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Voto de Kyrios:
7

Voto de Kyrios:
7
7,4
997
18 de enero de 2015
18 de enero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
King and Country (Rey y Patria, 1964) es una película fuertemente antimilitarista. Se trata de una producción británica que dirigió el prestigioso director Joseph Losey, justo un año después de rodar la que se acostumbra a citar como su obra maestra, The Servant (El Sirviente, 1963), lo que demuestra que el cineasta estaba en la década de los sesenta en estado de forma brillante. Rey y Patria ganó algunos premios como el de Mejor película para la Academia Británica y el premio al mejor actor para Tom Courtenay en el Festival de Venecia. La película adapta una obra de teatro que escribió John Wilson, quien realmente era más un hombre de leyes ( se encontraron con que había un punto de vista técnico jurídico extenso en la obra) que no un escritor, por lo que Losey, junto con Evan Wilson, tuvo que realizar una importante tarea de depuración en el guión.
No es extraño que se haya relacionado el filme de Losey con Paths of Glory (Senderos de Gloria, 1957) de Stanley Kubrick, pues ambas películas tienen fuertes nexos de unión en común. Básicamente, ambas película se ambientan en la Primera Guerra Mundial y nos presentan un juicio militar sobre un soldado del propio ejército (En Senderos de Gloria era el ejército francés, y en el de Losey obviamente el británico) . El Objetivo tanto de Kubrick como el de Losey es evidenciar la poca humanidad de estos juicios militares, que tienen más un trasfondo político que no moral. La película tiene un trasfondo histórico totalmente real, pues se estima que aproximadamente 350 soldados británicos fueron ejecutados por intentar desertar del ejército o insubordinarse ante sus oficiales[1].
Rey y Patria empieza colocando algunos fragmentos sobre imágenes de la Inglaterra Real. Joseph Losey nos muestra diversos monumentos de la metrópolis Londinense, como el homenaje a los soldados muertos durante la Primera guerra mundial. Posteriormente, el filme arranca y nos sitúa en la ambientación real, mostrando un primer plano de un cadáver de la guerra, atrapado en el mugriento barro. La película a lo largo del metraje alterna de hecho varios planos e imágenes con la historia real que transcurre.
Tom Courtenay interpreta a un joven soldado que es detenido cuando pretendía desertar. El Oficial que interpreta Dirk Bogarde será su abogado durante el juicio militar. Durante esta primera parte de la película, el soldado le relata su historia a su oficial, mientras este prepara el terreno para defenderlo ante el tribunal militar. La película no recorre a ningún Flashback (sólo a algunas imágenes intercaladas), sino que se sirve del potencial de los diálogos y de la interpretación de los dos actores para desarrollar esta parte (que quizá acusa de un tono más teatral). El filme nos presenta un personaje totalmente normal, como podría ser el espectador mismo, y que simplemente desertó por el hastío de la guerra. Courtenay realiza una solemne interpretación (superando a Bogarde) de un muchacho inocente que incluso desconoce el tremendo error que ha cometido al ser capturado. Losey se sirve de primeros planos y de la utilización de una luz expresiva para describir un ambiente opresivo.
En la segunda Parte del filme se realiza el juicio militar. El personaje de Bogarde defiende valerosamente a nuestro soldado, pero todo parece pactado con anterioridad para que nuestro personaje acabe siendo fusilado. Dos secuencias se quedan para siempre en la retina: Una, la del propio regimiento, que al igual que en Senderos de Gloria, lejos de compadecerse de su propio compañero al que le aguarda un destino fatal, le tratan con crueldad, incluso realizando una parodia de fusilamiento. La segunda es durante el fusilamiento propiamente dicho en la que es el propio Bogarde quien tiene que realizar el acto mísero del disparo para acabar con el sufrimiento de su recluta, dejándonos una terrible imagen para el recuerdo.
A diferencia de Senderos de Gloria, y aquí es donde podemos decir que la película de Losey aventaja a la de Kubrick, la guerra de trincheras es presentada con una crueldad y asco realmente tangibles. Resulta casi imposible describir con palabras la cantidad de Hediondez con la que se recrea el director. La Práctica inhumana de la guerra aparece en todo su esplendor, y lo mejor de todo el filme es la ambientación con la que Losey dota al regimiento y el entorno donde se ubica. Desde el barro que pisan durante cada segundo del filme, a la lluvia que constantemente cae durante el juicio. Pero sobre todo las escenas que nos muestran a los soldados de la compañía convivir con las ratas y la mugre. Antológica es la secuencia en la que , estos mismos, muertos de hambre deciden comerse un caballo muerto y estampado en el barro que a su vez está siendo devorado por las ratas. Hay que decir que la película utiliza un montaje en paralelo, y las secuencias del juicio a nuestro protagonista principal se intercalan con las del regimiento de soldados.
Como se puede comprobar, Rey y Patria no recurre a Flashbacks que nos muestran cómo era la vida anterior a nuestro protagonista. Lo que se ve es lo que hay. Si a eso le añadimos la realidad tan apabullante que construye (o mejor dicho, reconstruye) nos damos cuenta de que el filme pretende bajar la guerra de los altares (por eso las imágenes tan irónicas del principio) y situarla en el lugar que merece: El Barro. En Rey y Patria no encontramos explicaciones bélicas. Ningún oficial da planes sobre que colina hay que tomar o la ubicación del enemigo. Ningún soldado se pregunta porque están o dejan de estar en la guerra. La propia Guerra se ha materializado en Rey y Patria, que ya desde su propio título, nos avisa de lo irónica que es esta.
