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Pero... ¿quién mató a Harry?

Intriga Durante un hermoso día de otoño, en un idílico rincón campestre de Vermont, se oyen tres disparos, y aparece un cadáver, el de Harry. Un viejo capitán (Edmund Gwenn) que cree que se trata de un accidente de caza del que se siente responsable, entierra, desentierra y transporta varias veces el cadáver sobre cuya identidad se interrogan con perplejidad una solterona, un médico miope y un pintor abstracto (John Forsythe). (FILMAFFINITY)
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6
20 de agosto de 2015 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero... ¿quién mató a Harry? (The Trouble with Harry) es una comedia dirigida por Alfred Hitchcock, director de Extraños en un tren, La ventana indiscreta y Rebeca.

Una mañana de otoño, mientras un viejo capitán (Edmund Gwenn) está de caza por el bosque, se encuentra con un cadáver con heridas de bala. Éste se cree el culpable de asesinato e intenta esconder el cuerpo. Un joven pintor (John Forsythe), una madre soltera (Shirley MacLaine) y una mujer solitaria (Mildred Natwick) comprueban la inocencia del capitán, y lo ayudan a decidir qué hacer con el fallecido, Harry.

Los primeros minutos de la película son una locura; desde que encuentran al cuerpo, hasta que deciden cómo actuar, una sucesión de vecinos pasan por delante del cadáver casi sin inmutarse.

Alfred Hitchcock, el maestro del suspense, flaquea con esta comedia. La intriga y el suspense están presentes, y eso es lo que le acaba dando valor a la cinta. Lo malo es lo estrambóticos que son los personajes, pretende ser cómico, pero no lo es.

La película obtuvo dos nominaciones a los premios BAFTA; mejor película y mejor actriz (Shirley MacLaine).




http://ellagodeloscines.blogspot.com.es/2015/08/pero-quien-mato-harry-1955.html
7
25 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Sol se alza sobre la preciosa campiña de de Vermont, un pequeño paraíso en la tierra donde descansa un pueblecito de lo más tradicional y apacible.
Sin embargo tres disparos han roto la calma del paisaje y echado en el suelo yace el cadáver de un hombre...un cadáver que va a ser objeto de las más enrevesadas, divertidas e increíbles intrigas.

Cuando el primer agente americano de Alfred Hitchcock le propuso producir su propio programa de televisión, los todopoderosos David Selznick y Jack Warner se opusieron rotundamente; habría que esperar a que se uniera a Paramount en los '50, la edad de oro del medio televisivo, del cual el británico es uno de los principales artífices, creando así "Alfred Hitchcock Presenta", exitosa serie semanal de historias de suspense y misterio. Durante la misma época, John M. Hayes había escrito dos comedias a su vez basadas en novelas: "Atrapa a un Ladrón", original de David Dodge, y la que nos ocupa, original de Jack Trevor Story.
Ambos proyectos se encadenarán, primero en la Riviera francesa y después en Vermont, cuyo rodaje será más complicado de lo que Hitchcock imaginaba (las condiciones meteorológicas, tan diferentes de las mostradas en pantalla, no ayudaron mucho), obteniéndose dos aspectos muy distintos del nuevo procedimiento VistaVision, propiedad exclusiva de Paramount (que permite la obtención de negativos de gran tamaño con la considerable mejora de imagen). Con "Pero...¿quién Mató a Harry?", el director deseaba realizar una comedia negra para su disfrute personal enfatizando más que nunca el tono humorístico por encima del suspense.

