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Fantástico
¿Qué sucede cuando a un hombre normal se le hiere tan profundamente que para vengarse está dispuesto a cualquier cosa? ¿Qué sucede hoy cuando un hombre normal vende su alma al diablo? Este hombre es John Jaspers, quien, contra su voluntad, se convierte en un asesino armado con garras tan antiguas como su propio poder. Violento, visionario y enfermo se enfrenta a su destino. Un destino marcado por M, el enviado del diablo en la Tierra. ... [+]
4 de septiembre de 2021
4 de septiembre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Faust (2000) se trató de la primera producción de Brian Yuzna y Julián Fernández y de la recién fundada productora, la Fantastic Factory. La película inició un proyecto que pretendía convertir Barcelona en la nueva meca del cine de género, aunque sucumbió a sus elevadas pretensiones.
Brian Yuzna llegó a un acuerdo con Julián Fernández, que era el director de la productora Filmax, para empezar un proyecto asentado en Barcelona, que pretendía agitar el panorama nacional e internacional, convirtiendo la ciudad condal en una meca del cine de género.
Las películas, según el proyecto, debían ser de un presupuesto ajustado entre los cuatro y los seis millones de dólares (según comenta el propio director Yuzna, ellos solo contaban el dinero en dólares) y contar con un elenco que mezclara lo internacional y lo nacional. Así, en las películas de la productora es habitual ver una auténtica ensalada de nombres, en general, actores británicos o americanos de mientras que entre los españoles encontramos de todo.
Existen declaraciones de políticos conocidos que llegaron a estar interesados en el proyecto de la Fantastic Factory, es el caso de Artur Mas, quien para La Vanguardia afirmaba que el objetivo era crear unos grandes estudios de cine en Montjuic. Otros, como Ferran Mascarell, eran aún más osados, llegando a afirmar que "Barcelona será un plató de cine para todo el mundo". El caso es que estas declaraciones megalómanas se desinflaron bien pronto, porque Faust fue un fracaso en taquilla, llegando a reunir solo un millón de espectadores (y eso que fue de las más taquilleras de la FF). A partir de entonces, las ambiciones de la productora se rebajaron de nivel, y fueron yendo a menos con cada descalabro en taquilla (a excepción de la muy exitosa Darkness).
La película adapta un cómic de Tom Vigil, sobre un personaje muy al estilo de Spawn (de hecho, algunos críticos señalaron que la película española era un plagio), que también realiza un pacto con el diablo.
La película contó con un reparto que mezclaba actores internacionales y nacionales, tal y como eran los deseos de la compañía. Cabe destacar a Jeffrey Combs, un clásico de la serie B, que sin embargo aquí no está como personaje protagonista (a pesar de que el guion juega al despiste y lo vemos en la secuencia inicial). Como protagonista principal tenemos a un Mark Frost, que ni era conocido en aquel momento ni lo es ahora. Como Mefistófeles tenemos a Andrew Divoff, que básicamente calca el mismo papel que había hecho en Wishmaster. En nacionales destaca Monica Van Campen, que por decisiones de la productora para intentar subir la audiencia se pasea semidesnuda por casi todas sus escenas.
El guion de la película, como decíamos, es una mezcla entre Spawn y El Cuervo. Sin duda es lo más flojo de la película, y parece que ni siquiera tuvo una revisión en condiciones, los eventos suceden sin que el espectador se entere muy bien el motivo, y no hay ningún adorno más allá de una historia de venganza que ya hemos visto muchas veces.
Faust era la carta de presentación de la Fantastic Factory y por ello se puede ver como la película intenta acumular de todo, desde efectos especiales, escenas de acción hasta secuencias subidas de tono. Así la película acaba abrazando un horror vacui que acaba perjudicando a la cinta, porque se la ve excesiva y compromete a la propia narración, que acaba convirtiéndose en un disparate.
Los efectos especiales corrieron a cargo de Poli Cantero, quien había ganado el premio Goya a los mismos por Acción Mutante. También estuvo en el equipo Screaming Mad George, que ya había trabajado con Brian Yuzna en Society. Lo cierto es que los efectos son lo más destacable de la película, y podemos citar la horrenda secuencia (en todos los sentidos) de la conversión de Monican Van Campen en una ubre gigante, una secuencia delirante que tiene muchísima relación con otras secuencias ya vistas en Society.
La película ganó el premio de mejor efectos especiales en el Festival de Sitges en el que se estrenó, aunque leyendo críticas en la hemeroteca diversos críticos afirman que la película no estaba terminada cuando se proyectó. En todo caso era un espaldarazo para un proyecto nacional que sin embargo no triunfó en su primer envite. Como ya comentábamos la película no cumplió las exceptativas en taquilla y por lo menos en el ámbito del cine la película no recaudó el dinero por el que se había invertido en ella. La crítica fue aún más despiadada que el público.