[1] James Palmer, Michael Riley, The films of Joseph Losey, Ed. Cambridge University Press, Cambridge 1993, pp. 17
https://neokunst.wordpress.com/2015/01/18/rey-y-patria-1964/
No es extraño que se haya relacionado el filme de Losey con Paths of Glory (Senderos de Gloria, 1957) de Stanley Kubrick, pues ambas películas tienen fuertes nexos de unión en común. Básicamente, ambas película se ambientan en la Primera Guerra Mundial y nos presentan un juicio militar sobre un soldado del propio ejército (En Senderos de Gloria era el ejército francés, y en el de Losey obviamente el británico) . El Objetivo tanto de Kubrick como el de Losey es evidenciar la poca humanidad de estos juicios militares, que tienen más un trasfondo político que no moral. La película tiene un trasfondo histórico totalmente real, pues se estima que aproximadamente 350 soldados británicos fueron ejecutados por intentar desertar del ejército o insubordinarse ante sus oficiales[1].
Rey y Patria empieza colocando algunos fragmentos sobre imágenes de la Inglaterra Real. Joseph Losey nos muestra diversos monumentos de la metrópolis Londinense, como el homenaje a los soldados muertos durante la Primera guerra mundial. Posteriormente, el filme arranca y nos sitúa en la ambientación real, mostrando un primer plano de un cadáver de la guerra, atrapado en el mugriento barro. La película a lo largo del metraje alterna de hecho varios planos e imágenes con la historia real que transcurre.
Tom Courtenay interpreta a un joven soldado que es detenido cuando pretendía desertar. El Oficial que interpreta Dirk Bogarde será su abogado durante el juicio militar. Durante esta primera parte de la película, el soldado le relata su historia a su oficial, mientras este prepara el terreno para defenderlo ante el tribunal militar. La película no recorre a ningún Flashback (sólo a algunas imágenes intercaladas), sino que se sirve del potencial de los diálogos y de la interpretación de los dos actores para desarrollar esta parte (que quizá acusa de un tono más teatral). El filme nos presenta un personaje totalmente normal, como podría ser el espectador mismo, y que simplemente desertó por el hastío de la guerra. Courtenay realiza una solemne interpretación (superando a Bogarde) de un muchacho inocente que incluso desconoce el tremendo error que ha cometido al ser capturado. Losey se sirve de primeros planos y de la utilización de una luz expresiva para describir un ambiente opresivo.
En la segunda Parte del filme se realiza el juicio militar. El personaje de Bogarde defiende valerosamente a nuestro soldado, pero todo parece pactado con anterioridad para que nuestro personaje acabe siendo fusilado. Dos secuencias se quedan para siempre en la retina: Una, la del propio regimiento, que al igual que en Senderos de Gloria, lejos de compadecerse de su propio compañero al que le aguarda un destino fatal, le tratan con crueldad, incluso realizando una parodia de fusilamiento. La segunda es durante el fusilamiento propiamente dicho en la que es el propio Bogarde quien tiene que realizar el acto mísero del disparo para acabar con el sufrimiento de su recluta, dejándonos una terrible imagen para el recuerdo.
A diferencia de Senderos de Gloria, y aquí es donde podemos decir que la película de Losey aventaja a la de Kubrick, la guerra de trincheras es presentada con una crueldad y asco realmente tangibles. Resulta casi imposible describir con palabras la cantidad de Hediondez con la que se recrea el director. La Práctica inhumana de la guerra aparece en todo su esplendor, y lo mejor de todo el filme es la ambientación con la que Losey dota al regimiento y el entorno donde se ubica. Desde el barro que pisan durante cada segundo del filme, a la lluvia que constantemente cae durante el juicio. Pero sobre todo las escenas que nos muestran a los soldados de la compañía convivir con las ratas y la mugre. Antológica es la secuencia en la que , estos mismos, muertos de hambre deciden comerse un caballo muerto y estampado en el barro que a su vez está siendo devorado por las ratas. Hay que decir que la película utiliza un montaje en paralelo, y las secuencias del juicio a nuestro protagonista principal se intercalan con las del regimiento de soldados.
Como se puede comprobar, Rey y Patria no recurre a Flashbacks que nos muestran cómo era la vida anterior a nuestro protagonista. Lo que se ve es lo que hay. Si a eso le añadimos la realidad tan apabullante que construye (o mejor dicho, reconstruye) nos damos cuenta de que el filme pretende bajar la guerra de los altares (por eso las imágenes tan irónicas del principio) y situarla en el lugar que merece: El Barro. En Rey y Patria no encontramos explicaciones bélicas. Ningún oficial da planes sobre que colina hay que tomar o la ubicación del enemigo. Ningún soldado se pregunta porque están o dejan de estar en la guerra. La propia Guerra se ha materializado en Rey y Patria, que ya desde su propio título, nos avisa de lo irónica que es esta.
[1] James Palmer, Michael Riley, The films of Joseph Losey, Ed. Cambridge University Press, Cambridge 1993, pp. 17
https://neokunst.wordpress.com/2015/01/18/rey-y-patria-1964/