El cine, como sabe todo el que se haya interesado en cierto grado por este arte, se basa en contar historias de una forma original, descomponiendo el tiempo y el movimiento, tratando de dar ciertos matices, para imprimir cierta poesía tanto en las partes como en el resultado final. Godard en esta película parece saltarse lo esencial del arte, que es hacer llegar un mensaje al receptor a través de un canal.

Estéticamente es interesante. Se descompone el movimiento a través de un montaje muy atrevido, que juega con las miradas y el entorno. Hasta ahí bien. El problema viene cuando te das cuenta de que a mitad de la película parece querer explayarse con filosofía existencialista para niños de 8 años. Y encima lo hace ocupando una parte que debería estar más enfocada a los "twists", dejándose estos para un momento de la película donde ya parece que todo tiene que pasar porque sí, casi recurriendo a un deus ex machina.

En definitiva, una estructura narrativa nada jugosa, pero una propuesta estética plausible. La puesta en escena del guion es para someterla a un análisis arduo, aunque es indudable que los personajes protagonistas encierran cierto atractivo que puede atraparte hasta el final de la cinta.

5/10