Kill Bill. Volumen 2
2004 

7,7
142.332
5 de octubre de 2007
5 de octubre de 2007
50 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
De acuerdo, chicos. Habéis ganado. Me rindo. La segunda parte de la saga me ha gustado. Lo reconozco.
Nunca creí que diría eso de alguna película de Tarantino, y creo que será la última vez que lo diga, así que empapaos bien, chicos: me ha gustado una película de Tarantino. De hecho, antes de esta segunda parte, la primera parte de Kill Bill era la única de Quentin que no me parecía deleznable.
En fin, confesiones aparte, creo que estoy en disposición de empezar.
Lo que realmente me ha atrapado de "Kill Bill 2" es el hecho de centrarse en el pasado de Beatrix y Bill, y sobre todo en los orígenes y fundamentos de su relación de amor y odio. Lejos de centrarse en cansinas escenas de peleas y huecas parafernalias de artes marciales, nos ha entregado una historia intensa y profunda, con lo diálogos más interesantes y, me atrevería a decir, más sobrios y casi poéticos de lo que jamás he escuchado en una película de Quentin. En lugar de las consabidas frases recargadas de palabrotas y estupideces para causar efecto a través de lo soez, me he encontrado con un guión notable, inteligente, filosófico, duro pero no hasta el extremo de lo desagradable y, en ocasiones, dulce, ocultando un caramelo envenenado, porque en una historia como ésta lo dulce siempre viene acompañado por un fondo de amargura, de amenaza latente. Probablemente eso haga que la trama sea aún más fascinante.
O tal vez debería comentar que no sé si me ha fascinado todavía más esa faceta encantadora de Bill. El asesino despreciable, frío y despiadado que sin embargo es capaz de sentir amor por la única mujer a la que admira, cuyos sentimientos por ella rayan en la veneración. El asesino que es capaz de apreciar la belleza que pese a todo hay en esta vida. La extraordinaria complejidad del personaje actúa como un imán y hace que no lo miremos simplemente como al asesino, sino como al ser humano imperfecto que es. Y, comprendiendo sus orígenes, el modo en que se gestó en él el hombre que deparó en asesino por las circunstancias, por tener que aplicarse a la ley de la selva: matar para que no te maten. Matar como medio de defensa de tu propia vida cuando vives en un nido de serpientes... Como decía, cuando realmente lo comprendemos es cuando surge en nosotros el reconocimiento e incluso el respeto.
Los orígenes de la venganza de Bill y Beatrix Kiddo nos envuelven de lleno en la que antes nombré como su relación de amor y odio. Descubrimos el proceso por el que el amor desembocó en odio y pese a todo el amor sigue presente, palpable y sólido como un muro. ¿Cómo puedes amar a tu némesis? ¿Cómo puedes amar a tu peor enemigo y más devoto amante? ¿Cómo puedes odiarlo?
Si existe algún honor en la venganza, es el de admirar las cualidades de tus adversarios y el hecho de que ellos admiren las tuyas. Sobre todo si, tanto unos como otros, saben que son rivales formidables.
Sigo en el spoiler.
Nunca creí que diría eso de alguna película de Tarantino, y creo que será la última vez que lo diga, así que empapaos bien, chicos: me ha gustado una película de Tarantino. De hecho, antes de esta segunda parte, la primera parte de Kill Bill era la única de Quentin que no me parecía deleznable.
En fin, confesiones aparte, creo que estoy en disposición de empezar.
Lo que realmente me ha atrapado de "Kill Bill 2" es el hecho de centrarse en el pasado de Beatrix y Bill, y sobre todo en los orígenes y fundamentos de su relación de amor y odio. Lejos de centrarse en cansinas escenas de peleas y huecas parafernalias de artes marciales, nos ha entregado una historia intensa y profunda, con lo diálogos más interesantes y, me atrevería a decir, más sobrios y casi poéticos de lo que jamás he escuchado en una película de Quentin. En lugar de las consabidas frases recargadas de palabrotas y estupideces para causar efecto a través de lo soez, me he encontrado con un guión notable, inteligente, filosófico, duro pero no hasta el extremo de lo desagradable y, en ocasiones, dulce, ocultando un caramelo envenenado, porque en una historia como ésta lo dulce siempre viene acompañado por un fondo de amargura, de amenaza latente. Probablemente eso haga que la trama sea aún más fascinante.
