Entretenida comedia en la que destacamos, sin ningún género de dudas, el sistema de Panavisión que destaca y realza los colores de una manera extraordinaria. Lo siguiente es el papel de una Sofía Loren perfecta en su papel, con unos bailes sensuales, divertidos, y que alegran la vista a cualquiera, y una interpretación más que digna en la que pone de relieve el carácter de las gentes de aquellas latitudes.

Siempre con fiestas, con patronos, con imágenes religiosas, con charangas y con multitudes continuas. También es de destacar que nos hace conocer la isla de Capri un poco más, o un mucho. Se me queda algo escaso el papel de un Gable ya en el ocaso de su carrera, bastante mayor, y perdiendo su figura.

El argumento, por otro lado, es un tanto chabacano, sin demasiado interés que todo se basa en saber si el ‘’griján de niño ambulante’’ se quedará en la isla o se marchará a Filadelfia con su tío. Que lo haga o no, la verdad es que tiene muy poca relevancia. Un 5,5.

Cubiertas por su manto protector de la época dorada de Hollywood y por la presencia de dos monstruos como Sofía Loren y Clark Gable esta producción merece aún hoy elogios desmedidos. La pareja no tiene la más mínima química, se nota demasiado que está forzada en sus papeles (Clark Gable sesentón y sin poder disimular su cansancio, Sofía con sus esplendorosos 25 años), el guion es terrible (me cuesta encontrar otra palabra) lleno de prejuicios, sobrevaloración de lo "americano" y desprecio de la sociedad italiana que se rescata sólo por su aspecto "romántico", con absurdos argumentales (en la década del 50 todos los habitantes de Capri entendiendo inglés de corrido, como puede verse en la escena del juicio) y sin ningún elemento que le dé algo de profundidad y justificación a la relación que se establece entre los protagonistas.

El chico muy espontáneo, pero es asombroso ver hoy la enorme diferencia con nuestros valores más elementales, como el hecho de que silbe a las mujeres, tome vino y fume (lo hace realmente en cámara, es un niño de ocho años) en situaciones que se supone deben resultar graciosas. El final merecería estar entre los peores y más rebuscados de la historia del cine. Se pueden rescatar los números musicales de Sofía (especialmente el primero, está perfecta) pero salvo por esas pinceladas quizá sea la peor actuación de su carrera, justificada porque no le pudo encontrar el tono adecuado a ese adefesio argumental. De Clark Gable no se podía esperar mucho, murió pocos meses después de finalizar este rodaje.

Lo realmente bonito de la película es el colorido y los paisajes de Nápoles y Capri.