Este film de Robert Lorenz presenta la típica historia de un justiciero, aunque con un contexto más complejo que el habitual. Irlanda en los 70s, el IRA y un pequeño pueblo con varios personajes bien construidos.

Por Nicolás Bianchi

Liam Neeson ha tenido una prolífica carrera que incluye papeles memorables como el protagónico de Schindler´s list (1993), entre otros. Sin embargo, desde hace más de una década viene interpretando una y otra vez al mismo personaje. Se trata de un justiciero capaz de derrotar ejércitos de criminales él solo. A veces, para rescatar a una de sus hijas, u otro familiar, de un secuestro. En otras ocasiones, este personaje prototípico busca remediar una injusticia.

In the land of saints and sinners toma esta fórmula algo trillada y le da un giro más. En primer lugar, busca mayor complejidad. La historia transcurre en un pequeño pueblo del norte de Irlanda en los 70s. Allí van a refugiarse un grupo de miembros del IRA, liderados por Doireann (Kerry Condon), luego de un ataque en un bar de Belfast que no sale del todo bien.

Ahora bien, este pequeño centro urbano es el hogar de una organización mafiosa que tiene a Finbar (Liam Neeson) como uno de sus asesinos a sueldo. El veterano sicario está a las órdenes del capo Robert (Colm Meaney), al igual que el joven Kevin (Jack Gleeson). Una pequeña desviación: Gleeson había interrumpido durante un largo tiempo su carrera actoral para alejarse de la imagen de villano que se había construido a raíz de su participación en Game Of Thrones en el rol del sádico rey Joffrey. Al parecer, esto le trajo problemas en su vida personal. Se trata de un actor que, sin dudas, tiene talento para construir una carrera más allá de este icónico personaje.

En el pequeño poblado irlandés también hay otros personajes que la película muestra con detalle. El alguacil local Vincent (Ciarán Hinds) es un buen amigo de Finbar, aunque desconoce a que se dedica su compañero. Finbar dice que comercia libros, lo que da pie a algunos diálogos pintorescos sobre Dostoieveski y Agatha Christie. La película no deja de ser un relato de acción son Liam Neeson en un rol prototípico, pero todo lo que rodea a este eje central es un poco más elaborado que en otras ocasiones. Otro de los personajes destacados es Rita (Niamh Cusack), viuda como Finbar, y compañera de charlas. Entre ambos se desarrolla una suerte de relación platónica que, para el protagonista, plantea la posibilidad de un futuro distinto a su presente como asesino a sueldo de un mafioso.

Si bien In the land of saints and sinners desarrolla de manera interesante todas estas aristas, lo demás, lo que supuestamente es central, se torna algo mecánico y previsible. Sin ningún tipo de pretensión visual innovadora, el film sigue una estructura similar a algunas películas de Quentin Tarantino. Es decir, una larga introducción para una escena final en la que todo se resuelve de un modo violento.

El género del justiciero solitario vive una época de auge, a raíz de John Wick, Nobody (2021) y otras tantas. En este submundo cinematográfico, Liam Neeson es una marca registrada. Sus películas vuelven una y otra vez sobre lo mismo, casi siempre con cierta efectividad. In the land of saints and sinners es un intento por llevar esta lógica a otro nivel. Pero se queda a medio camino entre la profundidad de un drama de pueblo chico, una historia de intriga política y policial con integrantes del IRA, y la típica película de acción de Neeson.

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