Anatomía de una caída
2023 

7,1
26.763
Thriller. Drama
Sandra, una escritora alemana, vive con su marido Samuel y su hijo ciego, Daniel, en un chalé en medio de los Alpes franceses. Cuando Samuel fallece en misteriosas circunstancias, la investigación no puede determinar si se trata de un suicidio o de un homicidio. Sandra es arrestada y juzgada por asesinato, y el proceso pone su tumultuosa relación y su ambigua personalidad en el punto de mira. (FILMAFFINITY)
29 de febrero de 2024
29 de febrero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Justine Triet no ha podido verse en una situación personal mejor (nominada a 50+ premios con 'Anatomía') después de ofrecer tan poquito en esta película. ''Anatomía (...)'' trae consigo un cóctel magnífico: una muerte de un personaje del que no sabemos nada, una esposa que sufre de la barrera idiomática y un hijo que apenas puede ver (cegado de la realidad y de ''la realidad''). No, no aprovechan bien nada de lo que destaco de cada uno.
Vamos descubriendo los problemas matrimoniales (aunque lo intente, con menos gracia que 'Historia de un matrimonio' o con menos arte que Woody Allen) por los relatos que surgen en el juicio (con unos diálogos haciéndose pasar como interesantes pero que abochornarían a Otto Preminger - ''Anatomía de un asesinato''... sí, la referencia de Triet le queda grande) y, en medio, el niño que debe descubrir y decidir... pero que jamás conseguimos identificarnos con él y afrontar su destino porque todos los problemas que aquí se presentan están vacíos de drama humano. Y es una pena, porque ese crío es la extensión de nosotros: pone coherencia ante este juego, pero solo evidencia lo mal construido que está el film. Triet comentó que le ''gusta jugar con la ficción y la realidad para que el espectador también decidiera junto a los personajes'', pero lo siento, advertencia: si no le das al espectador algo de donde tirar (ritmo, decisiones de guion, temática, etc.), no te va a comprar el juego. Y aquí, junto a sus dos horas y media, (me) ocurre.
Quizá, que la película esté cocida a fuego tan lento dificulta ponernos en la situación. No hay tensión y eso es porque se aleja de las películas ''típicamente americanas de juicios'' como Triet ya ha dicho en alguna que otra entrevista. No es una buena fórmula, y se demuestra cuando Triet 'cede' la cámara a los personajes: las grabaciones del forense, las imágenes televisivas o los puntos de vista subjetivos anulando el efecto de montaje mejora el relato. Por retorcer un poco, Triet intenta alejarse, pero los momentos estrellas de los juicios tienen una dirección muy 'de cine clásico', desde las interpretaciones más teatrales a los movimientos de cámara in hacia el personaje. Igual de haberse planteado de otra manera, me hubiera gustado más, porque Triet es una directora capaz.
Lo mejor de la película, sin duda alguna, los actores y actrices. Todos y cada uno aportan una matiz nueva a unos personajes desaprovechados. Por no entrar en la rueda de elogios merecidísimos a Sandra Hüller, destacaría a Antoine Reinartz. Un personaje atractivo, inteligente, incómodo, hecho para los juicios más encarnizados del cine.
En fin, mucha chicha para tan poco pan. A veces está bien pararse a leer las entrevistas a los directores después de ver sus películas. Te enteras de tantas cosas que no han conseguido plasmar. A mí me deja todavía más indiferente ante lo presenciado.
Vamos descubriendo los problemas matrimoniales (aunque lo intente, con menos gracia que 'Historia de un matrimonio' o con menos arte que Woody Allen) por los relatos que surgen en el juicio (con unos diálogos haciéndose pasar como interesantes pero que abochornarían a Otto Preminger - ''Anatomía de un asesinato''... sí, la referencia de Triet le queda grande) y, en medio, el niño que debe descubrir y decidir... pero que jamás conseguimos identificarnos con él y afrontar su destino porque todos los problemas que aquí se presentan están vacíos de drama humano. Y es una pena, porque ese crío es la extensión de nosotros: pone coherencia ante este juego, pero solo evidencia lo mal construido que está el film. Triet comentó que le ''gusta jugar con la ficción y la realidad para que el espectador también decidiera junto a los personajes'', pero lo siento, advertencia: si no le das al espectador algo de donde tirar (ritmo, decisiones de guion, temática, etc.), no te va a comprar el juego. Y aquí, junto a sus dos horas y media, (me) ocurre.
