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13.208
Terror. Fantástico
Frank Cotton, un hombre joven, violento y ambicioso de experiencias personales adquiere una caja china procedente de un bazar oriental y dotada de poderes. Según antiguas leyendas, es una especie de puerta a seres de otra dimensión. Al abrirla, Cotton convoca a estas criaturas procedentes de un infierno fantástico, pero estas selo le inflingirán tormentos hasta acabar con él. Veinte años después, dos nuevos inquilinos se instalan en la ... [+]
19 de enero de 2013
19 de enero de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No las tenía todas conmigo al acercarme a este clásico del cine de terror de los 80. Sin embargo me ha resultado sorprendentemente buena. Es cierto que es demasiado gore para mi gusto, que hay algunas cosillas que chirrían un poco y que bien podrían haber gastado un poco más de tiempo en explicar algo más de la caja, de los cenobitas y el mundo del que vienen. No obstante, "Hellraiser" se desenvuelve con notable habilidad, creando una atmósfera perturbadora de lo más que inquietante, y con una tensión que va a más, hasta llegar a extremos insoportables. Sinceramente, la última medio hora estaba hecho un haz de nervios. Buenísimo todo el final por lo que no entiendo bien a aquellos que les parece lo peor. Y es que más que terror, diría que la película de Clive Barker es más suspense e intriga, con especial atención a los límites de la naturaleza humana en una especie de puga entre Eros y Tanatos, lo cual no quita que tenga algunas secuencias que rozan lo espeluznante, entre otras cosas por los excelentes efectos especiales y el maquillaje.
Mención especial merece la heroína, Kristy (Ashley Laurence), una vez más en este tipo de películas, una chica. Muy mona, muy cariñosa y muy femenina pero que no se arruga ante ningún peligro. Aquí se vuelven a repetir todos los cánones conservadores de este género tan reaccionario, desde los sueños premonitorios hasta la decencia en el terreno sexual. Obsérvese que ella duerme sola en la cama y el chico está tirado en un sofá o en algún sitio parecido que no se ve bien. Por no hablar de toda la trama de Julia (Clare Higgings) en la que la condena a la promiscuidad no puede ser más clara. De hecho, el propio argumento de "Hellraiser" tiene un sabor muy clásico que recuerda al viejo concepto griego de la Hybris, especie de soberbia que hacía creer al hombre que carecía de límites o que podía alcanzar todo lo que sus apetencias le dijeran. En este caso, el deseo de llegar a los confines del placer. En fin, gran clásico, por algo será, que aparte de dejar una ristra de secuelas, recupera el espíritu y el tono de la mejor "Pesadilla en Elm Street".
Por otro lado, confieso que soy un gran admirador de la década de los 80, o lo que llamo, los 80 largos, que podrían ser de 1979 a 1997. Sin embargo admito que existirían como dos grandes estilos ochenteros, que podemos llamar el chillón, que si es hortera y que para mi desgracia impregna a toda la década, y el clásico, más elegante. En "Hallraiser" vemos los ochenta-chillón en Julia: pelo corto, pendientes enormes, maquillaje estrambótico, uñas pintados de rojo, etc. Y por otro, los ochenta-clásicos en Kristy: pelo largo, camisetas blancas, chaquetas tejanas, zapatillas deportivas, jerséis con el cuello vuelto, apenas maquillaje, etc. Quizá gusta el primero porque tiene unas connotaciones progresistas. En este caso la mujer ejerce un rol masculino, agresivo y feminista. En cambio, en el clásico, decididamente conservador, se transmite pureza, feminidad y romanticismo, de ahí el predominio del blanco. Este último es el verdadero espíritu de los ochenta frente al otro más cutre que nos quieren imponer. O sea, devolvedme mis queridos años ochenta.
Mención especial merece la heroína, Kristy (Ashley Laurence), una vez más en este tipo de películas, una chica. Muy mona, muy cariñosa y muy femenina pero que no se arruga ante ningún peligro. Aquí se vuelven a repetir todos los cánones conservadores de este género tan reaccionario, desde los sueños premonitorios hasta la decencia en el terreno sexual. Obsérvese que ella duerme sola en la cama y el chico está tirado en un sofá o en algún sitio parecido que no se ve bien. Por no hablar de toda la trama de Julia (Clare Higgings) en la que la condena a la promiscuidad no puede ser más clara. De hecho, el propio argumento de "Hellraiser" tiene un sabor muy clásico que recuerda al viejo concepto griego de la Hybris, especie de soberbia que hacía creer al hombre que carecía de límites o que podía alcanzar todo lo que sus apetencias le dijeran. En este caso, el deseo de llegar a los confines del placer. En fin, gran clásico, por algo será, que aparte de dejar una ristra de secuelas, recupera el espíritu y el tono de la mejor "Pesadilla en Elm Street".
Por otro lado, confieso que soy un gran admirador de la década de los 80, o lo que llamo, los 80 largos, que podrían ser de 1979 a 1997. Sin embargo admito que existirían como dos grandes estilos ochenteros, que podemos llamar el chillón, que si es hortera y que para mi desgracia impregna a toda la década, y el clásico, más elegante. En "Hallraiser" vemos los ochenta-chillón en Julia: pelo corto, pendientes enormes, maquillaje estrambótico, uñas pintados de rojo, etc. Y por otro, los ochenta-clásicos en Kristy: pelo largo, camisetas blancas, chaquetas tejanas, zapatillas deportivas, jerséis con el cuello vuelto, apenas maquillaje, etc. Quizá gusta el primero porque tiene unas connotaciones progresistas. En este caso la mujer ejerce un rol masculino, agresivo y feminista. En cambio, en el clásico, decididamente conservador, se transmite pureza, feminidad y romanticismo, de ahí el predominio del blanco. Este último es el verdadero espíritu de los ochenta frente al otro más cutre que nos quieren imponer. O sea, devolvedme mis queridos años ochenta.