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Voto de Condosco Jones:
8

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8
8,2
39.916
Ciencia ficción. Drama
Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
29 de agosto de 2009
29 de agosto de 2009
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más terminar 'Metrópolis' no sabía por dónde cogerla para empezar a comentarla. Ahora, y tras unas horas ya "digerida" en mi cabeza me atrevo con una de las superproducciones de los años veinte. Durante el transcurso de los primeros minutos me impactó demasiado para la época, estaba cumpliendo con creces las expectativas. Gran parte de ellas ascendieron como el mercurio en verano tras ese peculiar mensaje inicial en el que se nos informa de que a la cinta le faltan fragmentos de metraje. Por suerte, creo haber leído que el año pasado se recuperaron algunos trozos de metraje en Argentina.
'Metrópolis' indudablemente cuenta con una premisa más que marxista (dos clases sociales bien diferenciadas), donde se nos presenta a Freder -el hijo del dirigente de toda la ciudad de Metrópolis- y a María, una carismática y hermosa mujer que luchará siempre con la palabra a favor de la clase obrera. Inevitable es el parecido con la magnífica 'Tiempos modernos', en relación con la alienación del trabajo, es decir, el uso por parte de la clase obrera de maquinaria inútil y por esa lucha de clases sociales que se nos expone a lo largo de toda la película.
Uno de los grandes logros de 'Metrópolis' reside en la magnífica estética de su conjunto convirtiéndola en la envidia de la época. Gran "culpa" de ello son esos majestuosos rascacielos, esos ferrocarriles, esa multitud de coches y zeppelins desde los aires e incluso esa complejidad en las máquinas del subsuelo, incluyendo esos efectos especiales (la conversión de María) y los no tan especiales como las inundaciones del final. Sobre el apartado musical poco que decir, soberbio durante las dos horas.
También me agradaron mucho los minutos en los que el Robot-Maria lanzaba sus discursos propagandísticos al "populacho" para que éstos destruyesen las máquinas que más tarde causarían una gran inundación en la ciudad poniendo en riesgo su propio "trabajo" y lo que es más importante, la vida de sus hijos. Y es que claro, ¿no sería más fácil matar a Fredersen o destruir su edificio? No amigos, el poder de la palabra y de un buen líder mueve montañas y aquí se refleja magníficamente.
Aunque la parte mística y oscura del entreacto no me terminase de convencer, aunque se podría haber exprimido más jugo de la relación entre él y ella, aunque la historia del espíritu del robot y el científico esté cogida con pinzas y aunque quizá se alargue un poco a pesar de que falta metraje; reconozco que he disfrutado mucho con ella, que posee un gran trasfondo social y que nunca olvidaré esa magnífica frase con la que se inicia y concluye el filme: "El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón".
'Metrópolis' indudablemente cuenta con una premisa más que marxista (dos clases sociales bien diferenciadas), donde se nos presenta a Freder -el hijo del dirigente de toda la ciudad de Metrópolis- y a María, una carismática y hermosa mujer que luchará siempre con la palabra a favor de la clase obrera. Inevitable es el parecido con la magnífica 'Tiempos modernos', en relación con la alienación del trabajo, es decir, el uso por parte de la clase obrera de maquinaria inútil y por esa lucha de clases sociales que se nos expone a lo largo de toda la película.
Uno de los grandes logros de 'Metrópolis' reside en la magnífica estética de su conjunto convirtiéndola en la envidia de la época. Gran "culpa" de ello son esos majestuosos rascacielos, esos ferrocarriles, esa multitud de coches y zeppelins desde los aires e incluso esa complejidad en las máquinas del subsuelo, incluyendo esos efectos especiales (la conversión de María) y los no tan especiales como las inundaciones del final. Sobre el apartado musical poco que decir, soberbio durante las dos horas.
También me agradaron mucho los minutos en los que el Robot-Maria lanzaba sus discursos propagandísticos al "populacho" para que éstos destruyesen las máquinas que más tarde causarían una gran inundación en la ciudad poniendo en riesgo su propio "trabajo" y lo que es más importante, la vida de sus hijos. Y es que claro, ¿no sería más fácil matar a Fredersen o destruir su edificio? No amigos, el poder de la palabra y de un buen líder mueve montañas y aquí se refleja magníficamente.
Aunque la parte mística y oscura del entreacto no me terminase de convencer, aunque se podría haber exprimido más jugo de la relación entre él y ella, aunque la historia del espíritu del robot y el científico esté cogida con pinzas y aunque quizá se alargue un poco a pesar de que falta metraje; reconozco que he disfrutado mucho con ella, que posee un gran trasfondo social y que nunca olvidaré esa magnífica frase con la que se inicia y concluye el filme: "El mediador entre el cerebro y las manos ha de ser el corazón".