Quizá, que la película esté cocida a fuego tan lento dificulta ponernos en la situación. No hay tensión y eso es porque se aleja de las películas ''típicamente americanas de juicios'' como Triet ya ha dicho en alguna que otra entrevista. No es una buena fórmula, y se demuestra cuando Triet 'cede' la cámara a los personajes: las grabaciones del forense, las imágenes televisivas o los puntos de vista subjetivos anulando el efecto de montaje mejora el relato. Por retorcer un poco, Triet intenta alejarse, pero los momentos estrellas de los juicios tienen una dirección muy 'de cine clásico', desde las interpretaciones más teatrales a los movimientos de cámara in hacia el personaje. Igual de haberse planteado de otra manera, me hubiera gustado más, porque Triet es una directora capaz.
Lo mejor de la película, sin duda alguna, los actores y actrices. Todos y cada uno aportan una matiz nueva a unos personajes desaprovechados. Por no entrar en la rueda de elogios merecidísimos a Sandra Hüller, destacaría a Antoine Reinartz. Un personaje atractivo, inteligente, incómodo, hecho para los juicios más encarnizados del cine.
En fin, mucha chicha para tan poco pan. A veces está bien pararse a leer las entrevistas a los directores después de ver sus películas. Te enteras de tantas cosas que no han conseguido plasmar. A mí me deja todavía más indiferente ante lo presenciado.
27 de abril de 2024
27 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película en la que lo de menos es, precisamente, la "anatomía de la caída", y si que es más importante el núcleo o el análisis psicológico certero de los cuatro protagonistas de la historia: el padre, la madre (¡magnífica de nuevo el trabajo de la actriz Sandra Hüller!), el niño y el perro (por supuesto). Mi valoración no llega al 10 porque, personalmente, no soporto las películas que duran más de dos horas. Soy del bando de Woody Allen, el cual afirma que se puede contar cualquier historia en noventa minutos porque, sino, es que no sabes contar historias. No obstante, este film de Justine Triet no se me hizo larga y las escenas del juicio están magníficamente rodadas, con muy buen ritmo (también destaco el trabajo del actor Antoine Reinartz, interpretando a un fiscal implacable, hipervitaminado y nervioso sin pestañear). En definitiva, una precisa, contundente y certera historia que describe a la perfección muchas situaciones de pareja que están sucediendo en este mundo desquiciado y desquiciante.
16 de mayo de 2024
16 de mayo de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenísima película, guión, dirección e interpretación de Sandra Huller. La historia te deja navegar por tus propios prejuicios para resolver el caso, aunque en todo momento busca la luz en las conversaciones y diálogos inteligentes de los personajes. El feminismo está presente en la película de una forma natural. Te invita mucho a la reflexión, a la sospecha, a la incomprensión, hace un gran trabajo en el análisis de la vida, la pareja, la existencia humana a través de la propia historia. Es una gran película: original, distinta, necesaria. ¡Que la disfrutéis!
8 de diciembre de 2023
8 de diciembre de 2023
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una propuesta inteligente, que deja huella y enciende el diálogo. Un film que nos abisma a lo más profundo del ser humano actual y sus modos de relación.
Justine coquetea con diversos géneros sin perder de vista lo que realmente le interesa: sus personajes. Lo que empieza como un film de intriga y suspense pronto se convierte en una película de juicios que logra mantener el interés con diferentes giros de guion centrados en el drama de pareja. No obstante, en cierto punto, casi ni me importa la resolución de la causa debido al enorme trabajo de escritura de personajes; la forma de entender las relaciones o la justicia de Sandra (tan preclara como inaccesible), la culpa y el fracaso de Samuel o las consecuencias psicológicas y dramáticas de lo acontecido para con su hijo, el maravillosamente ambiguo Daniel (aquél que hasta el final no es capaz de ver, de mirar, tal y como son sus padres).
Cuando la directora se asoma a lo más profundo del ser humano el riesgo de caída mortal está ahí. Nos damos cuenta de cuán frágil y difícil de mantener es la multiplicidad de individuos que parecen habitarnos. Cómo nos percibimos, cómo nos autoengañamos, cuál es el relato que los demás perciben de nosotros y si es suficiente para sistematizarnos. ¿Qué es lo que nos define? ¿Hay una visión privilegiada o es la suma de ellas la que contiene valor de verdad?
Y lo mismo sucede con los hechos punibles. La película se escribe en términos de relativismo moral, de posverdad, todo depende de la perspectiva, del punto de vista, no hay hecho punible porque no hay hecho factual objetivo, todo es representable y se puede relatar en base a intereses. El peligro es claro aquí.
