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Chantaje en Broadway

Drama. Cine negro Burt Lancaster encarna a un famoso y ambicioso columnista que domina todo Nueva York a través de la información que habitualmente consumen sus más de 60 millones de lectores. Pero como todo el mundo tiene un punto débil: su hermana pequeña. Todo cambiará cuando ésta se enamora apasionadamente de un guitarrista de jazz y los instintos más básicos del periodista salgan a relucir. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
7 de marzo de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inquietante y corrosivo film de Mackendrick comienza entre luces de neón y el ajetreo nocturno de las calles de Manhattan, este infravalorado pero magistral cineasta nos presenta un relato intenso, seco y duro como un tema de “Hot Jazz”, cuyos dos protagonistas son dos seres detestables: un columnista de noticias mundanas, el cual presume de 60 millones de lectores en el país, J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) al que su oficio de chismoso ha convertido en una persona temida en la noches de Broadway, y un amoral agente de prensa, Sidney Falco (Tony Curtis), arribista y codicioso que vive del engaño y las migajas del festín que J.J. se reserva para sí mismo. Basada en un relato de Ernest Lehman, (Con la muerte en los talones) y “pulida” por el dramaturgo Clifford Odetts, al parecer inspirada en un periodista real.

El film oscuro, sigue los pasos de estos personajes durante una noche, un día y una nueva noche en su intento de desbaratar un noviazgo, un amor noble y romántico, el de la hermana de J. J., Suzie (Susan Harrison), con un joven músico de Jazz en un “night club”, Steve Dallas (Marty Milner), para J. J. es una forma de confirmar su poder y de satisfacer el ¿amor? posesivo que siente por su hermana, mientras que para Falco es un modo de agradar al poderoso y conseguir, de paso, que sus representados figuren en “negritas” dentro de las columnas diarias que escribe, el pérfido J. J. un tipo que se jacta de quitar y poner políticos hasta zarandearlos en la picota, utilizando amenazas veladas. Gente mezquina que vive revolcándose en el fango sin mostrar ningún escrúpulo por ello.

Mackendrick, que acababa de realizar una de sus obras maestras, “El quinteto de la muerte” y estaba en su momento más fértil, no ahorra ninguna acidez para trazar un retrato de esos seres abyectos y ese ambiente corrupto del periodismo con su poder de decidir el éxito o el fracaso en el “show business” de forma caprichosa desde la arrogancia y la soberbia. Son el escaparate de una jungla humana nocturna tras el que no hay más que vacuidad, la luz del alba pone al desnudo el artificio, la apariencia de vida, basta con que dos personajes (Suzie y Steve), se rebelen para que desaparezca el bullicio y la luz, quedando las calles desiertas, una luz triste que pone al descubierto, la zafiedad del mundo de la noche donde pululan, delincuentes de pluma avezada, lacayos que expulsan veneno por la boca, policías corruptos, prostitutas que quieren regenerarse, políticos timoratos con amantes que todos conocen excepto la esposa, y propietarios de garitos nocturnos de todo pelaje.

Resulta patético asistir a, cómo execrables personajillos pierden el culo por aparecer en “negrita” en la famosa columna, “Los ojos de Broadway” de tan indecente “juntaletras”. Y cómo los parásitos disfrazados de columnistas merodean por los clubs nocturnos en busca de carnaza para su abominable quehacer cotidiano. Todos se temen, se odian, se desprecian y se necesitan para mantener la ficción en la que viven. Son una cadena de variaciones sobre la altivez y el despotismo de J. J. Hunsecker, la abyección de Falco y el podrido mundo en el que se mueven, donde la única excepción es la joven pareja de enamorados. Todo ello con la magnífica música de Jazz de Elmer Bernstein, la soberbia fotografía (por supuesto en blanco y negro) con claroscuros de fuertes contrastes, la estética heredada del cine negro, sobre todo su fuerza dramática y el sentido del espacio.
Sigue en spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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23 de agosto de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La prensa como los ojos de Broadway, personajes que cubren un alto porcentaje social, el embustero en apuros, el héroe de oscuros propósitos y el artista sincero y fiel, el amor prohíbido que cierra un triángulo que escarva en la ciudad, asuntos y promesas, favores y amenazas, chismes y basura que señala a todos, falta algo de involucración política, pero el método de desarrollo de la intriga es propia de gángsters, amigos y enemigos, si es que ambos no son lo mismo, las vívoras improvisan hasta convertirse en despreciables.

"El dulce sabor del éxito" hace adorar la ciudad, su noche, el ritmo es espectacular porque todo lo que cuenta es importante, aquí no hay rodeos, ni giros tramposos, el conflicto es puro egoísmo, la cacería acaba con el orgullo y la integridad, el veneno que se secreta acaba en escándalo, una partida que sobrepasa los límites: "creo que me iré a casa, todavía soy un ser humano"... la fatalidad está servida, la única solución es la sinceridad.
stikma
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19 de mayo de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Nocturnidad y alevosía

Chantaje en Broadway es una película que transpira vida, que recoge el ajetreo de la vida en Nueva York (sobre todo la nocturna) de una forma naturalista y bulliciosa. Capta bien el espíritu de la ciudad, como Jules Dassin había empezado a hacer en La ciudad desnuda (1948). También recoge de manera espléndida el ambiente de los locales neoyorquinos nocturnos. Todos humeantes, atestados y a ritmo de jazz. En este entorno se desenvuelven muy bien el columnista J.J Hunsacker (Burt Lancasrter) y su agente de prensa Sidney Falco (Tony Curtis).

