Inseparables fue la primera película de David Cronenberg alejada de la ciencia ficción y el horror. No obstante, la historia sobre dos brillantes ginecólogos gemelos resultaba lo suficientemente perturbadora como para considerarla un drama terrorífico.

Jeremy Irons brilla con luz propia en un doble papel sobre dos personajes muy diferentes pero unidos entre sí, cual siameses, por un estrecho vínculo psicológico. Mientras uno es libertino y lleva la voz cantante, el otro es retraído y más sensible, mostrándose más vulnerable ante la gente. Un día aparece en sus vidas una famosa actriz que tiene problemas de fertilidad y contrata sus servicios. Su presencia alterará la buena sintonía entre los dos hermanos cuando uno de ellos se enamora de ella lo que provocará el camino hacia la autodestrucción de ambos marcada por el consumo de alcohol y drogas.

La historia empieza bien pero a medida que transcurre, me resulta poco creíble y se me va indigestando ante el comportamiento cada vez más errático de los gemelos y su turbia relación amorosa con la actriz. Lo más destacado es la magnífica actuación de Irons. Sólo por ello, la película merece la pena aunque no está entre mis favoritas de Cronenberg.

Jeremy Irons hace toda una demostración de talento interpretativo en un papel que le va que ni pintado porque aunque tenga apariencia de elegante galán adinerado de cuidado, es capaz también de resultar muy creíble como persona frágil y atormentada. No es de extrañar, por tanto, que Irons ganase el Oscar, a penas un par de años después, por El misterio de Von Büllow. Aquí, incomprensiblemente, no fue ni tan siquiera nominado.

Por cierto que en su día resultó muy novedosa la técnica de mostrar en pantalla a la misma persona duplicada sin que se notase.