O tal vez debería comentar que no sé si me ha fascinado todavía más esa faceta encantadora de Bill. El asesino despreciable, frío y despiadado que sin embargo es capaz de sentir amor por la única mujer a la que admira, cuyos sentimientos por ella rayan en la veneración. El asesino que es capaz de apreciar la belleza que pese a todo hay en esta vida. La extraordinaria complejidad del personaje actúa como un imán y hace que no lo miremos simplemente como al asesino, sino como al ser humano imperfecto que es. Y, comprendiendo sus orígenes, el modo en que se gestó en él el hombre que deparó en asesino por las circunstancias, por tener que aplicarse a la ley de la selva: matar para que no te maten. Matar como medio de defensa de tu propia vida cuando vives en un nido de serpientes... Como decía, cuando realmente lo comprendemos es cuando surge en nosotros el reconocimiento e incluso el respeto.
Los orígenes de la venganza de Bill y Beatrix Kiddo nos envuelven de lleno en la que antes nombré como su relación de amor y odio. Descubrimos el proceso por el que el amor desembocó en odio y pese a todo el amor sigue presente, palpable y sólido como un muro. ¿Cómo puedes amar a tu némesis? ¿Cómo puedes amar a tu peor enemigo y más devoto amante? ¿Cómo puedes odiarlo?
Si existe algún honor en la venganza, es el de admirar las cualidades de tus adversarios y el hecho de que ellos admiren las tuyas. Sobre todo si, tanto unos como otros, saben que son rivales formidables.
Sigo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si hay una sabia y prudente cualidad que posea un aprendiz de asesino, es la del respeto a su maestro y a sus contrincantes; sólo así podrá afrontar, con algo que podría llamarse integridad, el arduo camino.
Beatrix Kiddo se halla por encima de cualquier esbirro aprendiz de matarife porque posee integridad, sabe valorar a quién se enfrenta y perdona la vida de los que aún son inocentes, los que todavía están a tiempo de escapar de las garras del infierno. Como me ocurre con Bill, Beatrix me inspira... respeto. Porque todavía tiene una luz interior, porque a pesar de estar sumergida en la más negra de las tinieblas, aún le queda una oportunidad para redimirse. Su condena penderá siempre sobre ella y probablemente la peor sea la que se inflija a sí misma, pero está a tiempo de encontrar el buen camino.
Además, me ha interesado ese aspecto de la filosofía oriental de las artes marciales que se centra en el desarrollo de una resistencia que va más allá de los límites, de adquirir, a fuerza de sufrir durísimas penalidades, la cualidad de soportar y superar el dolor, la humillación, las continuas frustraciones con las que debe cargar un aprendiz que, más que artes marciales, lo que está asimilando es un control férreo de su mente y su cuerpo, para poder dominar el pánico, la tensión, el dolor físico y moral y transformarlos en un arma letal. Me llama un poco la atención esa parte de la filosofía oriental que se centra en la canalización de la energía y de la fuerza, en la dedicación absoluta para lograr que la energía y la fuerza humanas puedan concentrarse en el punto elegido de nuestro cuerpo, para convertir ese punto en un arma tan potente como eficaz. Todo ello da un sentido espiritual a las artes marciales que, de ese modo, consigue captar mi atención, como no es capaz de hacerlo un despliegue de imágenes de luchas vacías y exageradas, y eso era lo que menos me gustaba de la primera parte de la saga.
La fotografía excelente, la banda sonora es todo un acierto, rememorando a menudo ritmos setenteros (que según dicen fue una época dorada para el cine de artes marciales, yo eso no estoy en disposición de aseverarlo) y, como mencioné, el guión tiene calidad, originalidad y algunos giros poéticos y golpes de humor que se agradecen.