Y queda demostrado a la perfección en el primer cuarto de hora de metraje; esta apertura, situada en un espacio natural idílico, bucólico, netamente "shakespeariano", será el escenario de un horrible crimen cometido de forma accidental. Cazando como cualquier otro día, el capitán Albert Wiles dispara sin darse cuenta a un hombre que por allí pasaba llamado Harry, pero lejos de sentir el pánico que al personaje invadiría en cualquier otra historia, este anciano se dedica a resoplar fastidiado espetando "No estaría mal para un pastel de arroz".
En un abrir y cerrar de ojos, Hitchcock echa abajo los cimientos de su tradicional y negro cine de suspense, práctica que irá reforzando al aparecer por el mismo claro del bosque diversos personajes que descubren el cadáver, aunque de un modo totalmente distinto a como nos imaginamos, alcanzando el humor un subido tono macabro por la gran frivolidad expresada hacia el cuerpo sin vida (su mujer Jennifer no le da la menor importancia, la señora Gravely coquetea con Wiles, el vagabundo le roba los zapatos...), cuyo cénit será el momento en que el chiflado artista Sam se dedica a pintarle un retrato en lugar de huir asustado, convirtiéndose intencionadamente en compinche de Wiles.

Este primer tramo de película, que más que cine parece teatro televisado (Hitchcock no desaprovecha su momento de éxito, dejando a Wiles decir "No me extrañaría nada que televisaran el espectáculo"), se escora hacia una incisiva y elegante comedia de enredo, más propia de Blake Edwards o Billy Wilder que del maestro del suspense, quien lo único que hace es añadir a las situaciones, las cuales rayan el puro surrealismo, un crimen accidental. Después de aterrizar en el pueblo y conocer a sus variopintos habitantes y sus historias podemos observar que también son derribados los tradicionalismos de la sociedad americana.
La bella ama de casa, el niño inocente o la señora acomodada, clásicos roles tocados por la mano de la burla, tergiversados de forma retorcida; nada ni nadie es lo que parece en este film ("Hoy en día nada es razonable", afirma convenientemente el capitán) cuya intriga se irá enredando gracias a una sucesión de diálogos de doble sentido y situaciones que no harán sino incrementar el nivel de absurdez y revelarnos la persona que en realidad era Harry, quien poco a poco se va gana toda nuestra repulsión; así pasamos a ser cómplices del cuarteto protagonista, enfrascado en una aventura novelesca hasta la aparición del ayudante del sheriff, personaje con los pies en la tierra que corta con una cuchillada de realidad toda la fantasía reinante.

Pero el momento de realización del film no permitía trasladar la novela con libertad, donde se descubren los tristes motivos de la muerte del tipo que da nombre a la obra (en aquella, Jennifer abandona la suite nupcial cuando Harry le pide que finja hallarse con su difunto marido, cuyo retrato ha colgado encima de la cama, mientras hacen el amor). Hitchcock y su guionista reemplazaron este relato repugnante y controvertido por una situación mucho más asimilable y divertida (todo el asunto del horóscopo), eliminando una horrible verdad que termina de rematar la degeneración del personaje, llevando la historia a su reverso más siniestro.
Amparados por la genial música de Bernard Herrmann, la preciosa fotografía de Robert Burks y la sobria, elegante y casi teatral puesta en escena, John Forsythe, Mildred Natwick, Jerry Mathers, Dwight Marfield, una jovencísima debutante Shirley MacLaine y un soberbio Edmund Gwenn que se lleva las mejores frases, brindan unas interpretaciones del todo impagables. "Pero...¿quién Mató a Harry?" no funcionó bien a nivel comercial, aunque eso tampoco es que molestase al director, quien se preparaba para rodar la nueva y descafeinada versión de "El Hombre que sabía Demasiado" poco después.

Clásicos códigos del suspense y crimen pervertidos de una manera muy original por un absurdo humor negro y una bonita historia de amor derivada de la tragedia. Hitchcock se ríe de su cine como nunca antes.
Las influencias de esta película se pueden percibir, tanto consciente como inconscientemente, en títulos como "Very Bad Things", "Pulp Fiction", "Un Funeral de Muerte", "No Matarás...al Vecino" o "Fargo" y "Ladykillers", ambas de los Coen.
8
2 de septiembre de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The trouble with Harry (Pero… ¿Quién mató a Harry?) es una película dirigida por Alfred Hitchcock en 1955, con guión de John Michael sobre la historia de Jack Trevor Story, música de Bernard Herrmann y fotografía de Robert Burks que capta la intención colorista de un entorno natural hecho a la medida para una historia plagada de amables personajes, incluida la victima Harry Worp (Philip Truex). A Hitch le debió agradar el relato de Jack Trevor Story a quien anteriormente había dirigido como actor en Champagne (1928).

