Imagina que "House of Cards" y "Mr. Robot" chocan en un cibercafé de los 90, esta serie arranca así. Estados Unidos se desploma tras un ataque informático, y el gobierno recurre a un expresidente para salvar el día. La idea es jugosa, paranoia moderna, traiciones encriptadas y ese miedo latente de que tu router te odia.

Los primeros capítulos enganchan como un buen clickbait, reuniones en búnkeres, pistas falsas, entramados informáticos, pero cuando la trama debería explotar, se vuelve un tutorial. El ataque, que prometía caos estilo Mad Max pero digital, se reduce a políticos gritando en salas con aire acondicionado, es entonces cuando la serie prefiere filosofar sobre el poder de la información en vez de ensuciarse las manos con el drama real.

La estética es fría, sí, pero con estilo, oficinas que parecen neveras de lujo, pantallas que parpadean como ojos sospechosos. El problema llega cuando los personajes abren la boca, la dirección se ahoga en diálogos que suenan a manual de informática para abuelos, y el clímax, sin spoilers y haciendo una analogía informática, esperas un firewall épico superprotector y te dan un antivirus gratuito.

De Niro lleva el traje de expresidente como si fuera una segunda piel, gruñe, mira por encima del hombro y suelta frases cínicas que huelen a whisky caro, es como si Travis Bickle hubiera aprendido a usar Twitter.

El resto del reparto flota en el limbo de los personajes planos, los informáticos son clichés con sudaderas con capucha, los espías parecen sacados de un catálogo de cine de espionaje y los "malos", por llamarlos de alguna forma, tienen motivaciones tan profundas como un meme de 2010.

Los escenarios son un collage de paranoia visual, cámaras de seguridad con ángulos imposibles, mapas 3D que se desintegran como arena digital, hasta el sonido juega un gran papel, el zumbido de un servidor al borde del colapso te hace contener la respiración.

Es una miniserie que ofrece un thriller de conspiración con una premisa atractiva y una actuación sólida de Robert De Niro, pero que no logra destacar dentro del género. A pesar de un inicio prometedor y una construcción efectiva de la tensión, la serie no termina de aprovechar su potencial, con un desarrollo irregular y personajes secundarios poco memorables.

Es una opción recomendable para los amantes de los thrillers políticos con tintes tecnológicos, pero no ofrece un giro innovador que la haga imprescindible dentro del género.

Una serie que no merece la pena, con una trama muy manida e irregular y con unas interpretaciones nefastas. O Robert De Niro anda necesitado de pasta o no entiendo cómo ha podido embarcarse en semejante despropósito. Es probablemente la peor interpretación de su carrera (absolutamente plana, como con desgana...), mal asunto si va a ser recordado por ella por muchos jóvenes de hoy en día que no hayan visto sus impresionantes actuaciones a lo largo de su carrera.
Los pocos efectos especiales son de películas de bajo presupuesto y lo del sonido es para echarse a llorar.
En fin, para mí una serie, que aunque he visto entera por si me deparaba alguna sorpresa, me ha decepcionado hasta límites insospechados. Me perece muy mala.

La verdad es que me ha decepcionado que con tan buenos actores el guion falla como una escopeta de feria y aunque el argumento no se sostiene en ningún momento los resultados son bastante insatisfactorios.
Una serie que contando con tantos medios y que al final pese a enganchar se queda muy corta en sus planteamientos dejando una sensación que tiende a quedarse a medio camino de muchas cosas.
En definitiva una mayúscula decepción y unos objetivos muy mediocres hacen de esta serie se nos olvide rápidamente y no deje huella en el espectador.

Crítica de Día Cero (Netflix) – 6,5/10

Netflix nos trae Día Cero, un thriller político y de acción con Robert De Niro como protagonista. En esta ocasión, el veterano actor interpreta a un presidente de Estados Unidos atrapado en una crisis que lo pone contra las cuerdas. La historia tiene todos los ingredientes de un buen thriller: tensión, dilemas morales y un ritmo que intenta mantenernos enganchados de principio a fin.

Lo mejor de la serie, sin duda, es la presencia de De Niro. Su actuación es sólida y le da credibilidad al personaje, aunque el guion no siempre está a la altura de su talento. La trama, aunque interesante, cae en algunos tópicos del género y no logra sorprender demasiado. Se echan en falta giros más inesperados o un desarrollo más profundo de los personajes secundarios, que pasan bastante desapercibidos.

A nivel técnico, la serie cumple con lo esperado: una dirección correcta, buen ritmo y una producción cuidada. Sin embargo, hay momentos en los que la emoción se siente un poco forzada, y la conexión con el espectador no termina de ser tan potente como podría haber sido.

En conclusión, “Día Cero” es un thriller entretenido y bien hecho, pero sin la chispa que lo haría realmente memorable. Si te gustan este tipo de series, seguramente la disfrutes, pero no esperes una obra maestra.

Nota: 6,5/10.

Es una historia inverosímil por donde se la analice: se basa en una vulnerabilidad poco creíble en uno de los pocos países líderes absolutos en tecnología; se exhibe una absurda mezcla de culpabilidades entre "patriotas" de distinto signo político; ocurren cosas que no podrían suceden ni en mi barrio y sí lo hacen ¡en los EEUU!

Y, encima, las actuaciones no ayudan para nada. En ningún momento me pude convencer de que De Niro era un expresidente: para mí fue siempre De Niro tratando de imitar a un expresidente.

Al menos solo dura seis capítulos, pero podrían haber sido solo dos o tres.