Una noche en la ópera
8,3
47.085
Comedia
Llevado por un extravagante sentido de los negocios, Groucho mete en un barco con destino a Nueva York a las grandes estrellas de la Ópera de Milán. A bordo viajan también unos polizones: Harpo y Chico. Entre los tres revolucionan el barco, organizan un escándalo en Nueva York y convierten la noche del estreno en una locura que el mundo de la ópera nunca podrá olvidar. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2013
28 de octubre de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos coinciden en apuntar a “Sopa de Ganso” como la joya de la corona, la gran obra maestra en la filmografía marxista. Es en efecto, el film que más se acerca en forma y fondo al espíritu irreverente y surrealista de los famosos hermanos. Puede que “Una noche en la ópera” no sea una obra maestra, al menos en el sentido más ortodoxo del término. San Wood dirigió a los cómicos en su película más icónica. Escenas como la del camarote o aquella otra en la que Chico y Groucho recitan las condiciones de su particular contrato dan fe de ello; las llevamos pegadas a la piel y forman parte del ADN emocional del cinéfilo, sin lugar a dudas.
Al contrario de lo que ocurría en “Sopa de ganso”, aquí la historia que acompaña las locuras de los Marx es bastante más débil. Ñoña y cursi, por supuesto, no lo negaré ¿Y qué más da? Lejos de resentirse, la irrupción anárquica de Groucho y cia en una trama tan fuera de lugar tiene el efecto de una bomba de relojería. Los desplantes de Groucho a Margaret Dumont – qué gran mujer- son el contrapunto perfecto a las carantoñas y arrumacos entre Ricardo y Rosa. Groucho sí que sabe conquistar a una mujer (“Todo lo que hay en usted me recuerda a usted, excepto usted”). Igualmente, los largos interludios musicales, además de para mostrarnos el virtuosismo de Chico y Harpo al piano y al arpa respectivamente, sirven para que el espectador consiga por fin relajarse. En ese punto, está claro que ha tenido que acumular mucho aire en los pulmones intentado reprimir alguna carcajada para no perderse los diálogos.
El absurdo como terapia. Es la receta infalible del cine de los Marx. Siempre funciona. Lo mejor de las películas de los Marx son los Marx. Todo lo que hay en ellos me recuerda a ellos, incluso ellos.
Esta es mi opinión. Si no le gusta,… lo siento, no tengo otra
Al contrario de lo que ocurría en “Sopa de ganso”, aquí la historia que acompaña las locuras de los Marx es bastante más débil. Ñoña y cursi, por supuesto, no lo negaré ¿Y qué más da? Lejos de resentirse, la irrupción anárquica de Groucho y cia en una trama tan fuera de lugar tiene el efecto de una bomba de relojería. Los desplantes de Groucho a Margaret Dumont – qué gran mujer- son el contrapunto perfecto a las carantoñas y arrumacos entre Ricardo y Rosa. Groucho sí que sabe conquistar a una mujer (“Todo lo que hay en usted me recuerda a usted, excepto usted”). Igualmente, los largos interludios musicales, además de para mostrarnos el virtuosismo de Chico y Harpo al piano y al arpa respectivamente, sirven para que el espectador consiga por fin relajarse. En ese punto, está claro que ha tenido que acumular mucho aire en los pulmones intentado reprimir alguna carcajada para no perderse los diálogos.
El absurdo como terapia. Es la receta infalible del cine de los Marx. Siempre funciona. Lo mejor de las películas de los Marx son los Marx. Todo lo que hay en ellos me recuerda a ellos, incluso ellos.
Esta es mi opinión. Si no le gusta,… lo siento, no tengo otra
21 de diciembre de 2014
21 de diciembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Procedente del teatro de variedades, tuvieron que esperar la llegada del cine sonoro para llevar todo su humor disparatado y la subversión feroz de la realidad a la pantalla grande. Si el humor puede llegar a ser una fuerza de transgresión absoluta de las normas sociales, nadie como ellos lo supo utilizar con tan tremenda eficacia irreverente.