Entre La ventana indiscreta (1954), el inicio de la serie Alfred Hitchcock Presenta (1955) y Atrapa a un ladrón (1955), Hitch nos regala la preciosa comedia The trouble with Harry a la que nos invita por medio de entrañables personajes entre las notas de una partitura que supuso la primera colaboración de Bernard Herrmann con Hitchcock entre alegres melodías, algún dudoso tempo di valse y algo (como no podía ser de otra manera) de misterio sonoro que refuerza algunos de los momentos generados por tensión escénica, sobre todo en algunas de las intervenciones de Calvin Wiggs (Royal Dano), dejando para los instrumentos de metal el toque gracioso que acompaña a nuestros personajes en sus paseos por la coloreada campiña otoñal de Vermont.

Un conjunto de historias cruzadas, raramente coincidentes en lo esencial, satisfacen lo básico según necesidades: Al veterano capitán Albert Wiles (Edmund Gwenn) solo le interesa la buena armonía con la naturaleza convencido que le proporcionará un buen día de caza, además de mantener una buena amistad vecinal con el pintor abstracto Sam Marlowe (John Forsythe) quien en un acto de generosidad estética ayuda a la recatada señorita Ivy Gravely (Mildred Natwick) a prepararla para una cita muy importante.

Jennifer Rogers (Shirley MacLaine) madre de Arnie Rogers (Jerry Mathers) intenta llevar una vida normal en el plácido lugar desligándose de un pasado algo tortuoso; el mismo lugar donde una de las veteranas del elenco, en el rol de la señora Wiggs (Mildred Dunnock) intenta sacar su negocio adelante, con el reclamo añadido de la obra de Marlowe el artista local, consiguiendo atraer el interés del excéntrico Millonario (Parker Fennelly). Un monumental enredo al que se une el despistado doctor Greenbow (Dwight Marfield) en una comunidad donde al parecer solo existe una preocupación prioritaria llamada Harry Worp.
6
9 de marzo de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y rodada con elegancia, sin estridencias, ajustándose a una trama que no quiere ser más que un pasatiempo, un acertijo (whodonit) pero sin los elementos clave para que este tipo de películas funcione con precisión. Es un misterio por resolver aunque el fallo quizá de su poco éxito está en que aquí Hitchcock, sin seguir los pasos que probablemente hubiera seguido Agatha Christie a la hora de plantear el misterio, juega con el espectador a que este se convierta en investigador del crimen pero sin dar ni una sola pista concluyente ni de enjundia de quién pudo haber asesinado al tal Harry. Nos expone unos hechos, nos da unas motivaciones para el asesinato pero no indica en ningún momento una dirección coherente hacia la que encaminarnos. Parece más interesado en el humor negro, que a veces llega hasta el absurdo, y en la descripción de personajes que en que resolvamos la situación. Incluso se permite el lujo del engaño y la trampa por el simple placer de engañar presentando situaciones en las que el espectador carece de información pero se le incita a creer que sí la tiene (no desvelaré la escena en que ocurre). Ese truco suele producir cierta frustración y la sensación de que el director te ha tomado el pelo. Tampoco logra nunca una verdadera sensación de suspense por lo que a veces se pierde algo el interés.
A pesar de todo esto tiene buen ritmo y una fotografía magnífica que te invita a pasar un rato agradable y te deja con un buen sabor de boca.
6
11 de enero de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la comedia se le conceden licencias que no se le dan a otros géneros. (Ver Zona spoiler). La película resulta simpática y es una especie de comedia de puertas en el campo. Merece la pena por ver a MacLaine y por identificar el estilo de Hitchcock, pero cuesta trabajo tomarse en serio el guion.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que un tipo crea que ha matado a un hombre y se eche una siesta junto al cadáver; que otro vaya leyendo por el campo y tropiece con un cadáver, pida perdón y continúe su paseo; que un tercero decida al encontrar el cuerpo, hacerle un retrato... Cuesta comulgar con las ruedas de molino de este guion.
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