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Voto de Antón03:
8

Voto de Antón03:
8
6,8
66.228
Thriller. Acción
Max (Jamie Foxx) lleva doce años detrás del volante de su taxi y está curado de espantos. Las caras pasan por el retrovisor, la gente y los lugares entran y salen de su vida. Pero una noche, en Los Ángeles, se ve obligado a llevar como pasajero a un asesino a sueldo (Tom Cruise) que está cumpliendo un encargo. (FILMAFFINITY)
22 de marzo de 2025
22 de marzo de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y de nuevo Michael Mann, pero en esta ocasión cambiamos de siglo y nos embarcamos en una cinta que explota el thriller desde el fiel prisma con el que Mann dota a cada uno de sus proyectos.
Collateral (2004) responde a ese tipo de película que sabe estar; sabe cuándo acelerar, frenar, asfixiar... En esencia, derrocha precisión narrativa por cada poro, supura un acierto en las decisiones que toma Mann, lo que la convierte en un raro espécimen dentro de su idiosincrasia. Su premisa no es sorprendente, pero sí atractiva: un taxista, un asesino a sueldo que necesita un taxi y problemas. Nada nuevo bajo el sol, pero su director posee el talento suficiente como para hacer del azar y el destino un personaje con un mensaje universal.
El cruce que se da entre dos personalidades tan alejadas da pie a cómo ciertas vivencias límite o situaciones traumáticas son capaces de producir un cambio sustancial en la forma de vivir del individuo, dando a entender que el ser humano es tan frágil como el azar y el destino quieran.
Por otro lado, y de una forma algo más obvia, existe una clara yuxtaposición entre el código personal de un taxista afable y el de un asesino a sueldo amoral. Esta reflexión es la más estanca, no concluye en nada más profundo que la inercia de su propio cainismo.
La atmósfera que crea Mann no es baladí, con una Los Ángeles distante, carente de alma, deshumanizada, enfatizando la alienación de un individuo que vive por inercia. Un claro ejemplo es nuestro taxista, que resulta ser un soñador que procrastina por la comodidad del ahora, el temor de un futuro incierto y la inercia inherente al paso del tiempo.
Tom Cruise y Jamie Foxx están a la altura de una cinta con unos tiempos muy marcados, que por momentos resulta adrenalínica y por otros espesa con fundamento. No me han encandilado, pero los he disfrutado.
Michael Mann lo vuelve a hacer en un género y tono narrativo que domina con la solvencia de un genio. Hace de la ciudad de Los Ángeles algo mediocre mediante un vacío urbano que, irónicamente, se hace notar. No es su mejor trabajo, pero sí que posee alma propia y cosas que contar al espectador.
Collateral (2004) responde a ese tipo de película que sabe estar; sabe cuándo acelerar, frenar, asfixiar... En esencia, derrocha precisión narrativa por cada poro, supura un acierto en las decisiones que toma Mann, lo que la convierte en un raro espécimen dentro de su idiosincrasia. Su premisa no es sorprendente, pero sí atractiva: un taxista, un asesino a sueldo que necesita un taxi y problemas. Nada nuevo bajo el sol, pero su director posee el talento suficiente como para hacer del azar y el destino un personaje con un mensaje universal.
El cruce que se da entre dos personalidades tan alejadas da pie a cómo ciertas vivencias límite o situaciones traumáticas son capaces de producir un cambio sustancial en la forma de vivir del individuo, dando a entender que el ser humano es tan frágil como el azar y el destino quieran.
Por otro lado, y de una forma algo más obvia, existe una clara yuxtaposición entre el código personal de un taxista afable y el de un asesino a sueldo amoral. Esta reflexión es la más estanca, no concluye en nada más profundo que la inercia de su propio cainismo.
La atmósfera que crea Mann no es baladí, con una Los Ángeles distante, carente de alma, deshumanizada, enfatizando la alienación de un individuo que vive por inercia. Un claro ejemplo es nuestro taxista, que resulta ser un soñador que procrastina por la comodidad del ahora, el temor de un futuro incierto y la inercia inherente al paso del tiempo.
Tom Cruise y Jamie Foxx están a la altura de una cinta con unos tiempos muy marcados, que por momentos resulta adrenalínica y por otros espesa con fundamento. No me han encandilado, pero los he disfrutado.
Michael Mann lo vuelve a hacer en un género y tono narrativo que domina con la solvencia de un genio. Hace de la ciudad de Los Ángeles algo mediocre mediante un vacío urbano que, irónicamente, se hace notar. No es su mejor trabajo, pero sí que posee alma propia y cosas que contar al espectador.