La misión de Sidney es, por así decirlo, «encontrar» noticias. Es decir, todo tipo de chismorreos, pecados privados, o sucesos importantes. Luego la pluma de J.J convertirá este material en una jugosa columna que siguen unos 60 millones de estadounidenses. Sidney también es un tipo lacayuno que hace de chico de los recados de J.J y se ocupa de todo tipo de menesteres. Uno de ellos será crucial en el devenir de Chantaje en Broadway.

Sidney tiene que conseguir que su Susie (Susan Harrison), la hermana de J.J, rompa su relación romántica con Steve Dallas (Martin Milner), un músico de jazz que trabajó en un club nocturno. Como no es tarea fácil, Sidney tendrá licencia para conseguirlo usando métodos poco ortodoxos. En este Nueva York, fascinante pero despiadado, tenemos nuestro punto de partida.

*Un mundo sórdido

En Chantaje en Broadway no hay armas de fuego, rudos detectives o tramas policíacas. Y sin embargo comparte muchos aspectos con el cine negro. Uno de los más importantes es la fotografía. En algunos interiores abundan las sombras expresionistas, las figuras silueteadas y un ambiente asfixiante. En los exteriores los ambientes son lúgubres, amenazantes, dignos de una ciudad peligrosa y agobiante. O lo que es lo mismo, formalmente está bastante emparentada con el noir.

Otro elemento de cine negro que se repite en Chantaje en Broadway es la enorme cantidad de cinismo que destila. No hay héroes en esta historia, y los que están cerca de serlo sufren invariablemente. J.J Hunsecker, y los columnistas en general, se nos dibujan como un gremio arrogante y maledicente que aprovecha su poder para hundir vidas, destrozar carreras y difamar en general. Por lo tanto los plumillas periodísticos son pintados recurriendo a su faceta destructiva y sensacionalista.

Sidney, por su parte, es un arribista de escasos escrúpulos capaz de las mayores vilezas para medrar. Ya sea utilizando a amigos o a amantes. Estos dos tipos serán capaces de urdir las trampas más sibilinas y complejas a su favor. Dignas de la más brillante mente criminal. Chantaje en Broadway no se corta a la hora de hacer que la corrupción aflore.

*Un actor frente a otro

Chantaje en Broadway tiene dos importantes bastiones en su afilado guion y en el impresionante duelo actoral entre Burt Lancaster y Tony Curtis. El primero, ya hemos dicho, da vida a J.J Hunsecker. De él un personaje cuenta «todo lo que dice usted suena a amenaza» Y esto es una definición perfecta. Burt Lancaster, que peleó mucho para conseguir el papel, realizó una interpretación muy alejada de lo que en él solía ser usual. Su mirada fría, su imponente presencia y su afiladísima lengua componen a un personaje poderoso y temible.

Tony Curtis da vida a un personaje canallesco y amoral que se sirve de sus dobleces para engatusar, engañar, o simple y puramente humillar. Otro signo de bajeza moral es cómo transmite su enfadada frustración a los que él considera sus inferiores. Véase para ello su relación con su secretaria o su amante, cigarrera en un club nocturno. Sin embargo Sidney no tiene problemas en humillarse ante J.J y sus crueles designios. Es decir, en Chantaje en Broadway hay una jerarquía de sumisión y humillación. La actuación de Tony Curtis es compleja, tiene un perfil más encantador y zalamero que ha de mezclarse con una notable frialdad calculadora.

*Una producción sin suerte

Chantaje en Broadway no tuvo demasiada suerte comercial. De hecho, desde los primeros pases se vio que la respuesta del público no era la esperada. Una de las causas que se adujeron fue que el público no estaba acostumbrado a que Burt Lancaster y Tony Curtis encarnaran a papeles tan mezquinos. Sin embargo la crítica fue, en general, benévola. No obstante, fue una película que fue ganado su merecido crédito con las reivindicaciomes de grandes cineastas como Martin Scorsese, Paul Thomas Anderson o los Hermanos Coen.

El británico Alexander Mackendrick venía de trabajar para los Estudios Ealing, donde dirigió una obra básica del humor negro como El quinteto de la muerte (1955). Su labor en Chantaje en Broadway fue más que notable, dotando de una inquietante naturalidad a Nueva York con su puesta en escena. Lástima que la fortuna comercial le fuese esquiva en este proyecto. También destacar la labor de los guionistas Ernest Lehman y Clifford Odets, ingeniosos y mordaces.

La estupenda banda sonora se beneficia de las excelentes dotes del compositor Elmer Bernstein y de la participación, incluso como personaje, del batería de jazz Chico Hamilton (luego autor de la bso de Repulsión -1965- de Roman Polanski). Todo suena elegante y coherente con el conseguido ambiente neoyorquino.

