La película que obtuvo el Oscar en el mismo año de su estreno se apoya en el excelente libreto de Ted Tally, que es una adaptación de la novela de Thomas Harris. Dirigida por Jonathan Demme y protagonizada por Jodie Foster. Anthony Hopkins como Hannibal Lecter en el rol que impulsó su carrera.

Por Nicolás Bianchi

En el mundo de habla hispana se la llamó El silencio de los inocentes o El silencio de los corderos. La última opción es un tanto más adecuada aunque no del todo justa con la metáfora que implica el título y marca al personaje de Clarice Sterling (Jodie Foster), una estudiante que entrena en el FBI y de pronto es incluida en una investigación que, supuestamente, excede sus capacidades.

La condición de mujer de Clarice y su femineidad son un factor clave en el argumento de la película. El jefe Crawford (Jack Glenn) la envía a dialogar con el monstruo preso Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) no por su inteligencia y destreza como detective, que aún están inmaduras, sino por su juventud y delicada belleza. Crawford imagina que Clarice puede ser atractiva para Lecter.

La colaboración del caníbal es necesaria para atrapar a otro monstruo que asola a las mujeres fuera de prisión. El asesino serial conocido como Buffalo Bill (Ted Levine) lleva 5 mujeres asesinadas y tiene cautiva a la hija de una importante senadora. De todas sus víctimas extrae parte de la piel como trofeo. Este personaje sigue la línea iniciada por Psycho (1960) y refrendada por Dressed to Kill (1980).

De esta manera, la transexualidad se vuelve a asociar a pulsiones asesinas. Esto puede ser leído de múltiples maneras. La primera, y quizás más evidente, indica que un hombre que niega su masculinidad es un monstruo. En este sentido, la escena en la que Buffalo Bill es presentado escondiendo sus genitales entre sus piernas indica que la transformación que busca el personaje, de hombre a mujer, es de alguna manera aberrante.

Por otra parte, una y otra vez en la película se señala que el ahora asesino múltiple es producto de una infancia de abusos y vejaciones. Entonces, su odio a la sociedad se manifiesta a través de una transformación en la que los asesinatos son solo una parte. En cualquier caso, el travestismo se presenta asociado a un desbalance mental total.

Por el contrario, el personaje de Hannibal Lecter luce similar a Drácula, un ser en absoluto control de sus acciones pero que necesita sangre, y en este caso también carne. Además, en sus crímenes hay un pequeño costado que no resulta reprochable y que hace todavía más atractivo al asesino. Lecter mata o a otros seres monstruosos o a quien se interpone en su camino (policías, por ejemplo). Si bien hay cierta ambigüedad, no sería él el lobo que acecha a los corderos que quiere proteger Clarice.

La joven detective es la protagonista de la película, más allá de las estelares apariciones de los distintos monstruos que la rodean. Una de las grandes virtudes del guión es la sutileza con la que Clarice logra vencer a todos los hombres que aparecen como obstáculos. Al detestable director Chilton (Anthony Heald), regente del hospicio donde está “hospedado” Lecter, lo manipula a su antojo. A su vez, sus habilidades detectivescas superan, en el momento álgido del relato, a las de Crawford. De alguna manera, también logra descifrar el enigma que supone Lecter.

The Silence of the Lambs es una película que se apoya en la solidez de un guión perfecto y que además cuenta con el gran atractivo del personaje de Lecter. En un ejercicio de síntesis brillante el film desarrolla distintas tramas secundarias que alimentan al argumento principal. En un mundo de hombres monstruosos prevalecen la inteligencia y el instinto de una joven mujer.

Actualmente la película está disponible en Amazon Prime Video. Contacto: [email protected].