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Voto de Antón03:
6

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6
6,3
1.058
19 de marzo de 2025
19 de marzo de 2025
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Ignorante de mí, no conocía la historia de Lee Miller, una modelo que pasó de posar para Vogue a ser su corresponsal de guerra. Una periodista responsable de uno de los archivos fotográficos más importantes del Holocausto.
Dirige Ellen Kuras en su primer largometraje, un biopic sobre una figura relevante en el mundo del periodismo que tiene luces y sombras. Lee Miller (2023) retrata de una forma no muy arriesgada las consecuencias de la guerra tejidas bajo el frío objetivo de una cámara. Y es que es interesante ver cómo la fotografía es uno de los elementos capitales de la información, del periodismo, pero también es clave exponer sus limitaciones: cómo una fotografía puede mostrar parte del horror mediante lo visual, pero no es capaz de abarcar todo lo que hace de la guerra algo tan traumático, ya sea el olor, el terror de lo mediato o simplemente la propia vivencia que te ha llevado a capturar ese fotograma.
Más allá de su carácter documental, Lee Miller (2023) sí logra exponer las secuelas emocionales de capturar el después de lo sucedido en los campos de concentración, de cómo ese horror influye directamente en la psique de quien presiona el disparador. En Miller, esto desemboca en un síndrome del salvador que la lleva a abusar de sus adicciones, dotándola de una personalidad errática y difícilmente manejable.
Otro aspecto clave es entender la personalidad de una Lee Miller dual, ya que presenta una hostilidad sistemática antes y después de la guerra y una necesidad profesional de ayudar que resulta admirable. Siendo todo esto cierto, la cinta se topa con unas limitaciones autoimpuestas que resultan en escenas arquetípicas y manidas, que carecen siquiera de un carácter artístico o cinematográfico reseñable.
Por otro lado, existe un giro que está orquestado de una forma un tanto tramposa para evocar un sentimentalismo final que me ha resultado profundamente irritante por lo facilón, convencional y carente de riesgo. Un giro que, por cómo está confeccionado, he entendido como justificación de ciertos comportamientos injustos de una protagonista imperfecta.
Kate Winslet como Lee Miller funciona sin muchos problemas, pero sin demasiados alardes; resulta en ocasiones convincente y en otras algo hierática. Se mantiene solvente en su irregularidad.
Lee Miller (2023), como ópera prima, resulta en un ejercicio convincente, pero carente de un riesgo inherente al tema y personaje que aborda. Aun así, conecto con sus virtudes y no me tiembla el pulso para recomendarla.
Dirige Ellen Kuras en su primer largometraje, un biopic sobre una figura relevante en el mundo del periodismo que tiene luces y sombras. Lee Miller (2023) retrata de una forma no muy arriesgada las consecuencias de la guerra tejidas bajo el frío objetivo de una cámara. Y es que es interesante ver cómo la fotografía es uno de los elementos capitales de la información, del periodismo, pero también es clave exponer sus limitaciones: cómo una fotografía puede mostrar parte del horror mediante lo visual, pero no es capaz de abarcar todo lo que hace de la guerra algo tan traumático, ya sea el olor, el terror de lo mediato o simplemente la propia vivencia que te ha llevado a capturar ese fotograma.
Más allá de su carácter documental, Lee Miller (2023) sí logra exponer las secuelas emocionales de capturar el después de lo sucedido en los campos de concentración, de cómo ese horror influye directamente en la psique de quien presiona el disparador. En Miller, esto desemboca en un síndrome del salvador que la lleva a abusar de sus adicciones, dotándola de una personalidad errática y difícilmente manejable.
Otro aspecto clave es entender la personalidad de una Lee Miller dual, ya que presenta una hostilidad sistemática antes y después de la guerra y una necesidad profesional de ayudar que resulta admirable. Siendo todo esto cierto, la cinta se topa con unas limitaciones autoimpuestas que resultan en escenas arquetípicas y manidas, que carecen siquiera de un carácter artístico o cinematográfico reseñable.
Por otro lado, existe un giro que está orquestado de una forma un tanto tramposa para evocar un sentimentalismo final que me ha resultado profundamente irritante por lo facilón, convencional y carente de riesgo. Un giro que, por cómo está confeccionado, he entendido como justificación de ciertos comportamientos injustos de una protagonista imperfecta.
Kate Winslet como Lee Miller funciona sin muchos problemas, pero sin demasiados alardes; resulta en ocasiones convincente y en otras algo hierática. Se mantiene solvente en su irregularidad.
Lee Miller (2023), como ópera prima, resulta en un ejercicio convincente, pero carente de un riesgo inherente al tema y personaje que aborda. Aun así, conecto con sus virtudes y no me tiembla el pulso para recomendarla.