Esta casa es una ruina
1986 

6,0
25.604
Comedia
Anna, una atractiva violinista, vive provisionalmente con su novio Walter en el apartamento de su exmarido. Cuando éste descubre la situación, la pareja se ve obligada a buscar otra vivienda. Un amigo de Walter, que es agente de la propiedad, le proporciona una auténtica “ganga” en las afueras de la ciudad. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2010
17 de mayo de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una comedia de los ochenta y con las estrellas de la pantalla de aquellos años.
Recuerdo cuando tenía ocho años y estaba malo en la cama mientras oía a mi familia riéndose como locos con una película, al día siguiente pude comprobar que se trataba de esta comedia, Esta casa es una ruina y ciertamente, yo también me reía como un tonto.
Guardo de esta película un grato recuerdo de la infancia, recuerdo al joven Tom Hanks y sus primeras comedias nada trascendentales pero que siempre me hacían pasar un buen rato, comedias tales como Big, 1, 2, 3 Splash o Esta casa es una ruina, comedias de las que guardo un buen y agradable recuerdo de mi infancia y siempre que las veo me trasportan a aquellas etapa en la que no tenía grandes problemas.
Esta casa es una ruina, es eso mismo, una película para pasar un buen rato, una película que te hace olvidar los problemas del día a día y sigue siendo una comedia tonta que aunque han pasado los años para ella se ve con un tierno recuerdo.
La historia es absurda pero un tanto real pues critica un poco y por encima a esa alta sociedad y adinerada de la gran manzana, se analizan los problemas de pareja que podemos tener y de la ilusión de la pareja por construir un hogar juntos por encima de todos los problemas.
La comedia encierra un agradable mensaje de amor en la pareja por encima de todo lo material, los dos lados opuestos de la sociedad.
Una tierna y agradable comedia con la clásica moraleja del amor...pero real.
Recuerdo cuando tenía ocho años y estaba malo en la cama mientras oía a mi familia riéndose como locos con una película, al día siguiente pude comprobar que se trataba de esta comedia, Esta casa es una ruina y ciertamente, yo también me reía como un tonto.
Guardo de esta película un grato recuerdo de la infancia, recuerdo al joven Tom Hanks y sus primeras comedias nada trascendentales pero que siempre me hacían pasar un buen rato, comedias tales como Big, 1, 2, 3 Splash o Esta casa es una ruina, comedias de las que guardo un buen y agradable recuerdo de mi infancia y siempre que las veo me trasportan a aquellas etapa en la que no tenía grandes problemas.
Esta casa es una ruina, es eso mismo, una película para pasar un buen rato, una película que te hace olvidar los problemas del día a día y sigue siendo una comedia tonta que aunque han pasado los años para ella se ve con un tierno recuerdo.
La historia es absurda pero un tanto real pues critica un poco y por encima a esa alta sociedad y adinerada de la gran manzana, se analizan los problemas de pareja que podemos tener y de la ilusión de la pareja por construir un hogar juntos por encima de todos los problemas.
La comedia encierra un agradable mensaje de amor en la pareja por encima de todo lo material, los dos lados opuestos de la sociedad.
Una tierna y agradable comedia con la clásica moraleja del amor...pero real.
19 de febrero de 2018
19 de febrero de 2018
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de Tom Hanks. Así como una de sus comedias imprescindibles. No pasan los años por ella, sigue siendo tan divertida como entretenida. Una pequeña joya de la comedia que no debería ser perdida.
27 de febrero de 2011
27 de febrero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Duro y parejo en la casita de Tom. Tantas peripecias de un jovencísimo Tom Hanks, no hacen menos que recordarnos las épocas doradas del cine mudo de los “Harold Loyd” de los “Buster Keaton” del “Gordo y el Flaco” e incluso de los “Chaplin” donde las acrobacias estaban a la orden del día. Y realmente aquí Hanks no desentona, pero la verdad es que en este tipo de filmes, donde nos damos cuenta de que son un claro homenaje a una época ya lejana. Los actores pasan a segundo término, y no como algunos dicen, quienes afirman que es para el lucimiento de los protagonistas; al contrario, con el paso del tiempo vemos como este tipo de trabajos es un lastre para la trayectoria del actor, y para el espectador es una película divertida que no trasciende, a menos que estemos hablando de un fan de Tom.
9 de agosto de 2017
9 de agosto de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mudanza, una casa nueva, un nuevo comienzo. Situación muy temida por esas parejas cargadas de ilusión que sin saberlo podrían ver todos sus sueños aplastados sin remedio.
Situación que vamos a presenciar y vivir al lado de los pobres Walter y Anna.
