Una de las mejores comedias de los ochenta fue sin duda Un pez llamado Wanda. La base del éxito del filme está en un divertido e inteligente guión plagado de situaciones de enredo sumamente graciosas, potenciadas por unas actuaciones brillantes, especialmente la de Kevin Kline que se llevó el Oscar con todo merecimiento. El resto del reparto también está sublime. Desde la atractiva Jamie Lee Curtis, que demostró que no solo era una buena actriz de terror sino que también valía para la comedia como pudimos comprobar en Entre pillos anda el juego. Un papel el de Curtis, que permite exhibir su lado más sexy. Hasta el humor británico de dos de los componentes de los Monty Python John Cleese y Michael Palin.

La trama incluye una historia de atracos y traiciones varias, con pinceladas de humor negro y enredos desternillantes, como la escena en la que un celoso patológico Kevin Kline se hace pasar por un agente de la CIA en casa de John Cleese mientras es seducido por Jamie Lee Curtis. O aquella en la que sorprenden a Cleese desnudo hablando en ruso mientras se disponía a acostarse con Curtis. O los fallidos intentos de Palin por cargarse a una detestable anciana.

Una comedia fresca, ágil, original, ingeniosa y muy divertida que se convirtió en uno de los grandes éxitos del año.