Por una vez, Quentin, me has convencido. Reconozco que en esta película has dado en la tecla conmigo y no negaré que ahora sí me has demostrado que eres capaz de filmar una buena película. Lo malo es que no creo que el canto del cisne se repita.
Chicos, no os regodeéis demasiado con vuestra victoria. Aún me queda un resto de dignidad y la emplearé para deciros que, por muy cabezota que yo sea, sin embargo puedo admitir mi derrota con el mentón alzado. He dicho. ;-)
P.D.: Quisiera que Beatrix Kiddo (AKA Black Mamba) inicie una contienda de venganza contra los 3000 benditos caracteres que me tienen frita... Beatrix, ven a ayudarme, cercénalos con tu Katana de Hattori Hanzo...
Beatrix Kiddo se halla por encima de cualquier esbirro aprendiz de matarife porque posee integridad, sabe valorar a quién se enfrenta y perdona la vida de los que aún son inocentes, los que todavía están a tiempo de escapar de las garras del infierno. Como me ocurre con Bill, Beatrix me inspira... respeto. Porque todavía tiene una luz interior, porque a pesar de estar sumergida en la más negra de las tinieblas, aún le queda una oportunidad para redimirse. Su condena penderá siempre sobre ella y probablemente la peor sea la que se inflija a sí misma, pero está a tiempo de encontrar el buen camino.
Además, me ha interesado ese aspecto de la filosofía oriental de las artes marciales que se centra en el desarrollo de una resistencia que va más allá de los límites, de adquirir, a fuerza de sufrir durísimas penalidades, la cualidad de soportar y superar el dolor, la humillación, las continuas frustraciones con las que debe cargar un aprendiz que, más que artes marciales, lo que está asimilando es un control férreo de su mente y su cuerpo, para poder dominar el pánico, la tensión, el dolor físico y moral y transformarlos en un arma letal. Me llama un poco la atención esa parte de la filosofía oriental que se centra en la canalización de la energía y de la fuerza, en la dedicación absoluta para lograr que la energía y la fuerza humanas puedan concentrarse en el punto elegido de nuestro cuerpo, para convertir ese punto en un arma tan potente como eficaz. Todo ello da un sentido espiritual a las artes marciales que, de ese modo, consigue captar mi atención, como no es capaz de hacerlo un despliegue de imágenes de luchas vacías y exageradas, y eso era lo que menos me gustaba de la primera parte de la saga.
La fotografía excelente, la banda sonora es todo un acierto, rememorando a menudo ritmos setenteros (que según dicen fue una época dorada para el cine de artes marciales, yo eso no estoy en disposición de aseverarlo) y, como mencioné, el guión tiene calidad, originalidad y algunos giros poéticos y golpes de humor que se agradecen.
Por una vez, Quentin, me has convencido. Reconozco que en esta película has dado en la tecla conmigo y no negaré que ahora sí me has demostrado que eres capaz de filmar una buena película. Lo malo es que no creo que el canto del cisne se repita.
Chicos, no os regodeéis demasiado con vuestra victoria. Aún me queda un resto de dignidad y la emplearé para deciros que, por muy cabezota que yo sea, sin embargo puedo admitir mi derrota con el mentón alzado. He dicho. ;-)
P.D.: Quisiera que Beatrix Kiddo (AKA Black Mamba) inicie una contienda de venganza contra los 3000 benditos caracteres que me tienen frita... Beatrix, ven a ayudarme, cercénalos con tu Katana de Hattori Hanzo...
17 de enero de 2013
17 de enero de 2013
31 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco una película muy buena porque cada vez que la reviso me gusta más y más.
Ésto mismo me pasa con "Kill Bill: Volumen 2", que cada vez que la vuelvo a ver le encuentro nuevos motivos de admiración.
Con esta segunda entrega de la saga, Tarantino pone punto y final a la venganza comenzada por Beatrix Kiddo (Uma Thurman), también conocida como "Mamba Negra" en el primer volumen. Tras haber eliminado a dos de sus enemigos en la primera parte, sólo le quedan otros dos nombres en su lista de exterminio. Una vez los haya aniquilado podrá alcanzar su último objetivo en México, el hombre que ordenó su ejecución. Éste (interpretado por David Carradine), responde al nombre de Bill, quien también era su antiguo jefe y amante.
