Segunda parte de las andanzas del Zorro, personaje que no es que me haga mucha gracia, todo hay que decirlo. Cinta de aventuras, con toques muy acertados de comedia y romance, dirigida a toda la familia, que aunque ligeramente inferior a la original, es un entretenimiento aceptable. En esta ocasión, Alejandro (Antonio Banderas), o sea, el Zorro, se ve acompañado en esta historia de su mujer, Elena (la siempre bella Catherine Zeta-Jones) y su hijo, Joaquín (Adrián Alonso), que por un extraño fenómeno les ha salido mestizo. Como no sea que Elena le haya puesto los cuernos lo cual me lleva a pensar que a lo mejor lo de su apodo de Zorra va con segundas. Bromas aparte, el Zorro, la Zorra y el Zorrito, con la inestimable ayuda del caballo Tornado, que es un verdadero puntazo, se las tienen que ver con la misteriosa secta de los Caballeros de Aragón. El argumento promete pero se queda un poco a medias. La trama acaba siendo demasiado rocambolesca, con algunos baches y algunas cosas cogidas por los pelos. A su favor, solventes escenas de acción, una pareja carismática, enredos familiares divertidos y una puesta en escena atrayente, como suele pasar en todas las producciones de época. En este caso el vestuario o la ambientación son destacables, sin olvidar la pegadiza melodía. Por cierto, esta moda de 1850 no está nada mal.

Otra cosa diferente es que evaluemos "La leyenda del zorro" desde el punto de vista ideológico. Para empezar, estos terratenientes que van de luchadores del pueblo me irritan. El que más, el niño que como es rico y consentido, se enajena a sí mismo, y se cree un campesino más. Luego la nobleza y la "decadente" Europa quedan un poco mal y hasta el Zorro se convierte en un héroe americano y mamporrero de lo democracia custodiando la dichosa urna. Por cierto, me pregunto por qué tiene que ir este enmascarado "desfaciendo entuertos" por ahí. ¿Qué pasa, qué no hay policía para defender a la gente? Pues más o menos es así, ya sabéis que América es la tierra de la libertad y esta institución de raíz absolutista como que no pega en esos lares. Pero con todo, lo peor es que oculta y tergiversa la historia. Me sacan al pueblo feliz por ser norteamericanos por 1850, olvidando que si California entró en la Unión fue porque le fue arrebatada a México tras la Guerra de 1846-1848, (SPOILER en el que no desvelo nada). Además sale la Constitución de 1850, que fue la más avanzada de su época pues reconocía el sufragio universal masculino... para los blancos. Los indios, en reservas, y si no, su detención y explotación vitalicia, en realidad, su eliminación por enfermedad, hambre y asesinatos. De hecho de 1848 a 1860 los indios pasaron de 150.000 a 31.000.