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Voto de Magui Paredes:
9

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9
6,3
55.368
Serie de TV. Romance. Comedia
Serie de TV (1998-2004). 6 temporadas. 94 capítulos. Narra las aventuras amorosas y sexuales de cuatro neoyorquinas solteras e independientes: la columnista Carrie Bradshaw (Parker) y sus tres mejores amigas, la abogada Miranda (Cynthia Nixon), la pija Charlotte York (Kristin Davis) y la promiscua Samantha Jones (Kim Cattrall). El programa se hizo famoso por rodar escenas en las calles, los bares, restaurantes y discotecas de Nueva ... [+]
17 de diciembre de 2015
17 de diciembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría calificar como machista, frívola o incluso como llena de tópicos absurdos trasladados al universo femenino pero Sexo en Nueva York es una ficción que supera todas estas definiciones con absoluta libertad.
Ya Judith Butler en El género en disputa se plantea cuestiones del tipo: “[…] el género se construye culturalmente: por esa razón, el género no es el resultado casual del sexo ni tampoco es tan aparentemente rígido como el sexo […] ¿Podemos hacer referencia a un sexo ‘dado’ o a un género ‘dado’ sin aclarar primero como se dan uno y otro a través de los medios? ¿y al fin y al cabo qué es el sexo?”
Cuatro hermanas de amistad con edades comprendidas entre los treinta y cinco y los cincuenta años (Carrie Bradshaw, Charlotte York, Miranda Hobbes y Samantha Jones) al lado de la madre que las cuida y las une (la ciudad de Nueva York) bombardean esta dicotomía sexo-género y superan el Test de Bechdel por sus actitudes atrevidas, emotivas, descaradas, frescas, sexis y cargadas de ironía. Todo ello porque hablan de sus inquietudes, sus deseos, sus miedos, sus éxitos o sus pasiones sin condenar al ostracismo al lado masculino necesario para construir una sociedad equilibrada.
A lo largo de seis temporadas convivimos con los caprichos y éxitos de Carrie, el sacrificio personal y la humanidad de Miranda, el convencionalismo y la delicadeza de Charlotte o la exuberancia y sentido del humor de Samantha junto con la iniciativa empresarial y personal de cualquiera de ellas.
Si algún día conozco Manhattan me gustaría visitar algún museo acompañado de Charlotte, ir de tiendas con Carrie, tomar unas copas con Samantha y dar un largo paseo por el Jefferson Market Garden con Miranda (lugar especialmente emotivo para ella y para Steve Brady) para al final, junto con ellas y con mi amado barítono, compartir mesa y mantel en algún conocido restaurante de la ciudad y asistir a alguna de sus ácidas reflexiones sobre Mr. Pilón, Mr. Big, las bolsas de té, las ladillas y los Hamptons, la relación entre las criadas y los vibradores, el drama de una cana inoportuna, las desventajas de compartir calle con prostitutas travestis o comunidades de vecinos con señoras clasistas, el consumo de sustancias alucinógenas para sobrellevar mejor determinados tamaños desproporcionados, los peligros de abrir una ventana en una noche de nevada, etc.
¿Y al fin y al cabo qué es el sexo? Sexo es Sexo en Nueva York, la ficción de estas cuatro mujeres que asustarían y dejarían sin argumentos a cualquier hombre heterosexual de mentalidad tradicional. De ellas solo me falta por decir que no sé cómo he podido vivir hasta el momento sin conocerlas.
Ya Judith Butler en El género en disputa se plantea cuestiones del tipo: “[…] el género se construye culturalmente: por esa razón, el género no es el resultado casual del sexo ni tampoco es tan aparentemente rígido como el sexo […] ¿Podemos hacer referencia a un sexo ‘dado’ o a un género ‘dado’ sin aclarar primero como se dan uno y otro a través de los medios? ¿y al fin y al cabo qué es el sexo?”
Cuatro hermanas de amistad con edades comprendidas entre los treinta y cinco y los cincuenta años (Carrie Bradshaw, Charlotte York, Miranda Hobbes y Samantha Jones) al lado de la madre que las cuida y las une (la ciudad de Nueva York) bombardean esta dicotomía sexo-género y superan el Test de Bechdel por sus actitudes atrevidas, emotivas, descaradas, frescas, sexis y cargadas de ironía. Todo ello porque hablan de sus inquietudes, sus deseos, sus miedos, sus éxitos o sus pasiones sin condenar al ostracismo al lado masculino necesario para construir una sociedad equilibrada.
A lo largo de seis temporadas convivimos con los caprichos y éxitos de Carrie, el sacrificio personal y la humanidad de Miranda, el convencionalismo y la delicadeza de Charlotte o la exuberancia y sentido del humor de Samantha junto con la iniciativa empresarial y personal de cualquiera de ellas.
Si algún día conozco Manhattan me gustaría visitar algún museo acompañado de Charlotte, ir de tiendas con Carrie, tomar unas copas con Samantha y dar un largo paseo por el Jefferson Market Garden con Miranda (lugar especialmente emotivo para ella y para Steve Brady) para al final, junto con ellas y con mi amado barítono, compartir mesa y mantel en algún conocido restaurante de la ciudad y asistir a alguna de sus ácidas reflexiones sobre Mr. Pilón, Mr. Big, las bolsas de té, las ladillas y los Hamptons, la relación entre las criadas y los vibradores, el drama de una cana inoportuna, las desventajas de compartir calle con prostitutas travestis o comunidades de vecinos con señoras clasistas, el consumo de sustancias alucinógenas para sobrellevar mejor determinados tamaños desproporcionados, los peligros de abrir una ventana en una noche de nevada, etc.
¿Y al fin y al cabo qué es el sexo? Sexo es Sexo en Nueva York, la ficción de estas cuatro mujeres que asustarían y dejarían sin argumentos a cualquier hombre heterosexual de mentalidad tradicional. De ellas solo me falta por decir que no sé cómo he podido vivir hasta el momento sin conocerlas.