Pese a que se rodaron las dos entregas a la vez, esta segunda es incluso mejor que la primera. Tarantino se calma y decide prestar más atención a su historia y a sus diáologos, lo que se traduce en un inmediato aumento e la calidad de la película, que ya era muy alta en el "Volumen 1".
Memorables homenajes a la mítica serie de televisión de los setenta "Kung-Fu" o a los no menos legendarios western rodados en Almería por Sergio Leone completan un conjunto coral que no puede provocar en el espectador sino fascinación por el asombroso espectáculo que Tarantino le ofrece.
La B.S.O., como es habitual en el director norteamericano, contribuye de forma decisiva a dar cuerpo a toda la narración.
Uma Thurman se supera a sí misma y logra una actuación soberbia, una de las mejores de su carrera, y cabe destacar también a David Carradine, a Daryl Hannah o a Michael Madsen, todos ellos bordando sus papeles.
Hay quien dice que segundas partes nunca fueron buenas. Sin duda, debería ver las dos entregas de Kill Bill para tragarse sus palabras. Mi consejo: pasen, vean y disfruten...
Ésto mismo me pasa con "Kill Bill: Volumen 2", que cada vez que la vuelvo a ver le encuentro nuevos motivos de admiración.
Con esta segunda entrega de la saga, Tarantino pone punto y final a la venganza comenzada por Beatrix Kiddo (Uma Thurman), también conocida como "Mamba Negra" en el primer volumen. Tras haber eliminado a dos de sus enemigos en la primera parte, sólo le quedan otros dos nombres en su lista de exterminio. Una vez los haya aniquilado podrá alcanzar su último objetivo en México, el hombre que ordenó su ejecución. Éste (interpretado por David Carradine), responde al nombre de Bill, quien también era su antiguo jefe y amante.
Pese a que se rodaron las dos entregas a la vez, esta segunda es incluso mejor que la primera. Tarantino se calma y decide prestar más atención a su historia y a sus diáologos, lo que se traduce en un inmediato aumento e la calidad de la película, que ya era muy alta en el "Volumen 1".
Memorables homenajes a la mítica serie de televisión de los setenta "Kung-Fu" o a los no menos legendarios western rodados en Almería por Sergio Leone completan un conjunto coral que no puede provocar en el espectador sino fascinación por el asombroso espectáculo que Tarantino le ofrece.
La B.S.O., como es habitual en el director norteamericano, contribuye de forma decisiva a dar cuerpo a toda la narración.
Uma Thurman se supera a sí misma y logra una actuación soberbia, una de las mejores de su carrera, y cabe destacar también a David Carradine, a Daryl Hannah o a Michael Madsen, todos ellos bordando sus papeles.
Hay quien dice que segundas partes nunca fueron buenas. Sin duda, debería ver las dos entregas de Kill Bill para tragarse sus palabras. Mi consejo: pasen, vean y disfruten...
18 de febrero de 2009
18 de febrero de 2009
29 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos quedaron más que conformes con la primera entrega, era una peli deliciosa con firma tarantinesca, era una historia de venganza, era la aparición de una heroína con el odio hasta los huesos por una vida destrozada a causa de...Bill. Después circularon los rumores: "pero esta segunda entrega es una franquicia comercial" y mucho bla, bla. Cierto es que las segundas partes, por ley común, nunca fueron buenas. Solo que en este caso, la segunda de Kill supera a la primera...
Porque lo hace, se explica desde el entramado mismo de la peli: la primera se detuvo en coreografías de batallas espectaculares, algún que otro silencio y los collages autorales donde, de pronto, un dibujo animado reemplazaba la historia real. Era una gran peli, pero le faltaba algo, la segunda, pues contiene todos los elementos dejados de lado en el inicio.
Ahora, los diálogos cobran mayor importancia, los personajes adquieren caractéres que superan a los anteriores, más batallas, más collages y un final...mejor imposible.
