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Voto de Sergio Berbel:
10

Voto de Sergio Berbel:
10
7,1
7.828
Drama
Camilo José Cela escribe en el prólogo a la primera edición de la novela: "La Colmena no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad (...) no aspira a ser más que un trozo de vida narrado sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre. Queramos o no queramos. La vida es lo que vive -en nosotros o fuera ... [+]
23 de febrero de 2023
23 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nació obra maestra imperecedera desde el mismo momento en el que se parió su idea primigenia. Resultaba imposible que no lo fuera y que no marcara el cine de los 80 en particular y nuestro cine en general, para siempre. Mario Camus se puso al frente de la complejísima labor de adaptar una novela tan vocacionalmente coral como “La colmena” de Camilo José Cela. Junto a “La familia de Pascual Duarte”, la gran obra maestra de este genio de la literatura que hizo caminar por el realismo tenebroso y tremendista la literatura en castellano.
Nadie mejor que Camus, auténtico especialista en la adaptación al cine de textos literarios, habiendo dejado obras maestras atemporales como “Los santos inocentes” o “La casa de Bernarda Alba”. Para que todo fuese un éxito sólo hacía falta la concurrencia de tres elementos fundamentales:
1.Un guión magistral que fuese capaz de trasladar al cine el lenguaje literario tan diferente cuando de una novela profundamente coral se refiere. Tenían que aparecer muchos personajes y que el espectador no se perdiese en ningún momento entre la maraña de personas y situaciones que desfilan por delante de sus ojos. José Luis Dibildos fue capaz de lograr este milagro en equilibrio y de resultar “cum laude” mostrarnos tantos personajes sin perdernos en ninguno de ellos y creando profundidad en todos ellos. Absolutamente magistral.
2. Para que fuera posible, había que conjuntar una pléyade de actores y actrices del momento, los más reconocibles y los mejor valorados en el panorama actoral. Y eso también acabó resultando igualmente “cum laude”, porque por delante de una cámara elegante y magistral desfilan Paco Rabal, José Luis López Vázquez, José Sacristán, Ana Belén, Rafael Alonso, Victoria Abril, Charo López, Luis Escobar, María Luisa Ponte, Fiorella Faltoyano, Concha Velasco, Agustín González, José Sazatornil, Antonio Resines, Imanol Arias, Francisco Algora, Emilio Gutiérrez Caba, Mari Carrillo, José Bódalo, Manolo Zarzo, Luis Ciges, etc. Es decir, puro caviar.
3. Una dirección a la altura de todo ello, subrayando lo coral de la obra pero creando la pátina de hipocresía, miseria, hambre, prostitución oculta para que siempre queden bien los hombres de las familias como Dios manda, enfermedad, beaterío, injusticia, cafés donde se encuentran depauperados literatos muertos de hambre, timadores, picaresca, sometimiento y humillación de la mujer, diferencias de clase repugnantes, fascismo, pobreza, falta de piedad hacia los perdedores… y todo lo que conformaba la insoportable posguerra a la altura de 1942, cuando la cinta está ambientada. Y también Mario Camus obtiene otro redundante “cum laude” en todo ello.
Si sumamos la espléndida partitura musical original, como siempre, de Antón García Abril, ni más ni menos, así como la dirección de fotografía cargada de pobreza y miserabilidad de Hans Burmann, corroboramos que estamos ante una de las más grandes obras maestras de nuestro cine.
Alcanzó en 1983 el Oso de Oro en el Festival de Berlín. No es para menos.
Nadie mejor que Camus, auténtico especialista en la adaptación al cine de textos literarios, habiendo dejado obras maestras atemporales como “Los santos inocentes” o “La casa de Bernarda Alba”. Para que todo fuese un éxito sólo hacía falta la concurrencia de tres elementos fundamentales:
1.Un guión magistral que fuese capaz de trasladar al cine el lenguaje literario tan diferente cuando de una novela profundamente coral se refiere. Tenían que aparecer muchos personajes y que el espectador no se perdiese en ningún momento entre la maraña de personas y situaciones que desfilan por delante de sus ojos. José Luis Dibildos fue capaz de lograr este milagro en equilibrio y de resultar “cum laude” mostrarnos tantos personajes sin perdernos en ninguno de ellos y creando profundidad en todos ellos. Absolutamente magistral.
2. Para que fuera posible, había que conjuntar una pléyade de actores y actrices del momento, los más reconocibles y los mejor valorados en el panorama actoral. Y eso también acabó resultando igualmente “cum laude”, porque por delante de una cámara elegante y magistral desfilan Paco Rabal, José Luis López Vázquez, José Sacristán, Ana Belén, Rafael Alonso, Victoria Abril, Charo López, Luis Escobar, María Luisa Ponte, Fiorella Faltoyano, Concha Velasco, Agustín González, José Sazatornil, Antonio Resines, Imanol Arias, Francisco Algora, Emilio Gutiérrez Caba, Mari Carrillo, José Bódalo, Manolo Zarzo, Luis Ciges, etc. Es decir, puro caviar.
3. Una dirección a la altura de todo ello, subrayando lo coral de la obra pero creando la pátina de hipocresía, miseria, hambre, prostitución oculta para que siempre queden bien los hombres de las familias como Dios manda, enfermedad, beaterío, injusticia, cafés donde se encuentran depauperados literatos muertos de hambre, timadores, picaresca, sometimiento y humillación de la mujer, diferencias de clase repugnantes, fascismo, pobreza, falta de piedad hacia los perdedores… y todo lo que conformaba la insoportable posguerra a la altura de 1942, cuando la cinta está ambientada. Y también Mario Camus obtiene otro redundante “cum laude” en todo ello.
Si sumamos la espléndida partitura musical original, como siempre, de Antón García Abril, ni más ni menos, así como la dirección de fotografía cargada de pobreza y miserabilidad de Hans Burmann, corroboramos que estamos ante una de las más grandes obras maestras de nuestro cine.
Alcanzó en 1983 el Oso de Oro en el Festival de Berlín. No es para menos.