“El Jardín de los Deseos” nos trae la historia de un minucioso jardinero, al que su adinerada patrona encomienda una delicada tarea que confrontará sus principios. Joel Edgerton, Quintessa Swindell y Sigourney Weaver protagonizan un film que clausura la trilogía acerca del tormento y la fe, que Schrader comenzara con “First Reformed” (2017) y continuara con “The Card Counter” (2021). Schrader, con la cadencia que acostumbra, lleva a cabo un pormenorizado estudio de carácter sobre un personaje solitario, de quien conocemos su violento pasado: es un ex sicario y supremacista blanco. Un hombre que, meticulosamente, llenó su vida de inquebrantables reglas, hasta que llega el tiempo de romper una de ellas. He aquí la marcha Schrader; proveniente de un estricto hogar calvinista y luego enfant terrible de los ’80, continúa siendo un parsimonioso observador de la cotidianeidad de sus seres. El responsable de relatos como “Taxi Driver” y “Blue Collar” indaga en el pecado y la amoralidad humana, poblando el metraje de diálogos intimistas y pausados, en donde cumple un rol fundamental la música de Devonte Hynes. Particularmente, posa su atención sobre un hombre que oculta su pasado violento y sabe que el cambio vendrá a su tiempo para reparar los daños del alma. Destaca la importancia femenina en una historia que aborda temas como el amor, el dolor, la culpa, las adicciones y la redención. Parábola mística y espiritual, “El Jardín de los Deseos” abunda en ritos y ceremonias del orden manipulado: no obstante la naturaleza tiene sus restricciones geométricas, las plantas rejuvenecen, de igual manera que lo hacen los humanos. En la lente del director prima el placer visual estético y también una fuerte carga metafórica.