Otro de los grandes momentos que la comedia de los '80 nos regaló a un servidor y a otros tantos amantes de la década y su cine, uno de esos títulos que pueden pasar millones de veces en televisión (independientemente del instante del metraje en que se halle) pero siempre dicidimos quedarnos a ver. No pocas veces he alabado el humor de aquellos maravillosos años, y "Esta Casa es una Ruina" es una de las mejores muestras de por qué nos tiene que fascinar tanto (está entre mis favoritas de la década junto a "Loca Academia de Policía", "Aterriza como Puedas", "Cita a Ciegas", "No me Chilles, que no te Veo" o "Un Pez llamado Wanda").
Poco antes el pobre actor/director Richard Benjamin tuvo que lidiar con una producción condenada al fracaso como "Ciudad muy Caliente" sirviendo de mero reemplazo de Blake Edwards para que el sr. Eastwood estuviera contento. Esta vez el proyecto, escrito por David Giler ("La Presa", "Aliens") y otros tantos más (pues sufrió numerosas modificaciones), corría a cargo de un no menos posesivo y pretencioso Steven Spielberg, quien a través de su Amblin Entertainment puso al anterior tras la cámara mientras se escogía de pareja protagonista a unos jóvenes pero ya famosos Tom Hanks y Shelley Long (cuyo papel iba a interpretar Kathleen Turner en un principio).
La felicidad de los susodichos novios parece durar poco cuando se ven obligados a buscarse otra casa, lo que primero servirá para plantearnos el motivo de esta primera parte de la trama y para indagar un poco en la vida de estos simpáticos y sanos Walter y Anna, un abogado cargado de deudas por culpa de su irresponsable padre (a quien conoceremos en el prólogo) y una artista de música clásica acorralada por su ex-marido y director de su orquesta, personajes bastante reales a quienes el guión pondrá a prueba a lo largo de miles de penurias, facilitándonos el empatizar con ellos.
Durante la presentación, Benjamin (dirigido por Spielberg) se toma tiempo para que le cojamos cariño a los protagonistas construyendo a su alrededor un universo extrañamente pintoresco donde sólo se producen situaciones absurdas por culpa de los personajes que lo pueblan, la mayoría muy ligados a la industria musical (esos impagables Cheap Girls, el pequeño Benny o el mismo Max); universo que se sitúa no muy lejos de las comedias más gamberras de Ivan Reitman, Blake Edwards o de los hermanos Zucker. Pasado este primer arco nos metemos de cabeza en la enorme mansión que la pareja ha adquirido de forma sospechosa...
Y entonces se inicia el desastre. Una comedia física deudora del "slapstick" (con su torpeza y bondad, Walter podría ser un trasunto de aquellos héroes del cine mudo encarnados por Lloyd o Keaton) y el disparate ruiososo y cuasisurrealista dominará a partir de ahora en esta suerte de nueva versión del clásico de H.C. Potter "Los Blandings ya tienen Casa" donde veremos a Walter y Anna (como le sucedía a los Jim y Muriel de aquélla) fracasar a cada paso que dan, con cada puerta que se rompe y con cada parte de la mansión que queda reducida a cenizas.
Sin embargo una pareja que, a fuerza de no tenerse más que el uno al otro, encaran con coraje y toda la dignidad que pueden cada embiste que la vida les da, de ahí que el optimismo y la esperanza sean la clave para dotar de gran luminosidad a esta película (una idea puramente de los '80 imposible de concebir hoy día) que perfectamente podría pasar por una de terror; pues huelga decir que Giler y Benjamin, pese a los frescos diálogos e hilarantes "gags" que nos cuelan, dibujan una sociedad del todo repulsiva y cínica, donde los que tienen dinero dictan las normas sin ningún tipo de ética y quiebran de un plumazo las esperanzas de la gente humilde de clase media-baja. No es difícil entonces sentir lástima por Walter y Anna.
Y más aún cuando Max decide meterse entre ellos. Porque al ser esta la historia de una pareja el guión debe profundizar algo más en las relaciones humanas y la importancia de cómo las vicisitudes que atraviesan empiezan poco a poco a deshollar sus ya de por sí débiles espíritus. Celos y corrosiva infidelidad (donde se pone al espectador de parte del hombre, por supuesto); no parece, de todas formas, afectar mucho tal intromisión de Benjamin en los terrenos farragosos del melodrama de alcoba y los enredos debido a cómo el humor se halla en el epicentro y le quita hierro al asunto (una vez más, esto podría haber acabado como un drama de Eugene O'Neill).
