- Con una ‘estética’ casi repelente, rodada en Sevilla donde el ‘andalú’ destaca por su ausencia (solamente el personaje de María León habla con ese acento, claro, sevillana ella no puede hablar de otra manera, por cierto, ¿incluida en el reparto por ser la hermana de Paco León?).
- Con un Javier Gutiérrez que sólo tiene un registro expresivo, el de imbécil, hijoputa, metepatas, vomitivo, como ya ha ido mostrando en sus últimas películas y series, ideal para hacer esos papeles, de los cuales, aclaro, estoy hasta las mismísimas partes pudendas porque se repite más que una tortilla de ajos. Hace una semana puntué con un 7 a “Campeones”, pero les aseguro a ustedes que no fue por el papel de este actorcillo de chichinabo.
- Con unos recursos fílmicos pobres que no vienen a cuento y planos superfluos (como mostrarnos culo, pene y escroto del Gutiérrez y el desnudo completo de Adelfa Calvo a sus cerca ya de 60 tacos o ver al Antonio de la Torre comiéndose unos langostinos bien grandes con cáscara y todo).
- Con giros de guion que a nadie sorprende, todo previsible y lejos de lo creíble, sazonados principio y final con música de José Luis Perales (te cagas, lorito), una fotografía horrible que ni siquiera un principiante haría peor, una historia aburrida y de escaso interés para el espectador un poco exigente.
- ¿Qué se puede esperar?

Aquí, en este país, en lo referente al mundo del cine ya sabemos cómo se mueven los hilos y cómo se apadrinan a actores amiguetes. Ya solo faltaban más personajes para incluir a los Mario Casas, Eduard Fernández, Luis Tosar, Hugo Silva, Bardem, Penélope, Belén Rueda, etc.
Mientras sigamos aplaudiendo y adulando a directores mediocres y actores sobrevalorados el cine español continuará siendo un negocio para algunos, en el polo opuesto de lo que es cultura, es decir, un cine sumergido en la mierda.