Gracias al productor Irving J. Thalberg, un cazatalentos desparecido prematuramente, los Marx pasaron de la Paramount a la Metro. El productor pensaba que hasta entonces, las películas de los Marx eran muy anárquicas y algo desequilibradas, por lo que era necesario atemperar y equilibrar ese humor tan genuino con un argumento más cuidado que incluyera, una historia de amor y las pausas musicales que diera al espectador un cierto respiro, pero siempre ensamblado en el argumento, una comedia disparatada pero también un musical y algo de romanticismo.
De este reajuste artístico surgió “Una noche en la ópera”, primera obra de la nueva etapa que incluye varias de las cimas del humor de los iconoclastas hermanos. El film marca también la partida del grupo de Zeppo que, en compañía de otro hermano, Gummo, decidió dedicarse a otras actividades vinculadas al mundo del espectáculo y abrir una agencia de artistas. Groucho, Chico y Harpo se encontraron con un guión escrito a su medida que se abre con un “mano a mano” entre Grouxo y la digna, imposible y a la vez imprescindible Margaret Dumont, están también dos de los momentos más felices y brillantes del grupo en sus dos variantes: el gag verbal, con el impagable diálogo de Groucho y Chico con el que titulo mi reseña, parodiando esa “letra pequeña” de cualquier papel que debemos firmar, insufrible, que casi nadie entiende por lo farragoso y técnico a la vez, y el más gestual y memorable que se refiere a la insuperable secuencia del camarote.
Paralelamente, el guión desarrolla una deliberadoramente ñoña historia de amor entre dos jóvenes aspirantes a divos del “bel canto” que no hace sino subrayar más el irrepetible ingenio de esos tres locos maravillosos. Una obra trufada de humor transgresor, satírico e irreverente, un monumento al absurdo. Donde encontramos innumerables frases ingeniosas y punzantes que se suceden a un ritmo trepidante, con unos gags que forman parte de los momentos más hilarantes en la antología del cine. Frases míticas que permanecen en el lenguaje popular como: “¡… y también dos huevos duros!” o “La parte contratante de la primera parte…”. Es en definitiva, el humor caótico e inolvidable de unos funambulistas del surrealismo.
Gracias al productor Irving J. Thalberg, un cazatalentos desparecido prematuramente, los Marx pasaron de la Paramount a la Metro. El productor pensaba que hasta entonces, las películas de los Marx eran muy anárquicas y algo desequilibradas, por lo que era necesario atemperar y equilibrar ese humor tan genuino con un argumento más cuidado que incluyera, una historia de amor y las pausas musicales que diera al espectador un cierto respiro, pero siempre ensamblado en el argumento, una comedia disparatada pero también un musical y algo de romanticismo.
De este reajuste artístico surgió “Una noche en la ópera”, primera obra de la nueva etapa que incluye varias de las cimas del humor de los iconoclastas hermanos. El film marca también la partida del grupo de Zeppo que, en compañía de otro hermano, Gummo, decidió dedicarse a otras actividades vinculadas al mundo del espectáculo y abrir una agencia de artistas. Groucho, Chico y Harpo se encontraron con un guión escrito a su medida que se abre con un “mano a mano” entre Grouxo y la digna, imposible y a la vez imprescindible Margaret Dumont, están también dos de los momentos más felices y brillantes del grupo en sus dos variantes: el gag verbal, con el impagable diálogo de Groucho y Chico con el que titulo mi reseña, parodiando esa “letra pequeña” de cualquier papel que debemos firmar, insufrible, que casi nadie entiende por lo farragoso y técnico a la vez, y el más gestual y memorable que se refiere a la insuperable secuencia del camarote.