Destacar el talento interpretativo de todo el reparto (el flashback es sobrecogedor), la importancia del sonido y las melodías de atmósfera, un uso inteligente del montaje que hace muy llevadera la experiencia y el interesante trabajo de primeros planos, movimientos de cámara recorriendo los espacios, o el uso del encuadre y las sombras en el personaje del chico.
@laquimeracultural
Justine coquetea con diversos géneros sin perder de vista lo que realmente le interesa: sus personajes. Lo que empieza como un film de intriga y suspense pronto se convierte en una película de juicios que logra mantener el interés con diferentes giros de guion centrados en el drama de pareja. No obstante, en cierto punto, casi ni me importa la resolución de la causa debido al enorme trabajo de escritura de personajes; la forma de entender las relaciones o la justicia de Sandra (tan preclara como inaccesible), la culpa y el fracaso de Samuel o las consecuencias psicológicas y dramáticas de lo acontecido para con su hijo, el maravillosamente ambiguo Daniel (aquél que hasta el final no es capaz de ver, de mirar, tal y como son sus padres).
Cuando la directora se asoma a lo más profundo del ser humano el riesgo de caída mortal está ahí. Nos damos cuenta de cuán frágil y difícil de mantener es la multiplicidad de individuos que parecen habitarnos. Cómo nos percibimos, cómo nos autoengañamos, cuál es el relato que los demás perciben de nosotros y si es suficiente para sistematizarnos. ¿Qué es lo que nos define? ¿Hay una visión privilegiada o es la suma de ellas la que contiene valor de verdad?
Y lo mismo sucede con los hechos punibles. La película se escribe en términos de relativismo moral, de posverdad, todo depende de la perspectiva, del punto de vista, no hay hecho punible porque no hay hecho factual objetivo, todo es representable y se puede relatar en base a intereses. El peligro es claro aquí.
Destacar el talento interpretativo de todo el reparto (el flashback es sobrecogedor), la importancia del sonido y las melodías de atmósfera, un uso inteligente del montaje que hace muy llevadera la experiencia y el interesante trabajo de primeros planos, movimientos de cámara recorriendo los espacios, o el uso del encuadre y las sombras en el personaje del chico.
@laquimeracultural
2 de enero de 2024
2 de enero de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doble aviso a navegantes:
- No se dejen engañar por la carátula de la película, porque no tiene nada que ver con el cine de aventuras, ni con lecciones de supervivencia en alta montaña, ni con nadie huyendo de un asesino ni nada parecido.
- Si deciden ir a ver esta película, háganlo un día en el que hayan dormido bien la noche anterior o se encuentren con la mente despejada, porque la historia es larga y densa.
Entonces, ¿Qué es "Anatomía de una caída? Es un drama con tintes de cine negro rodado casi íntegramente en espacio cerrado, la mayor parte dentro de una sala de juicio, un tocho de dos horas y media de las cuales dos horas y veinticinco minutos las pasaremos escuchando hablar y hablar y hablar a gente. Si te gustan las historias de juicios en las que hay que estar atento durante toda la película porque se destripa un asunto con mucha lectura entre líneas y cierta ambigüedad, seguramente saldrás del cine con sensación de satisfacción y con ganas de darle vueltas a lo que has visto para acabar de casar las piezas del puzzle. Porque aquí no encaja todo a la perfección y de una única forma (tampoco creo que sea la intención de la cinta), sino que admite varios puntos de vista y hay algunos aspectos secundarios que quedan flotando en el ambiente para que te lleves deberes a casa y sigas pensando en lo que has visto.
