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Terror
El doctor Jekyll aplica una extraña substancia química sobre el cuerpo de Waldemar, que padece de licantropía, es decir, se transforma en hombre-lobo. Como consecuencia de este experimento la personalidad de Waldemar se "desdobla y surge la figura maligna y lujuriosa de Mister Hyde, su "alter ego", que comete toda clase de atrocidades llegando a asesinar al propio doctor Jekyll. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2025
12 de abril de 2025
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Waldemar Daninsky viaja de Transilvania a Londres con la esperanza de curar su licantropía. ¿Su plan? Inyectarse el suero de Mr. Hyde. Porque claro, si ya tienes una bestia dentro, ¿por qué no meter otra y que se peleen a ver quién gana? Ciencia de la buena.
Paul Naschy interpreta al hombre, al lobo y a Hyde, con tres pelucas distintas y un entusiasmo que roza lo preocupante. Jack Taylor pone el toque de distinción como el Dr. Jekyll nieto, pero ni él puede salvar un guion que parece escrito durante un delirio febril. Y entre tanto despropósito, aparece el verdadero monstruo del filme: una enfermera psicópata con cara de Mirta Miller y malas intenciones.
Hay castillos de pega, discos setenteras, senos gratuitos y una transformación con luces de discoteca que haría llorar a Lon Chaney. El maquillaje es tan irregular como el montaje, pero eso sí: aburrirse, uno no se aburre.
¿Es mala? Sí. ¿Es divertida? También. ¿Tiene sentido? Ninguno. Pero eso nunca detuvo al fantaterror español. Y menos a Naschy, que aquí demuestra que con suficiente fe, y una capa, puedes hacer cualquier disparate.
Paul Naschy interpreta al hombre, al lobo y a Hyde, con tres pelucas distintas y un entusiasmo que roza lo preocupante. Jack Taylor pone el toque de distinción como el Dr. Jekyll nieto, pero ni él puede salvar un guion que parece escrito durante un delirio febril. Y entre tanto despropósito, aparece el verdadero monstruo del filme: una enfermera psicópata con cara de Mirta Miller y malas intenciones.
Hay castillos de pega, discos setenteras, senos gratuitos y una transformación con luces de discoteca que haría llorar a Lon Chaney. El maquillaje es tan irregular como el montaje, pero eso sí: aburrirse, uno no se aburre.
¿Es mala? Sí. ¿Es divertida? También. ¿Tiene sentido? Ninguno. Pero eso nunca detuvo al fantaterror español. Y menos a Naschy, que aquí demuestra que con suficiente fe, y una capa, puedes hacer cualquier disparate.