Paralelamente, el guión desarrolla una deliberadoramente ñoña historia de amor entre dos jóvenes aspirantes a divos del “bel canto” que no hace sino subrayar más el irrepetible ingenio de esos tres locos maravillosos. Una obra trufada de humor transgresor, satírico e irreverente, un monumento al absurdo. Donde encontramos innumerables frases ingeniosas y punzantes que se suceden a un ritmo trepidante, con unos gags que forman parte de los momentos más hilarantes en la antología del cine. Frases míticas que permanecen en el lenguaje popular como: “¡… y también dos huevos duros!” o “La parte contratante de la primera parte…”. Es en definitiva, el humor caótico e inolvidable de unos funambulistas del surrealismo.
21 de octubre de 2012
21 de octubre de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda los Marx se encuentran entre los pioneros del slapstick que en aquella época se veía muy beneficiado por el hecho de que las cintas al ser reproducidas aceleran las acciones, algo que sin duda no ayudaba nada a los dramas pero aportaba mucho a los comediantes.
Aún con gags que se resisten al paso de los años yo creo que lo más vigente son los diálogos, sobre todo los del personaje de Groucho, el juego de palabras, del que seguramente se nutrió Cantinflas, es ácido y desternillante a partes iguales.
Hay escenas que tienen nombre propio como por ejemplo, el embotellamiento de gente en el camarote 58, la secuencia de las camas, los telones del final y mi preferida Chico al piano.
Claro que también están las escenas que sobran, sobre todo los musicales donde no participan los Marx.
Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: las escenas románticas entre los cantantes de ópera.
Aún con gags que se resisten al paso de los años yo creo que lo más vigente son los diálogos, sobre todo los del personaje de Groucho, el juego de palabras, del que seguramente se nutrió Cantinflas, es ácido y desternillante a partes iguales.
Hay escenas que tienen nombre propio como por ejemplo, el embotellamiento de gente en el camarote 58, la secuencia de las camas, los telones del final y mi preferida Chico al piano.
Claro que también están las escenas que sobran, sobre todo los musicales donde no participan los Marx.
Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: las escenas románticas entre los cantantes de ópera.
14 de marzo de 2017
14 de marzo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a convertirme en el malo de la película, en el villano del séptimo arte, y voy a decir que A Night at the Opera me decepcionó hasta límites insospechados.
La película más famosa de los hermanos Marx tiene buenos puntos, pero desgraciadamente está lejos de lo que esperaba. Más allá de las escenas típicas que han pasado a la historia -el contrato y el camarote-, no encontré gran cosa y, sin ser un experto de los hermanos Marx disfruté bastante más otras películas como Los Cuatro Cocos -de momento mi favorita-. En todo momento sentí que había cierta imposición social para que esta película fuera una obra de arte, cuando tan sólo se me quedó en una comedia bien hecha. Cinematográficamente interesante y desde luego avanzada a su tiempo, pero todavía con eso insuficiente para lo que esperaba.
Probablemente me hubiera gustado más si no llego a haberla visto bajo la leyenda de "la mejor película de los hermanos Marx y una de las indispensables del cine clásico".
La película más famosa de los hermanos Marx tiene buenos puntos, pero desgraciadamente está lejos de lo que esperaba. Más allá de las escenas típicas que han pasado a la historia -el contrato y el camarote-, no encontré gran cosa y, sin ser un experto de los hermanos Marx disfruté bastante más otras películas como Los Cuatro Cocos -de momento mi favorita-. En todo momento sentí que había cierta imposición social para que esta película fuera una obra de arte, cuando tan sólo se me quedó en una comedia bien hecha. Cinematográficamente interesante y desde luego avanzada a su tiempo, pero todavía con eso insuficiente para lo que esperaba.
Probablemente me hubiera gustado más si no llego a haberla visto bajo la leyenda de "la mejor película de los hermanos Marx y una de las indispensables del cine clásico".
9 de abril de 2008
9 de abril de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra genial e irrepetible de los hermanos Marx. Con el sólo título de ésta crítica ya está casi todo dicho, el camarote de los hermanos marx es una referencia mítica al desproposito y al humor en mayúsculas. Pero es que además esta película esta repleta de frases geniales, ocurrentes y que a pesar del tiempo, manitienen la frescura de estos genios. Es una película imprescindible para conocer a los inagotables hermanos marx.
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