Es una película bastante dura, cruel y con un punto de sordidez que nos estampa en la cara realidades e incertezas de las relaciones familiares y de pareja, donde se destripa públicamente la verdadera anatomía del ser humano y de la forma que tiene de relacionarse con sus allegados, con sus miedos, sus inseguridades, sus deseos, decepciones, ilusiones y frustraciones. Algo que nos lleva a cuestionar el grado de certeza de nuestras convicciones sobre lo que de verdad creemos saber acerca de nuestros seres queridos y de cómo en muchas ocasiones, cuando ignoramos las soluciones a unos problemas que nos acaban superando, pasamos a focalizar toda la importancia en el por qué han ocurrido, en quién tiene la culpa de las cosas y en tirarnos los trastos a la cabeza más que en ayudarnos para abordar las cuestiones desde un punto de vista realmente adulto. Justin Triet sabe esgrimir perfectamente este punto sociológico y utiliza el juicio más como una herramienta para enjuiciar moralmente a la protagonista, sus hábitos, sus gustos, su forma de ser y su forma de relacionarse con el prójimo a ojos de terceros. Como si hubiese llegado la hora de exponer a la opinión pública cómo es ella y si lo que hace en su día a día está bien o mal. Para ello, Triet se basa en la figura del fiscal como personificación de ese dedo acusador encargado de desnudar en público y hasta la extenuación hasta su último gramo de dignidad e intimidad, sin pudor ni miramiento alguno. Por eso, "Anatomía de una caída" sabe transmitir muy bien el cansancio físico y moral que representa un proceso judicial en el que todo es interpretable y subjetivo y acaba teniendo relevancia hasta el aspecto más estúpido de tu vida, y que nos hace preguntarnos hasta qué punto será necesario que el día de mañana tengamos que convivir con una cámara permanente pegada a nuestro cuerpo las 24 horas del día hasta para poder justificar en un momento dado por qué tal día a tal hora decidimos salir a comprar el pan o tirarnos un pedo en nuestra propia casa. Si has visto "Sully", de Clint Eastwood, seguramente haya pasajes aquí que te puedan recordar a la impotencia que sintió aquel piloto de avión ante la ridiculez de los argumentos en su contra y la carnaza que supuso el caso para el morbo de los medios de comunicación. Igual que el fiscal aquí nos saca toda la mierda para centrarse en quién tuvo la culpa de las cosas obviando el verdadero cómo de los hechos, el ser humano es muy dado a hacer lo mismo en su día a día para olvidarse de las soluciones y limitarse a la facilidad de echar la culpa a los demás. De ahí que, en el último término, este juicio aquí presentado no sirva tanto para juzgar la realidad de unos hechos, sino más bien para juzgar la moral y la conducta de la protagonista.
La historia goza de un ritmo endiablado a pesar de ser casi todo una conversación e impregna la atmósfera de bastante tensión. Pero igualmente plantea varias preguntas sin clara respuesta (expongo en spoilers) que quedan a la libre interpretación de cada cual y que pueden hacer que al final esta historia te pueda resultar mejor o peor acabada. A mí personalmente me ha gustado bastante y creo que funciona muy bien como análisis de la parte más cruda de las relaciones interpersonales (ya no solo de pareja) y de la temida cara oculta o cara B de la gente. Así que no se engañen, el juicio es la excusa para mostrar todo esto, y como tal, sirve para criticar lo subjetiva e inhumanamente incomprensible que puede resultar a ojos ajenos nuestra propia forma de ver la vida y nuestros propios problemas. Aunque al final, la culpa siempre la tenga el de al lado, ¿no?
- No se dejen engañar por la carátula de la película, porque no tiene nada que ver con el cine de aventuras, ni con lecciones de supervivencia en alta montaña, ni con nadie huyendo de un asesino ni nada parecido.
- Si deciden ir a ver esta película, háganlo un día en el que hayan dormido bien la noche anterior o se encuentren con la mente despejada, porque la historia es larga y densa.
Entonces, ¿Qué es "Anatomía de una caída? Es un drama con tintes de cine negro rodado casi íntegramente en espacio cerrado, la mayor parte dentro de una sala de juicio, un tocho de dos horas y media de las cuales dos horas y veinticinco minutos las pasaremos escuchando hablar y hablar y hablar a gente. Si te gustan las historias de juicios en las que hay que estar atento durante toda la película porque se destripa un asunto con mucha lectura entre líneas y cierta ambigüedad, seguramente saldrás del cine con sensación de satisfacción y con ganas de darle vueltas a lo que has visto para acabar de casar las piezas del puzzle. Porque aquí no encaja todo a la perfección y de una única forma (tampoco creo que sea la intención de la cinta), sino que admite varios puntos de vista y hay algunos aspectos secundarios que quedan flotando en el ambiente para que te lleves deberes a casa y sigas pensando en lo que has visto.
