se ha elegido un tono tramposo y remanido, para una biopic que, en mi humilde opinión, no lo ameritaba.
Lo más criticable, es que me costó entenderle lo que decía Najwa Nimri, cada vez que susurraba. Lo otro, y más fuerte, la cuestión del feminismo, me resultó forzado y anacrónico.
Dejando de lado esto, es una de esas películas normalitas que se dejan ver y nada más. Entretiene.
9 de abril de 2025
9 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época donde el cine histórico tiende a embellecer el pasado o a simplificarlo hasta lo caricaturesco, La virgen roja se atreve a abrazar toda la complejidad moral, política y humana de su protagonista. Dirigida por Pilar Pérez Solano, esta película pone en el centro a Hildegart Rodríguez, la activista feminista, socialista y eugenista asesinada por su madre en 1933. Lejos de la hagiografía o el sensacionalismo, la película propone una mirada crítica, inteligente y, sobre todo, profundamente humana, a uno de los episodios más insólitos y trágicos del siglo XX español.
Entre la historia y la metáfora: un retrato sin concesiones
La virgen roja destaca desde su primera secuencia por su atmósfera densa y cargada de ambigüedad moral. El guión de Carlos López no idealiza a Hildegart, pero tampoco la condena. Nos muestra su inteligencia precoz, su compromiso inquebrantable con las ideas, pero también su contradicción y su vulnerabilidad. La interpretación de Aura Garrido como Hildegart es magnética, llena de matices; hay en su mirada una mezcla de convicción y fragilidad que define a la perfección a una joven que intentaba vivir dos siglos por delante de su tiempo.
Visualmente, la película apuesta por una sobriedad formal que roza lo teatral. La fotografía de tonos apagados, la escenografía contenida y la partitura de cuerdas tensas refuerzan una atmósfera opresiva, muy coherente con la relación tóxica y simbíotica entre Hildegart y su madre, Aurora (interpretada con fiereza por Carmen Machi).
Feminismo, eugenesia y revolución: ideas peligrosas en cuerpos frágiles
Uno de los mayores aciertos de la película es que no huye del conflicto ideológico. Se atreve a mostrar cómo Hildegart creía en la eugenesia como herramienta de liberación femenina, cómo soñaba con una humanidad “mejorada” desde el pensamiento progresista. Y lo hace sin sermones ni juicios. Solo presentando, con inteligencia, el contexto, las ideas, y el abismo que estas podían abrir incluso en el corazón de una madre.
Un final que congela la sangre y deja preguntas abiertas
Cuando llega el clímax, el asesinato de Hildegart, la película no lo convierte en un espectáculo morboso. Lo filma con pudor y brutalidad, a la vez. La escena es devastadora precisamente porque es seca, rápida, sin catarsis ni redención. Solo un silencio prolongado que nos deja frente a la incomodidad de la historia real.
No hay moraleja, y eso es lo que más se agradece. La virgen roja no busca redimir ni condenar a sus personajes. Solo mostrar hasta dónde puede llegar el fanatismo, incluso cuando nace del amor y del deseo de crear algo mejor.
Nota:
★★★
LO MEJOR
Las interpretaciones poderosísimas de Aura Garrido y Carmen Machi.
La valentía para abordar ideas incómodas sin didactismos.
El diseño visual austero pero eficaz.
LO PEOR
Algunos espectadores pueden encontrar el ritmo demasiado pausado.
La ausencia de una mirada más emocional puede distanciar a parte del público.
¿A quién va dirigida esta película?
La virgen roja es una película para amantes del cine histórico con aristas, para quienes buscan retratos femeninos complejos y provocadores, y para espectadores interesados en los vínculos entre política, maternidad y libertad personal. No es una cinta fácil ni condescendiente, pero su potencia discursiva y estética la hacen imprescindible para quien quiera pensar (y sentir) el pasado desde una mirada contemporánea.
CRÍTICA COMPLETA: https://criticasdecinehoy.blogspot.com/2025/04/blog-post_616.html
Entre la historia y la metáfora: un retrato sin concesiones
La virgen roja destaca desde su primera secuencia por su atmósfera densa y cargada de ambigüedad moral. El guión de Carlos López no idealiza a Hildegart, pero tampoco la condena. Nos muestra su inteligencia precoz, su compromiso inquebrantable con las ideas, pero también su contradicción y su vulnerabilidad. La interpretación de Aura Garrido como Hildegart es magnética, llena de matices; hay en su mirada una mezcla de convicción y fragilidad que define a la perfección a una joven que intentaba vivir dos siglos por delante de su tiempo.
Visualmente, la película apuesta por una sobriedad formal que roza lo teatral. La fotografía de tonos apagados, la escenografía contenida y la partitura de cuerdas tensas refuerzan una atmósfera opresiva, muy coherente con la relación tóxica y simbíotica entre Hildegart y su madre, Aurora (interpretada con fiereza por Carmen Machi).
Feminismo, eugenesia y revolución: ideas peligrosas en cuerpos frágiles
Uno de los mayores aciertos de la película es que no huye del conflicto ideológico. Se atreve a mostrar cómo Hildegart creía en la eugenesia como herramienta de liberación femenina, cómo soñaba con una humanidad “mejorada” desde el pensamiento progresista. Y lo hace sin sermones ni juicios. Solo presentando, con inteligencia, el contexto, las ideas, y el abismo que estas podían abrir incluso en el corazón de una madre.
Un final que congela la sangre y deja preguntas abiertas
Cuando llega el clímax, el asesinato de Hildegart, la película no lo convierte en un espectáculo morboso. Lo filma con pudor y brutalidad, a la vez. La escena es devastadora precisamente porque es seca, rápida, sin catarsis ni redención. Solo un silencio prolongado que nos deja frente a la incomodidad de la historia real.
No hay moraleja, y eso es lo que más se agradece. La virgen roja no busca redimir ni condenar a sus personajes. Solo mostrar hasta dónde puede llegar el fanatismo, incluso cuando nace del amor y del deseo de crear algo mejor.
Nota:
★★★
LO MEJOR
Las interpretaciones poderosísimas de Aura Garrido y Carmen Machi.
La valentía para abordar ideas incómodas sin didactismos.
El diseño visual austero pero eficaz.
LO PEOR
Algunos espectadores pueden encontrar el ritmo demasiado pausado.
La ausencia de una mirada más emocional puede distanciar a parte del público.
¿A quién va dirigida esta película?
La virgen roja es una película para amantes del cine histórico con aristas, para quienes buscan retratos femeninos complejos y provocadores, y para espectadores interesados en los vínculos entre política, maternidad y libertad personal. No es una cinta fácil ni condescendiente, pero su potencia discursiva y estética la hacen imprescindible para quien quiera pensar (y sentir) el pasado desde una mirada contemporánea.
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