El dinamismo de la primera es suplantado por un ritmo meditativo, cuasi oriental (o sea, también cargado de agresividad) en donde los diálogos más sencillos son intercalados de tal manera que todo el tiempo uno siente estar presenciando un duelo socrático entre los rivales.
Tarantino apela a todas sus armas y es que, en el fondo, de eso se sostienen ambas pelis: sus estilos, sus estructuras y sus pulsos narrativos. El final abre paso a algo del todo imprevisto; jamás a nadie se le hubiera ocurrido que esta mega historia podía terminar así, y lo hizo de manera brillante.
Porque lo hace, se explica desde el entramado mismo de la peli: la primera se detuvo en coreografías de batallas espectaculares, algún que otro silencio y los collages autorales donde, de pronto, un dibujo animado reemplazaba la historia real. Era una gran peli, pero le faltaba algo, la segunda, pues contiene todos los elementos dejados de lado en el inicio.
Ahora, los diálogos cobran mayor importancia, los personajes adquieren caractéres que superan a los anteriores, más batallas, más collages y un final...mejor imposible.
El dinamismo de la primera es suplantado por un ritmo meditativo, cuasi oriental (o sea, también cargado de agresividad) en donde los diálogos más sencillos son intercalados de tal manera que todo el tiempo uno siente estar presenciando un duelo socrático entre los rivales.
Tarantino apela a todas sus armas y es que, en el fondo, de eso se sostienen ambas pelis: sus estilos, sus estructuras y sus pulsos narrativos. El final abre paso a algo del todo imprevisto; jamás a nadie se le hubiera ocurrido que esta mega historia podía terminar así, y lo hizo de manera brillante.
15 de junio de 2009
15 de junio de 2009
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
1-No estoy de acuerdo con el usuario anterior. Si quieres hacer una critica no te fijes solo en tu gusto, ten en cuenta lo que ofrece el film. (Pai mei no vuela, se trata de una idealización de las peleas con cuerdas invisibles).
2-Uma Thruman,David Carrandine, Michael Madsen. Todos interpretan genial.
3-La bso es soberbia, a veces lleva el peso dramático.
4-La acción esta filmada con sabiduría y desparpajo. En algunas escenas se respira la tensión.
5-Los diálogos son dignos de oir. Te ries con ellos a veces.
En resumen, no os la perdaís.
2-Uma Thruman,David Carrandine, Michael Madsen. Todos interpretan genial.
3-La bso es soberbia, a veces lleva el peso dramático.
4-La acción esta filmada con sabiduría y desparpajo. En algunas escenas se respira la tensión.
5-Los diálogos son dignos de oir. Te ries con ellos a veces.
En resumen, no os la perdaís.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Momentos como el escape de la tumba(a ritmo de Ernio Morricone) conmueven y emocionan.
La pelea final, corta y sin levantarse de la silla, es digna de mención.
La pelea final, corta y sin levantarse de la silla, es digna de mención.
27 de noviembre de 2006
27 de noviembre de 2006
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se cierra el circula deformado creado por Tarantino. Kill Bill Vol.1 es una gran película, sangrienta y espectacular hasta dañar los ojos, con una banda sonora casi perfecta y engrandecida por la arriesgada fotografía de Robert Richardson. Pero Kill Bill Vol.2 está por encima, sencilla y llanamente porque es más Tarantino: hay muchos más diálogos.Ahí está la clave de la victoria del Vol.2: los diálogos son maravillosos, brillantes sobretodo los de los flashbacks y los del último capítulo. Además Uma firma la mejor interpretación de su carrera y Carradine está señorial. La banda sonora es fantástica y aunque las peleas relucen menos que en el Vol.1 son más bestias y realistas. El único pero es la batalla final: sabe a poco (sobretodo si la comparas con las peleas de Uma contra Hannah y Liu) y su desenlace puede resultar un poco previsible (solo un poco). Lo mejor: el último capítulo es de lo más demoledoramente sentimental que un servidor a visto en su (aún corta) vida, las historias de amor (pasional y maternal) nos enseñan que Tarantino tiene sentimientos, y que es capaz de plasmarlos de una manera bellísima con el celuloide.
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