Es una película bastante dura, cruel y con un punto de sordidez que nos estampa en la cara realidades e incertezas de las relaciones familiares y de pareja, donde se destripa públicamente la verdadera anatomía del ser humano y de la forma que tiene de relacionarse con sus allegados, con sus miedos, sus inseguridades, sus deseos, decepciones, ilusiones y frustraciones. Algo que nos lleva a cuestionar el grado de certeza de nuestras convicciones sobre lo que de verdad creemos saber acerca de nuestros seres queridos y de cómo en muchas ocasiones, cuando ignoramos las soluciones a unos problemas que nos acaban superando, pasamos a focalizar toda la importancia en el por qué han ocurrido, en quién tiene la culpa de las cosas y en tirarnos los trastos a la cabeza más que en ayudarnos para abordar las cuestiones desde un punto de vista realmente adulto. Justin Triet sabe esgrimir perfectamente este punto sociológico y utiliza el juicio más como una herramienta para enjuiciar moralmente a la protagonista, sus hábitos, sus gustos, su forma de ser y su forma de relacionarse con el prójimo a ojos de terceros. Como si hubiese llegado la hora de exponer a la opinión pública cómo es ella y si lo que hace en su día a día está bien o mal. Para ello, Triet se basa en la figura del fiscal como personificación de ese dedo acusador encargado de desnudar en público y hasta la extenuación hasta su último gramo de dignidad e intimidad, sin pudor ni miramiento alguno. Por eso, "Anatomía de una caída" sabe transmitir muy bien el cansancio físico y moral que representa un proceso judicial en el que todo es interpretable y subjetivo y acaba teniendo relevancia hasta el aspecto más estúpido de tu vida, y que nos hace preguntarnos hasta qué punto será necesario que el día de mañana tengamos que convivir con una cámara permanente pegada a nuestro cuerpo las 24 horas del día hasta para poder justificar en un momento dado por qué tal día a tal hora decidimos salir a comprar el pan o tirarnos un pedo en nuestra propia casa. Si has visto "Sully", de Clint Eastwood, seguramente haya pasajes aquí que te puedan recordar a la impotencia que sintió aquel piloto de avión ante la ridiculez de los argumentos en su contra y la carnaza que supuso el caso para el morbo de los medios de comunicación. Igual que el fiscal aquí nos saca toda la mierda para centrarse en quién tuvo la culpa de las cosas obviando el verdadero cómo de los hechos, el ser humano es muy dado a hacer lo mismo en su día a día para olvidarse de las soluciones y limitarse a la facilidad de echar la culpa a los demás. De ahí que, en el último término, este juicio aquí presentado no sirva tanto para juzgar la realidad de unos hechos, sino más bien para juzgar la moral y la conducta de la protagonista.
La historia goza de un ritmo endiablado a pesar de ser casi todo una conversación e impregna la atmósfera de bastante tensión. Pero igualmente plantea varias preguntas sin clara respuesta (expongo en spoilers) que quedan a la libre interpretación de cada cual y que pueden hacer que al final esta historia te pueda resultar mejor o peor acabada. A mí personalmente me ha gustado bastante y creo que funciona muy bien como análisis de la parte más cruda de las relaciones interpersonales (ya no solo de pareja) y de la temida cara oculta o cara B de la gente. Así que no se engañen, el juicio es la excusa para mostrar todo esto, y como tal, sirve para criticar lo subjetiva e inhumanamente incomprensible que puede resultar a ojos ajenos nuestra propia forma de ver la vida y nuestros propios problemas. Aunque al final, la culpa siempre la tenga el de al lado, ¿no?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- ¿Cuál era la verdadera intención de Samuel con aquella grabación? No sé si la usaría para posteriormente inspirarse a la hora de escribir sus novelas (cosa que dudo), o si realmente había detrás de ella una macabra intención de venganza hacia la figura de su mujer para que le pudiesen cargar el muerto (nunca mejor dicho) de su suicidio. En cualquier caso, para mí la escenificación en tiempo real de la reproducción de esa grabación representa el momento culmen de la película, con una tensión que nos agarra por el cuello y nos levanta por los aires. Me ha recordado a aquella discusión madre-hija que pudimos ver en "As bestas", donde el ambiente se podía cortar con un cuchillo.
- ¿Cuál eran las verdaderas intenciones del abogado de Sandra prestándole sus servicios? ¿Profesionalidad, amistad, amor? Quién sabe si detrás de una ayuda en apariencia desinteresada se esconde algún deseo oculto.
- ¿Os parece también que el niño es el personaje más cuerdo de la película? Más que nada porque tiene pinta de ser el único que de verdad hace dudar y recapacitar a la jueza, algo que ni los enrevesados y ridículos argumentos de la fiscalía consiguieron. Pero bueno, ya se sabe aquello de que "La verdad no le importa a nadie más que al que sufre sus consecuencias".
- ¿Cuál eran las verdaderas intenciones del abogado de Sandra prestándole sus servicios? ¿Profesionalidad, amistad, amor? Quién sabe si detrás de una ayuda en apariencia desinteresada se esconde algún deseo oculto.
- ¿Os parece también que el niño es el personaje más cuerdo de la película? Más que nada porque tiene pinta de ser el único que de verdad hace dudar y recapacitar a la jueza, algo que ni los enrevesados y ridículos argumentos de la fiscalía consiguieron. Pero bueno, ya se sabe aquello de que "La verdad no le importa a nadie más que al que sufre sus consecuencias".
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