Otra de esta pareja que en su día tuvo muchos adeptos y que allí se quedaron, porque está claro que nuevos no los van a tener, aunque igual en un futuro se veneran sus películas. Es una película para nostálgicos como pueden ser las de Ozores aquí y de verdad que la serie de mamporros que reparten hacen reír.
El uno esquivando y soltando galletas, y el otro aguantando y resolviendo con golpes en la cabeza, convierten sus peleas en épicas. Mientras no hay acción es lógico que la trama descanse y baje el ritmo pero en este caso al aparecer ellos mismos en otros papeles haciendo de señoritingos, y de verdad que lo hacen bien, tiene un doble aliciente y la película, sin ser, tal vez, la mejor de ellos, entretiene.
También tiene mucho que ver el fondo marchoso musical, el aire a samba en Río, y sobre todo la sorna entre ellos y no sólo entre ellos, sino también con los matones, que son todos una pandilla de buena gente dispuestos a recibir tortazos con la mejor de las disposiciones. El momento con la policía es para troncharse.
Dos súper dos es una película que destila buen humor, y la pareja merece un reconocimiento porque en su día fueron santo y seña del humor italiano, un humor menos estilizado y fino que el de Alberto Sordi, por ejemplo, más rudo, pero sin llegar al punto del de Álvaro Vitali.
Toda esta gente marcó una época de cine y a la gente les gustó como alternativa, y hay que respetarlos al máximo porque... ¡A ver quién coño hay hoy día que haga reír! (Sanamente, no con amargura).