Por eso podemos deleitarnos con una conclusión tan empalagosa, amén de con escenas como la del agujero de la alfombra, la presentación de Benny, la explosión en la cocina, la caída de la escalera, la de los andamios o la de la bañera (con esa consecuente carcajada inmortal de Walter), formando algunas de ellas parte de esos momentos tan memorables que nos dejó la comedia de los '80. Hanks y Long resultan adorables por la gran química y vis comica que los une, e igualmente buenos son esos Joe Mantegna, Philip Bosco, Maureen Stapleton y un impagable Alexander Godunov antes de convertirse en el loco Karl de "Jungla de Cristal".
Disparatadísima cuando toca, emocional y grave algunas veces, pero sin perder la sonrisa, como los Fielding, y con un colofón increíble donde descubres que la trama tenía más miga de lo que aparentaba.
Destrozada por muchos críticos, fue por supuesto un éxito en taquilla que hoy perdura como una joyita del género; eso sí, Benjamin no volvió a hacer nunca nada igual, y fue refugiándose cada vez más en los estudios de televisión. Contiene dos frases para recordar por siempre: la que da título a mi crítica y "¿Hacen pruebas de misiles aquí?".
Situación que vamos a presenciar y vivir al lado de los pobres Walter y Anna.
Otro de los grandes momentos que la comedia de los '80 nos regaló a un servidor y a otros tantos amantes de la década y su cine, uno de esos títulos que pueden pasar millones de veces en televisión (independientemente del instante del metraje en que se halle) pero siempre dicidimos quedarnos a ver. No pocas veces he alabado el humor de aquellos maravillosos años, y "Esta Casa es una Ruina" es una de las mejores muestras de por qué nos tiene que fascinar tanto (está entre mis favoritas de la década junto a "Loca Academia de Policía", "Aterriza como Puedas", "Cita a Ciegas", "No me Chilles, que no te Veo" o "Un Pez llamado Wanda").
Poco antes el pobre actor/director Richard Benjamin tuvo que lidiar con una producción condenada al fracaso como "Ciudad muy Caliente" sirviendo de mero reemplazo de Blake Edwards para que el sr. Eastwood estuviera contento. Esta vez el proyecto, escrito por David Giler ("La Presa", "Aliens") y otros tantos más (pues sufrió numerosas modificaciones), corría a cargo de un no menos posesivo y pretencioso Steven Spielberg, quien a través de su Amblin Entertainment puso al anterior tras la cámara mientras se escogía de pareja protagonista a unos jóvenes pero ya famosos Tom Hanks y Shelley Long (cuyo papel iba a interpretar Kathleen Turner en un principio).
La felicidad de los susodichos novios parece durar poco cuando se ven obligados a buscarse otra casa, lo que primero servirá para plantearnos el motivo de esta primera parte de la trama y para indagar un poco en la vida de estos simpáticos y sanos Walter y Anna, un abogado cargado de deudas por culpa de su irresponsable padre (a quien conoceremos en el prólogo) y una artista de música clásica acorralada por su ex-marido y director de su orquesta, personajes bastante reales a quienes el guión pondrá a prueba a lo largo de miles de penurias, facilitándonos el empatizar con ellos.
Durante la presentación, Benjamin (dirigido por Spielberg) se toma tiempo para que le cojamos cariño a los protagonistas construyendo a su alrededor un universo extrañamente pintoresco donde sólo se producen situaciones absurdas por culpa de los personajes que lo pueblan, la mayoría muy ligados a la industria musical (esos impagables Cheap Girls, el pequeño Benny o el mismo Max); universo que se sitúa no muy lejos de las comedias más gamberras de Ivan Reitman, Blake Edwards o de los hermanos Zucker. Pasado este primer arco nos metemos de cabeza en la enorme mansión que la pareja ha adquirido de forma sospechosa...
Y entonces se inicia el desastre. Una comedia física deudora del "slapstick" (con su torpeza y bondad, Walter podría ser un trasunto de aquellos héroes del cine mudo encarnados por Lloyd o Keaton) y el disparate ruiososo y cuasisurrealista dominará a partir de ahora en esta suerte de nueva versión del clásico de H.C. Potter "Los Blandings ya tienen Casa" donde veremos a Walter y Anna (como le sucedía a los Jim y Muriel de aquélla) fracasar a cada paso que dan, con cada puerta que se rompe y con cada parte de la mansión que queda reducida a cenizas.
Sin embargo una pareja que, a fuerza de no tenerse más que el uno al otro, encaran con coraje y toda la dignidad que pueden cada embiste que la vida les da, de ahí que el optimismo y la esperanza sean la clave para dotar de gran luminosidad a esta película (una idea puramente de los '80 imposible de concebir hoy día) que perfectamente podría pasar por una de terror; pues huelga decir que Giler y Benjamin, pese a los frescos diálogos e hilarantes "gags" que nos cuelan, dibujan una sociedad del todo repulsiva y cínica, donde los que tienen dinero dictan las normas sin ningún tipo de ética y quiebran de un plumazo las esperanzas de la gente humilde de clase media-baja. No es difícil entonces sentir lástima por Walter y Anna.
