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Voto de Fuman2:
9

Voto de Fuman2:
9
8,3
49.817
Drama
Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
15 de octubre de 2020
15 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho que no veía esta película y ayer La 2 tuvo a bien ponérmela delante. Mi recuerdo era el de una historia de ambiente sureño, con un protagonista lleno de fortaleza y glamur a parte iguales, y no me ha defraudado. Parece ser que la novela es buena, y seguro que ofrece matices que no aparecen en la pantalla, pero desgraciadamente ya nunca podré leerla sin estar viendo a Gregory Peck todo el rato, con esa tristeza en la mirada y ese porte entre caballeresco y desvalido.
La película tiene muchos valores. Es de las que vienen al pelo para poner a los alumnos en una clase sobre derechos humanos y deberes cívicos. Pero además tiene una estupenda fotografía en blanco y negro, una genial recreación de ambientes y una acertada construcción de personajes. Amén de estupendos actores que les dan vida en la pantalla.
En primer lugar están los niños, protagonistas sobre todo de la primera parte de la historia. Muy en la línea de la literatura de Marck Twain, se nos ofrece la realidad anodina de una pequeña ciudad sureña a través de la fantasía que le imprimen las miradas infantiles. Todo es misterioso y la cámara así lo representa mediante un juego
eficaz de luces y de sombras. Como centro de todo ello está el faro llamado Atticus Finch, que sin sermonear educa en lo que una persona honrada debe hacer.
La segunda parte es en sí misma otra película, con todas las características del género "de juicios". Aquí vemos al Atticus abogado ejerciendo de tal, sin perder ni un momento su perfil de hombre bueno, de héroe civil que sin violencia sigue sin dudar el camino recto que él mismo se ha trazado. Hay algo de mesiánico, algo de aceptar el cáliz y de poner la otra mejilla, aunque el traje blanco y el sombrero sustituyan a la túnica y la corona de espinas.
Y está luego el desenlace, que yo no recordaba y del que no voy a hablar en esta parte. Sí mencionar de nuevo la presencia de un Gregory Peck que llena la pantalla y encarna a la perfección a un abogado viudo que rema contra corriente en el río injusto de la vida. Y todo sin apenas despeinarse.
La película tiene muchos valores. Es de las que vienen al pelo para poner a los alumnos en una clase sobre derechos humanos y deberes cívicos. Pero además tiene una estupenda fotografía en blanco y negro, una genial recreación de ambientes y una acertada construcción de personajes. Amén de estupendos actores que les dan vida en la pantalla.
En primer lugar están los niños, protagonistas sobre todo de la primera parte de la historia. Muy en la línea de la literatura de Marck Twain, se nos ofrece la realidad anodina de una pequeña ciudad sureña a través de la fantasía que le imprimen las miradas infantiles. Todo es misterioso y la cámara así lo representa mediante un juego
eficaz de luces y de sombras. Como centro de todo ello está el faro llamado Atticus Finch, que sin sermonear educa en lo que una persona honrada debe hacer.
La segunda parte es en sí misma otra película, con todas las características del género "de juicios". Aquí vemos al Atticus abogado ejerciendo de tal, sin perder ni un momento su perfil de hombre bueno, de héroe civil que sin violencia sigue sin dudar el camino recto que él mismo se ha trazado. Hay algo de mesiánico, algo de aceptar el cáliz y de poner la otra mejilla, aunque el traje blanco y el sombrero sustituyan a la túnica y la corona de espinas.
Y está luego el desenlace, que yo no recordaba y del que no voy a hablar en esta parte. Sí mencionar de nuevo la presencia de un Gregory Peck que llena la pantalla y encarna a la perfección a un abogado viudo que rema contra corriente en el río injusto de la vida. Y todo sin apenas despeinarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dejo para el spoiler el desenlace. Un final en forma de anticlimax, pues la tensión mayor del argumento había quedado resuelta con el fin del juicio y la muere del negro falsamente acusado. Este desenlace viene a ser la desembocadura de una corriente subterránea que fluye por debajo de toda la acción y llegamos a veces a tomar como accesoria o incluso por mera invención. No es otra que la presencia de ese loco encerrado al que los niños se esfuerzan por ver sin conseguirlo. Tiene que ser en la situación dramática del ataque del malo cuando salga a la luz, y lo hace en forma de monstruo benévolo, una especie de Frankenstein protector de la inocencia que mata, pero lo hace sin maldad. Es el ruiseñor, el pájaro que no roba el grano ni come la semilla y se merece nuestra protección por regalarnos su bello canto.