Conclusión
La película fue una carta de presentación pasada de rosca, demasiado pasada, que no cumplió con las esperanzas puestas en ella, aunque ya anunciaba muchos de los elementos que serían característicos propios de la productora en obras posteriores.
Crítica escrita para cinemagavia.es
Brian Yuzna llegó a un acuerdo con Julián Fernández, que era el director de la productora Filmax, para empezar un proyecto asentado en Barcelona, que pretendía agitar el panorama nacional e internacional, convirtiendo la ciudad condal en una meca del cine de género.
Las películas, según el proyecto, debían ser de un presupuesto ajustado entre los cuatro y los seis millones de dólares (según comenta el propio director Yuzna, ellos solo contaban el dinero en dólares) y contar con un elenco que mezclara lo internacional y lo nacional. Así, en las películas de la productora es habitual ver una auténtica ensalada de nombres, en general, actores británicos o americanos de mientras que entre los españoles encontramos de todo.
Existen declaraciones de políticos conocidos que llegaron a estar interesados en el proyecto de la Fantastic Factory, es el caso de Artur Mas, quien para La Vanguardia afirmaba que el objetivo era crear unos grandes estudios de cine en Montjuic. Otros, como Ferran Mascarell, eran aún más osados, llegando a afirmar que "Barcelona será un plató de cine para todo el mundo". El caso es que estas declaraciones megalómanas se desinflaron bien pronto, porque Faust fue un fracaso en taquilla, llegando a reunir solo un millón de espectadores (y eso que fue de las más taquilleras de la FF). A partir de entonces, las ambiciones de la productora se rebajaron de nivel, y fueron yendo a menos con cada descalabro en taquilla (a excepción de la muy exitosa Darkness).
La película adapta un cómic de Tom Vigil, sobre un personaje muy al estilo de Spawn (de hecho, algunos críticos señalaron que la película española era un plagio), que también realiza un pacto con el diablo.
La película contó con un reparto que mezclaba actores internacionales y nacionales, tal y como eran los deseos de la compañía. Cabe destacar a Jeffrey Combs, un clásico de la serie B, que sin embargo aquí no está como personaje protagonista (a pesar de que el guion juega al despiste y lo vemos en la secuencia inicial). Como protagonista principal tenemos a un Mark Frost, que ni era conocido en aquel momento ni lo es ahora. Como Mefistófeles tenemos a Andrew Divoff, que básicamente calca el mismo papel que había hecho en Wishmaster. En nacionales destaca Monica Van Campen, que por decisiones de la productora para intentar subir la audiencia se pasea semidesnuda por casi todas sus escenas.
El guion de la película, como decíamos, es una mezcla entre Spawn y El Cuervo. Sin duda es lo más flojo de la película, y parece que ni siquiera tuvo una revisión en condiciones, los eventos suceden sin que el espectador se entere muy bien el motivo, y no hay ningún adorno más allá de una historia de venganza que ya hemos visto muchas veces.
Faust era la carta de presentación de la Fantastic Factory y por ello se puede ver como la película intenta acumular de todo, desde efectos especiales, escenas de acción hasta secuencias subidas de tono. Así la película acaba abrazando un horror vacui que acaba perjudicando a la cinta, porque se la ve excesiva y compromete a la propia narración, que acaba convirtiéndose en un disparate.
Los efectos especiales corrieron a cargo de Poli Cantero, quien había ganado el premio Goya a los mismos por Acción Mutante. También estuvo en el equipo Screaming Mad George, que ya había trabajado con Brian Yuzna en Society. Lo cierto es que los efectos son lo más destacable de la película, y podemos citar la horrenda secuencia (en todos los sentidos) de la conversión de Monican Van Campen en una ubre gigante, una secuencia delirante que tiene muchísima relación con otras secuencias ya vistas en Society.
La película ganó el premio de mejor efectos especiales en el Festival de Sitges en el que se estrenó, aunque leyendo críticas en la hemeroteca diversos críticos afirman que la película no estaba terminada cuando se proyectó. En todo caso era un espaldarazo para un proyecto nacional que sin embargo no triunfó en su primer envite. Como ya comentábamos la película no cumplió las exceptativas en taquilla y por lo menos en el ámbito del cine la película no recaudó el dinero por el que se había invertido en ella. La crítica fue aún más despiadada que el público.
Conclusión
La película fue una carta de presentación pasada de rosca, demasiado pasada, que no cumplió con las esperanzas puestas en ella, aunque ya anunciaba muchos de los elementos que serían característicos propios de la productora en obras posteriores.
Crítica escrita para cinemagavia.es