*Conclusión

Chantaje en Broadway pasa por ser una de las más destacadas y despiadadas aproximaciones al mundo del periodismo. Las actuaciones de Burt Lancaster y Tony Curtis son particularmente brillantes y están puestas al servicio de un brillantísimo guion repleto de vitriolo y mala uva. El resultado final es una joya que ha ido ganando reconocimiento con el paso del tiempo.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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30 de noviembre de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una persona íntegra, es aquella que 'hace las cosas correctas, por las razones correctas, en una forma correcta', es decir, es alguien sabio que entiende a la perfección que, es éste el mayor tesoro que podemos adquirir en la vida, porque, en lo esencial, nos protege de la enfermedad, de la desgracia, del miedo, la carencia y la infelicidad.

Una persona íntegra, camina siempre con la frente recta porque entiende que, al emitir de su ser energías positivas, el universo será recíproco y le devolverá lo equivalente a lo que emite. 'Da amor y recibirás amor, da dolor y recibirás dolor', dice la ley existencial… y su cumplimiento es indefectible.

A, J.J. Hunsecker, los conocimientos adquiridos le han servido para ser un columnista de renombre; para poner de su lado a unos cuantos individuos que suben por la escalera del “poder”; y para dominar a algunas personas que dependen de su apoyo para salir adelante. Pero, faltándole la integridad, Hunsecker va a tomar unas cuantas decisiones respecto a los seres que más le importan que, como es inevitable, ocasionarán sus respectivas consecuencias.

En este sentido, <<CHANTAJE EN BROADWAY>>, funcionará como una suerte de espejo de la vida, y sus protagonistas nos servirán de ejemplo para comprobar cómo, cada quien va trazando su propio destino según sean las decisiones que vayan tomando con lo que se cruza en su camino. La cordura, la firmeza de carácter, la voluntad… habrán de vérselas contra el egocentrismo, la obstinación, la patraña… y el juego de la vida quedará razonablemente expuesto, hasta dejar en nosotros una lección que podemos tomar como base ejemplarizante o también podemos dejar de lado ignorando que la estamos necesitando.

Una historia de Ernest Lehman, llevada a guion por él mismo, con la colaboración de Clifford Odets, es la sólida sustancia de la que se ha valido el director, Alexander MacKendrick, para contarnos este valioso drama donde, los humildes y los “poderosos”, medirán fuerzas para defender lo que cada uno considera que le pertenece.

Burt Lancaster, logra otra de sus fuertes interpretaciones como el celebrado (y cuestionado) columnista que ahora promueve una batalla familiar, tratando de impedir (por muy íntimas razones que permiten suponer afanes incestuosos) que su joven y linda hermana, Susy, siga adelante con la relación que ahora sostiene con un joven músico. Tony Curtis, es el publicista o agente de prensa, para quien el éxito es algo que se obtiene a como dé lugar... y se verá abocado a tomar difíciles decisiones; y entre otros, Susan Harrison (Susy), es la muchacha que tendrá que decidir entre la solvencia y el decidido apoyo que le ofrece su hermano o esa vida sencilla donde el amor es honesto e íntegro que ahora le ofrece Steve, el joven guitarrista con el que anhela casarse.

Los medios de comunicación, las fuerzas del Estado y la clase política, también asomarán aquí sus manchadas narices, y quizás podamos concluir que no estamos contribuyendo a hacer de éste el mejor de los mundos… y no lo será hasta que, cada uno de nosotros, tenga por fin el valor y la sensatez de revestirse de integridad.

Título para Latinoamérica: LA MENTIRA MALDITA
Luis Guillermo Cardona
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10 de diciembre de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alexander Mackendrick dirige con mano maestra y en delicioso blanco y negro una historia terrorífica. Eso sí, bajo el papel de regalo con más glamour que podemos imaginar. Los Borgia o los Julio-Claudios, entre otras dinastías, no pondrían reparos a la forma de gobernar a su linaje y asuntos al personaje de Burt Lancaster. Tarda en aparecer en pantalla, pero pronto comprendemos que este feroz crítico tiene en su máquina de escribir el destino de muchas personas aspirantes al estrellato.

Comparte portada con un Tony Curtis magnético de principio a fin. Sorprende que un intérprete tan joven y encorsetado, generalmente, en lides de galán, firmase un villano tan complicado y con aristas como este despiadado agente, casi más temible que su propio amo.

La ciudad nunca duerme y tras las copas hay soledad. Debajo de cada elogio, una ácida reflexión. Nada puede permanecer puro, ni siquiera la hermana del Gran Hombre, intentada de preservar en su Fortaleza de la Soledad. La moralidad brilla por su ausencia y eso hace que sea sumamente necesaria.

Los diálogos son de una inteligencia más que notable, fruto de un argumento trabajado y meditado. Inquieta pensar que está basada en un columnistas que existió verdaderamente.

Recomendable 100% y con el sabor de los clásicos.
El Libanés
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