Película sueca de Patrik Eklund. Estrenada por Netflix. Un grupo de empleados de una desarrolladora inmobiliaria realiza un retiro en un paraje natural donde se pretende construir un centro comercial.

Por Nicolás Bianchi

La conferencia, también llamada Konferensen o The conference, es un film de comedia y terror en el que un grupo de empleados de una inmobiliaria es perseguido por un misterioso asesino con una máscara. Esta fórmula repetida una y otra vez en el cine de género no presenta aquí ningún tipo de innovación. Es lo mismo de siempre con una máscara nueva. Esto no quiere decir que para los amantes de este subgénero la película no pueda ser disfrutable.

Es más, como producto estándar La conferencia funciona bastante bien. Dentro del grupo de empleados que participa del retiro destacan la introvertida Lina (Katia Winter), quien se reincorpora al trabajo después de una experiencia traumática, Jonas (Adam Lundgren), algo perverso y mal compañero, y la jefa Eva (Eva Melander). Además, hay una buena cantidad de personajes secundarios entre los demás asistentes al evento y los empleados de las cabañas donde este se realiza.

Obviamente, todos ellos son carne de cañón para el asesino suelto. Más allá de sus disputas internas, este grupo de empleados está llevando adelante un proyecto para construir un centro comercial en lo que antes era un paraje rural. De hecho, las cabañas en las que realizan el retiro también son parte de una obra reciente. Sin ninguna sutileza, la película deja planteado que este avance puede dejar antiguos propietarios de fincas o granjas sin hogar.

Por lo tanto, el inicio del problema que lleva a alguien a empezar a despanzurrar una buena cantidad de personas queda velado desde un principio. El film también es prototípico en sus roles. Desde el momento cero, Lina luce como una final girl. No solo es inocente y retraída, sino que además ha sido víctima de algún tipo de acoso o abuso. Además, el desagradable Jonas se perfila como enemigo interno de Lina y también como posible sospechoso.

Durante los cien minutos de duración todos los indicios de la historia comienzan a conectarse de manera casi mecánica. No hay un momento de revelación sino una explicación que parece elucubrada para que nadie quede afuera. La conferencia tampoco se involucra del todo con el tema que plantea. En este sentido, no hay ningún tipo de reflexión sobre el avance de la ciudad o los negocios sobre el espacio rural. Esto es simplemente una pequeña justificación necesaria para lo que sucede.

En líneas generales, la película puede resultar entretenida de manera muy liviana. En definitiva, es un slasher pasado por todos los filtros de Netflix: hay violencia pero nada que se salga del canon de lo aceptable en el terror y todo se explica con claridad para que el espectador no tenga que hacer ningún tipo de esfuerzo intelectual. Es uno más de tantos estrenos que seguramente pasen rápido al olvido.

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