Y más aún cuando Max decide meterse entre ellos. Porque al ser esta la historia de una pareja el guión debe profundizar algo más en las relaciones humanas y la importancia de cómo las vicisitudes que atraviesan empiezan poco a poco a deshollar sus ya de por sí débiles espíritus. Celos y corrosiva infidelidad (donde se pone al espectador de parte del hombre, por supuesto); no parece, de todas formas, afectar mucho tal intromisión de Benjamin en los terrenos farragosos del melodrama de alcoba y los enredos debido a cómo el humor se halla en el epicentro y le quita hierro al asunto (una vez más, esto podría haber acabado como un drama de Eugene O'Neill).
Por eso podemos deleitarnos con una conclusión tan empalagosa, amén de con escenas como la del agujero de la alfombra, la presentación de Benny, la explosión en la cocina, la caída de la escalera, la de los andamios o la de la bañera (con esa consecuente carcajada inmortal de Walter), formando algunas de ellas parte de esos momentos tan memorables que nos dejó la comedia de los '80. Hanks y Long resultan adorables por la gran química y vis comica que los une, e igualmente buenos son esos Joe Mantegna, Philip Bosco, Maureen Stapleton y un impagable Alexander Godunov antes de convertirse en el loco Karl de "Jungla de Cristal".
Disparatadísima cuando toca, emocional y grave algunas veces, pero sin perder la sonrisa, como los Fielding, y con un colofón increíble donde descubres que la trama tenía más miga de lo que aparentaba.
Destrozada por muchos críticos, fue por supuesto un éxito en taquilla que hoy perdura como una joyita del género; eso sí, Benjamin no volvió a hacer nunca nada igual, y fue refugiándose cada vez más en los estudios de televisión. Contiene dos frases para recordar por siempre: la que da título a mi crítica y "¿Hacen pruebas de misiles aquí?".
16 de noviembre de 2013
16 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una ingenua pareja de novios (Tom Hanks y Shelley Long) compran una "mansioncita" en las afueras de la ciudad a precio de ganga... solo para averiguar que la casa en cuestión tiene más agujeros que un queso gruyere.
"Esta casa es una ruina" es una comedia ligera y muy correcta para pasar un buen rato de entretenimiento... sin embargo no resulta tan efectista como pretende.
Y es que no nos encontramos con un argumento enrevesado en su humor que haga delirar. La trama se limita a una serie de gags muy básicos (algunos más acertados que otros) que muestran como la casa se va destartalando por dentro y por fuera para desesperación de la pareja.
La cinta consigue arrancar algunas risas (sobretodo al comienzo de que la casa se caiga a cachos con las consiguientes reacciones de un siempre genial Tom Hanks), pero también tiene momentos de humor tópico, simplón y redundante que no llega a un nivel aceptable.
Y es que al final, "Esta casa es una ruina" se queda en un conjunto anecdótico y poco más. A su favor cuenta con que es un metraje breve, que tiene una correcta realización y unas interpretaciones naturales y simpáticas (sobre todo de Hanks, como era de esperar).
Lo mejor: Algunos gags...
"Esta casa es una ruina" es una comedia ligera y muy correcta para pasar un buen rato de entretenimiento... sin embargo no resulta tan efectista como pretende.
Y es que no nos encontramos con un argumento enrevesado en su humor que haga delirar. La trama se limita a una serie de gags muy básicos (algunos más acertados que otros) que muestran como la casa se va destartalando por dentro y por fuera para desesperación de la pareja.
La cinta consigue arrancar algunas risas (sobretodo al comienzo de que la casa se caiga a cachos con las consiguientes reacciones de un siempre genial Tom Hanks), pero también tiene momentos de humor tópico, simplón y redundante que no llega a un nivel aceptable.
Y es que al final, "Esta casa es una ruina" se queda en un conjunto anecdótico y poco más. A su favor cuenta con que es un metraje breve, que tiene una correcta realización y unas interpretaciones naturales y simpáticas (sobre todo de Hanks, como era de esperar).
Lo mejor: Algunos gags...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... ese montaje musical en el que la pareja descubre la casa y como se va cayendo poco a poco.
Otros gags: La verdad es que esos momentos en los que Hanks acaba pintado de blanco o "absorbido" por una alfombra y un agujero nunca me han hecho gracia.
Otros gags: La verdad es que esos momentos en los que Hanks acaba pintado de blanco o "absorbido" por una alfombra y un agujero nunca me han hecho gracia.
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