Dos primas: Sofía de 22 años altamente desinhibida y la más pequeña, Naima que acaba de cumplir 16, durante un verano en el que nos descubren a través de escenas abarrotadas de situaciones pueriles y artificiosas, sus vidas bordeando la prostitución emocional.

No es interesante, ni profunda; hasta su objetivo resulta confuso, indolente y desorientado. Se deja acompañar por una banda sonora poco apropiada, e incluso la definiría como... incómoda.

La mayor parte de escenas resultan intrascendentes, no existe más que la cotidianidad de unos personajes acomodados que viajan en yate y se mueven por lujosas villas de jardines y bosquecillos bucólicos... Sin mayor objetivo, ni propuesta.

Lo interesante de esta película es que al cabo de ella, te das cuenta de lo preciosa que es la adolescencia y la inocencia, es algo único en la vida, que cuando se pierde, desaparece para siempre sin remedio. Esta idea aparece como una revelación, y de ello, deriva en una reflexión que me parece muy sustancial: cuán necesario es proteger esa inocencia hasta la debida maduración, porque no hay nada igual en belleza, en esperanza, en energía positiva que un/a adolescente todavía incorrupto/a. Una protección, en ocasiones, contra la voluntad de la propia adolescente. El tema me parece que está terriblemente vigente, precisamente porque parece que no lo está: no nos damos cuenta de lo vulnerables que son nuestros hijos, lo fácil que resulta abducirlos por bagatelas superficiales que les desvíen, que les confundan, que saboteen ese maravilloso espíritu que tienen en su adolescencia, acaso lo mejor de la vida.

Esta película, desde su simplicidad, resulta emocionante por lo transparente de su exposición, por la belleza de sus personajes, la inocente y la que ya ha perdido esa inocencia, que en el contraste agudizan la emoción. Una película sana, formalmente independiente, libre como un pájaro. Una película notable por su concepción luminosa, por lo "inocente" de su enfoque, por la ausencia de subterfugios, que derivan en una cercanía efectiva y entrañable.

"Juntas vivirán un verano inolvidable". Pues mira, no. La peli va de una golfilla de 22 años que se prostituye por regalos y lujos, y que carga con su prima de 16 años ese verano. Ni se preocupa del futuro, ni piensa que se va a hacer vieja alguna vez. Sólo disfrutar y sacar tajada. Podría verse como una película que trata el tema del inicio de la sexualidad en una adolescente, pero hay películas mucho mejores sobre esa base.

A mí me ha parecido una película muy tontorrona, tipo telefilme de sobremesa. Doy por hecho que hay mucha chavala así, pero ni remotamente es el prototipo de una chica francesa actual. En otros países en vías de desarrollo sí he visto más comportamientos de ese tipo.

Lo que a simple vista parece una propuesta más de Netflix para rellenar su catálogo con una cinta tan ligera como prescindible, es en realidad un drama adolescente que consigue generar interés desarrollando su historia y a sus personajes de manera sutil y convincente.

“Una chica fácil” es una película ligera, ahí cumple con lo esperado, pero lo positivo es que consigue encontrar su lugar a través de una ambientación y unos personajes correctos, a través de los que se tratan ciertos temas interesantes con bastante madurez. La historia cuenta con una sensualidad constante que le sienta bien a la trama, algo que consigue tanto a través de su guion como de sus protagonistas, unas Mina Farid y Zahia Dehar que se muestran solventes, cada una en su papel. Todo lo comentado compone una película que, sin ser especialmente memorable en nada en particular, sí que resulta interesante como drama sobre la adolescencia con carga sensual.

Vemos a una chica muy guapa y desinhibida frente a su prima jovencita más convencional. Lo que cuenta es un despropósito, incluye escenas de arquetipos juveniles y sexo, poco reconocibles; todo ello sin demasiada coherencia.

Un verano de vivencias artificiosas, que parece haber obtenido muy buenas críticas entre los profesionales del medio, que al final se quedó en un intento fallido.

Continúo pensando que el cine francés y yo tenemos escasas afinidades; en su gran mayoría, las películas pudiera pensarse que carecen de un destino y fluctúan a través de guiones desmadejados; ignoro cual es la causa, pero una gran parte de películas llegan a nuestros cines o plataformas de streaming sin un propósito bien definido. Son los tiempos... es la evolución del medio.